Eterno Retorno

Friday, December 19, 2008

Pasos de Gutenberg

Lanús
Sergio Olguín
TusQuets


Por Daniel Salinas Basave

Con todo su cosmopolitismo y su modernidad a cuestas, la realidad es que pocas ciudades del planeta tienen tan arraigado el espíritu barrial de Buenos Aires. El orgullo del barrio se lleva tatuado en el alma hasta la muerte. Aunque viva exiliado a miles de kilómetros en otro continente, el porteño guardará siempre la fidelidad y la nostalgia por el barrio que lo vio nacer. El orgullo barrial se grita en todo momento y sale a relucir en partidos de futbol y en milongas tangueras. Los conocedores son capaces de distinguir el estilo de baile de cada barrio bonarense e incluso se habla de acentos y lunfardos propios de cada caserío. “Barrio, barrio, perdoná si al evocarte se me pianta un lagrimón”, canta Carlitos Gardel a quien la fama jamás hizo olvidar su amado Barrio del Abasto en donde creció. En “Lanús”, de Sergio Olguín, el personaje principal no es otro que el barrio, las sucias y peligrosas calles del gran Sur del suburbio bonarense, más allá del glamour y la majestuosidad de la 9 de de Julio, Alcorta y Libertador. Allende el puente Pueyrredón termina Capital Federal e inicia Avellaneda, municipalidad de la provincia de Buenos Aires a la que siguen Banfield, Lanús, Lomas de Zamora, Quilmes y Zárate, huéspedes frecuentes de las notas policiales, una zona que pese a ser parte de la mancha urbana, parece estar a miles de kilómetros del gran centro bonarense. Francisco sale una mañana del barrio de Lanús con mil pesos robados a su temible jefe Tito, una suerte de don Corleone local. Con el dinero hurtado, Francisco piensa pagar el aborto de su novia Mariela. Los jóvenes escapan rumbo a Capital Federal, pero saben que no podrán huir de los tentáculos del barrio al que tarde o temprano volverán. En su fuga, Francisco pide auxilio a Adrián, un amigo de la infancia “exiliado” de Lanús quien ahora vive en Capital Federal. La llamada no tiene éxito y cuando Adrián escucha el mensaje en su contestadora es demasiado tarde. Francisco ha muerto en circunstancias extrañas y Adrián decide hacerla de Sherlock Holmes e investigar por su cuenta la muerte de su viejo amigo, aunque ello lo obligue a volver a Lanús, con todo lo que ello implica. A partir de ese momento, la novela oscila entre los clásicos “flash back” con anécdotas de correrías infantiles en Lanús y el turbio presente, en el que la pandilla de niños del barrio se ha transformado en mafia. La de Osorio tiene por momentos la estructura de una típica novela policial aunque si su intención fue ser thriller detectivesco, es evidente que fracasa. La trama no sorprende en absoluto y acaba por pecar de inocente. Es de hecho demasiado simple, inverosímil y acaso el autor intenta compensar la ausencia profundidad con destellos cómicos. Pero más allá del argumento, que acaba por naufragar, lo rescatable de Lanús es el escenario y la atmósfera maleva, de barrio porteño y melodía de arrabal.

Thursday, December 18, 2008

Colegas Hostiles:

Esta mañana, tras casi un mes de feliz autoexilio en tierras sudamericanas, estoy sentado nuevamente en mi escritorio de la redacción empapándome de tijuanería y tragando a puños sobredosis de realidad mientras escucho un disco de Almafuerte y caigo en la cuenta que una parte de mi espíritu está condenada a ser eternamente sudamericana. De algunos de ustedes me despedí tras el suculento asado en Caecopaz y de los demás en la plaza Armenia en Palermo con una Quilmes en la mano y la certeza de que los extrañaría en serio. Mi esposa me alcanzó en Buenos Aires al día siguiente e inmediatamente nos dimos a la tarea de cazar la mejor alternativa de pasaje aéreo en Internet. Estaba amarrado un viaje al mismísimo Fin del Mundo, léase Ushuaia, pero los incomprensibles caprichos de la aleatoriedad nos llevaron a tierras araucanas. Cazamos una inmejorable oferta de Buenos Aires a Santiago y un día después ya estábamos cruzando la Cordillera y cenábamos al píe del Cerro de Santa Lucía en el Barrio Lastarria. Creo que ir a Chile fue la mejor decisión que pudimos tomar. Confieso que me volví adicto a comer en el mercado de La Vega donde entre vasos de pisco sour, probé los más deliciosos chupes de mariscos, paila, congrio y de más tesoros del Pacífico chileno. La condición física no decae, pues caminamos desde la aduana del puerto de Valparaíso hasta el casino de Viña del Mar y subimos varias veces los cerros de Valpo, lo mismo que el Santa Lucía y el San Cristóbal en Santiago. A las compañeras chilenas del curso no puedo menos que decirles que su país fue para mí el gran descubrimiento del 2008. Sólo se que volveremos muy pronto. De regreso en Buenos Aires hubo tiempo para disfrutar de un concierto del Flaco Spinetta en la Costanera y de vivir de cerca y a todo color un típico piquete argentino el viernes aquel que pararon los subtes. Yo estaba listo para aplicar las enseñanzas de Caecopaz, pero los gases y las macanas no aparecieron en Plaza de Mayo. Finalmente el sueño terminó y fuimos arrancados del verano para ser llevados al invierno. Tijuana nos recibe con un helado diluvio decembrino, sus acostumbradas cucharadas de violencia y nuestro habitual desayuno con muertos. Vuelta a la realidad. A reportear se ha dicho y a aplicar las enseñanzas de Marcelo, Sini, Ríos, el Perro y compañía. Si algo me quedó claro tras la semana en Caecopaz, es que pese a la mierda a puños que uno traga tantas veces en esta forma de vida, la verdad es que estoy orgulloso de ser reportero y quiero seguirlo siendo muchos años más. Por lo pronto, tengo la certeza de que si llego a viejo (cosa improbable en una ciudad como esta) recordaré por siempre la intensa semana que vivimos en Campo de Mayo. He visto el video de Marcia y he recibido las fotos que han mandado. Muchas Gracias. Manden todo lo que tengan, recuerden que yo no llevé cámara y cualquier recuerdo es oro puro. En fin, la realidad llama. Sólo me resta desear que los caminos de la vida (que efectivamente, no son como imaginaba) nos vuelvan a poner en la ruta algún día y reitero que si algún día el deber o el simple deseo de vivir una aventura los trae por Tijuana (o por el Noroeste de México o Suroeste de Estados Unidos) no duden en llamar a su colega. Aquí tienen una casa, todo el apoyo para realizar su trabajo y muchas cervezas de cortesía.

Un abrazo grande amigos Hostiles

DSB