Eterno Retorno

Friday, July 11, 2025

Graduado


 

La rueda giró, el futuro nos alcanzó y esta noche de verano tenemos graduado de secundaria en casa. ¡Felicidades Campeonazo! Lo lograste. Recuerdo aún los nervios de aquella mañana de 2014 en que te llevamos por primera vez al kínder. ¿Te acuerdas? Tu mamá y yo éramos los más ansiosos y aprensivos. Tú en cambio te quedaste tan tranquilito e iniciaste tu vereda escolar como si tal cosa. Hoy a la distancia no sé si fue un larguísimo camino o una ráfaga de viento, pero lo único cierto es que hoy eres un quinceañero que ha concluido exitosamente su secundaria. Lo conseguiste y hoy toca agradecer a quienes caminaron a tu lado. Más allá de un sistema educativo o de una institución, quienes marcan el camino son ciertos seres humanos. Una buena maestra o un buen maestro son mucho más determinantes que el mejor de los colegios. En ese sentido, tu camino en primaria no habría sido el mismo sin la guía y el apoyo de una profesora excepcional como fue Alis Bazán. No solo fue una gran maestra, sino un alma noble que te acompañó y guio a lo largo de seis años, un verdadero ángel. En la secundaria te enfrentaste a retos diferentes y más duros, pero por herencia nos queda la gratitud con el profesor Pablo, con el profesor David y con la profesora Bere y nunca olvidaremos que tuviste la disciplina y el valor de bailar en un teatro del Cecut completamente lleno. ¿Pero sabes una cosa Ikercho? Sobre todas las cosas siempre admiraremos que emprendiste y concluiste esta vereda caminando a paso firme y digno desde el espectro de la neurodiversidad. Terminaste la secundaria en un sistema y un entorno diseñado para los niños neurotípicos. Y sí, me duele mucho decirlo, pero así como tuviste grandes maestras y maestros en tu camino de vida, también hubo mentes cerradas e insensibles o simplemente ignorantes. Profundamente ignorantes. El autismo es mucho más común de lo que creemos. Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada 115 niños está dentro del espectro autista, pero tú y yo sabemos que esa cifra se quedó muy corta y que somos muchos, muchísimos más. Antes nos llamaban Asperger y si quieres que sea honesto, a mí me gustaba más el término, pues creo que ese médico austriaco hizo mucho por nosotros. Hay distintos grados y ningún autista es idéntico a otro. Aquí no se vale estereotipar y meter en la misma caja. A ver colegas, a ustedes que por casualidad están leyendo este post, les puedo asegurar que en su entorno de vida diaria hay una persona neurodivergente cerca de ustedes. Corren apuestas. Todas las escuelas de Baja California son inclusivas, pero hay quienes piensan que la inclusión se limita a la admisión, cuando una persona o una institución verdaderamente inclusiva debe saber que el verbo incluir es una práctica de vida diaria y que la verdadera diferencia se marca en los pequeños detalles, en los gestos, en la manera de mirar, aceptar y acoger a quien asimila el mundo de otra manera. Tal vez hemos avanzado un poco en los últimos años, pero hay maestros y compañeros de cerebrito diminuto y cuadrado que no tienen una puta idea y siguen segregando y discriminando a quien no es como ellos. En su discurso la pueden jugar de incluyentes, pero no son más que basura segregacionista para quienes solo lo neurotípico y su profunda hipocresía es lo aceptable. No hace falta una agresión física o verbal para herir, pero aún así volaste sobre el pantano y... ¿sabes una cosa hijo? Algo he aprendido yo siguiendo el camino de los salmones y todos los días sigo aprendiendo. Todas las personas somos únicas y todas las personas somos irrepetibles.

Lo único real es que esta noche tienes tu diploma de secundaria, que cruzaste este mar entre tempestades y para nosotros eres y serás nuestro héroe. Te amamos. Vamos por la prepa Campeonazo. La mejor parte de esta historia es la que estás por escribir.

Sunday, July 06, 2025

Fueron las plateadas cruces de Black Sabbath


 

Hoy es el auténtico Sabbath Bloddy Sabbath. Fueron las plateadas cruces de Black Sabbath y su resplandor. Desearía tanto estar en este monento en el Villa Park de Birmingham para celebrar el último Aquelarre. Recuerdo el otoño de 1989, cuando a mis 15 años estaba yo emocionado ante la noticia de que Black Sabbath tocaría en México. Era el Sabbath de Headless Cross con Iommi como único miembro original. Iban a tocar en León y los mandaron a San Luis donde los mojigatos potosinos consiguieron cancelar el concierto. Mis compañeros de la prepa me veían como un freak porque me emocionaba una banda de viejos pasados de moda. 36 años han transcurrido y hoy el mundo reconoce lo mucho que le debemos a esos viejos. La vida habría sido tan parca y aburrida sin Black Sabbath y sin todos sus hijos, nietos y bisnietos. Más de dos millones de almas siguiendo en vivo el concierto. Se llama Metal Pesado y es una forma de entender y estar en el mundo, una manera de pelear la contra como ángeles caídos sabiendo que cada dia de nuestra vida es la noche de bodas entre el cuelo y el infierno.

Mira esas llamas, suben cada vez más alto y más alto.

Wednesday, July 02, 2025

On fire 2014

 

 


Hola Ortega. Feliz Eterno Retorno (es decir 2014, Navidad, nuevos proyectos etc) Es un gusto tener noticias tuyas, aunque me entero de tu acontecer por Facebook. y me emociona  la idea de saber que publicarás ¿Por qué no vuelves y me dejas en paz?



Saurio Sangrante  es un cuento que forma parte de una colección llamada Días de whisky malo donde aparecen además  Muerte accidental de un pasquineroArrullo de WalpurgisDías de whisky malo (cuento homónimo que titula la colección) Elogio del viene-viene (este último es híbrido entre cuento y ensayo)  Hades Austral (aun no estoy convencido del punto final que le puse) y La reina de los hielos en Casas Grandes (aún incompleto) Quiero escribir por lo menos uno más que se va a llamar Iosu.

Son cuentos cuya extensión promedio de es de 18 mil a 20 mil palabras. Por alguna razón ese empieza a ser el tamaño estándar de mis textos, como si fuera la dotación de palabras requeridas para contar una historia. Me gustaría poder ser más breve. Creo que son muy largos para jugar a ser cuentos. El elemento común que los une es la edad madura, el naufragio de algún sueño que se resiste a morir y alguna tragedia absurda. El rock está presente en cuatro de ellos, el periodismo en uno, mientras que Elogio del viene-viene es abiertamente satírico y con una buena carga de crítica política.

De igual forma tengo nueve de mis once cuentos futboleros ya terminados, mientras que 1991 duerme el sueño de los justos desde hace año y medio. La madre de todas las batallas es mi novela Vientos de Santa Ana que es como una gran cuesta arriba, un territorio hostil que me rechaza. La obsesión escritural se ha vuelto patológica. Paso el día volcado en mis textos, me levanto de madrugada, leo, releo, desparramo un poco y después sucumbo a mil y un dudas e inseguridades. Acaso deba aceptar que aunque me fascine inventar historias, no soy un escritor de ficción, sino un cronista y un ensayista que debe mejor dedicarse a sacar hebra de la realidad (tengo dos proyectos de ensayo para este año, uno de ellos ya en curso, pero en fin, eso harina de otro costal)

En fin Ortega, estoy inmerso en un pozo de dudas e indefiniciones como nunca antes en la vida. Por lo pronto quiero ver si puedo colocar en Monterrey 1991 que ya está terminado y es una novela 100% regia.

Por ahora lo único que tengo claro es que no puede ni debe pasar un día sin que desparrame nuevas frases. La vida se acaba y no quiere esperar. Ya he perdido demasiado tiempo, así que ahora escribo con la premura de un condenado a muerte o un desahuciado.

Tuesday, July 01, 2025

Cuando la lava comenzaba a arder en el interior, cuando el volcán estaba por hacer erupción

 



Escribí esta carta a Gerardo Ortega hace once años y confieso que la había olvidado. La he reencontrado por casualidad buscando otro documento y después de leerla, reparo en que describe a la perfección lo que estaba sucediendo en mi interior en aquel entonces. Algo ardía, algo quería brotar, un huevo de serpiente estaba a punto de romperse. Era inminente pero aún no imaginaba sus alcances ni lo abrupto de su final. Así me sentía al arrancar el 2014. Había un fuego encendido y el alma estaba en ebullición. El pacto demoniaco estaba por firmarse. Daría lo que fuera por volverme a sentir así, pero esos viajes ocurren solo una vez en la vida. Solo me resta sentirme afortunado por haberlo vivido. Hoy sería ideal tener a la literatura como aliada, como tronco flotador y ruta de fuga, pero la muy cabrona me ha dejado plantado. Flor de un día, un lustro de creatividad y después…el limbo, la pastosa, estéril y límbica densidad.


"Es extraño Ortega, pero al tocar la puerta de los cuarenta mi relación con la literatura se vuelve salvaje,  pasional, extrema, casi patológica. A menudo leo testimonios de gente que recuerda con nostalgia el apasionamiento de sus lecturas juveniles, hablando desde una fría y poco emocional edad adulta en donde leen con cierta distancia y sin mucha capacidad de sorpresa.  Yo en cambio soy más voraz. Tarde he comprendido, como una suerte de tardía revelación, que mi vida pudo ser una suerte de sacerdocio literario, que pude entregarme por completo a las letras. Que nací marcado o condenado a esta adicción, aunque tardé mucho tiempo en aceptarla. De una u otra forma los astros han ido conformando una improbable alineación desde que nació Iker, quien trajo una torta de creatividad bajo el brazo y un cambio de visión, aunque no en el rumbo que esperaba.

Cuando la lógica,  mi rumbo de vida y la paternidad  apuntaban a que me volviera un ser un tanto más serio y racional, cuya pasión literaria quedara reducida a una simple afición recreativa, resulta que la ilusa fiebre de chamaco me toma por asalto justo ahora y si me ves, te podrás dar cuenta que estoy mucho más pirado que antes. A los 30 jugaba la parte y hasta aceptaba ponerme una corbata, pero hoy me he entregado a los brazos de mis desvaríos. Bonita cosa para un cuarentón.  Si pudiera pedir un estúpido deseo, sería tener diez o quince años menos. Lo que estoy viviendo ahora debería haberlo vivido a los 25. Llegar, como he llegado ahora, a la conclusión de que no puedo y en realidad no sé hacer otra cosa que escribir,  y cualquier proyecto diferente  que emprenda necesariamente estará condenado al desbarrancadero.

Desde un tiempo para acá tengo la sensación de que la vida ya no quiere esperar, de que el tren corre con prisa hacia el precipicio.



A veces creo que los astros se alienaron de manera improbable. Había balones en el área y simplemente supe rematar a gol. Hacía falta muy poco para que nada de eso sucediera. Vaya, bastaba que hubiéramos ganado la elección de 2010 y posiblemente yo sería ahora un empleado de gobierno con un sueldo decoroso y un proyecto de vida en la administración pública.  Si hubiéramos ganado nunca habría escrito Réquiem por Gutenberg y acaso habría interrumpido la escritura de Mitos del Bicentenario. Si Hank no hubiera sido detenido por el Ejército convirtiéndose en nota internacional, una editorial como Océano  no me hubiera publicado nunca el Tigre Blanco.  Aproveché las oportunidades y conseguí algo que a inicios de 2010 me hubiera parecido fantasioso: publicar cuatro libros en tres años.

A veces da la impresión de que fue sencillo, al menos bastante más de lo que pensaba, pero de pronto me veo en el espejo y caigo en cuenta de que no sé un carajo, de que soy neófito e inexperto como el escuincle que iba al taller de la UR. Que tengo un montón de manuscritos en las manos y no sé qué chingados hacer con ellos.

Todo el 2013 me dediqué a escribir intempestivamente. Desparramé palabras pero sin proyecto. Trato de encontrar la escultura oculta dentro de la piedra bruta. Sigo intuyendo (o queriendo intuir) que aún hay mucho más, que lo hecho hasta ahora es un esbozo, que en las profundidades aguarda algo que aun puede desdoblarse, como las proezas físicas que puedes lograr cuando consigues el ritmo cardiaco adecuado después de mucho entrenar.

Al mismo tiempo, me doy cuenta de mis tremendos límites y mis carencias. Por ejemplo, puedo en minutos escribir mil palabras de una columna periodística o una editorial para la tele bajo presión extrema, con ruido y distractores sin que me afecte. La escritura periodística se me da naturalita, aun la crónica y el ensayo. Pero cuando intento crear una ficción empiezo a sufrir. Me levanto a las cinco de la mañana y en el silencio total del amanecer, con un café bien negro y la concentración a tope, apenas alcanzo a soltar 300 palabras en dos horas, que al final no me convencen y me resultan artificiales, sin sangre en las venas, vacías de alma y credibilidad. No soy capaz de liberar a los personajes y me cuesta horrores poder construir un diálogo. Como creador soy posesivo y controlador. Me gusta hablarles y tal vez por ello me siento tan cómodo en la segunda persona y tan extraño en las charlas entrecomilladas. Sucumbo siempre a la tentación del ensayo sobre la trama y mis personajes se vuelven parcos, artificiales, poco creíbles.

 Después el día comienza y sé que aunque lo intente  no podré volver a escribir ficción hasta el siguiente amanecer. Duermo poco y me levanto con la urgencia de escribir. Incluso sueño historias (dos de ellas ya las he escrito) A veces topo con un muro y caigo en un pantano, pero hay amaneceres en que la liberación se produce y la sensación es similar a la calma postorgásmica.

Durante el día,  sobre todo por la mañana, voy escribiendo mentalmente mientras manejo o camino. Voy construyendo frases o párrafos que después olvido o naufragan en el absurdo al llegar a la pantalla. Mis dos novelas yacen en una arena movediza de donde no logro sacarlas. Entonces me doy a la tarea de liberar letras paralelas, como son mis cuentos de 20 mil palabras de Días de whisky malo y los desvaríos futboleros.

En fin Ortega, te juro que no era mi intención ni mi idea escribirte una carta de  mil palabras en unos cuantos minutos. Simplemente pensaba contestar tu correo, decirte gracias, pero las condenadas palabras se sublevaron. Considéralas palabras prófugas, escapadas del corral, palabras rejegas sobre las que no tengo potestad alguna.

Algo va a pasar carajo. Hay mucha pinche lava ardiendo en el interior.

Un abrazo muy grande. Gracias por estar y existir. Acaso esta carta haya sido una terapia de catarsis. En cualquier caso me siento un poco mejor después de haberla escrito".  DSB

Monday, June 30, 2025

Sí hay tal lugar



 Lo ordinario es que al llegar los últimos días de diciembre todo mundo empieza a subir sus listas con los mejores libros del año. Pues bien, dado que estamos llegando al final de la primera mitad del 2025, yo me permitiré alterar la costumbre y compartir el que considero el mejor libro que leí en estos seis meses: se llama Sí hay tal lugar y lo escribe Federico Guzmán Rubio. Un ajolote narrativo entre crónica viajera y ensayo a lo Montaigne. Federico agarró la mochila y se fue recorrer las ruinas de siete utopías latinoamericanas que trascendieron lo ideológico para intentar llegar a lo geográfico. Nacieron en el escritorio y llegaron (al menos por un corto periodo) al territorio. Por fortuna, Federico no se limitó a investigar y escribir desde una biblioteca de académico y honrando a los grandes cronistas de antaño, narró describiendo aquello que miró pero sobre todo aquello que sintió al recorrer esos sitios. Ahí están estas ruinas que vio (Ibargüengoitia dixit) aunque en algunos casos quedara poquísimo por ver. Las utopías visitadas son Fordlandia y Colonia Cecilia en Brasil (utopías industrial y anarquista); Nueva Germanía en Paraguay (utopía nazi); la Isla Martín García en Argentina (la utopía republicana); Solentiname en Nicaragua (la utopía revolucionaria) y Pátzcuaro y Santa Fe en México (utopías cristiana y neoliberal). Leí la mayor parte de este libro viajando en tren por Japón (una divina y perfecta utopía en sí misma) De hecho ese primer ejemplar se quedó a vivir en tierras niponas, pues se ocultó en un vagón en el tramo entre Hakodate y Kanazawa. De regreso a Tijuana volví a pepenarlo y me permití releerlo (ahora mismo lo releo mientras finjo participar en una asamblea del comité de vecinos de mi fraccionamiento, una descomunal utopía que a gritos y sombrerazos suma 22 años de convivencia frente al Pacífico). Pienso en lo odioso que debe haber sido Henri Ford, en que me da una hueva enorme la puritana ética empresarial protestante y en que todos en algún momento hemos alucinado con la idea de una comuna anarquista, aunque esté a priori condenada al fracaso. También me hizo recordar el peor carro que he tenido en mi vida, una Ford explorer que me hizo gastar miles de pesos en gasolina y mecánicos. Pienso en que las utopías nazis latinoamericanas siempre acaban luciendo ridículas, patéticas e involuntariamente cómicas. Pienso en que sería bueno mandar a Milei a vociferar y gritonear a la Isla Martín García (alguna vez navegamos a su alrededor pero no nos fue dado desembarcar). Pienso que yo también escuché la palabra Solentiname gracias a Mano Negra, que me inspiró el lago de Pátzcuaro y que nunca me he sentido a gusto cuando he ido a Santa Fe. Pienso que Baja California nació como una desquiciada utopía misional jesuita, que en 1911 los magonistas consolidaron por unas cuantas semanas su utópica república anarquista y que en cierta forma vivir aquí sigue siendo un intento por dibujar una realidad aparte, un absurdo paréntesis interzonal, una península que tarde o temprano se separará de continente (en cierta forma ya lo está) Pero pienso, sobre todo, en que independientemente del tema, lo que más aprecio de un libro es su buena prosa y Federico es un prosista simplemente chingón. Me seduce la idea de la prepotencia del amanecer y su alarde de luz anunciando la categórica violencia del mediodía y coincido en que una revolución a menudo es un cuento fantástico de interpretaciones opuestas o una discreta visita al baño para vomitar y después callar. Un derroche de frases e ideas ingeniosas, de ácidas ironías y un diálogo interno que horada en lo profundo y me hace dudar y cuestionarme mi propio rol como terco e incurable utopista zarandeado por la méndiga realidad. Federico viaja para dudar y para divagar que son las mismas razones que me hacen abrir un libro o cargar una mochila. Me gusta leer a Federico, pues he llegado a la conclusión de que entre matar al rey o beberme una cerveza, siempre será preferible la segunda opción.

Wednesday, June 25, 2025

Adiós Don Genaro




“El hombre que está sentado frente a mí en una mesa del Archivo Histórico de Tijuana cumplirá 87 años de edad en primavera pero su voz y su mirada nada tienen que ver con el estereotipo de la senectud. Posee el atípico don de saber contar con claridad una historia y enganchar a su interlocutor. Lleva un saco color beige, bufanda negra y boina gris. El apretón de su mano es firme y el fluir de su relato es tan coherente como armónico. Ni asomo de redundancias o confusiones en la avalancha de anécdotas que me va compartiendo a lo largo de la mañana. Se llama Genaro Nonaka García y aunque su rostro evidencia la estirpe japonesa, él es tan tijuanense como la ensalada César y la Avenida Revolución. Genaro, el hijo menor de Kingo Nonaka, nació en Tijuana el 17 de mayo de 1930 y en esta ciudad ha vivido la mayor parte de su vida.

Conocí a Genaro Nonaka en la agonía del verano de 2010 gracias a Gabriel Rivera, director del Archivo Histórico de Tijuana. Inmersos en los festejos del Bicentenario de la Independencia, Gabriel me comentó que el señor Nonaka, trabajando en equipo con el profesor Fernando Aguilar Robles, había logrado reunir la colección perdida de su padre, una descomunal galería fotográfica en donde se muestra la Tijuana de los años veinte. A grandes rasgos me puso en antecedentes y me habló de Kingo Nonaka, el extraño japonés que fungió como enfermero de Pancho Villa. Lo que casi nadie sabe, me dijo Gabriel, es que ese japonés fue el encargado de rescatar el cuerpo de Rodolfo Fierro de las profundidades de la laguna donde se ahogó. La historia del buzo nipón sacando al más sanguinario pistolero villista del fondo de un pantano fue un imán demasiado fuerte y fue el primer pasaje por el que pregunté a don Genaro cuando Gabriel me lo presentó en aquel septiembre del Bicentenario.

Lo primero que Genaro Nonaka trasmite es esa esencia de antes, contenida acaso en el tenue aroma a agua de colonia que irremediablemente me lleva al recuerdo de mi abuelo. Suele usar boina o sombrero y no recuerdo haberlo visto nunca sin saco. Es un hombre que parece irradiar un porte natural y se conduce con sobria caballerosidad no exenta de un fino sentido del humor. De repente en su charla irrumpe una elegante ironía o un repentino chascarrillo. Me gusta su manera de compartir anécdotas haciéndome preguntas, marcando suspensos o jugando adivinanzas.

Cuando lo conocí me contó que trabajaba en la recuperación y edición de las memorias de su padre, garabateadas a mano en un cuaderno y yacientes en el baúl de los recuerdos familiares”.

Lo anterior es la descripción que hago de don Genaro Nonaka García en mi libro El Samurái de la Graflex. Don Genaro fue un ser absolutamente excepcional con un don natural para narrar. Lo conocí hace 15 años. Me tuvo toda la paciencia y me dio todo el apoyo para que pudiera escribir mi libro y tuve el honor y la fortuna de que me acompañarla a presentarlo en diversos foros. Nunca acabaré de darle las gracias. Hace un mes acudí al festejo de sus 95 años sin saber que sería la última vez que lo vería en mi vida.

Gracias Don Genaro. Usted fue para mí inspiración pura. Nadie me narró nunca historias tan extraordinarias de la forma tan amena como usted lo hizo. Fue emocionante escucharlo cantar y regalarnos tantas sonrisas en su fiesta de cumpleaños. Nunca habríamos imaginado que ese canto era una despedida, su forma tan alegre de decirnos adiós. Fueron 95 años de fortaleza, voluntad, pero sobre todo de amor, mucho amor. El amor con el que custodió y compartió el legado de su padre, el amor que le prodigó a su querida Tijuana y el amor con el que formó una linda familia. Adiós Don Genaro. Yo sé bien que valió la pena una y mil veces vivir la vida que usted vivió

El mural de los guarumos


 

Hoy por la tarde, al bajar por la calle Segunda, Carol y yo descubrimos la existencia de un espantoso grafiti encimado sobre uno de los murales más bonitos de Ariana Escudero. Ese mural en particular siempre nos ha gustado. Ariana captó muy bien la expresión de los perritos y uno de ellos, el que trae la pelota en la boca, es idéntico a nuestro tremendo Pappo. La aparición de ese grafiti me puso triste, pues de pronto reparé en que la artista que lo creó ya no está entre nosotros y no podrá pintar otro mural más. Hiere pensarlo, pero más temprano que tarde su herencia de arte urbano se irá perdiendo hasta que no quede vestigio. A menos que las autoridades hagan algo por preservarlo y cuidarlo, los actos vandálicos y el deterioro de la ciudad irán acabando con ese legado artístico. Entonces un pensamiento me llevó a otro y de repente pensé en que esta fue la primera mañana en casi un siglo en que Tijuana amanece sin uno de sus hijos más queridos y longevos, como fue Don Genaro Nonaka, quien nació en 1930 en una ciudad de leyenda que ya no existe. ¿Cuántas personas sobreviven que hayan visto la Tijuana de los años 30 que retrató la cámara del padre de Don Genaro? Pronto no quedará ni una sobre la faz de la Tierra. El fluir en torrente del pensamiento me llevó a recordar el inicio del cuento El Aleph de Borges, donde el narrador habla de cierto anuncio de cigarrillos rubios que es reemplazado el día después de la muerte de Beatriz Viterbo y solo entonces reparaba en cómo el incesante y vasto universo se va apartando rápidamente de los que ya no están aquí. Primero en pequeños detalles accesorios que nuestros ojos ya no verán cuando dejemos de existir, pero después caerá un inevitable manto de olvido contra el que nada podemos hacer. Tal vez es la edad, la conciencia absoluta de lo frágil de la salud y la finitud que ha dejado de ser una metáfora, pero últimamente pienso demasiado en ello.

Un día cualquiera, -carne pura de intrascendencia- morirá el último ser que haya tenido contacto contigo en la vida. Poco después, morirá el último ser que te recuerde en el mundo o que acaso haya pronunciado tu nombre aunque nunca te haya conocido, pero el planeta seguirá girando, seguirá amaneciendo y anocheciendo y niños a los que aún les falta mucho por nacer se asomarán a las ventanas de edificios que aún no existen y mirarán una ciudad que tú no reconocerías y en donde no quedará ni vestigio de tu paso por esta vida.
En fin colegas, todos estos pensamientos trajo consigo la contemplación de un grafiti sobre un mural.

Tuesday, June 24, 2025

Tu certero tiro le vació el ojo izquierdo al Tigre balcánico



 

Tu primera misión en solitario sin tutores de por medio se dio en la guerra balcánica. La primera vez viajaste con un pasaporte moldavo a nombre de  Vasile Albescu  y tu reto sería infiltrarte en las cúpulas de paramilitares serbios que controlaban el mercado negro en la ex Yugoslavia. Después utilizaste un pasaporte esloveno y otro albano.

El primer gran éxito de tu carrera fue el asesinato de  Željko Ražnatović, el temido Tigre Arkan, un sanguinario paramilitar con complejo de playboy, casado con la cantante pop más popular de Serbia.

El Tigre Arkan controlaba el tráfico de armas, las redes de prostitución y el contrabando de divisas. Era dueño del Obilic,  un equipo de futbol de la primera división serbia, en donde manejaba a placer  arbitrajes y apuestas, además de regentear clubes de boxeo y lucha. La consigna no era solamente matar a Arkan, sino conseguir apuntar las sospechas hacia el presidente Milosevic y en especial sobre su hijo, un aspirante a mafioso que competía con el Tigre por el control de la vida nocturna en la capital serbia.

Todo salió con exactitud de relojero suizo. Tú mismo ultimaste al Tigre Arkan mientras bebía una copa en el elegante salón del hotel Crown Plaza en Belgrado. Tu certero tiro le vació el ojo izquierdo. Su esposa, la cantante Ceca, y sus dos hijitas,  estaban a unos metros de ahí. Saliste limpio de la escena criminal y la opinión pública habló de una vendetta  mafiosa a cargo de matones allegados a Milosevic. Ni siquiera los más alucinados conspirafóbicos osaron insinuar algún vínculo estadounidense con el crimen. La discordia estaba sembrada en Serbia. El propio Reverendo Fenwick te felicitó en privado por el éxito de la misión.

Los encargos se multiplicaron a partir de entonces pero no siempre te tocó eliminar a sediciosos enemigos de la inmaculada América. Tus balas y tus bombas fueron no pocas veces intencional fuego amigo. Más de una vez eliminaste a ciudadanos estadounidenses, agentes encubiertos, personal de cuerpo diplomático o militares en misión. ¿Por qué? Lo tuyo nunca ha sido pedirle explicaciones o justificantes al Reverendo. La orden se cumple y punto. Los efectos posteriores explican la utilidad de tus acciones.