Venga, toma un trago, carajo
En el
partido contra Avellino ocurrió lo increíble, una ceremonia de unidad y
camaradería que marcó el cruce de un umbral: Radelgardo te dio por primera vez
a beber de su pomo de whisky. Hasta ese momento su pacha de licor había estado
reservada a un consumo personalísimo.
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Venga, toma un trago, carajo. Así
de tenso no podrás conseguir nunca una
buena foto. Para capturar la esencia del juego tienes que estar un poco
entonado y esta es mi poción mágica.
Bebiste de
ese mal whisky con la solemnidad y la devoción de un templario que de pronto
bebe elixir divino del Santo Grial.
Quince días
después el trago compartido consumó su embrujo. Después de darte de
beber, Radel te puso un reto
relativamente fácil. Debías tomar la foto del momento en que el veterano
delantero inglés, Trevor Francis, era sustituido en el segundo tiempo por un
novato. Que el entrenador Nedo Sonetti se atreviera a ordenar el cambio
sacrificando al jugador más caro del club era toda una declaración de
principios, una nota periodística en sí misma. Claro, tomar la quietud de un
jugador que sale a paso de tortuga del campo de juego mentando madres contra su
entrenador no es un reto tan complicado como captar el lance de un arquero o un
penalti cañoneado. El resultado de tu intento fue más bien mediocre, pero Radel
cumplió con palomear tu humilde fotografía
que ilustró una pequeña nota anexa en la edición de L Eco de Bérgamo en
donde se hablaba de la inconformidad del delantero británico al ser sustituido.
Aquella noche en el bar Botticelli, Radel derramó un tarro cervecero sobre tu
cabeza.
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Este es tu bautizo. Yo también
recuerdo cuando publiqué mi primera fotografía. Fue en marzo de 1948, en la
temporada en que fuimos quintos en Serie A. Era una foto horrible, por
supuesto, pero solo una foto es la primera.