Eterno Retorno

Tuesday, March 27, 2012




Siempre he creído que si Jesucristo existiera y algún día visitara Tijuana, sin duda podríamos encontrarlo trabajando en el Desayunador del Padre Chava. Si el Mesías de los cristianos de verdad fuera real, entonces lo veríamos recorriendo el canal del Río Tijuana o las cuarterías de la Zona Norte, como hace dos mil años recorría las catacumbas de los leprosos según los evangelios. Hace más de trece años, el desayunador del Padre Chava ofrece comida caliente a los seres que nadie quiere, a los apestados de la pirámide social, a las almas sin techo que de pronto cruzan corriendo por la Avenida Internacional o se inyectan tirados en los camellones. Migrantes deportados que acaban adictos a la heroína, enfermos de sida o hepatitis, con sus miembros mutilados o llagados, hacen fila cada mañana en espera de ese plato que les permitirá sobrevivir. La gente me pregunta qué pienso de la visita de Benedicto XVI a México. Mi respuesta es que empezaré a creer en la honestidad del Vaticano el día que un pontífice acuda en silencio y de incógnito, sin prensa ni reflectores, a compartir la comida con los más pobres de los pobres, con los habitantes de nuestros sótanos, los eternos despreciados, ante los que de inmediato cerramos la ventana del carro cuando los vemos aparecer en un crucero. El papado, sea Benedicto o Juan Pablo II, significa poder, guaruras, boletos VIP, reuniones con candidatos y empresarios, millones de pesos gastados. Aclaro que soy ateo, pero si algún día fuera en busca de eso que llaman Dios, no creo encontrarlo en un evento del papa. Ahí no veo humildad, ni amor al prójimo. Cada madrugada, mientras nosotros dormimos, los voluntarios del Padre Chava se levantan a cocinar el desayuno que comerán cientos de migrantes. Ese humilde plato caliente es capaz de cambiar o salvar la vida de un ser casi desahuciado. Las bendiciones de Benedicto, en cambio, no le sirven a nadie ni cambian una sola vida. Que Benedicto diga que se siente mexicano y nos invite a renovar la fe no nos ayuda una chingada.


Con la Iglesia hemos topado Sancho, dijo don Quijote en una calle del Toboso. Con la Iglesia topa a cada momento la errabunda Historia de México, tan rica en mojigatos e inquisidores o en jacobinos y comecuras. Desde el primer bautizo celebrado en territorio mexicano en 1519 en la Isla de Cozumel, hasta la visita de Benedicto XVI a Guanajuato, la Iglesia ejerce a su manera su terrenal poder sobre el destino de esta nación. Partamos de la republicana Constitución de 1824, tan liberal y tolerante que establecía a la religión católica como la única aceptada en México. Demos un salto a la brillante generación liberal de 1857, donde el siempre católico Juárez se atrevió a enfrentar la omnipotencia eclesiástica secularizando sus bienes, lo que derivó en el baño de sangre de la Guerra de Reforma. Cabe destacar que todos los liberales juaristas, léase Ocampo, Guillermo Prieto, Lerdo de Tejada, Iglesias, eran católicos. El único con el valor de declararse ateo fue Ignacio Ramírez El Nigromante. Hablemos ahora de la mojigatería jacobina del nacionalismo revolucionario, cuando Calles, Tomás Garrido y compañía hicieron del anticlericalismo a ultranza una fe dogmática llevada al extremo del ridículo cuando quisieron fundar la iglesia mexicana, lo que desató la cruel guerra cristera en 1926, minimizada y ocultada por el oficialismo priista y santificada por el yunque y los sinarquistas, que han hecho de los combatientes cristeros los mártires de su mitología. La hipocresía y el doble lenguaje del nacionalismo revolucionario imperaba aún en la primera visita papal en 1979, cuando José López Portillo debió guardar las laicas apariencias con Juan Pablo II. Tres décadas después, los presidentes panistas caen en el otro extremo y muestran con desparpajo su vocación de mojigatos. Benedicto XVI vino a México y muy lejos estuvo de desatar la euforia colectiva vivida durante la visitas de Juan Pablo II. Por supuesto no tiene el carisma y el arrastre del polaco y a ello hay que agregar el desenmascaramiento del padre Maciel y los curas pederastas, que aunque se empeñen en negarlo, ha afectado la credibilidad del catolicismo. Claro, ello no opacó al iluminado Cristo del Cubilete, símbolo de la resistencia cristera y sinarquista, reivindicada y coronada por la visita papal. Por lo demás, pocas cosas han cambiado.

Sunday, March 25, 2012



Un italiano con alma de portugués, su pluma, al igual que la de Pessoa, yace en el inventario espiritual de Lisboa. El mundo entero lo conoció con Sostiene Pereira, pero ninguno de sus cuentos tiene desperdicio
Altamente recomendable Sueño de Sueños. En la literatura fantástica y en el psicoanálisis la obsesión es recurrente: alguien sueña con soñar el sueño de otro.
El sueño, emanación del subconsciente, es en sí mismo otredad, pues revela esos deseos y temores de nuestro ser que a menudo nosotros mismos desconocemos. Al enfrentar al subconsciente, de una u otra forma enfrentamos al otro.
Tabucchi da rienda suelta a un capricho personal y valiéndose de la licencia literaria, que acaso el historiador alguna vez envidie, nos entrega 20 narraciones cortas donde nos describe 20 diferentes sueños que ocurren en las cabezas de igual número de personajes de la historia.
Los sueños de poetas, novelistas, pintores, filósofos y hasta un personaje mitológico, son recreados por Tabucci
En los últimos días de Fernando Pessoa, el resultado es el breve diálogo interno de un poeta que es muchos poetas a la vez y que en medio del desasosiego, dice adiós a la vida, como adiós ha dicho este día el genial Tabucchi.




A Sebastián lo conocí en el verano del 94 en los arrancones que se jugaban en la salida a Maneadero. Debe haber sido mi necesidad de conocer almas jamesdeanescas resueltas a convertirse en bellos cadáveres lo que me llevó a acudir a los arrancones en las noches de aquel verano, aunque solo encontré un nido de pretenciosos obsesionados con impresionar chicas a bordo de sus carros arreglados como pavorreales. Un nido de pretenciosos que debían rendirse cada noche cuando aparecía Sebastián a bordo de su horrible Caribe amarillo pollo. Lo fascinante de Sebastián es que no pretendía nada. Lo único que deseaba con toda su alma era morirse o estar cada día tan cerca como le fuera posible de la muerte. Si acudía a los arrancones era por modus vivendi, una simple forma de obtener dinero rápido. En los arrancones corrían apuestas y cada que Sebastián andaba corto de dinero, simplemente se aparecía por ahí y jugaba unas cuantas carreras que irremediablemente ganaba. Llegaba solo y solo se iba, como una aparición. Nunca hablaba ni convivía con nadie ni se bebía unas cervezas después de la carrera ni buscaba ligarse chicas aprovechando su estatus mítico de piloto invicto. Llegaba, retaba, corría, cobraba y se largaba sin despedirse. Llevaba siempre la misma puerca camiseta verde con amarillo de un equipo de futbol argentino llamado Defensa y Justicia del barrio Florencio Varela, eternamente cubierta de arena, pues cuando no estaba corriendo, se hallaba en medio de las olas del Pacífico con su tabla de surf. Su pelo era un amasijo de rastas naturales formadas tras meses de exposición al sol y al mar con baños poco frecuentes. Sebastián no deseaba ser campeón de Fórmula Uno, ni ganar un mundial de surf. La velocidad o las olas del Pacífico eran solo medios para poder convivir de cerca con la Muerte. Corría y surfeaba siempre en soledad y en soledad se paraba en frente del tren o se atravesaba a los camiones que regresaban de San Quintín.



El asesinato de Luis Donaldo Colosio ha cumplido su mayoría de edad como fecha histórica. En un abrir y cerrar de ojos han pasado 18 años del magnicidio que conmocionó a la nación y torció el rumbo del país. La historia parece correr con prisa. Los niños que nacieron en aquel turbulento 1994 de magnicidios, rebelión zapatista y devaluación, emitirán en este 2012 el primer voto de su vida. La generación del 94 estrena sus derechos ciudadanos. Los bebés que vinieron al mundo en el año más conflictivo de la historia reciente, pueden hoy definir el rumbo del país. ¿Cómo ha sido el México en el que ha crecido la generación del 94? ¿Cuál ha sido nuestra evolución en estos 18 años? Cierto, no ha vuelto a haber un magnicidio, pero sí dos muertes de secretarios de Gobernación en accidentes aéreos. No se ha cometido otro asesinato con el impacto histórico del de Lomas Taurinas, pero en estos 18 años se ha derramado muchísima sangre en la guerra contra el narco, el mayor derramamiento desde la época de la Revolución. El PRI que Colosio soñó como un partido plural y democrático perdió la presidencia y doce años después está muy cerca de recuperarla, aunque los ideales colosistas parecen brillar por ausencia, pues el partido que se dice renovado, no ha exiliado al Parque Jurásico de su centro. Los colosistas históricos, los que fueron amigos de Luis Donaldo, hace tiempo que se fueron decepcionados del PRI como fue el caso de Agustín Basave, el primer presidente de la Fundación Colosio o el mismo Luis Colosio Riojas. Mientras tanto, el PRI le sigue sacando renta a su mártir y al menos por un día año las flores en la Plaza de la Unidad y la Esperanza no están marchitas, aunque a partir de mañana la vuelva a cubrir el más absoluto abandono hasta el próximo 23 de marzo.