El pobre parecía venadito lampareado
Nos fuimos en
camión hasta la capirucha y ya llegado allá, mi tío me presentó con unos
cabrones pelados como sardos. No llevaban uniforme, pero a leguas se veía que
eran tropa curtida.
Fuimos a unos
campos que estaban atrás de unos cerros por la carretera libre a Toluca y
pusieron en mis manos un rifle. Era un Kar98 de cerrojo. Al primer disparo
sentí el culatazo de la carabina que me mandaba para atrás, pero me mantuve
firme. Como ocurrió cuando debuté con la 22, al tercer tiro acerté romper una
botella. Nunca volví a fallar.
Aquellos
pelones me trajeron en chinga. Cada día me ponían en las manos un arma
diferente, y por la noche me hacían pegar corridas entre barrancas y cerros
tupidos.
Como a los dos
meses me dijeron que había llegado la hora de mi examen. Me llevaron a un
rancho allá por la carretera Pachuca, y me pusieron dentro de un corral de
vacas. Uno de los pelones trajo arrastrando a un greñudo barbón, cuya cara
estaba llena de moretes. Con una navaja cortó el mecate que le ataba las manos
por atrás y lo puso frente mí.
-
Este pinche aprendiz
de Che Guevara andaba de guerrillero en las sierras de Ayutla, pero hoy le
vamos a dar una oportunidad de ser libre. Le vamos a dar siete segundos para
pelar gallo y correr tan rápido como pueda. Tú vas a contar hasta siete y
entonces disparas. Tienes chance de disparar un solo tiro. Si este cabrón
brinca la cerca y se pela, entonces es libre y significa que tú reprobaste el
examen
El pelón dio
la orden.
-
Ora sí mi Che
Guevara. Prepárate pa correr por tu vida que empieza el conteo. Uno, dos, tres…
El barboncito
empezó a correr por anca la madre. Estaría asustado, pero sí que era ágil el
culero. Corría en zigzag y cuando vi su agilidad, pensé por un momento que me
reprobarían. Cuando el pelón llegó al siete jalé del gatillo y sentí el
chingadazo de la carabina en mi hombro. Disparé sin mirar, guiado por el sexto
sentido que me llevó a matar al puma y al cuatrero. Acerté en la pura nuca y el
pobre greñudito dio el costalazo cuando su mano derecha ya había alcanzado a
tocar la cerca. El pelón me dio una palmada en la espalda. Como un anticipo de
los trabajos que me darían fama en el futuro, bastó con una solitaria bala. Me
acababa de graduar con honores. Dentro de una semana cumpliría 16 años.