Firma usurpada
Desde hace un par de semanas he manifestado a título personal mi desacuerdo con la forma en que fue desmantelada la Biblioteca Regional Benito Juárez y he expresado mis dudas y mis reservas sobre las alternativas de reubicación propuestas por el gobierno estatal. Así lo manifesté en la pasada edición de InfoBaja en este mismo espacio. Ser lector es algo que ha definido y marcado mi camino existencial. Creo que la lectura tiene la capacidad de transformar vidas y definir veredas vocacionales. Mi vida no sería la misma si yo no fuera un lector, pues casi todo lo que profesionalmente he conseguido se lo debo a esta pasión que tengo desde niño. Como amante de la lectura, creo que los tijuanenses merecemos tener una biblioteca digna y quiero poner de mi parte para ello y creer en que se puede salir ganando con esta forzada mudanza, si bien las formas no fueron las correctas. Me parece muy bien que haya un grupo de ciudadanos organizados que se manifiesten públicamente en las calles para expresar su desacuerdo con el desalojo de la biblioteca y de las instalaciones que ocupaba el Instituto de Cultura. Ojalá sus reclamos tengan eco. Lo que no me parece, es que ese grupo utilice mi nombre y me haga aparecer como firmante de un documento que jamás leí y sobre el que jamás me consultaron. Hoy me entero con absoluta sorpresa y desconcierto que en el periódico El Mexicano aparece mi firma en un desplegado dirigido al secretario de Cultura, Pedro Ochoa Palacio, en donde le exigen que la biblioteca y el ICBC se mantengan en el mismo lugar. La causa por la que estos ciudadanos luchan es justa y es noble, pero hacerme firmar un documento que jamás leí y sobre el cual jamás se me pidió opinión me parece una bajeza. Como abogado titulado que soy, entiendo el peso de la expresión “Protesto lo necesario” y el valor de la firma. Es un documento público, dirigido a autoridades constituidas.
Si hay un detalle en la vida con el que estoy obsesionado, es con la palabra escrita. Yo puedo estar de acuerdo con lo expresado por un documento, pero si no me gusta cómo está redactado no lo firmo. Un punto, una coma, una frase bastan para que no firme. No se puede manosear mi nombre como si tal cosa. Aún si me hubieran planteado la idea de la carta y yo les hubiera dicho que estoy de acuerdo (algo que por cierto no sucedió) no habría firmado sin antes leer detenidamente.
Es por ello que me molesta tanto que se hayan “tomado la libertad” de hacerme aparecer como firmante de un documento que ni siquiera leí. Esto no es serio, esto no se hace, esto es irresponsable y para mí sienta un pésimo precedente. A mí me enseñaron que una firma se solicita y para que yo firme cualquier papel, así sea la carta a Santa Claus, la tarea escolar de mi hijo o la lista del mercado, tengo que leerlo antes.
Estos detalles simplemente reiteran mi voluntad de no hacer equipo con nadie y seguir siendo un radical individualista, con todo lo que ello pueda acarrear. No soy promotor cultural, no soy activista y no he pretendido serlo nunca. Loable quienes tienen vocación de abanderar movimientos, pero no es la mía. Yo soy un solitario lector que de vez en cuando escribe y por alguna razón lo que escribo suele tener algún eco. Yo sigo en la solitaria trinchera en que he estado siempre haciendo lo único que sé hacer. Ojalá los lectores tijuanenses salgamos ganando.