Santificado sea tu Nombre Amada Doncella. Puedo morir en paz. Cuánto me costó concretar mi sexto encuentro con la Bestia Sagrada. A punto de quedar fuera de la cita histórica y tras tramitar una visa en tiempo record, consumé el ritual.
Escuchamos las revelaciones hablan de un soldado británico avanzando entre las tropas rusas desplegando la bandera del Reino Unido, mientras San Juan calcula en su Apocalipsis el número de la Bestia y los adultos recuerdan entre tragos de cerveza el disfrute de los años perdidos, ante quienes tocan con locura mientras un bardo llamado Bruce Taylor Coleridge anuncia el retorno de un Antiguo Marinero tras 22 años de ausencia de los escenarios.
Ese martes amaneció nublado y frío. Antes de las 10:00 de la mañana mis amigos el jota ce Ortiz (infinitas gracias por poner la nave), Octavio García y yo, hacíamos fila en la garita de Otay. Sin pedo alguno a la hora de tramitar el permiso de las 25 millas y tras un desayuno en I Hop, agarramos carretera rumbo a LA. Por carretera de paga en el 405 hasta la salida 47 bajo ocasionales ráfagas de lluvia entre colinas verdes infestadas de flores amarillas.
Pasamos Long Beach, Carson y por ahí de las 14:30 ya estábamos afuera del Forum de Inglewood. Una horda metalera ya aguardaba en la puerta. Teníamos unas cinco horas disponibles como para ir a rolar al Sunset Bulevar de Hollywood o a Santa Mónica, pero los tráficos angelinos son cosa severa y no quisimos correr riesgos después de soñar tanto con este concierto. Así las cosas rolamos por las cercanías y fuimos a comprar nuestros respectivos six de Samuel Adams y New Castle Brown Ale. Cuando retornamos al estacionamiento del Forum, el Neto Álvarez, su compa Gotzuki y un sobrino ya nos aguardaban con su respectivo arsenal de Samuel Adams en la hielera. El ritual de todo concierto gabacho exige una previa ceremonia cervecera en el estacionamiento. Por 22 dólares sólo por parquear tu nave, lo menos que pueden hacer es dejarte pistear a gusto. El ceremonial se disfruta casi tanto como la tocada. Destapas una tras otra cerveza mientras en las bocinas retumba Maiden. Tras escuchar dos veces el Live After Death, el Seventh Son y el Somewhere in Time, el Sol se ocultó tras las colinas angelinas y la fila frente al Forum se volvía kilométrica. A nuestro alrededor fumaban una mota zorrillera mientras un compa cineasta (cuyo nombre he olvidado) hacía filmaciones para un documental metalero. Por ahí de las 19:00 empezamos a hacer fila con la última cerveza en la mano. Por fortuna, hubo libertad de movimientos y de inmediato mandé al carajo la fila 24 para bajar hasta la terraza del segundo nivel. El nepotismo maideniano nos chutó a la hija de Steva Harris que es algo así como Flans con guitarra eléctrica, pero exceptuando lo musical, justo es reconocer que la inglesita es guapa. Lo que vino después, tal vez se los deje en la reseña que voluntariamente escribí para el periódico y de la que sin duda publicarán sólo la cuarta parte por falta de espacio. De cualquier forma, aquí os la podeis chutar. Santificado sea tu Bestial nombre Doncella.
Por Daniel Salinas Basave
dsalinas@frontera.info
La Gran Doncella de Hierro irá a atraparte, no importa qué tan lejos, reza la canción y la Doncella, en efecto, fue a atraparnos a todos.
Hace 23 años, en la arena de Long Beach California, Iron Maiden grabó el disco en vivo más poderoso de la historia del rock duro, el Live After Death.
Muchas veces había vuelto la Doncella de Hierro a tierras californianas desde 1985, pero nunca con el mismo escenario y el mismo set list.
Tuvieron que pasar 23 años para que las pirámides egipcias resucitaran en el escenario y el Antiguo Marinero retornara de océanos abismales con su tripulación fantasma.
El Forum de Inglewood, la antigua casa de los Lakers de Los Ángeles donde Magic Johnson hiciera de las suyas en una época dorada, fue el abarrotado escenario que con sold out absoluto albergó el primer y hasta ahora único concierto de Iron Maiden en Estados Unidos dentro de la gira Somewhere Back In Time.
Una gira histórica que ha pasado por India, Australia, Japón, que irá a México, Costa Rica, Colombia, Argentina y Chile y que el martes aterrizó en Los Ángeles para ofrecer el primer concierto de la Doncella en el Continente Americano.
La horda metalera se dio cita en las afueras del Forum desde el mediodía y la tarde invernal se fue entre botellas de cerveza y retumbar de bocinas de mil carros.
Con británica puntualidad, a las 20:00, Steve Harris, líder y fundador de Iron Maiden arrojó al escenario al orgullo de su nepotismo: Su bella hija Lauren Harris y su banda.
Por desgracia, la música de la linda chica no emula las glorias maidenianas, sino un pop con guitarra eléctrica que evoca las peores comercialidades ochenteras.
Pasado el mal trago poper, la audiencia ya estaba más que lista para recibir a la Bestia Sagrada del Metal.
Una vieja canción del Maiden jurásico de 1976 se escuchó como fondo mientras las luces se iban poco a poco apagando y en las pantallas se veía aterrizar el avión de la banda piloteado por Bruce Dickinson.
Minutos antes de las 21:00, el discurso de Sir Winston Churchill arengando a los británicos a resistir el bombardeo alemán se escuchó en la oscuridad.
Lumbre, humo y pirotecnia antecedieron el salto de seis caballeros ingleses al valle egipcio de la Muerte.
Aces High, una canción que habla sobre los bomberdeos de la Luftwafe en Londres abrió la velada para dar paso a Two Minutes to Midnight, otra oda bélica.
La apocalíptica Revelations antecedió a The Trooper, una canción que además de poseer uno de los riffs más poderosos de la historia del metal, evoca la Guerra de Crimea entre ingleses y rusos, el conflicto bélico que tuvo a los primeros corresponsales de guerra de la historia.
Dickinson, vestido como un auténtico soldado de la Reina, ondeaba la Bandera Británica mientras Murray, Smith y Jers se enfrentaban en duelo guitarrero.
La nostalgia de Wasted Years fue el prólogo del cabalístico sexto tema de la noche, que no podía ser otro que The Number of The Beast, antes de dar paso al séptimo hijo y enloquecer a la audiencia con Can I Play with Madness.
Fue entonces cuando Bruce Dickinson anunció el ansiado regreso de la canción más larga de la historia de Iron Maiden, misma que no habían tocado en vivo desde 1985: The Rime of the Anciet Mariner, un tema basado en el poema clásico de Samuel Taylor Coleridge
Vestido con una túnica negra entre un escenario cubierto de humo, Bruce pronunció los versos de Coleridge ante una audiencia que entraba en éxtasis.
Tras los trece minutos del Antiguo Marinero, llegó el descenso a las tumbas de los faraones con Powerslave, tema en el que Bruce emuló el concierto de 1985 usando una máscara egipcia de halcón mientras se confesaba Esclavo del Poder de la Muerte.
Heaven can Wait, con todo y la ya clásica participación de una horda de afortunados fans sobre el escenario fue el preludio para la locura total de Run to The Hills y las luces de los encendedores y los celulares que antecedieron a Fear of the Dark.
El infaltable tema de la banda, Iron Maiden, único vestigio de la era Paul DiAnno que descargaron en la noche, marcó la primera despedida con el Eddie Blade Runner de Somewhere In Time sobre el escenario.
Unos minutos de espera, presentación de los seis caballeros ingleses de la banda e introducción del Seventh Son con guitarra acústica para dar paso a Moonchild y a Clairvoyant, antes de la despedida con Hallowed Be Thy Name. Santificado sea tu nombre Sagrada Doncella.
Set List
Intro Churchill Speach
1- Aces High
2- Two Minutes To Midnight
3- Revelations
4- The Trooper
5- Wasted Years
666The Number of The Beast
7 – Can I Play with Madness
8- The Rime of the Anciet Mariner
9- Powerslave
10- Heaven Can Wait
11- Run to The Hills
12- Fear of The Dark
13- Iron Maiden
Encore
14- Moonchild
15 The Clairvoyant
16-Hallowed Be Thy Name