Eterno Retorno

Tuesday, January 10, 2023

¿Por qué Joaquín Guzmán decidió llamar Ovidio a su hijo


 

La lectura de un texto Mircea Cărtărescu me hizo reflexionar sobre un nombre muy de moda esta semana y me sembró una interrogante: ¿Por qué Joaquín Guzmán  decidió llamar a Ovidio a su hijo?  

En un nostálgico relato titulado Puntus Axenios, el escritor rumano narra su primera contemplación del mar en el frío balneario de Constanta. Su descubrimiento del Mar Negro, coincide con su primer encuentro con la estatua del poeta Ovidio, quien murió exiliado en esa ciudad costera, que hace dos milenios se llamaba Tomis. No queda claro por qué el bardo romano fue desterrado por orden expresa y directa del emperador César Augusto. El que había sido el mayor best seller de su tiempo con Ars Amandi, tuvo que irse a pasar los últimos nueve años de su vida una tierra extraña que hoy lo tributa como un héroe. A decir de Cărtărescu en la costa rumana todo se llama Ovidiu (u Ovidio): Un coñac, una plaza, no pocos hoteles,  hostales, escuelas, negocios, una universidad y un largo etcétera que incluye la venta de monitos de Ovidio en miniatura como suvenir.

¿Tendría idea el Chapo Guzmán de la existencia del poeta romano? No lo creo. Entiendo que ni siquiera terminó la primaria. ¿Se habrá enterado Ovidio Guzmán que 2 mil años antes de su nacimiento, tuvo un tocayo que sedujo al mundo antiguo con su libro? Hagan sus apuestas. Los nombres de los hijos dicen mucho de los padres. Cuando encuentras alguien llamado, por ejemplo,  Vladimir Ilich, puedes apostar que su padre fue un idealista de izquierda y si el chico se llama Diego Armando o Romario, ya sabes de qué lado masca la iguana. Tampoco es descartable que no pocos buchones empiecen a nombrar Ovidio a sus hijos en ceremonias bautismales amenizadas con narcocorridos alterados.

Yo desde muy pequeño supe que hubo un profeta y visionario hebreo llamado Daniel que vivió en Babilonia y al que el rey persa Darío arrojó a una fosa llena de hambrientos leones que se tornaron en dóciles gatitos en cuanto los acarició mi tocayo. Sin embargo, mi nombre no se lo debo al profeta judío, sino a la canción de Elton John. Para acabarla, mi nombre significa en hebreo “Dios es mi juez”, lo cual no deja de ser una paradoja para un ateo como yo.

Tomando en cuenta que Homero fue un personaje mitológico cuya existencia no está históricamente certificada, podemos afirmar que Ovidio fue el primer autor exitoso en la historia de la humanidad. Su Ars Amandi o Ars Amatoria, fue una suerte de manual didáctico de cortejo y seducción no exento de sarcasmo. También su epopeya Las metamorfosis marcó un antes y después. ¿Tendrían los chapitos una vaga idea al respecto? Hagan sus apuestas.

 

Por lo que a mí respecta, la lectura de estos textos de Cărtărescu, contenidos en el libro El ojo castaño de nuestro amor, marcan mi primer flechazo con este celebrado autor. Había leído anteriormente El Ruletista y Lulu y no me habían vuelto loco, pero estas viñetas autobiográficas son palabras mayores. Además del texto sobre Ovidio, hay uno sublime sobre su relación con Bucarest, otro sobre sus años miserables bajo el régimen comunista y no pocos en torno a nostalgiosas penumbras de infancia. El canijo derrocha poesía en cada párrafo. Creo que ha llegado el momento de entrarle a sus novelas mayores.