Eterno Retorno

Friday, June 21, 2019

1- Hace nueve años, en el verano de 2010, una concatenación de inesperadas catástrofes políticas y laborales derivó en el primer tiempo libre de mi vida adulta. Por primera vez en década y media no tenía que levantarme al amanecer para ir corriendo a un trabajo. Ese verano (tan nublado y húmedo como el que hoy comienza) me pasé dos meses en casa mientras Iker aprendía a caminar en su andador. Por primera vez en mi existencia tuve horas plenas para escribir en serio y entonces escribí un ensayo sobre la agonía de mi oficio llamado Réquiem por Gutenberg. Lo inscribí a los premios estatales de Baja California y contra todo pronóstico, ganó. El premio estatal es muy pequeño (apenas 25 mil pesos) pero a mí me cambió la vida. Hoy a la distancia puedo decir que sin ese modesto apoyo oficial que llegó en el momento clave, yo no hubiera hecho todo lo que hice después. 2- Dos años y medio más tarde, en enero de 2013, yo estaba de nuevo en casa y entonces recibí la primera y única beca literaria de mi vida, que fue en todo caso un acto de fe. Mi esposa Carol me dijo que en lugar de salir a buscar un nuevo empleo en el periodismo o en la política, mejor me quedara en casa a escribir, pues a ella le estaba empezando a ir bien con sus negocios y podía hacerse cargo económicamente. La sensación de tener toda la mañana libre para escribir era una suerte de catarsis. Toda la escritura contenida, postergada o limitada a borradores incompletos brotó en catarata, como un torrente imparable. Durante año y medio escribí como nunca lo había hecho, ocho o diez horas diarias sin parar. Los frutos no tardaron en llegar y empecé a ganar premios a lo loco (que ya no eran de 25 mil pesos). Fueron seis premios en un lapso menor a un año y medio. Tan solo durante 2016 publiqué seis libros. De pronto mi vida había cambiado radicalmente. Ya después llegarían Colombia, Argentina, mil y un viajes y una vida que hasta hoy, contra viento y marea, sigue consagrada a este oficio. 3- ¿A qué carajos quiero llegar con toda esta historia? A que en este oficio necesitas apoyo. Sin ese primer premio estatal que llegó en el momento clave y sin la beca otorgada por mi esposa, yo en este momento estaría haciendo algo muy distinto y los doce libros que hasta la fecha han zarpado de este puerto no habrían nacido nunca. Una beca puede construir y encausar un camino de vida. La diferencia conmigo es que nunca he tenido una beca oficial. El Fonca no me ha dado un centavo partido por la mitad y me he resignado a que nunca va a dármelo. En contraparte he ganado ocho premios y he sido finalista en otros dos. Cada premio ha derivado en un libro y en dinero que a su vez me permite ahorrar y seguir dedicándome a este oficio. Más de la mitad de los premios pepenados también son apoyos oficiales y eso no dejo de reconocerlo. Si los eliminas o los quitas estás matando o truncando algo. Ojalá hubiera en México empresas o fundaciones que apoyaran carreras y ojalá hubiera más esposas como la mía, pero la realidad es que la mayoría de estos apoyos vienen del sector público y son muy necesarios. 4- Para andarnos sin rodeos: no elimines el apoyo público a la cultura, no lo mates, porque con ello estás haciendo naufragar muchas carreras que hoy están consagradas profesionalmente a alguna actividad artística. Además, toda creación está hecha para compartirse e influir en las vidas de personas, - pocas o muchas- pero te juro que influye. Yo no sería quien soy sin los libros que he leído y la música que he escuchado. Aunque les cueste trabajo creerlo, ser un consumidor de cultura puede transformarte y encausar tu vida. También debemos entender que no es lo mismo ser un aficionado que pinta, compone o escribe en sus ratos libres, a ser un profesional cuya existencia está consagrada por completo a dicha actividad y depende de ella. Sería hermoso que todas las carreras fueran comercialmente rentables (algunas llegan a serlo) y que puedas vivir de la venta de tus cuadros, tus canciones o tus libros, pero para arrancar necesitas un apoyo. Conclusión: no mates al Fonca. 5- Cada quien habla como le va en la feria y a mí en la feria de las becas gubernamentales me ha ido muy mal. Si hablara desde mi propia experiencia, me sumaría al coro de los que hoy quieren quemar en leña verde a los beneficiarios, pero no. Yo defiendo la permanencia del Sistema Nacional de Creadores y del Fonca porque estoy seguro que pese a todos sus vicios y opacidades, es un mecanismo que consolida vocaciones, encausa carreras y nos permite aspirar a tener un país culturalmente más rico. Sin embargo, creo que este sistema debe regirse por normas de transparencia propias de una licitación pública, como si estuvieras concursando una obra con constructoras. Que en una página puedan consultarse todos los proyectos (los aprobados y los rechazados), que los jurados procedan de acuerdo a un puntaje técnico previamente establecido, que su deliberación sea pública y se trasmita en vivo y poner fin o límite a los becarios eternos. Es increíble que en el Sistema Nacional haya escritores que nunca han ganado un premio (o si acaso han ganado alguno regional) y que tienen a lo mucho tres libros publicados. Así debe ocurrir también (supongo) en otras disciplinas. Parece que haber tenido otras becas te hace mejor candidato a repetir y que no haber tenido ninguna opera en tu contra. Para mí sería al revés. Debería haber prioridad para quien nunca la ha tenido y el que ya la tuvo debe ceder su lugar. Muchas cosas pueden mejorar, pero te juro que nada mejora si lo eliminas de tajo. Desde el cristal donde lo miro y dentro de mi humilde experiencia personal esto es lo que pienso y ahora sí, a otra cosa mariposa, que hay cuentos picándome el buche para ser concluidos de una buena vez por todas. DSB

Thursday, June 20, 2019

1- Cuando Rafael “el Chivo” Leonidas Trujillo quería crucificar políticamente a alguno de sus ministros, simplemente mandaba a sus columnistas y testaferros a calumniarlo, ridiculizarlo y exponerlo ante la opinión pública como un indeseable. En teoría el dictador dominicano no movía un dedo ni se manchaba las manos. Simplemente dejaba que sus tinteros y locutores hicieran el trabajo sucio para que fuera el “pueblo bueno” quien repudiara al caído en desgracia e hiciera leña con él hasta que su impopularidad fuera tal, que a Trujillo no le quedaba más remedio que cortarle la cabeza. Eso es lo que le sucede en La fiesta del Chivo al papá de Urania Cabral. 2- El que quiera entender que entienda: las campañas negras nunca brotan espontáneamente. Hoy el caído en desgracia, el árbol del que se quiere hacer leña, son los becarios culturales. Los perros de caza encargados de hacer el trabajo sucio son San Juana, Jesusa y una legión de paleros menores. Millones de mexicanos ni siquiera tienen (o tenían) idea de la existencia de esas becas. Hoy ya lo saben y Notimex se encargará de que el “pueblo bueno” odie a los becarios. El inocente pópulo, armado de picas y antorchas, pedirá lapidación y hoguera contra los parásitos chupasangre y el magnánimo patriarca, siempre atento a la voz de las masas, procederá en consecuencia. 3- En teoría yo tendría razones para ponerme del lado de los detractores. Después de todo soy un marginado del sistema cultural. Ni un centavo partido por la mitad he obtenido de becas. Lo mío son los premios, que según yo tienen más mérito. Yo escribo libros, no proyectos de becario. Pese a ello, defiendo la permanencia del Sistema Nacional de Creadores. Sin embargo, creo que este sistema debe regirse por normas de transparencia propias de una licitación pública, como si estuvieras concursando una obra con constructoras. Que en una página puedan consultarse todos los proyectos (los aprobados y los rechazados), que los jurados procedan de acuerdo a un puntaje técnico previamente establecido, que su deliberación sea pública y se trasmita en vivo, poner fin o límite a los becarios eternos. Esas son y han sido mis propuestas, mucho antes de este sainete. 4- Al menos tengo mi conciencia tranquila de hoy y siempre haber votado contra el populismo. En 2006 y en 2018. Conmigo no hay confusiones, dobleces ni medias tintas. Ayer y hoy orgullosamente anti-chairo y en mi trinchera me mantengo, pero creo recordar que más del 85% de mis colegas del mundo cultural y de las letras que hoy vociferan y se rasgan las vestiduras, yacían embobados por una ridícula perorata propia de pastor cristiano. También los escuché hablar de votar por un cambio necesario e impostergable para el país y bueno, aquí lo tienen. Este es el resultado de su voto. ¿Mierda es lo que querían? Mierda es lo que tienen amiguitos. Muy feo se siente equivocarse y que les vean la cara de pendejos. Sad but true. Disfruten su cuarta colegas. Mi conciencia está en paz.

Sunday, June 16, 2019

Algo debemos agradecerle a los padres tiránicos o ausentes: la sublime y desgarradora literatura que han inspirado. Desde Hamlet a Pedro Páramo para que vayamos calando la calidad de la melcocha. La sombra del padre hace de las suyas en Dinamarca y en Comala. La historia nos ha mostrado no pocas veces cómo un padre aborrecible puede inspirar una catarsis narrativa. Muy a menudo los monstruos paternos acaban - contra su voluntad- moldeando a geniales escritores. Pregúntenle a Kafka, Vargas Llosa, Federico Campbell, Paul Auster o a Joel Flores, por mencionar solo un quinteto. Los cinco están hermanados por la presencia de un progenitor fallido, a veces frío, otras descaradamente cruel, melancólico, errático, alcohólico o simplemente ausente. La lista en realidad es inmensa y creo que no acabaría nunca. Borges y Kureishi debieron lidiar con crepusculares progenitores que vieron florecer en sus hijos el talento literario que a ellos siempre se les negó; Bukowski (al igual que otros cientos) padeció a un desempleado golpeador; Philip Roth encuentra su lugar en la vida al cargar con la cruz del padre moribundo. Son legión los que padecieron a un alcohólico y mejor ahí le paramos. La creación literaria es un infructuoso intento de armisticio con nuestros demonios y éstos a menudo habitan en un limbo amarillento llamado álbum familiar. Escribir es rajar con un bisturí la caja negra del subconsciente; dejar que una herida, en apariencia cicatrizada, vuelva a sangrar. Esa sangre invisible materializada en tinta puede hacer catarsis. En las dinámicas de constelación impulsadas por el alemán Bert Hellinger, la familia entera representa un sistema. A los padres se les honra, pero también se les carga y se les padece. Si tuviera que elegir dos libros cuyo tema central es la relación padre-hijo, me quedo con La carretera de Cormac McCarthy y El olvido que seremos de Abad Faciolince. El primero, contado desde los ojos del padre, lo leí cuando Iker acababa de nacer y de pronto me sacudió como una revelación lo que significa la misión de proteger a tu retoño en medio de un mundo hostil y devastado. El segundo, contado desde los ojos del hijo, representa acaso la forma en que yo quisiera ser recordado como padre, si es que a uno le fuera dado elegir su posteridad. Supongo que uno escribe sobre aquello que le genera bronca y le pica el buche como un diablo terco. Escribir es exorcizar cheneques, pero yo (creo) no tengo nada que exorcizar. Nunca he sentido el impulso ni la tentación de escribir un solo párrafo sobre mi lugar como hijo ante la sombra del padre. Simplemente no me inspira ni me mueve. No tengo nada que agradecer ni que reclamar. Supongo que llevo la fiesta en paz, porque hasta ahorita ni un mostrenco parrafito me han inspirado.