Eterno Retorno

Friday, October 05, 2007

Platón en El Banquete iluminó una de las dudas que carcomen mi espíritu en los últimos tiempos. Hace un par de días, escribí aquí mismo las paradojas de mi aparente inmovilidad, de esa necia vocación a aferrarme y permanecer inmutable, como una piedra que no rueda. Me gusta y me aterra la idea de no cambiar. Pero justo cuando el debate interno oscilaba en mi mente como un péndulo maldito, llegó de la nada la iluminación platónica. Bien se dice que siempre hay que volver a los griegos. Ahí está contenido todo lo que somos. Ahí está contenido todo lo que seremos. Anoche, sin buscarla, me salió al paso el párrafo de Platón que ahora transcribo:

“El hombre muere y renace sin cesar. En sus cabellos, en sus huesos, en su sangre. También en sus deseos, opiniones y temores. Así se conservan todos los seres mortales: No permaneciendo”.

Gracias Platón. Es lo que necesitaba escuchar.


Rapado rapaz

Me ha dado últimamente por raparme al cero. Por tercera vez en los últimos dos meses metí máquina a mi cabeza y quedé coquipelao. No es la primera vez en mi vida, pero sí la más persistente pues desde julio que estoy aferrado al rape total y la verdad es que me siento mucho más cómodo así. No es por ideologías ni tratamientos capilares, ni piojos, ni militancia skinhead, ni quimioterapia, ni búsqueda de ascenso laboral. No saquen conjeturas. Todo queda en un nomás porque sí, de pura cura.

Aún recuerdo la primera vez que rapé mi cabeza al cero absoluto. Fue todo un acontecimiento y una catástrofe. Ocurrió en diciembre de 1990 en represalia por las políticas de mi preparatoria, el Centro Educativo Albatros, contra el pelo largo. Cuando me obligaron a tumbarme la mata, me hice un mohak, pero en esa escuela, disque liberal y de método Montesori, no me permitieron siquiera cruzar la puerta con mi cresta. Así las cosas, hube de tumbármela y quedar coquipelao. La reacción fue pésima. Ver un pelón chocaba espantosamente en esa escuela de modelitos fresichilangos. Recuerdo que la psicóloga del colegio me dijo: “la gente que se rapa no se quiere, porque se agrade a sí misma”. Otros trataron de achacarlo a mis supuestas filias nazistas que desde la adolescencia han querido achacarme. Pero a raíz de ese rape, el pelo creció, creció y creció hasta cubrir mi espalda y así se mantuvo hasta que terminé la universidad y me recibí como abogado. Así se mantuvo durante mi primer mochilazo trotamundo hasta que el 18 de diciembre de 1996, en una peluquería de Broadway Nueva York decidí pelarme una vez más. Ese día, en medio de un peregrinar terrestre por la Costa Este, inició oficialmente mi edad adulta.


Mi mata volvió a crecer, hasta que el día de mi cumpleaños 26, el 21 de abril de 2000, la volví a cortar en una peluquería de San Francisco.

Volví a Nueva York en el infausto y apocalíptico septiembre de 2001, en esta ocasión cubriendo las secuelas de las Torres Gemelas. En homenaje y tributo a aquella rapada neoyorquina y en afán de sellar con un símbolo aquellas semanas inolvidables, volví a pelarme al absolutísimo cero, en esta ocasión en una peluquería mexicana de la Calle 116. Así, rapado, aparezco en mi credencial de rescatista que me consiguió el grupo Topos para poder entrar a Ground Zero. Prometí entonces que cada vez que regresara a Nueva York me raparía. Y volví a la Gran Manzana, por accidente, un día de noviembre de 2004, cuando un avión empezó a arrojar humo y tuvo que aterrizar de emergencia en Londres (retornábamos de la República Checa). Ante la falta de opciones para volver a San Diego, Carolina y yo fuimos enviados al JFK con noche pagada en un hotel de Queens. Quise cumplir mi promesa y raparme de nuevo (traía mi pelo ya largo en ese 2004), pero no hubo tiempo y a Carol no le entusiasmó la idea, así que mi mata sobrevivió a la Gran Manzana.

Pero el sentido ritual se le acabó a mis cortes de pelo. Antes era toda una ceremonia luctuosa, una liturgia funeraria y de iniciación. Hoy simplemente es trámite. Doy cuello a mi mata y dejo la piel. Un día de julio de 2007, entré cagado de calor a una peluquería de la calle Carrillo Puerto (tercera pa los compas) en Tijuana y sin pensarlo dos veces le dije al joto peluquero que metiera máquina y pelara sin piedad. Eso fue en julio y desde entonces me he rapado un par de veces más, la última de ellas, precisamente, ayer.




La otra realidad
Tomás Eloy Martínez
Fondo de Cultura Económica

Por Daniel Salinas Basave

Lo del romance entre periodismo y literatura me lo han machacado tanto, que acabó por resultarme un chisme de revista de corazón.
Ese amasiato tantas veces presumido pocas veces se manifiesta con plena efectividad en el papel. Muchas miraditas furtivas, recados con lápiz labial, juego de píes bajo la mesa entre estos dos amantes coquetos, pero la realidad es que periodismo y literatura rara vez se van a la cama.
He encontrado, sí, escritores que un día juegan a ser reporteros y paren una crónica novelada para alguna revista y por supuesto, una infinidad de reporteros que escriben notas rimbombantes en afán de venderlas como piezas cervantinas. Existe, cómo omitirlo, el factor García Márquez, reportero de cepa, que con todos los kilos de realismo mágico a cuestas se sacó de la manga un pedazo de súper reportaje, piedra angular del nuevo periodismo llamado Noticia de un secuestro. Por desgracia es la excepción y no la regla.
Sin embargo, existe por ahí un autor que suele patinar con éxito en esa capita de hielo que de tan delgada es a veces invisible y funge como frontera del mejor periodismo narrativo con la novela de ficción. El tipo se llama Tomás Eloy Martínez, nació en Tucumán Argentina y su pluma revela el pulso de un cuerpo con carne y sangre de periodista e imaginación de literato. En Tomás Eloy el periodismo y la literatura trascienden el nivel de amantes furtivos de ocasión y casi diría que acaban en sagrado matrimonio.
Seguramente el gran público masivo conoció a Tomás Eloy Martínez con su premio Alfaguara “El vuelo de la Reina”, su primer libro “Sanborns”, distribuido aquí, allá y acullá. Y conste que ya existían Santa Evita, novela elogiada por García Márquez, o “La novela de Perón” y “La mano del amo”, par de bombazos editoriales en Argentina con discreta aceptación en México.
Ahora el Fondo de Cultura Económica nos sorprende con esta antología titulada “La otra realidad” que bien puede ser un arma de doble filo, máxime tratándose de un autor tan diverso en lo que a exploración de géneros se refiere.
Excelente idea la de compilar artículos, ensayos, cuentos, prólogos o desvaríos, pero como que no me checa mucho la idea de meter a la fuerza fragmentos de novelas. Vaya, la novela o se lee entera o no se lee y eso de tener unas cuantas páginas de “Santa Evita”, otras de “El cantor de tango” que cortan de tajo la inspiración para pasar a “La mano del amo” como que no me checa del todo. Pero bueno, para aquellos primerizos no familiarizados con la obra de Tomás Eloy, leer un fragmento de novela puede ser algo así como una cata de vino y si la degustación es afortunada al paladar, será la motivación perfecta para buscar beberse la botella entera. Cierto, en primera instancia la antología puede servir como puerta de entrada a los no iniciados, pero donde sí no tiene desperdicio es en los capítulos dedicados a las fronteras. La frontera de la escritura y la lectura o la frontera del periodismo y la biografía en donde Tomás Eloy se discute con textos ensayísticos que vale la pena atesorar como joyas
Por ejemplo, “Periodismo y narración: desafíos para el Siglo XXI”, es un artículo que debería estar colocado en un altar en la redacción de todo periódico que aspire a sobrevivir al Apocalipsis cibernético. “La sinfonía del Mal”, “El otro que llevamos”, “La moral de los buitres”, “Retrato del artista enmascarado”, son néctar puro de tinta sabia. El gran mérito de la antología, es rescatar estos textos escritos hace años en revistas argentinas o venezolanas que difícilmente hubieran llegado a nuestras manos.
La idea de estilos narrativos contrastantes conviviendo en una misma pluma siempre resultará seductora y dado que padezco una confesa esquizofrenia prosística, Tomás Eloy será siempre una de mis terapias preferidas.

Thursday, October 04, 2007

Alguien me pregunta ¿Qué estás escuchando últimamente?

Esa es una pregunta con respuesta predecible tratándose de mí. Vamos, sí, perdamos el tiempo hablando de ese tópico tan juvenil que en plena edad adulta me sigue consumiendo la cartera y las horas de conversación. Resulta que sigo comprando discos, un chingo de discos. Sí, también los bajo y los pirateo, se muy bien cómo hacerlo, pero a mi cartera le gusta ser esclava de ese objeto obsoleto, anacrónico y pasado de moda. Me gusta tener los libritos, leer las letras, atesorarlos como un gnomo maniaco. ¿Qué he comprado? No se quiebren la cabeza: Puro Metal. Metal nuevo, Metal viejo, bandas de abuelos moribundos de 65 años que van en su disco número 30 y bandas de adolescentes puñeteros que están debutando.

Mis últimas adquisiciones de otoño

Heaven and Hell, el concierto.

Este 2007 ha sido rico en tocadas, pues he ido de dulce, chile y manteca, pero un par han sido los conciertazos del año y de mucho tiempo: Rush y Heaven and Hell. Por fortuna Dio, Iommi y Butler se tomaron la molestia de grabar y vender su concierto en Nueva York. El sonido, bajo mi criterio, impecable, aunque Carolina me dijo que la voz de Dio ya no se escucha tan melódica. Exactamente el mismo set list que escuché en Chula Vista es el que tocaron en Nueva York. Ampliamente recomendable.


Iced Earth-Framing Armaggedon


Se pasa de conceptual mi compadre Schaffer. Toda una obra, muy trabajada, tanto, que cae en el terreno de los discos difíciles, de esos que no te entran a la primera. Tim Ripper Owens es de los cantantes que más respeto y disfruto en este mundo, pero creo que Schaffer lo pudo hacer sonar más heavy y no clavarse tanto en su presumir virtuosismo conceptual. Vaya, con todo y la excelente producción, yo me sigo quedando con la época del Stormrider.

3 Inches of Blood- Fire up the blades

Imagínate un típico sonido metal- core americano, pero con una voz a lo Halford. Bueno, dos voces, una tirándole a gruñido y la otra aguda a más no poder. A esta bandita la vi como abridora del concierto de Iron Maiden en Irvine el año pasado y desde entonces me latió. Muy prendida


King Diamond- Give me your soul please

Al Rey Diamante le gustan las niñitas diabólicas y esta morrita ensangrentada que solicita tan atentamente que le des su alma, pretende meterse en nuestras pesadillas. Never Ending Hill, la primera rola, me prendió impresionantemente. Apto para escuchar en este octubre helloweenebrio.

Tarot- Crows Fly Back

Bandita finlandesa que practica un heavy metal casi ortodoxo y que tiene como principal referente al guitarrista de Nightwish, aunque debo aclarar que su estilo en Tarot no se parece nada al deseo nocturno.

Maligno

Son paisanos estos compitas que son más sabbathianos que Sabbath. Un stoner doom de vieja escuela, referencia y homenaje a los primeros Sabbath o a Pentagram, made in Monterrey. Lo mejor que ha parido mi regia tierra en muchos años.

Mi compa Octavio me ha pasado un par de discos que ya suenan duro en mi I Pod. El With Oden at our Side de los vikingos Amon Amarth que iremos a ver, Odín mediante, el próximo 19 de noviembre.
También me pasó el nuevo doble en vivo de Katatonia, Live Consternation, sonido limpio, dulce depresión que me recuerda un poquito (pero sólo un poquitito) a The Smiths. Apto para suicidarse.

¿Qué si no oigo otra pinche cosa que Metal? Y viera usted que oigo muchas. En casa hay discos pa aventar pa arriba y con mi mujer escucho cosas y estilos inimaginables.
Carolina me pone tangos, rolitas de Frank Sinatra, world music tipo Putumayo y yo la disfruto honestamente, aunque en realidad creo que si esa música me gusta es porque la evoca a ella. La música que te recuerda buenos momentos necesariamente te gusta. Fuera de eso, el soundtrack de mi existencia es fierro puro.

Wednesday, October 03, 2007

Con la llegada del otoño despierta mi insaciable sed de viaje. Octubre trae los vientos que me recuerdan que la vida está siempre en otra parte. Animal de costumbres como soy, me he acostumbrado a viajar siempre en noviembre. Así ha sucedido en otros años, pero así no sucederá ahora. Los motivos son diversos. El que más nos detiene, sin duda, Morris. Aquellos imbéciles que dividen a los seres vivos en humanos y animales no lo comprenderán, pero Morris no es una mascota, es un hijo. Un hijo anciano que está por llegar a los 16 años de vida y que carga con enorme dignidad un ocaso que nos parte el alma. Casi ciego, tambaleante al caminar, Morris aún no pierde la alegría de vivir. En el último aliento mueve la cola, ladra y se alegra al recibirnos en casa. Pero nadie en este mundo puede cuidarlo como lo cuidamos nosotros o más bien dicho como lo cuida Carolina. Sus medicinas, sus vitaminas, su alimento especial y sobre todo esa sobredosis de amor que recibe cada día, lo mantienen aferrado a la vida. Imposible delegar su cuidado.


Envidio algunas veces a aquellos espíritus sedentarios que son capaces de ser felices sin moverse apenas de su lugar de origen. Aquellos capaces de sentir en una calle a todas las calles del mundo. Se que una mente creativa puede encontrar fascinante el viaje de la recámara a la cocina y que uno puede vivir el joyceano bloomsday en su propia ciudad. ¿Quién conoce realmente su propia ciudad? Yo no.

Algunas personas apreciadas por mí son sedentarios incurables. Ahí está mi compa Chano Carrazco que apenas ha salido de Tijuana en su vida. Ahí están otros tantos que ven en los viajes intercontinentales una pérdida inútil de dinero. Por desgracia yo no soy así. Siento ganas de viajar como un heroinómano en abstinencia. Con o sin dinero, siempre he dado prioridad a viajar sobre otras necesidades mucho más apremiantes. En la tabla de mi hedonismo, el máximo placer es recorrer por vez primera las calles de una ciudad deseada. Desnudar urbes como desnudar mujeres. Recorrer una nueva calle como quien recorre un cuerpo. Sedentario a la fuerza, nómada por vocación, hago hasta lo imposible por elevar alas cada cierto tiempo. Necesito aviones, noches de hotel, idiomas desconocidos. Necesito estar realmente perdido en un sitio improbable e intuir que acaso nunca volveré a casa. El viaje es metamorfosis y tatuaje, promesa de transformación, sospecha de que acaso no habrá regreso. El secreto deseo de todo viaje: no volver nunca.

¿A dónde iría?

A Buenos Aires eternamente, pero también deseo conocer Estambul, Lisboa, Israel, Los Blacanes, Escandinavia y sospecho que la vida no va a alcanzarme.


Mayúscula pendejada

Por cierto, hace unas cuantas semanas, en una noche de borrachera en el Dandy del Sur, escuché la más soberana y mayúscula de las pendejadas que he escuchado en años. Sí, cuando uno sale a crapulear y corre el licor, no todo lo que uno escuche serán comentarios inteligentes. Tal vez la esencia de toda noche de cantina sea escuchar un escupidero de pendejadas que uno olvidará rápidamente, pero la mayúscula estupidez que escuché es difícil de olvidar. Tamaña imbecilidad le baja la borrachera a cualquiera.

El individuo en cuestión, un antiguo colega de oficio, disparaba fanfarronadas y autoelogios como una ametralladora. De la misma forma que un AK-47 es capaz de disparar 600 tiros por minuto, nuestra boca de cuerno de chivo disparó en los pocos minutos que estuvo en mi mesa cualquier cantidad mamonerías y fanfarroneos. Cuesta trabajo que se pueda alardear y presumir tanto en tan poco tiempo. Pero dentro de las mil y un cosas que ya olvidé, surgió una que taladró mis oídos, quebró en un dos por tres mi borrachera, las cervezas se evaporaron de mi organismo y sólo me quedó pensar, a manera de involuntaria disculpa, que quien escupió semejante babosada estaba muy borracho o había perdido el control de su lengua (algo que le sucedió por cierto) Lo que este individuo dijo, perdónalo Dios, perdónalo Satanás, perdónalo Borges, perdónalo Gardel, es que Washington DC es una ciudad más interesante y bella que Buenos Aires. ¿Washington DC? He estado ahí un par de veces. La primera en 1996, durante mi gran travesía terrestre por la Costa Oeste y la segunda en abril de 2001, invitado por la Embajada de Estados Unidos a un programa internacional de periodistas. Tuve tiempo para recorrer sus calles, monumentos, edificios públicos, librerías y antros. De hecho aquí en mi escritorio está encimada y tapada por otras mi reglamentaria foto en la Casa Blanca. ¿Saben ustedes cuál fue mi bitácora de Washington? Nada del otro pinche mundo. Sosa, aburrida. Ta bien, pro no pa tanto. Ciudades como Boston, Toronto o Nueva York me parecen infinitamente más interesantes, solo por compararla con Norteamérica. Cierto, a algunos hombres les gustan las mujeres desabridas, pero decir que Washington es mejor que Buenos Aires...en fin, Borges, perdónalo, no sabía lo que decía.

Mal

Dice mi colega Tomás Eloy que en el lenguaje de Rubem Fonseca, cada una de sus palabras es como una nota musical desgajada de la sinfonía del Mal.

Cuando camino por las calles de Tijuana yo también siento que vivo en un mundo anterior a Dios, o un mundo en el que Dios es indiferente o acaso innecesario. No hay pecado, no hay culpa, no hay sino un incesante Mal inocente.

¿Qué mal podría hacer el Mal, cuando es sólo otra vibración de la naturaleza, como el agua, el aire y el impulso sexual?

Si el Mal es un trabajo, una distracción, una llamita que arde porque sí en el desierto de la vida cotidiana ¿a quién le importa entonces la trascendencia del Mal?


La realidad es un vasto laberinto donde todo se parece. Algunos senderos se repiten, otros no. El futuro está ahí, a los ojos de todos.

Tuesday, October 02, 2007

Se nos fue la última camiseta. Se nos fue Walter Gaitán.

Ignoro los motivos reales y las profundidades de la grilla, pero si quieren que sea honesto no me importa conocerlos. Yo banco a muerte a Walter y mi gratitud hacia el mejor 10 Tigre de la historia será eterna. Walter merecía una despedida de gala con un partido de homenaje como le sucedió a Tomás Boy. (Aún recuerdo cuando acudí a ver ese histórico México vs Tigres en 1987 en que el Gran 8 jugó el primer tiempo con la verde y el segundo con la amarilla) Ojalá Walter se hubiera ido como el gran Barbadillo, en la cima de su gloria, con dos campeonatos a cuestas. Fue muy triste ver eclipsarse a Walter, fue deprimente verlo en los últimos partidos, pero la gratitud, señores, antes que un deber es un privilegio y como aficionado Tigre agradezco a quien no sólo nos dio 71 goles, sino jugadas y momentos imborrables. La personalidad de Tomás Boy, por ejemplo, me parece el colmo de la pedantería y nunca le perdonaré que haya entrenado a las mierdozas rayas en 1997 (te ganamos los dos clásicos en castigo por tu traición), pero jamás menguará mi gratitud por los años en que fue el gran armador de mi equipo, el 8 insustituible.

No faltan las serpientes y los desagradecidos que quieran crucificar a Gaitán. Ahí están mis coleguitas de Cancha con su encabezado madreador: “Gaitán se raja”. No les creo. Simplemente tuvo dignidad.
Aguante Walter. Apoyo y solidaridad eterna. Si usted se separó del equipo fue por dignidad. Cierto, las crisis internas y las depresiones se comen a cualquiera y a usted se lo comieron. No lo culpo. A mí a veces me pasa lo mismo. En el equipo lo esperamos de vuelta, que aún le queda mucho futbol que dar.


Y los directivos hablando de dar el 120%, de congelar la carrera de Gaitán, de que no se entregaba al máximo. Lo que es el cinismo y la desvergüenza. Ustedes, encorbatados pedantes mantenidos de la cementera, cobran el 200% y no dan un carajo, más que decisiones aberrantes y estúpidas que ponen en evidencia la forma en que los promotores les ven la cara de pendejos.

¿Por qué no te largas tú Urdiales? Dile a tu primo que te cobije en su puerca casa rayada. A ellos perteneces, a ellos has pertenecido siempre pedazo de mierda. A cobrar a tu tierra.

¿Quién carajo te trajo a ti Luri? ¿Conocías siquiera la existencia de este equipo antes de venir a cobrar, mercenario de cagada?

Lorenzo Zambrano, te pido un favor: Suelta este equipo. Herédalo a quien sí lo quiera. A ti ni te gusta el futbol, ni quieres ni has querido nunca a Tigres y por cierto ni siquiera te gustan las mujeres, ni la vida y doy por hecho que no eres capaz de amar otra cosa que no sea el dinero y los carros que coleccionas. Por favor, quiero volver a la época de gente como Luis Eugenio Todd, a la época en que había directivas con corazón.
¿Pedirle corazón a esa cementera? Primero me da agua el desierto. Aguante Gaitán. La verdadera afición lo apoya a muerte.

Monday, October 01, 2007

Nunca cambies

La odiosa frase de la fresada es “nunca cambies”. También es un lugar común de algunos aplaudir a quien se mantiene fiel a sus convicciones y costumbres. Ser entero, de una pieza y tener principios definidos es algo que las buenas conciencias ensalzan como un valor moral. Claro, también los hay que abominan de la inmovilidad, pues les asquea la ausencia de evolución. No se si me lo machacaron demasiado mis compañeras fresas de la secundaria, pero lo cierto es que yo me tomé muy a pecho lo de “nunca cambies”, porque nomás no cambié nunca. Me aferré a ciertos gustos, aficiones, obsesiones y alucinajes diversos que 15 o 20 años después no he podido superar. Los libros de Historia que estoy leyendo en este momento son los mismos que hubiera leído con idéntico deleite a los 15 años de edad. El disco de King Diamond que me acabo de comprar me hubiera prendido tanto a los 14 años como me prendió ahora. Los Tigres perdieron 3-0 contra Puebla e hice un coraje de la chingada igual que hace un año, y cinco años y diez años y todos los años que han pasado desde 1982.

Convicciones, lo que son convicciones, llámesele políticas o religiosas, pues no tengo (no se preocupe, aquí tengo otras diría Groucho Marx y conste que odio a los cinéfilos) Digamos que sí estoy bien sentado en cimientos heterosexuales y monógamos mismos que sostengo por gusto y no por doctrina.

Digamos (como diría EEW), digamos que aquellas prácticas que tantos años después siguen siendo recurrentes en mi vida diaria como un culto religioso, son adicciones, vicios que acabaron por convertirse en bandera de vida, pero que no por ello dejan de ser vicios que a lo mejor deberían quitarme a punta de tablazos en el Cirad. ¿Que si leo mucho porque creo ciegamente en la literatura que amo? Yo no creo en la literatura y no creo que la ame, pero me aferro a los libros con la misma compulsión enfermiza con la que un adolescente se masturba. ¿Que si mi obsesión por viajar tiene que ver con mi insaciable sed de conocer nuevas culturas? Me da por viajar porque la vida está en otra parte y como descendiente de cavernícolas nómadas busco una luz a la que jamás podrá dar alcance. ¿Que si busco inspiración poética en la contemplación del océano? El mar me gusta de la misma forma que en la prepa te gusta una morra y no puedes dejar de mirarla.

A ver: ¿Qué hice en un fin de semana X de hace 14 años? ¿O de hace 10? Sin duda bebí cervezas, doy por hecho que escuché mucho metal (a lo mejor fui a una tocada), a huevo vi el partido de los Tigres (en el estadio si jugaban de local o en la tele si era de visitantes), posiblemente hayan perdido y yo me haya encabronado. Seguramente anduve en bicicleta y me di tiempo para deambular por alguna librería y doy por hecho que en mi buró había un altero de libros, casi todos de Historia. ¿Alguna novedad con respecto al presente? Bueno, sí; desde hace nueve años estoy casado, tengo una casa propia, vivo en otra ciudad, le he sumado un buen kilometraje a mis paseos, pero las cosas que me divierten y atraen mi atención siguen siendo las mismas de toda la vida. Que ya chole, que no me se otra canción, que soy un anacrónico aferrado, que si no me aburro. Pues no, viera usted que todavía no me he aburrido.


Vaya, imagínense que un día yo les cuente una historia como esta: Últimamente he seguido con mucha atención los partidos de los Padres de San Diego y no me pierdo a los Potros de Tijuana, leo revistas de tecnología computacional, estoy clavado en un nuevo juego de Nintendo, me obsesiona comprar nuevos accesorios para mi computadora, acudo a un grupo evangélico de alabanzas pues dios me ha iluminado y busco algo en qué creer aunque también me he acercado al budismo y las religiones orientales, estoy estrenando mi nueva camiseta de los rayados, me compré el disco de una banda de negros que tocan rap-hip hop mismo que alterna en mi i Pod con la música de lila downs y de silvio rodríguez, leo libros de administración gerencial, superación personal y literatura chicana contracultural, acudiré al concierto de ricky martin y a un festival de reageton, tengo un nuevo trabajo como vendedor de seguros que alterno con mis labores como promotor de relaciones públicas e instructor de cursos motivacionales, me compré unas nuevas corbatas en Fashion Valley, unos sacos y unos zapatos, acudo a clases de bailes calientes latinos, pienso vacacionar en Diseny, Las Vegas y Puerto Rico, me he vuelto promiscuo y tengo serias dudas sobre mi orientación sexual, en el mundial le voy a Brasil, tengo nuevos amigos en internet con los que chateo a diario, me gusta ir de ligue a antros, me metí a un club de solteros que buscan pareja, estoy emocionado con la idea de poder presenciar un nuevo performance frente a una obra de arte instalación, hago compras por internet, acudo a retiros espirituales, soy fanático de series como los Simpson, me visto con colores primaverales, junto dinero para comprar el carro de mis sueños para lo cual he dejado de viajar, sueño con ser papá de muchos niñitos adorables, me se de memoria todas las marcas de carros, me he vuelto abstemio y no bebo gota de alcohol, pero sí en cambio mucha coca cola. Ceno todos los días en mc donalds, voy al cine tres veces por semana y me quita el sueño adivinar quién va a ganar el Óscar, pues soy cinéfilo por vocación.


Ya en serio ¿Se imaginan en mi vida una historia así? Tal vez no se lo que quiero, pero por lo menos sospecho qué es lo que me gusta y sobre todo tengo muy claro qué es lo que aborrezco y me hace vomitar.