Wednesday, December 04, 2024
Saturday, November 30, 2024
IKERCHO QUINCEAÑERO
Después de una noche tan divertida, solo nos resta dar las gracias a quienes acudieron a festejar y a bailar con nuestro quinceañero. Bailamos como nunca y la pasamos bomba. Carol De Hoyos se lució con cada detalle de la planeacion, la familia entera hizo equipo para ayudar y anoche el espíritu adolescente simplemente hizo erupción. Y no crean que todo fue The Warning. Ikercho y yo mostramos una atípica apertura musical y bailamos de todo. Nuestra gratitud con ustedes. Nunca olvidaremos esta gran noche. XV y contando Ikercho. Con todo Campeonazo!!! Te amamos.
Friday, November 29, 2024
El cumpleaños de un viejo que envejece bien
Hace
143 años, un 28 de noviembre, nació en Viena Stefan Zweig y hoy podemos afirmar
que es uno de los narradores de su generación que mejor ha envejecido, alguien
que en el Siglo XXI parece tomar un nuevo aire y cobrar actualidad con bellas
reediciones de su obra. A Stefan lo conocí (como a tantísimos autores) en la
época en que hacía como que trabajaba en Librería Castillo San Agustín (y digo
hacía, porque me la pasaba leyendo en lugar de atender a los clientes). Lo
primero que leí fue la novela 24 horas en la vida de una mujer, pero lo que
verdaderamente me voló la cabeza fue descubrir su legado como biógrafo o sus
ensayos históricos. Nadie como el austriaco retrata al ser y sus
circunstancias, con todas las contradicciones, sinsentidos y complejidades que
encierra un alma humana. También me encanta la manera en que describe los
caprichosos e incomprensibles hilos que van tejiendo un hecho histórico.
Momentos estelares de la humanidad y Mundo de ayer están entre mis lecturas más
queridas de todos los tiempos. Nunca entenderé por qué se suicidó Stefan Zweig.
Cierto, era un momento muy oscuro y su mundo estaba en manos de Hitler, pero él
ya estaba a salvo en Brasil y creo que si alguien dimensionó lo efímero de las
tiranías y la condición de rueda de la fortuna inherente a la Historia, fue él.
En mi adolescencia fui un fiel lector de su gran amigo Herman Hesse (su mutua
correspondencia que me prestó Rodolfo Pataky es buenísima), pero en mi vida
adulta el compañero de viaje ha sido Zweig. Por cierto, en el gran pandemonio
de mi biblioteca, Stefan está representado por los ejemplares más caros y más
baratos que se pueden encontrar en el librero. Una caja con sus biografías que
costó 2 mil pesos y un ejemplar de sus novelas cortas que pepené usado en un
mercadito sobre ruedas por 20 pesos- Ambos buenísimos.
Tuesday, November 26, 2024
Aquí no queda ni dios
Tras concluir un trámite consular en Monterrey, fui a caminar por la calle en donde yacía la casa en la que pasé mis primeros ocho años de vida. Una peregrinación para volver al origen, al lugar donde absolutamente todo comenzó para mí. Jugar ser arqueólogo de mi más remoto pasado solo para concluir que de aquella infancia embrujada no queda piedra sobre piedra. Estas ruinas que ves… ¿cuáles? Aquí en Río San Juan 103 Colonia Miravalle ni siquiera queda iglesia sobre pirámide. No queda ni polvo, ni ceniza, ni vestigio o siquiera sospecha de nuestro paso por este mundo. Aquí no queda ni dios diría Eskorbuto. Nacimos siendo ya el olvido que seremos. Aquí había una casa. Dentro de esa casa había más de 33 mil libros y siete vástagos del matrimonio de una malagueña con un tapatío. Aquí fui concebido. Aquí viví mis primeros ocho años de vida. Aquí había un jardín encantado donde todos los mundos imaginarios eran posibles. Aquí había un montón de árboles e infinitos países de las maravillas. Había un sauce llorón y un sauce alegre y un toronjo que daba jugosos e infinitos frutos en octubre. Había una casita verde donde yacían arrumbados mil y un cachivaches, ahí donde Chabela parió sus cachorrros en la Nochebuena de 1980 y un tlacuache se los quería comer. Había en el frente un escudo que acreditaba al recinto como Consulado Honorario de Portugal y una mecedora donde se sentaba mi abuela y una puerta con una campana. Pero de todo eso nada más queda. ¿Sabes qué hay ahora? Un hospital particularmente mamón. Se hace llamar Swiss Hospital y ya ha colonizado la cuadra completa. Un hospital con guardias malencarados y médicos que imagino sobrevalorados e insufribles. Doctores odiosos que luego de acuchillar tu capital con mil y un análisis concluyen que te vas a morir y que ya no bebas, ni comas, ni te desvelas, ni cojas ni hagas nada que huela ligeramente a hedonismo, e imagino que sería una gran burla del destino llegar a este pedante hospitalete a que un médico millenial que ni siquiera había nacido cuando la casa que había aquí fue derrumbada, leyera en mi sangre la catástrofe en la que me he convertido y justo en el lugar donde descubrí que vivir es alucinante, me advirtiera con su odioso tonito de sanguijuela moralista que estoy haciendo méritos para morir muy pronto y que debo inyectarme cataratas de ozempic y tragar apios hervidos, deslactosados, pasteurizados y envueltos en un condón y yo le diré simplemente F.O.A.D. (fuck off and die).
Camino y me refugio en la librería del Fondo de Cultura
Económica, lo único bueno que le ha pasado a la zona en los últimos 30 años. La
parte de la cuadra que no fue colonizada por un hospital, la acapara la notaría
46 donde despacha orgulloso el señor notario Patricio Chapa ¿así o más
estereotípicamente regio el nombrecito? Eso sí, don Patricio no derrumbó las
casas de abuelos muertos que compró a precio de ganga, pero las adaptó para su
corporativo notarial. Mi cartografía infantil transcurrió entre el Río Santa
Catarina y las vías del tren, pero hoy el río es un amasijo de corporativos
cristalizados. La calle Río San Juan, en donde aprendí a andar en bici, corre
de la carretera Saltillo al Río Santa Catarina a donde se bajaba por una
ladera. Hace muchos años en el río había pastores con sus rebaños y unos
cuantos caballos prófugos. Después hubo una ciclopista que corría desde Santa
Bárbara a Fundidora que recorrí muchas veces en mi bici hasta que Gilberto
arrasó con todo. Vaya, con decirles que mi cuento publicado más antiguo se
llama Río Santa Catarina, aunque de aquello que lo inspiró ya nada queda. Hoy
en el lecho del río hay corporativos galácticos, petulantes torres fálicas
buscando sodomizar un cielo siempre sucio. Casas abandonadas pudriéndose entre
babeles erectas. Erupción de cemento, diarrea inmobiliaria. La torre más alta,
el Tesla más nuevo (aunque Elon Musk te haya mandado olímpicamente a la
chingada) el estadio más déspota, y en el Swiss Hospital de la Miravalle les
practicarán la cirugía plástica de última generación para que recuperen la
juventud que nunca gozaron por estar entregados a una competencia desalmada y
les darán pastillas para dormir, para despertar, para no deprimirse y no
estallar y hacer infructuosos intentos por mantener sosiegos a los mil demonios
y a los mil traumas que los regios llevan adentro. Pastillas para no tener la
recurrente pesadilla de volverse pobre o parecer pobre y seguir aspirando a ser
algo que nunca serán del todo. Hoy es el futuro y de mi infancia sobreviven tan
solo los cerros, pero el horizonte está tan sucio, tan puerco y tan opaco, que ni
siquiera puedo verlos, porque en esta ciudad parece habitar un dios enfermo que
te arroja en la cara su tóxico aliento mientras el sol ilumina espectros de
mugre y pienso que este ya es el post apocalipsis pero en el Swiss Hospital no
hay tratamientos para sacarle a los regios esos mil diablos que habitan en sus
corazones.
Sunday, November 24, 2024
Hotel de aeropuerto
En ciertas teologías le llaman
limbo; tú puedes llamarlo hotel de aeropuerto. Estos lugares son el no lugar
por antonomasia, la catarsis de la asepsia. Llegas aquí de madrugada e
irremediablemente te sientes inmerso en un cuadro de Edward Hopper o en un
cuento de Lucía Berlin. De pronto reparo en que pese a haber nacido en Nuevo
León nunca había dormido en el municipio de Apodaca. Siempre hay una primera
vez. El avión aterriza de madrugada sin
mayores contratiempos. ¿Cuántas veces en mi vida he hecho la ruta Tijuana-Monterrey-Tijuana?
Ya he perdido la cuenta. ¿El tramo aéreo que más veces he recorrido en mi existencia?
Sin duda. El límbico hotel aeroportuario ofrece transportación gratis a sus
huéspedes, pero el chofer tarda más de media hora en llegar. La madrugada ni
siquiera alcanza a ser fría. El chofer me pregunta que de donde soy y le respondo
que de Tijuana. Lo primero que quiere saber es si conozco al güey de la
Patrulla Espiritual. Pero vaya que lo conozco, le digo. ¿No ves que soy un tazo
dorado en fuga? Me gané la beca pero la rehusé. Conmigo no parió la cochi. Pienso
entonces que El Chiquilín Osuna es el nuevo súper héroe de Tijuana, mucho más
conocido que un montón de artistas, políticos o deportistas ¿Lo incluirá
Galicot en su salón de la fama tijuanense? Debería.
Llego al hotel. La absoluta desolación
que rodea al chico de la recepción es más hopperiana que el más triste cuadro
de Hopper
El chofer ofrece llevarme al
centro de Apodaca a buscar un restaurante 24 horas, pero opto por dormir sin
cenar. Me siento un perfecto extraño. La ventana de mi cuarto tiene vista a un
parque industrial. Cuando en Monterrey
la gente me pregunta que de dónde soy les respondo que de Tijuana. Pienso que
si les digo que soy regio estaría mintiendo. Podría contarles que según cuenta
la leyenda, yo nací aquí hace 50 años, pero la verdad ya no estoy tan seguro. ¿De
verdad habré nacido aquí? Sospecho que las montañas son las mismas, pero el
resto nada tiene que ver. Pienso que soy el único ser vivo en este hotel, pero
cuando bajo a desayunar al amanecer me doy cuenta que está lleno. Los hoteles
de aeropuerto son un negociazo. ¿A quién se le ofrece dormir aquí? A mucha
gente. Veo sobrecargos de Volaris, ingenieros con el logo de la planta en la
blanca camisa, coreanos armados con sus laptops listos para ir a pegarle una
chinga al hatajo de haraganes que tienen por subordinados en la fábrica. Pienso
entonces en la hipotética historia del ingeniero Cho Kwang-rae, graduado de la
Universidad Nacional de Seúl, que trabaja en el corporativo de la Daewoo y un
día de noviembre debe viajar a Monterrey a supervisar qué carajos pasa con la
planta de Apodaca o Pesquería en donde esta sarta de pendejos no parece
asimilar el nuevo proceso de
reingeniería. Eso sí, tal vez sería el cansancio, pero en el no lugar se duerme
bien y aunque es otoño enciendo el clima. Entonces sueño que escribo una
historia sobre un hotel de aeropuerto y la duermevela me dicta palabras como
región límbica, no lugar, asepsia, Edwar Hopper Lucia Berlin y la noche oscura
del alma se consume como ceniza en el viento contaminado y otro denso amanecer
irrumpe en esta hostil ciudad a donde alguna broma de negrísimo humor me arrojó
a nacer. Hotel, dulce hotel.
Monday, November 18, 2024
Finesa Sonata
Finlandia es el país con más bandas de Metal por habitante en todo el
planeta. Hay 5 millones y medio de finlandeses y da la impresión de que cada
uno de ellos estudió en el conservatorio, toma un chingo de vodka, posee un
espíritu taciturno e introvertido y toca en una, dos o tres bandas de Metal.
Sonata Arctica es una de ellas. En la tierra de Santa Claus sobran los
borrachos silenciosos, los suicidas sin aspavientos y los músicos virtuosos.
Después de seis o siete semanas pasaditas de estresantes, mi cuerpo y mi alma
requerían su terapia metalera. Metal Health le llamaba Quiet Riot a este noble
ejercicio de purificación y yo suelo practicarlo con relativa regularidad desde
1984. No hay un día de mi vida en que no escuche Metal en cualquiera de sus
variantes, pero a veces hace falta escucharlo en vivo. Carajo, para qué
chingados tengo una mata tan larga si no es para sacudirla y barrer el aire con
ella cada cierto tiempo. Sonata Arctica siempre me han parecido los hermanitos
menores de Stratovarius. Una banda a la que le falta un escaloncito para jugar
en primerísima división. En cualquier caso, este tipo veladas no abundan en
nuestra Tijuana. Tenía dudas sobre si acudir o no a la tocada, pero la
invitación de mi carnalazo Octavio me hizo tomar la decisión y ahí me tienes en
el Black Box justo cuando la banda abridora, los cachanillas Mythril, estaban
por terminar. Con todo y violín y doble guitarra, los chicalenses se
despidieron con una muy cumplidora versión de Down of Victory de Rhapsody.
Sonata irrumpió a las puras 10:00 y fue de menos a más. Su nuevo disco, Clear
Cold Beyond, no acaba de volverme loco. Lo escuché completito varias veces
camino a Mexicali y nomás no acabo de conectar. Paradójicamente, las primeras
rolas en ponerme en órbita Sonatera fueron las más cursis: Tallulah, My Land y
Replica. Me puse a pensar entonces en todas las bandas finesas que he visto en
vivo, desde Impaled Nazarene a Nightwish pasando por Children of Bodom,
Apocalyptica o los 69 Eyes. Luego me puse a pensar a cuántas tocadas he acudido
con el Octa y mi conclusión es que es el ser humano con el que he compartido
más aquelarres metaleros a lo largo de mi vida. No es que el Black Box sea un
portento de acústica, pero Sonta Arctica trae con queso a la hora de
virtuosear. Vaya, con decirte que por momentos me hicieron evocar a X Japan y
eso es muchísimo decir. "Henkka" Klingenberg se luce con su Keytar y
la lira de Elias Viljanen es pura escuela neoclásica. La de hoy no fue una luna
llena pero casi. Igual, así menguante se las arregló para ser a su manera
hermosa y recibir a la rolita más esperada y coreada de la noche: FullMoon. En
cualquier caso, estaba resignado a que mi rola favorita de todo Sonata Arctica
no la trocarían. Se llama The Cage, es un portento de virtuosismo powermetalero
ultraveloz, pero jamás forma parte de su repertorio. Sí esperaba en cambio The
Misery y me dejaron con las ganas. También me quedaron a deber San Sebastián.
Al final de la velada, consiguieron antojarme un vodka mismo que bebo ahora
mismo mientras pienso que ya va siendo hora de visitar Finlandia.
Sunday, November 17, 2024
La vida es curta, las letras no
El jueves por la noche vio la luz nuestro libro “Pedro Infante en el Cine Curto. Crónicas y Personajes del Centro Histórico de Mexicali”. La capital bajacaliforniana tiene una historia fascinante, pero no todo mundo la conoce. Presentar un libro es ante todo una ceremonia de gratitud, un ritual para dar las gracias y en este caso hay muchísimo que agradecer. De entrada a mi amigo Carlos Torres por invitarme a narrar junto con él esta emocionante historia en donde muchísimas personas nos ofrecieron su testimonio.
El primer cuadro de Mexicali ha vivido un proceso transformador sin precedente en los últimos cinco años, un auténtico renacimiento que le ha devuelto la vida a las calles en donde nació la capital de Baja California. Desde el Ayuntamiento en un principio y ahora desde la Gubernatura, Marina del Pilar ha encabezado este proceso en donde Carlos ha fungido como director de orquesta y en donde cientos de personas se han sumado con entusiasmo. La idea fue narrar no solamente el renacimiento del centro, sino su origen fundacional, rescatando un sinfín de anécdotas y pasajes acaecidos en estas calles a lo largo de cien años. Realizamos una serie de entrevistas con descendientes de algunos de los primeros migrantes chinos o los primeros comerciantes que emprendieron proyectos en la zona. Muchas de estas entrevistas fueron gestionadas por nuestro amigo Rubén Chen quien fue clave para la realización de este libro. Aquí encontrarás lo mismo las leyendas hollywoodenses de los desenfrenados años 20 como la boda clandestina de Rodolfo Valentino o las noches locas de Al Capone en el glamuroso casino El Tecolote, hasta el surgimiento de unos Tigres del Norte todavía adolescentes o la composición de Música ligera a cargo de Soda Stereo. El trabajo de edición y diseño a cargo de Trilce fue de primer nivel. Un libro con muchísimo color e imágenes. No es por nada pero quedó re chulo el cabrón. Hitazo de Déborah y Juan Carlos. Nuestra gratitud también con los historiadores Óscar Hernández Valenzuela y Gabriel Rivera por la asesoría. Ojalá puedan leerlo pronto. Con una historia tan fascinante, la ciudad que atrapó al sol también ha atrapado mi cariño.