Nabokov mismo traza el límite de edad de las ninfetas, espetó Ortegón mientras tomaba en sus manos mi recién comprado ejemplar de Lolita para demostrarme que él sí lo ha leído.
“Entre los límites de los nueve y los catorce años surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana, sino nínfica (o sea demoníaca); propongo llamar nínfulas a esa criaturas escogidas”, dice Nabokov en boca del malogrado Humbert Humbert. Cierto, al momento de estar escribiendo estas palabras Lila Azam debe tener 37 o 38 años. Es una mujer hecha y derecha, pero su enamoramiento de la vida reflejado en su eterna sonrisa la coloca más allá de cualquier limitante de edad. No soy muy afecto a esos términos, pero puedo decir que Lila irradia puro néctar de luz a su alrededor, una luz capaz de dispersarse por el mundo y embrujar a un viejo burócrata cultural de un pueblito fronterizo mexicano del que Lila nunca tendrá noticia.
Saturday, March 14, 2015
Wednesday, March 11, 2015
Oruro es una de las ciudades más altas del planeta. 3 mil 775 metros sobre el nivel del mar, por encima incluso de La Paz. Supongo que para poder correr, dominar y tener bajo control un juego durante 90 minutos requieres ser uru, quechua o aymara o de plano mascar hoja de coca y tener espíritu de cóndor o de vicuña. De ahí lo meritorio del grandísimo triunfo Tigre en la altura boliviana con todo penal atajado por Nahuel. Ni el favor de la mismísima Virgen del Socavón ni el jugar tan cerca de las nubes valieron para horadar la defensa felina. Estos son los triunfos que valen. Olvídense de la liga. Vamos por la Libertadores.