Eterno Retorno

Friday, December 08, 2006

Esta Boca es mía

Boca Juniors me empezó a gustar por la camiseta. Esos colores y es franja horizontal al pecho me recordó siempre a mis amados Tigres de la UANL. Cuando el futbol argentino aún no era trasmitido en México y lo poco que nos llegaba era por la lectura de revistas y las ocasionales repeticiones, yo decidí que Boca Juniors era mi equipo. Conste que eran los años ochenta, la peor década en la historia de Boca. En aquellos años, River las ganaba todas, pero a mí ese Tigres argentino me gustaba.
Fue hasta 1996, por obra y gracia del Bendito Fox Sports, que el futbol argentino llegó con regularidad a nuestras pantallas. Desde entonces empecé a seguir con atención el futbol pampero y hoy en día la realidad es que veo más futbol de Argentina que de México. De mi país sólo sigo con atención los juegos de Tigres y las finales, pero de Argentina jamás me pierdo el Clásico del Domingo y por supuesto, ese excelente resumen llamado Futbol de Primera, toda una tradición río platense.
En noviembre del año pasado se me hizo por fin conocer el mítico estadio de la Bombonera y vaya bautizo que tuve. Un señor juegazo de cuartos de final de la Copa Sudamericana en el que los Xeneizes despacharon 4-1 a Inter de Porto Alegre. Sí, conocer la Bombonera fue una experiencia mística y orgásmica, pero debo admitir que sí hubo una dosis de desencanto al ver el papel de equipo fashion que juega Boca en la Argentina actual.

Boca es toda una marca registrada que se vende muy bien a los turistas. Sus tribunas están llenas de visitantes extranjeros que van a la Bombonera en tour, pagando boletos que un argentino promedio jamás podría pagar
Mauricio Macri, un multimillonario senador sobreviviente del menemismo, figura clásica de los 90 argentinos, un poco menos soez que Vergara aunque del estilo, es quien se ha encargado de hacer de Boca un trade mark. Nike, obvia decirlo, ha contribuido. Tiendas oficiales de Boca, tour de Boca, foto con el doble de Maradona y hasta las hijas de Bush van a la Bombonera. La cuestión es que Boca se me hizo un equipo turístico y eso le rompió un poco el aura mística del equipo de pueblo. Vaya, River Plate con todo y su aristócrata olor a Barrio Norte, se me hizo un producto un poco más auténticamente argentino. Ya no digamos los equipos de Avellaneda. Esa sí es argentinidad. El clásico de Avellaneda es punto y aparte. Los dos estadios uno a lado de otro, El Rojo y la Academia. Y aún más los equipos casi barriales que compiten en primera, como Nueva Chicago, la más pasional encarnación del barrio República de Mataderos. Nueva Chicago sostiene con Velez Sarsfield el clásico del Oeste. Liniers, casa de Velez, está a un lado de Mataderos, de la misma forma que Banfield y Lanús juegan el clásico del Sur. El Taladro y el Granate tienen su duelo a muerte.
Aún así, confieso que le guardo bastante cariño a Boca y si hace años no puedo ver a mis Tigres coronarse, al menos se me ha hecho costumbre ver una camisa azul con amarillo y franja horizontal dar muchas vueltas olímpicas. El domingo dará una más.


Aquí les dejo la reseña del libro del colega Caparrós

Boquita
Martín Caparrós
Planeta

Por Daniel Salinas Basave

Después de leerlo me quedó clarísimo: Sólo en Argentina podría escribirse un libro como Boquita. O acaso miento; tal vez sólo un hincha bostero de cepa, dueño además de una pluma endiabladamente sagaz como Martín Caparrós, pudo escribir un libro así.
Vaya, si me apuran un poco, Boquita, (y conste que no pintadas como las de Puig) puede convertirse en un clásico. Al menos dentro de las limitadas canchas de papel donde se juega el futbol transformado en buena letra, Boquita será un ineludible punto de referencia.
Para un maniaco de la literatura y el futbol como yo, la idea de leer la historia del Club Atlético Boca Juniors escrita por uno de los periodistas que más respeto, resultaba más que tentadora.
Cuando un equipo grande e histórico celebra un centenario, lo común es publicar un gran libro repleto de fotos y estadísticas.
Boca Juniors lo hizo, de la misma forma que Barcelona, Manchester United y otros gigantes del balompié. Acá en México la editorial Clío ha publicado las historias de los principales equipos de nuestro futbol, Tigres de la UANL incluido por fortuna.
Sin embargo, ni uno solo de esos libros plagados de fotos y estadísticas se parecen a Boquita. Es más, casi puedo asegurar que ningún equipo de futbol en el mundo puede presumir tener un libro así. Hasta en eso es exitoso el cuadro Xeneize. ¿Qué hace diferente a Boquita de cualquier otro libro sobre un club de futbol? Que Boquita es literatura en estado puro. Por fortuna carece de tablas estadísticas, no tiene una sola fotografía más que la de la portada y su estructura no es fría ni lineal.
A cambio, Boquita ofrece una delicia de prosa. Si se tratara de caer en el odioso encasillamiento, diría que estamos ante periodismo narrativo de alta escuela, aunque por momentos el periodista se transforma en poeta. Y es que pese a ser un señor reporterazo, Caparrós prescinde en buena medida, y por fortuna, de la objetividad indispensable para el oficio. Hay mucho cariño de pro medio y por momentos el narrador parece emocionadísimo.
No podía ser de otra manera, pues cuando se escribe sobre lo que se ama cuesta horrores ser objetivo y en el amor a los colores de un equipo o el amor a una mujer, no puede haber frialdad de por medio.
Caparrós escribe ante todo como un hincha de Boca, pero cuando lo romántico empieza a ganar terreno, surge por ahí la pincelada de imparcialidad periodística
Una visión muy simple, se limitaría a decir que este libro es la historia del Club Atlético Boca Juniors desde su fundación a cargo de inmigrantes genoveses habitantes del cenagoso y maloliente barrio de la Boca allá por 1905, hasta su transformación en trade mark y producto de exportación turística cotizado en bolsa de valores en el Siglo XXI.
Sí, es la historia del Boca y anécdotas sobre jugadores, jugadas y partidos inolvidables salpican cada una de las páginas. Pero hay también una dosis de ensayo que va más allá del equipo de futbol y estudia el fenómeno social y hasta diría religioso, llamado Boca.
La forma en que se vive el futbol en Argentina no tiene punto de comparación con el resto del mundo y la forma en que se vive el fenómeno Boca no tiene comparación en el resto de los equipos del país pampero.
Caparrós va hilando la historia del Boca a la historia del pueblo argentino en el Siglo XX.
De la mano de las pasiones que provoca esa camiseta azul con franja amarilla, Caparrós nos habla de los inmigrantes genoveses, del futbolista de barrio que muta al profesionalismo, del peronismo, de la dictadura y de la comercialización de la camiseta del equipo representante de los pobres, transformado hoy, paradójicamente, en el más rico de todos.
Boquita es la historia o el ensayo histórico de un fenómeno en donde el personaje principal no son los once jugadores de la cancha, sino el hincha que brinca en las tribunas de la Bombonera. A él está dedicado el libro y él es el personaje principal.
Si a usted no le gusta el futbol, no le haga el feo a Boquita. Es un librazo, donde hay mucho más que una pelota y once hombres de azul y amarillo.
Y si a usted le gusta el futbol, este domingo es un día excelente para hacerse de este libro, pues en el momento en que usted esté leyendo esta columna, Boca estará a punto de saltar a la cancha de la Bombonera y salvo que ocurra una auténtica tragedia y con todo y LaVolpe, este mágico equipo estará sumando una estrella más a ese escudo que ya parece vía láctea.


Dedicado a mi buen compa Chano Carrasco, el Ciruelo Eléctrico

Dime cómo te mueres y te diré quién eres, dice una frase del Laberinto de la soledad, aquel ensayo de Octavio Paz que en 1950 buscó escarbar profundo en la insuficiencia ontológica del mexicano.
56 años después, un pintor tijuanense se inspira en esas palabras para montar una exposición conceptual que tiene como eje temático la muerte en la obra del poeta de Mixcoac, laureado con el Premio Nóbel en 1990.
Cipriano Carrasco, artista plástico nacido y criado en Tijuana, cerró en el Café Revolver su exposición conformada por cuadros inspirados todos en la obra de Paz.
Yo quiero reflejar en estos cuadros la conexión entre este barrio, o sea esta vida, con el otro barrio, que sería el más allá, inspirado por la obra de Paz, concretamente por el Laberinto de la Soledad, señaló Carrasco.
Devoto de la obra de Miguel de Cervantes, de la poesía del Siglo de Oro español, de la Divina Comedia de Dante y la música de los Kinks, Carrasco ha inaugurado tres exposiciones en este año.
La primera de ellas, en la Casa de la Nueve, tenía como eje temático El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes y mostró los distintos rostros del Caballero de la Triste Figura.
La exposición quijotesca estuvo también colgada en el Jai Alai durante la Feria del Libro del 2005.
Una segunda exposición conceptual, giró en torno a la magia cabalística del número nueve, exposición en la que además rindió homenaje a la Casa de la Nueve, el lugar que tantas veces le ha abierto las puertas a sus cuadros.
Esta tercera exposición del año dedicada a la muerte y a Octavio Paz, llevó la obra de Carrasco por primera vez al Café Revolver en donde afirma encontró un público más joven.
Me da gusto acercar la obra de Octavio Paz y estas reflexiones en torno a la muerte a la gente más joven que viene al Café Revolver, gente que anda en sus veinte y tantos o que aún es adolescente y empieza a adentrarse en la obra de Paz, dijo el pintor.
Vida y muerte, risotada y dolor, paraíso e infierno, se traducen en un contraste de calientes colores como un rojo intenso que se desvanece en el frío de un gris de la misma forma que la vida humana se extingue en donde aguarda en silencio la dama de negro.
El contraste se refleja en la técnica mixta de toda la exposición que muestra acrílico en el fondo en combinación con tiza, tinta china e incluso dibujo en lápiz.
La idea es crear un margen, un contraste entre el rojo y el carmesí, con los colores fríos como el gris, dijo Carrasco.
El pintor, quien también es un melómano erudito en materia de rock y literatura, dijo que él concibe su propio trabajo como el de un artesano del Renacimiento.

Thursday, December 07, 2006

Chorizo

El chorizo está a la alza y la birria está a la baja. En la final de Futbol Mexicano yo estoy con los Diablos Rojos. Lo siento, pero el Tolo Gallego es un tipo que me cae simpático y aún no dejo de agradecerle como humilló a las rayas hace un año en el tec y por supuesto, estoy feliz de que las haya vuelto a echar fuera en esta ocasión. Quien borra a las rayas merece mi apoyo y agradecimiento. Luego entonces yo estoy con Toluca.

La Ramera del Chivo

Para hablarte de tú con el Infierno no es necesario habitar en las heladas montañas de Noruega. También los pantanos de Louisiana son hogar de hordas demoníacas. Y es que en lo que se refiere a hallazgos blackmetaleros, Goatwhore ha sido para mí la revelación del año. Con las cuatro rolitas que he escuchado en my space tengo para afirmar que hacía un buen rato que no me machacaba los oídos con un Black Metal tan asesino y preciso en su ejecución. Nueva Orleans no es sólo cuna de jazzeros. Esta encarnación infernal prófuga del Katrina es la mejor prueba de ello.

Gallos y ontología tijuanera

Mientras miraba aburrido un bodrio de partido en la cancha del CREA, tuve una suerte de crisis ontológica en torno a la tijuanería. Ya ven, últimamente medito mucho sobre la esencia del ser tijuano.
Tijuana = El desarraigo hecho ciudad, lo efímero encarnado en urbe. La ciudad donde hasta la eternidad es temporal y el para siempre dura unos minutos. Sueños fugaces, castillos de cristal y puñetas mentales sostenidas por llantas y televisores. Tijuana, nuestro fascinante hotel de paso convertido en casa propia.

El partido que fui a ver era una auténtica pastilla para dormir, un ritual de tedio y sopor. Jugaba Gallos Caliente contra Salamanca la semifinal de la Primera A. Desde 1998, cuando Chivas- Tijuana llegó a la final con Yucatán, no había un equipo de la ciudad que llegara tan lejos. Semifinal ya no son enchiladas. Es estar entre los primeros cuatro. Sin embargo el partido era una parodia. Y no, no solo por lo deprimente del espectáculo, sino por todo lo que lo rodeaba, empezando por la falta de fe. La historia de los equipos futboleros de Tijuana es la historia del espíritu de la ciudad. Desde que llegué a aquí hace ocho años, ha habido seis franquicias distintas, seis equipos con distinto nombre y uniforme que a priori saben que aquí no arraigarán, que están de paso, que mutarán de uniforme, de nombre, de sede, que lo de Tijuana es solo un camuflaje temporal. Sus jugadores nunca son de Tijuana, ni viven en Tijuana ni entrenan en Tijuana ni conocen nunca Tijuana. Juegan en un lugar donde en teoría no deberían, en una cosa que simula ser estadio, aunque todos saben que no lo es.
Alcaldes y empresarios hablan de construir un estadio enorme y de primer mundo, pero todos sabemos que es un sueño guajiro, que no se llevará a cabo nunca, que en esta ciudad están prohibidos los símbolos porque los símbolos crean identidad. ¿Cuál es nuestro único símbolo tijuanero? ¿Cuál nuestro único fenómeno de masas capaz de reunir decenas de miles de personas cada día? La línea. Nuestra identidad es un perpetuo movimiento, una fila de carros siempre atascada que cree avanzar a alguna parte, un eterno ya me voy, aunque en la noche regrese, para volverme a ir. La ciudad del por mientras, de la sala de espera en lo que llega esa vida que siempre está en otra parte.
Algunas personas acuden a las tribunas del CREA, la mayoría exiliadas del Centro de la República que aprovechan los boletos gratis, pero olvidan hasta el nombre del equipo ¿Se llama Trotamundos o Nacional? ¿Son los Dorados? Ah, no estos son los Gallos Caliente, pero ya se van, como todos los equipos, como toda la gente. Van y vienen, emigran y retornan. Cuando arriban aseguran que Tijuana es una plaza excelente, llena de futuro para un proyecto sólido, pero seis meses después han cambiado de ciudad, de nombre y de uniforme. Nada más efímero y desechable que nuestros equipos de futbol, tanto como nuestra población. El futbol dice mucho de los pueblos y la breve historia del futbol en Tijuana es la historia del espíritu de nuestra ciudad. Y no, no es el tamaño de los clubes o lo mal que juegan En Argentina hay equipos de tercera división que tienen cien años de antigüedad y un largo historial de generaciones que los han acompañado. En Tijuana si un equipo cumple tres años ya se le considera añejo.
Hay quienes viven exiliados o nacen incluso en el exilio, y sin embargo llevan el arraigo y la identidad de su Itaca en la carne y el alma. En Tijuana puedes vivir cien años y padecerás el desarraigo perpetuo del nómada. En fin, esas cosas piensa uno mientras ve jugar a Gallos Caliente.


Paz en el 2010

Siento decepcionarlos, pero apuesto doble contra sencillo a que no habrá revolución en 2010. Ustedes dicen de a cómo va la apuesta: Botellas de buen whiskocho, de Malbec argentino, unos discos metaleros, una rara camiseta futbolera o de plano una lana. Yo me la juego desde ahora: En 2010 no hay revolución. Venga la apuesta.
La estupidez de los ignorantes en materia de Historia no tiene límites. Me he cansado de escuchar a los falsos profetillas que aseguran habrá una revolución en México en el 2010. Estos tipos aseguran, basados en cierta matemática apocalíptica o en un vaivén de ciclos centenarios, que en México necesariamente estallará la revuelta en ese año. No saben un carajo de la Independencia y la Revolución. Suponen que fueron guerras progresivas, equiparables, conectadas entre sí y que el año de inicio fue decisivo. Me he cansado de explicarles que con o sin Miguel Hidalgo y Grito de Dolores hubiera habido independencia, porque el verdadero libertador de México se llama Agustín de Iturbide. También les he dicho mil veces que 1910 fue el inicio de una revuelta antireleccionista que apenas tuvo relación con lo que los sonorenses de Agua Prieta consumaron en 1920. Pero cuesta hacer entender Historia a los asnos.

Sí, ya se que en 2010, mientras celebremos el bicentenario y el centenario de estos movimientos, habrá más de un pirado que busque iniciar una revuelta. Llámales appos, ezlns, cghs, eprs. Los gusanos tienen múltiples nombres con los que buscan darse importancia. También se que hay una horda de pendejos con demasiados complejos y rencores en sus almas que anhelan un derramamiento de sangre en este país. Me sorprende lo ilusos que llegan a ser ciertos tipos a los que creía un poco más inteligentes. Me sorprende, porque hace falta padecer una juvenil inocencia en plenos treintas o una pendejez congénita para creer que una revolución en México a estas alturas podría servir de algo. Carajo, como si de algo hubiera servido el millón de muertos revolucionario y como si no fuera una ley de vida que toda revolución engendra nuevas oligarquías.

Monday, December 04, 2006

Santanero

En Tijuana sopla el viento. Un Santa Ana que pese al Invierno respeta en algo su tradición de aliento de dragón, aunque por la noche se torna helado. ¿También se llama Santa Ana si es frío? No lo se, pero caminen a la madrugada por la costa tijuanense y sentirán en la piel el aliento de la Reina de los Hielos.
Por la noche el viento golpea con furia en la terraza. La luz se corta y regresa en intervalos. Pedazos y estructuras de quién sabe que material golpean en el pavimento. El viento silba y exige ser escuchado. Nos acompañó todo el fin de semana y esta mañana no tenía intenciones de irse.


Pino en casa

Ya hay Pino de Navidad en casa. Lo compramos el sábado, el día que más fuerte sopló el viento. Fue un milagro que no se volara en la Carretera Escénica donde las ráfagas huracanadas te chicotean el carro. Sano y salvo llegó a casa el arbolito y el domingo nos dimos a la tarea de instalarlo. Bueno, debo confesar que yo dediqué un poco de más tiempo a seguir Belgrano vs Boca que al pino. El gran final del campeonato argentino se alarga una semana más luego del pésimo juego que dieron los bosteros. Contemplar el árbol tiene mucho de hipnótico, máxime si se hace con una cerveza Noche Buena y los villancicos adecuados. Este es, por cierto, el octavo pino que instalamos Carol y yo y es fecha que todavía no aprendo.

Vuelta al GYM

Luego de un año extrema disciplina física, dediqué todo noviembre al desenfreno. Y es que si vas a Argentina, es un crimen no firmar un pacto de alianza con el colesterol. Pasé un mes en Buenos Aires donde un día sí y otro también devoraba suculentas parrillas. Bife de chorizo, morcilla, chinchulines, entraña, vacío. Toda una orgía carnívora, acompañada siempre se suculentos vinos. Visitamos desde parrillas fresas como Estilo Campo en Puerto Madero y La Brigada en San Telmo, hasta parrillitas de barrio, pero la cuestión fue que la carne jamás faltó en nuestra mesa. A ello hay que agregar las pastas, los alfajores, las Quilmes. Sería mentira decir que en Argentina no hice ejercicio, pues hubo caminatas kilométricas. Caminen de Recoleta a Chacarita o de Recoleta a la Boca y verán que si hay unos cuántos kilómetros de por medio. Pero no es lo mismo caminar cigarrito en mano absorto en bucólicas contemplaciones, que una buena rutina de gimnasio. Había postergado mi regreso al Total Fitness, pero esta semana inició con una quemazón de calorías. Por fortuna la condición física no se fue al carajo, aunque no estoy al nivel que llegué a agarrar en verano. Cuestión de dos o tres semanas para que el ritmo cardiaco esté en su punto.

Muro

Durante los meses de octubre y noviembre participé dos veces como invitado en un programa de Radio Uruguay, la estación oficial del gobierno uruguayo y una vez más en una estación de Argentina. El tema a tratar, en los tres casos, era el Muro Fronterizo. Es increíble la conciencia y el rechazo que despierta en Sudamérica el muro de Mister Bush. En Argentina, cada que la gente me preguntaba de dónde era y yo respondía que de Tijuana, me preguntaban por el muro. Estaban realmente consternados e indignados por el asunto. Me preguntaban que si en Tijuana había una férrea resistencia popular y un clima generalizado de rechazo e indignación. Yo les decía que sí, que la gente estaba enojada. No les dije la verdad, porque no quise decepcionarlos. Seamos crudos y realistas. El Muro no es un asunto que quite el sueño a los habitantes de Tijuana. No ha ocupado siquiera el 10% de los espacios en primera plana que ha ocupado el tema del secuestro, por ejemplo y no ha desatado protestas multitudinarias ni actos radicales de rebelión. Sí, están los combativos activistas de siempre, Claudia Smith, Enrique Morones, ambos ciudadanos estadounidenses paradójicamente, pero seamos honestos, no se puede hablar de una multitud indignada. Un tema que nos ha hecho referencia mundial, aquí apenas molesta al tijuanense promedio que lleva su visa láser en la cartera y su chip sentri en el carro.
Por supuesto que todos odian las filas de tres horas y los pases a segunda revisión en la garita que soportan con resignado estoicismo, pero ¿el muro? Otra paranoia más del señor Bush, dirán, pero nada que trastorne nuestra vida más de lo que ya está.
Cuestión de haber estado en la línea el viernes. El destino del país, comentan por ahí, estaba en juego en la tribuna de San Lázaro, pero en esta ciudad el único destino que preocupó fue el de los pocos dólares que había en la cartera y el de la tarjeta de crédito que empeñaría el aguinaldo aún no pagado. Hubo filas de kilómetros para cruzar a San Diego. Más de tres mil tipos a píe soportando calladitos su martirio y unos 20 mil adentro de sus carros, pero el shopping justifica cualquier sacrificio. Justo en Puerta México un grupo de unos diez perredistas eructaba consignas contra Felipe Calderón a través de un alta voz y pronosticaba un pronto derrocamiento y revolución social. ¿Creen ustedes que alguien los peló? ¿Que alguien les hizo el menor caso? Uno que otro se burló de ellos para mitigar el aburrimiento. En pocos lugares la izquierda luce tan hermosamente ridícula como en Tijuana. Cinco imbéciles hablaban de usurpación del poder, de dictadura fascista, mientras decenas de miles de tijuaneros se dirigían a consumar el ritual que más aman en el mundo: Ir de Shopping a San Diego.

Que no me vengan los intelectuales a decir que hay rechazo a las políticas de Bush y que Tijuana, siempre rebelde y contestataria, rechaza el muro. Claro, si te preguntan que si estás de acuerdo con el muro dirás que no, que no te gusta la idea, pero todo quedará en eso, en un simple no tímido, resignado y carente de sustancia. Lo mismo sucede con los migrantes muertos. Ahí están las cruces en la barda y ahí está el tema, siempre tan socorrido para exposiciones artísticas y textos literarios, pero seamos brutalmente honestos: Te vale madre que se hayan muerto cinco mil compas en su intento de cruzar. Yo empezaré a creer en los anti yanquis y en los anti Bush, el día que uno de ellos se pare en la garita, rompa su visa láser y se limpie el culo con ella. El día que en una segunda revisión se le pongan gallitos al migra y le escupan, así de rebelditos como se ponen con los policías mexicanos. Creeré en ellos el día que un payaso como Manú Chau no vaya a tocar a San Diego con boletos a jugosos precios de ticket master. Creeré en ellos el día que esos intelectuales socialistoides no se vayan de nalgas cuando les piden ir a dar una plática a una universidad gabacha. Ahí van todos calladitos a darles las nalgas y los dólares, a soportar tres horas de fila y un rato de humillación.

Anden, rompan su visa láser, los quiero ver. ¿No la rompen? Entonces cállense el hocico.


Democracia ¿Para qué?

El viernes por la mañana mientras veía la función de lucha libre en el San Lázaro me repetí mil veces esta pregunta: ¿Para qué queremos democracia en México? ¿Para qué carajos la queremos?
Conste que no estoy preguntando por qué queremos democracia, pues el utilizar un por en vez de un para te lleva a disertaciones inútiles sobre la autodeterminación de los pueblos, el sufragio efectivo y de más utopías.
Yo prefiero práctico un para. Por y para no es lo mismo y yo no se para qué chingados queremos democracia en esta condenada república nuestra. Si quieren que sea honesto, sería más práctico que no la hubiera. Ahorraríamos millones de pesos y muchos disgustos, aunque acaso la tele no tendría tanto raiting.
Siendo adolescente, El Contrato Social de Rousseau era mi texto político de cabecera. Hoy creo más en el Leviatán de Hobbes. Me he convertido en adulto. Las palabras autoritarismo, militarización, mano dura han dejado de espantarme.
Desde hace mucho me han tachado de facha. Dicen que dentro de mí vive un fascista al que yo no quiero reconocer. Pues bien, ese fascista interno está saliendo del closet y ya no tiene empacho en revelarse como tal, por políticamente incorrecto que resulte.
Paradojas del destino. No soy creyente en Dios, he pasado mi vida entera renegando de la mojigatería y sin embargo estoy feliz con la llegada de Felipe Calderón a la Presidencia. En esta vida se vale ser contradictorio.
La izquierda chilla y teme una presidencia autoritaria. Yo la celebro. Es precisamente lo que deseó. Un gobierno tan autoritario como le sea posible, que se imponga, que sea de hierro. Cuando el país se te está desgajando en las manos como una naranja podrida, necesitas empezar por erradicar a los gusanos y este país está infestado.