Eterno Retorno

Friday, January 04, 2019

Acaso podría crear una antología de libros leídos mientras cruzo la frontera. La literatura es el mejor conjuro posible contra los tiempos muertos inmolados frente a la garita. En la vida de un tijuanense promedio ¿cuántas horas hombre son consagradas en hacer fila para salir del país? Cientos de libros han venido en mi auxilio luego de dos décadas de cruzar con cierta constancia a California. Aun cuando voy con las manos en el volante me las arreglo para leer, pero obvia decir la concentración es mucho más profunda cuando cruzas por la peatonal. Hacía un buen rato que no cruzaba la frontera a pie. Nunca olvido que fue en esta garita donde empecé a leer uno de mis non plus ultra de toda la vida: Plata quemada de Ricardo Piglia. Fue también en la peatonal donde empecé a leer Otra vuelta de tuerca de Henry James o Donde no estén ustedes de Horacio Castellanos Moya. Hoy tocó el turno a Yuval Noah Harari y sus 21 lecciones para el Siglo XXI. Hace poco más de tres años leí De animales a dioses (Sapiens) y desde entonces mi manera de concebir e interpretar nuestro entorno y nuestro sitio en la historia se transformó radicalmente. Seguí con Homo Deus y hoy comienzo con sus lecciones. No deja de ser simbólico empezar a leer a Yuval justamente en este lugar e interpretar la tragicomedia del Siglo XXI en uno de los santuarios universales que encarnan su absurdo espíritu: la frontera más congestionada del planeta. Trump se aferra a su muro porque según él los mexicanos le robamos el trabajo a los estadounidenses, sin reparar en que el altar de sacrificios que transformará a sus votantes o a sus hijos en una masa prescindible no es una horda de indocumentados de piel marrón, sino un algoritmo o un robot. Encuentro conexiones con el ensayo de Vivian Forester, El horror económico, escrito hace más de dos décadas. Durante siglos hubo siempre una casta de explotados por la oligarquía: esclavos, siervos, obreros. Hoy eso está a punto de desaparecer. Ya no hay nadie que quiera explotarnos porque somos simplemente innecesarios. Tienes mucha razón Yuval: es más difícil luchar contra la irrelevancia que contra la explotación. El outlet de las Américas derrocha espíritu de enero mientras la tarde cae sobre la frontera. Cambio un regalo y antes del anochecer hay un reloj transformado en lentes. Retorno. New City y el macro estacionamiento de la línea se han robado el paisaje tijuanense, pues es lo único que se distingue a lo lejos. El camino de regreso a México ha sido tomado por una horda de gatos negros. ¿Debo interpretar señales o aventurar hipótesis supersticiosas? Entro a Tijuana mientras el trip mental de Yuval Noah me hace concebirme como animal en extinción e imagino literatura algorítmica y novelas paridas por inteligencia artificial.

Tuesday, January 01, 2019

El problema de la proliferación de ratas tenía varios meses en calidad de alerta amarilla. Por supuesto, era inocultable que se estaban multiplicando ¿habría alguna gran ciudad en el mundo libre de ellas? Que le echen un ojo a Nueva York, afirmaba Maxime, quien no creía tener un problema mucho mayor o más complejo que el de cualquier encargado de la higiene de una gran capital con varios millones de habitantes y cientos de miles de turistas al año. De acuerdo, había más roedores de lo habitual en las cercanías del río y en algunos parques públicos en donde sobraban desperdicios de comida, pero el asunto no había tenido aún la contundencia para colocarse como tema político prioritario y motivar una encerrona urgente del cuarto de guerra

Te llamas Balbina, cumpliste 30 años y de no ser por la silenciosa presencia del pequeño Mateo frente a la pantalla, se puede concluir que estás sola en el mundo. Hace un momento, hurgando en tu viejo celular, tropezaste con la foto de la última Navidad y sólo entonces reparaste en lo afilado de la guadaña que en menos de un año segó de tajo a todas las personas que formaban parte de esa difusa ambigüedad a la que podríamos llamar (o haber llamado) tu vida. Aquello fue como un ciclón barredor, un hoyo negrísimo en forma de aspiradora que fue chupando todo a su paso. En la imagen junto al arbolito - que hace un año todavía era verde- había ocho personas. Hoy sólo quedan tú, Mateo y el árbol seco, con las esferas y la corona colocadas sobre ramas ralas y quebradizas. Por pura ley de probabilidad el primero en caer debía ser tu padre. Ríos de pendencieros tanguarnices y trincheras de grasa en las arterias invocaban cada noche el arribo de la muerte y ésta no se hizo del rogar. Lo pepenó a medio camino entre un incierto potaje que por nombrarlo de alguna forma se hacía llamar mezcal y el botín extraído a la cabeza de un marrano comprada entera el Día de los Inocentes.

límbica esencia de enero

No hay calzón, por rojísimo que sea, capaz de conjurar la esencia límbica del 1 de enero. No hay ritual ni exorcismo efectivo contra la carne resacosa de este día y su afán por mostrarte el más mórbido rostro del Eterno Retorno. Harto conocida la sensación de apostar por purificaciones y nuevos comienzos e incurrir en la patraña del borrón y cuenta nueva, el risible e infructuoso afán de ser otro. Limpiar el cuerpo y la mente de tantísima mierda. El más ordinario, odioso y predecible de los propósitos: ocuparse del lastre anatómico que a cuestas cargo, esa tóxica materia en expansión donde toda la decadencia se engalana petulante y desparpajada. El puto cuerpo monserga, con sus bostezos, sus retortijones y sus bramas. Extirpar de las profundidades a la otredad amodorrada, fundirse en un vómito largo, en un fraudulento ritual de sanación; dejar zarpar bicéfalas aeronaves condenadas a encallar en nuestro litoral de arena movediza. Inicio el 2019 revisando viejos borradores yacientes en un folder de la embajada del Reino Unido, pura mostrenca pedacería que jamás conoció punto final y que pese a todo y contra todo (y sin falsa modestia de por medio) no está tan pésimamente escrita como imaginaba. Hay incluso porquerías rescatables de aquellos tiempos en que burdamente intentaba imitar a Élmer Mendoza y a Mario Bellatin, desparramaderos tecleados e impresos en las computadoras de El Norte y el ancestral Frontera que hoy a medias puedo leer como si otra persona las hubiera escrito. ¿Hay evolución? No mucha, para ser honesto. Tal vez la única diferencia fueron las dosis de atípica y hoy muerta disciplina que conseguí allá por 2014-2015. Paseo por todas las entradas de blog correspondientes al 1 de enero. Pan con lo mismo sin apenas variaciones: purgatorios teporochos, enmiendas condenadas al aborto, desiertos invernales. Por lo demás, la terquedad del propósito es recurrente: además de la urgencia por asesinar al mórbido marrano que se apoderó de mi anatomía, está la de inyectar una dosis de orden al cuervo de la dispersión, enfilar mis mil lecturas-legrado, mis desahuciados arranques de narraciones condenadas a la fosa común de los embriones. La Virgen Cabeza, Mircea Catarescu, Yuval Noah y sus lecciones, el peixoteano Cementerio de pianos y la lenta agonía del comisario Croce. No hubo reloj de antaño como de año en año , ni uvas podridas ni cuenta atrás. El 2019 empezó de la peor y más predecible forma posible, un infierno al que ya le gusta ataviarse con el traje de lo ordinario. El que tiene todas las chances y los méritos para aspirar a ser el peor año de nuestras vidas no ha hecho desmerecer los pronósticos. Por ahora los apostadores no pueden hablar de sorpresas. Hell awaits, perora Slayer. Siniestra luz desnuda del 1 de enero, despertar a media mañana con la canción del viento de Santa Ana, heraldo de los puertos en el Aqueronte donde se renovarán naufragios, la intuición de una temporada en el infierno que amenaza con ser larga. Las letras ya no son redentoras y mis vírgenes lecturas son analgésicos caducados, falsas promesas de escape, el siempre interrupto sueño de fuga. Distribuyo el caos eterno de la biblioteca solo para reparar en la desgraciada naturaleza de mi literario santoral, toda esa pordiosera vocación de ángeles del fango, derrumbes y atormentados de toda ralea, hormonales suicidas, aferrados insomnes: Pizarnik, Roth, Berlin, Poe. Death walks behind you. A esos árboles me arrimo.

Sunday, December 30, 2018

En el último día del año, el último juglar del Bordo ha salido a vender el último ejemplar del último periódico impreso en la historia de la ciudad. El final del 2019 es un buen momento para leerse de hidalgo estos cuentos que publica hoy Confabulario. Podrán acompañar a Iliana Olmedo a consumar un disparate de moribundos hermanos en la humeante frontera de la Guerra Civil española; integrarse al inflexible clan de hembras-alfa de Brenda Ríos; acompañar a Luis Jorge Boone a visitar las ruinas de la farmacia que inspiró a Cormac McCarthy en Monclova o explorar con Felipe Lomelí los orígenes de una austral araucaria perdida en los manglares de la costa jaliciense. Antes de que el tamaleficio nos postre en estado comatoso, pásele a leer Confabulario, que el año y la vida se acaban. http://confabulario.eluniversal.com.mx/cuento-daniel-salinas-basave/