Eterno Retorno

Friday, May 17, 2019

Derrochaba presencia y fortaleza de carácter en el área, con su 1,86 de estatura y una mirada que no admitía transgresiones en su territorio. Nadie se le ponía al tú por tú en un tiro de esquina ni le ganaba un salto. Desde los tiempos de la mítica banda alrededor de la cabeza o en las ochenteras temporadas de la brillante calva, arrojaba el alma y la musculatura en cada jugada. Pocos sudaron la camiseta con tal pundonor y espíritu combativo. Tras el retiro, tuve la fortuna de coincidir con él y saludarlo cada quince días en el palco de prensa del Universitario allá por 92-93, en su época de columnista de El Norte, cuando mi primo Héctor y yo hacíamos pininos en Stereo-7. Se sentaba con Gómez Junco, comía pepitas y se pasaba el partido entero tomando apuntes con sabia mirada de director técnico. Poco después se fue a dirigir a los Tigrillos a quienes ascendió a Primera A y después me tocó verlo sustituir a Miloc en enero del 98, y salvar al equipo del fondo de la porcentual. Inolvidable el clásico ganado a Tomás Boy con el gol del licenciado Guerra y la definitiva salvación contra el América. Yo estaba ahí esa noche. Por siempre en mi memoria el 4-4 contra Toluca (uno de los partidos más espectaculares que he visto en vivo en toda mi existencia, justo un día antes de mi reencuentro con Carol en Monterrey). Inolvidable también su segunda y breve etapa como DT Tigre con el Aztecazo de diciembre de 2005 y aquel clásico de semifinal que habríamos ganado de haber regido el criterio de gol de visitante. Me habría gustado que la directiva apostara por él con un proyecto a largo plazo como entrenador. Ese derroche de garra y corazón es lo que nos está faltando en estas magras semanas. Pocas camisetas se han cubierto de sudor tan honesto y combativo. Grande por siempre Bato. Grandísimo PD- Tuca: por respeto a alguien que desparramó garra y huevos, por favor dile a tus jugadores que tengan tantita madre y salgan a rajarse el alma y a morirse en la raya. Batocletti jamás habría dado un partido como el del miércoles pasado. Hay que poner a hervir la sangre que no hay mañana.

Vuelvo a ser víctima de la saudade del juez, ese desasosiego mezclado con un ligero sentimiento de culpa que me invade cada que me toca integrar un jurado en algún certamen literario. Ahora por primera vez en la vida me tocó evaluar proyectos de beca, lo cual cambia muchísimo la dinámica. De entrada te enfrentas a nombres reales, currículums, caras. En un premio literario solo evalúas la calidad y los méritos de un borrador y te concentras en ello, pero aquí influyen otros factores. La tristeza puede ser aún mayor. De entrada, la fatal conciencia de la inutilidad de lo literario, de su condena a la intrascendencia. Cualquiera de esos proyectos de libro puede materializarse o no y al único que influirá y le cambiará en algo la vida es a su autor y sin embargo queda siempre ese moribundo resplandor en la niebla haciéndote ver que acaso ese libro encuentre su improbable lector. Un verso der Pessoa (o de Álvaro de Campos) en Tabaquería, suele irrumpir puntual en estos casos: “En este momento cien mil cerebros se conciben en sueños tan genios como yo y tal vez la historia no señale a ninguno, ni de tantas conquistas futuras quede más que estiércol”.

Wednesday, May 15, 2019

Bitácora de un 15 de mayo 1- No concibo mi vida fuera del aula. La frase de mi abuelo es aplicable a buena parte de la familia Basave, vocacional estirpe de maestros. Maestros fueron mi bisabuelo y mi abuelo; maestra es mi madre, tan querida por sus alumnos. Maestra ha sido mi tía Patricia, mi hermana Elisa, mi primo Héctor. Creo que todos han sembrado semilla en sus aulas. Mucho más allá de un sistema educativo o de una institución de excelencia, lo que hace la diferencia es la dedicación, la vocación y el amor de un maestro por su labor. Yo tuve algunos pocos que dejaron huella. Siempre recordaré con cariño a la maestra Silvia, a Susana, al profe Alfaro, al gran Pablo Urquiza, a Malena Doria, a Guillermo Guerra, a Gutiérrez Welsh. Hoy lo veo y lo revivo con Iker quien tiene extraordinarias maestras como Alis y Marlyn. PD- En literatura he tenido un único maestro: se llama Rafael Ramírez Heredia. 2- El 15 de mayo también es cumpleaños del gran Alfonso López Camacho, fundador de la Librería El Día, de la Feria del Libro de Tijuana y Santo Patrono laico y anarquista de todos los lectores bajacalifornianos. Felicidades. 3- Murió Leopoldo Brizuela. Yo lo conocí, obvia decir, por Una misma noche, extraordinaria novela con alma de pesadilla sobre la pervivencia de la brutalidad dictatorial y la complicidad ciudadana. Un descomunal escritor, pero mis colegas del Río de la Plata coinciden en que era, sobre todo, un extraordinario ser humano con el atípico don de la sencillez. Tiempo de ir a buscar Fado e Inglaterra, una fábula. 4- Hoy, durante una mesa redonda en el encuentro “Centroamérica cuenta”, alguien le pregunto al gran Mempo Giardinelli por nuevos autores y propuestas literarias que le gusten y el gran Capo de Resistencia mencionó a este humilde tijuanero. Caray, escuchas eso y te das cuenta que todo este desparramadero de palabrería no ha sido un arado en el mar. Queremos tanto a Mempo. De verdad: lo quiero un chingo (y no de ahora) 5- A veces el futbol te demuestra lo sublime y hechizante que puede llegar a ser. El Liverpool, los Spurs y el Ajax me recordaron hace una semana que el futbol puede iluminar tu vida, pero lo de hace un momento entre Tigres y las rayas me recordó que el futbol también puede ser un escupitajo a la cara y hacerte vomitar. Asco de partido, uno de los peores clásicos de toda la historia. Mierda, mierda y recontra-mierda. Pero qué necesidad, diría Juan Gabriel. Aun así, ¡Arriba los Tigueres!!! A remontar se ha dicho. 6- Me es mucho más sencillo escribir un libro que exponer un proyecto que intente describir en cinco cuartillas el libro que pienso escribir. Simplemente no doy con la fórmula. ¿Alguien que me haga el paro? 7- Lo mejor del día, ni duda cabe, la carne y los choris con chimichurris que Carol y yo asamos en la tarde.