Eterno Retorno

Thursday, February 03, 2011


CANICA HA APARECIDO Y ESTA NOCHE YA DUERME CALIENTITA EN CASA TRAS OCHO NOCHES FUERA. AL ESTILO DE LOS GRANDES CAPOS, FUE CAPTURADA POR ELEMENTOS DE LA MARINA NACIONAL CON ARMAS LARGAS INCLUIDAS (NO ES BROMA NI METÁFORA, REALMENTE LA CAPTURÓ LA MARINA) CUANDO YA NOS RESIGNÁBAMOS A NO VOLVERLA A VER, ELLA ESTÁ DE VUELTA. GRACIAS A FRONTERA, A LOS MILITARES, A LOS GUARDIAS DE LA CFE Y A TODOS LOS QUE NOS APOYARON. DSB

Wednesday, February 02, 2011




Oh Baby baby its a wild world, its hard to get back...
Esta será la octava noche de Canica fuera de casa y su sombra se ha transformado en ama y señora de nuestras vidas. Los últimos ocho días de nuestras existencias han sido consagrados a ella. Si no hubiera brincado por esa rendija abierta de la ventana del carro, nuestra vida en estos últimos ocho días hubiera sido harto distinta. Pero Canica, su sombra, su recuerdo y la inquietud que provoca su ausencia, son el leitmotiv de esta temporada. Hoy, Día de la Candelaria, se han presentado con derroche de furia los vientos de Santa Ana. Vientos helados y secos, ráfagas furiosas de hasta 104 kilómetros por hora. Los vientos de Santa Ana me recuerdan lo mucho que deseo escribir y debo escribir. Hay una historia hirviendo en mi cabeza, hay mil demonios que me llaman. Vientos de brujas, con sus hechizos a cuestas, con su carga de presagios, con su mensaje velado. Un volcán de historias en espera de hacer erupción, letras prófugas revoloteando como moscardones frente a mis ojos. El deja vu ha estado severo estos días. Esto lo he soñado. Hay un par de situaciones que fueron tan regresivas, esencia pura de subconsciente en ebullición, de monstruos dormidos en las alcobas de la mente. No quiero ceder al vicio de metaforizar y sacar tajada literaria de cada mínimo acto. Carajo, se ha perdido nuestra perrita y la estamos buscando, eso es todo, pero todos los caminos, los extraños caminos, me llevan de regreso a la página de un libro. Buscar a la Canica ha sido profundamente austeriano. De pronto, soy Quinn, el personaje de Ciudad de Cristal en su acecho permanente que acaba por transformarlo en indigente. Todo se reduce a sitios y horarios. Te apartas unos metros y unos minutos del caminito y has entrado en los territorios del caos. Trastorna un poco tus horarios y tus lugares. No debes ir muy lejos. Basta con una corta distancia. Para ser otra persona y estar colocado en una situación atípica que jamás enfrentarías hace falta tan poco. La realidad aparte camina a tu lado y no te enteras. ¿Qué haces un domingo a las 4:00 de la más helada madrugada dentro de unas instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad? ¿Qué hace una pareja con un bebé recorriendo oscurísimos callejones? Hablas con militares, guardias, viene-vienes, teporochos y sinquehaceres diversos. Cada rincón urbano es un pequeño ecosistema con sus respectivas leyes de la selva. ¿De verdad conocías Rosarito? Carajo, vives aquí y parece ser que hasta esta semana lo estás descubriendo. A un lado de la carretera por donde cruzas todos los días se tejen las más macabras de las vidas. Vidas rotas, podridas, mórbidos rompecabezas de seres que deambulan a lado del camino. Canica podía estar aquí, en su casa, en este castillito de arena donde hay una cama y un calentador, un plato de comida siempre lleno y una mano amiga. Pero la capa que nos separa del afuera es delegada, un muro de vapor. Tu zona de seguridad y certezas, de cimientos y razones se hace pedazos con soplar un poco. Cruzar el umbral del afuera, el umbral del mundo violento. Oh Baby its a Wild World. Vaya que si es salvaje este mundo nuestro. En algún lugar de ese wild world se oculta Canica. Era búsqueda y se transformó en cacería y hoy es búsqueda y cacería a la vez, pues la has perdido de nuevo. Vas y vienes todos los días por el mismo camino pero jamás miras a tu alrededor, jamás apartas la vista unos cuantos centímetros. El Calimax de Rosarito ¿Cuántas veces has hecho la compra ahí en los últimos siete años de tu vida? ¿Y cuándo habías reparado en sus alrededores, en su contenedor de basura, en la inmensidad de los baldíos que lo rodean? Mundos ocultos a unos centímetros de ti. ¿Austeriano he dicho? Sí, pero esto más bien huele a Carlos Castaneda. El mundo es un lugar infinitamente extraño, un sitio poblado de misterios. Sólo hace falta aprender a “ver” y “volverse cazador” y eso es precisamente lo que hemos hecho estos días candelarios de vientos furiosos e inquietos presagios. Algo va a pasar.

Tuesday, February 01, 2011


El sueño del celta
Mario Vargas Llosa
Alfaguara

Por Daniel Salinas Basave

Sentado en los mismísimos cuernos de la luna con su Premio Nobel en las manos, Mario Vargas Llosa entrega al mundo su nueva novela, El sueño del celta, que de inmediato se transforma en un fenómeno editorial. Los astros parecen haberse alineado, pues el veredicto en Estocolmo se da apenas unos días antes de que el nuevo libro salga calientito del horno, listo para convertirse en la chica más deseada de ese baile llamado Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Los premios suelen ser los mejores agentes de ventas. Editores y libreros se frotan las manos, pues el celta salva su Navidad y su año entero. El sueño del celta ha sido el best seller inmediato por excelencia de Vargas Llosa. Lástima que esté muy lejos de ser su mejor novela. Vaya, si uno tuviera que anotar las cinco novelas de Vargas Llosa que se llevaría a una isla desierta, sin duda El sueño del celta no estaría ahí. Pero en otoño de 2010 Vargas Llosa pudo haber escrito lo que quisiera. Pudo ser un libro sobre Robert Casement o un cuento que se titulara Pimpón es un muñeco e igual hubiera sido un fenómeno. Bastaba con su firma de recién premiado para asegurar un éxito rotundo. Aunque el peruano ha estado siempre en el gran aparador literario, para muchos jóvenes o para lectores de ocasión seducidos por la moda, El sueño del celta será su primera aproximación a este autor fundamental y la verdad de las cosas, es que no es la mejor puerta de entrada. ¿Qué le falta al celta? Vayamos al grano: le falta malicia literaria. Sí, el comentario puede parecer el colmo de lo pretencioso en una reseña, máxime cuando estamos hablando de un novelista mayor, pero si cedemos al vicio de la odiosa comparación poniendo como único punto de referencia al mismo Vargas Llosa en un espejo, la conclusión es que el peruano no se superó a sí mismo. Sí, sabemos que lo suyo es abrevar de la tradición de la novela decimonónica, de ese arte mayor de Víctor Hugo y Tolstoi y El sueño del celta se inscribe, o busca inscribirse, dentro de esa escuela. La cuestión es que tanto la estructura narrativa como la psicología de los personajes acaban por parecer propios de una novela juvenil a lo Emilio Salgari o Walter Scott. Nada contra esos autores que hicieron de nuestra infancia una delicia, pero digamos que del autor de un pedazo de leyenda como Conversación en la Catedral, se esperaba un poco más. Vargas Llosa ya ha apostado en el pasado por novelar vidas de personajes históricos como hizo con Flora Tristán en El paraíso en la otra esquina y es precisamente en este espejo donde su nueva obra sale perdiendo. La fiesta del Chivo, por ejemplo, es el más alucinante retrato literario del tirano tropical encarnado en el dominicano Rafael Leonidas Trujillo. Es una novela hecha y derecha, no una biografía. El sueño del celta en cambio, no pasa de ser una biografía novelada del activista irlandés Roger Casement. Como apuesta literaria es conservadora, casi lineal, sin complicación alguna. Una historia que Hollywood sin duda agradece, pues sus personajes y sus valores son perfectamente asimilables. El tema, la explotación del buen salvaje por el hombre blanco y la historia del colonizador colonizado, nos suena a que ya lo hemos visto o leído en alguna parte. Roger Casement, el irlandés que va a trabajar al Congo belga con la certeza de estar contribuyendo a una misión civilizadora y liberadora, sólo para descubrir que el malo de la película, el bárbaro, el depredador y el caníbal, es el hombre blanco. El tema del Congo belga obsesiona a Vargas Llosa desde hace algún tiempo y en uno de los primeros números de Letras Libres escribió acerca de la herencia del Corazón de las Tinieblas de Josph Conrad y describió al rey Leopoldo como un genocida casi tan cruel como Hitler o Stalin. La novela carga a cuestas elevadísimas dosis de crudeza y no es en cuanto a temática, una novela fácil o complaciente. Sí lo es en cambio en cuanto a estructura narrativa y complejidad literaria. Comparada con la muy rosa Travesuras de la niña mala, el celta es un derroche de brutalidad. Su problema es la ausencia de esa gambeta narrativa que puede darle sorpresas al lector. La verdad, con o sin premio, soy y he sido lector del peruano. Empecé en mi adolescencia leyendo Los Cachorros (y recuerdo a la perfección el ardiente verano regio en que leí esa breve historia) y en las últimas dos décadas siempre ha habido un libro del de Arequipa cerca de mí. Sí, a mi me gusta Vargas Llosa y no voy a salir a decir, como tantos terorréicos, que después de Conversación en la Catedral no ha hecho nada bueno. Nada de eso. Con perdón de El otoño del patriarca y Yo el supremo, La Fiesta del Chivo me parece la más fascinante novela del dictador latinoamericano e incluso la muy rosa Travesuras de la niña mala me divirtió en demasía y a todo mundo que se la he recomendado, mujeres principalmente, les ha gustado mucho. Ni hablar de la divertida Tía Julia y el escribidor, que es un librazo. Vargas Llosa es, simplemente, de los mejores novelistas que parió el Siglo XX.

Antes que al activista comprometido contra los totalitarismos, rescato al amante de la Gran Novela. Mientras un coro de modernos postnarrativos se deleitan hablando sobre la muerte de la novela y alaban a Roberto Bolaño como la vaca sagrada de Latinoamérica, Vargas Llosa es un tipo que rescata la gran tradición del Arte Novelístico, así, con mayúsculas, alguien que es hijo de Julio Verne y Dumas, de Víctor Hugo, Flaubert y Balzac. Me emociona que mientras los teorréicos abominan de la Novela tradicional y se complacen en decir que como arte es el colmo de lo obsoleto y caduco, Vargas Llosa lo reivindica como la gran pieza de orfebrería literaria, un arte al que le han sobrado sepultureros y que en pleno Siglo XXI nos sigue poniendo cara de eternidad.

Sunday, January 30, 2011


Su nombre, representa la primera letra del Alfabeto Hebreo. Jorge Luis Borges lo transformó en el punto que contiene todos los puntos del Universo, la inmensidad del infinito enfrentando al hombre, el Todo universal materializado en el techo de un viejo sótano. El Aleph borgeano tiene fecha y lugar. Apareció un día de 1941, hace 60 años, en una casa de la calle Garay, en el barrio bonarense de Palermo, a donde Borges acude ritualmente cada que se cumple el aniversario luctuoso de Beatriz Elena Viterbo. El Aleph es la contemplación fugaz, repentina y monstruosa de todos los espacios, tiempos y seres del caos universal. ¿Dilema metafísico? ¿Metáfora de la fórmula matemática del infinito? ¿O simple tomadura de pelo de un Borges más bromista de lo que creemos? Hace 25 años, en pleno verano del 86, mientras el mundo se rendía ante la pierna izquierda de Maradona, Borges le decía adiós al mundo a orillas del lago de Ginebra, dejándonos por herencia la metafísica como una rama de la literatura fantástica. DSB