Eterno Retorno

Saturday, September 17, 2005

A mano armada
Historia del terrorismo
Bruce Hoffman
Espasa Editorial

Por Daniel Salinas Basave

En cada época de la Historia, la humanidad, o acaso debemos decir el mundo occidental, se las arregla para nombrar sus demonios y definir, entre todas las calamidades y amenazas posibles, a su jinete apocalíptico de cabecera. Ejemplos sobran.
En la Edad Media, la sombra permanente del invasor moro poblaba las pesadillas de los europeos y el terror fue capaz de unir a las buenas conciencias cristianas.
Tras las guerras napoleónicas, los monárquicos de Europa, unidos en Santa Alianza en el Congreso de Viena, trataron de exorcizar al demonio revolucionario que amenazaba al mundo.
En las últimas dos décadas del Siglo XX, el Diablo se llamaba narcotráfico y ni un gobierno que aspirara a llevar la fiesta en paz con Washington, podía mantenerse al margen de la cruzada en su contra.
Pero de golpe y porrazo, al amanecer del Siglo XXI, el narcotráfico fue desplazado del cetro principal del Infierno por un demonio más cruel y maligno: El terrorismo.
Si algo ha definido a los primeros años del nuevo milenio, es la paranoia mundial desatada a raíz de los atentados terroristas del 11 de septiembre.
De una u otra forma, el miedo colectivo y el afán de los gobiernos por exorcizar al demonio terrorista, influye directamente en todos nosotros. Cualquier lector tendrá en su anecdotario una historia de revisiones minuciosas en aeropuertos o cruces fronterizos eternos. Nunca antes como ahora el terrorismo había llegado a semejante nivel de omnipresencia universal. Luego entonces, me parece por demás oportuna la lectura de ?A mano armada. Historia del terrorismo?, escrita por el profesor Bruce Hoffman, director del Centro para el Estudio del Terrorismo y Violencia política de la Universidad de St. Andrews.
Más que una historia del terrorismo, labor por demás arriesgada y condenada a priori a la subjetividad, Hoffman, experto en la materia, apuesta por el ensayo.
En una época en que los gobiernos occidentales ven terroristas con tranchete en cada aeropuerto, siempre es bueno hacer un alto en el camino y preguntárnos: ¿Qué es exactamente el terrorismo? Esa es la bienvenida al libro de Hoffman que arranca su ensayo partiendo de definir el terrorismo, una palabra que de acuerdo con el autor, comenzó a utilizarse durante la Revolución Francesa para definir el Régimen del Terror de Robespierre en 1794, aunque a lo largo de estos dos siglos ha tenido un significado cambiante.
Si bien el autor concluye su primer capítulo admitiendo la dificultad de encarcelar al terrorismo en una definición, enumera una serie de elementos imprescindibles si se quiere hablar de terrorismo, como lo es el uso de la violencia, la búsqueda de repercusiones psicológicas en la sociedad y su estructura organizacional infranacional o no estatal, puntos que sin duda le acarrearían un debate con quienes afirman que el terrorismo puede ser hoy en día producto de solitarias conspiraciones.
Una vez desgajada la definición, Hoffman entra en materia analizando el terrorismo etnonacionalista y separatista que marcó la época poscolonial, para luego entrar de lleno en el analisis del matrimonio entre terrorismo y religión y de las organizaciones terroristas de vocación multinacional, para concluir con un análisis psicológico y social sobre las motivaciones mentales del terrorista moderno.
Tal vez sea una obra limitada y a la que se podrá acusar de padecer una visión demasiado occidental del terrorismo, pero que por lo menos da un buen Norte para adentrarse en el fenómeno.

Wednesday, September 14, 2005

Sueños Secesionistas

Entre los regios más radicales, los afanes secesionistas no son raros. Crecí escuchando a algunos norteños radicales que se la pasaban echando pestes sobre el hecho de que en México los estados del Norte nos dediquemos a trabajar y crear empresas productivas para mantener a los incorregibles haraganes del Sur.
En el colmo del radicalismo y en esos arrebatos de odio hacia todo lo que huela a chilango, tan comunes en mi terruño, escuché muchas veces declaraciones separatistas: Si el Norte de México se separara del Sur, seríamos sin duda la nación más poderosa de Latinoamérica y podríamos competir con Estados Unidos.


No creo que pudiéramos ser tan ricos como Estados Unidos, pero sí más ricos que cualquier nación latinoamericana. El Norte mantiene a México. El Norte es la fuerza motora de este país. Es la máquina que jala este tren hacia el progreso. Las raíces de este secesionismo tienen orígenes históricos. Desde la negativa del gobernador de Nuevo León Santiago Vidaurri a dejar entrar a Juárez a Monterrey en 1864, hasta la rebelión de los empresarios regios contra Echeverría. Sepan ustedes que por ahí de 1973, el llamado grupo de Chipinque, a raíz de la rampante devaluación y el asesinato de Don Eugenio Garza Sada, estuvo a punto de iniciar una revuelta separatista y dejar de pagar impuestos a la Federación. Crecí entre adultos que me hacían ver que los norteños somos los eternos trabajadores que con nuestra creatividad y empeño mantenemos a un país de zánganos sureños y chilangos tramposos.


Imagínense por un momento que Nuevo León, Baja California, Tamaulipas, Sonora, Coahuila, Chihuahua y Baja California Sur fueran un estado nacional independiente. Una suerte de Confederación Norteña. Puedo asegurarles que seríamos una nación poderosa y rica. En cambio, el Sur y Centro de México quedarían culturalmente hermanados con Guatemala, Honduras y de más vecinos del Centro del Continente y muy lejos de los Estados Unidos. Con algunas excepciones como podrían ser estados progresistas como Jalisco, Aguascalientes (las hidrocálidas son las más bellas mujeres, por ello se les admite de todo corazón) y el Estado de México, el Sur y el Centro de la República son básicamente pobres. En materia de desarrollo económico poco pueden ofrecer. Eternos demandantes de apoyos sociales y subsidios, buenos para los conflictos y las rebeliones, nulos generadores de riqueza, sólo son capaces de ofrecer el disfraz de si mismos, la engañosa belleza de una cultura que se extingue. Sus indígenas, sus rebeliones, sus catedrales coloniales La belleza de sus playas y sus selvas se las dio la naturaleza y algunos han sabido aprovecharla. Se bien que la riqueza que generan Cancún y Acapulco no son enchiladas. Acaso sería bueno darles chance como miembros honorarios de la Confederación.


A diario llegan a Tijuana decenas de oaxaqueños, guerrerenses, chiapanecos, nayaritas y varias decenas de miles de sinaloenses. Si les pidiéramos pasaporte o visa para ingresar a la Confederación Norteña, digamos antes de entrar a territorio de Chihuahua o Sonora, nos ahorraríamos muchos disgustos por estos rumbos bajacalifornianos. El 90% de los pordioseros y malandrillos de las calles son migrantes procedentes del Sur.
También todas las sanguijuelas que chupan dinero de nuestros impuestos que se van en miles de millones de pesos de apoyos sociales a gente que no es de aquí. La enorme mayoría de estos tipos acaban integrando las Mareas Rojas de Hank Rhon y se dedican a pordioserear en los Martes de Puertas Abiertas y al final son voto duro y carne de cañón para el PRI. Es cierto, algunos han fundado comunidades prósperas o por lo menos instalado restaurantes de deliciosa comida, pero lo cierto es que los habitantes de Baja California, los que somos fuerza productiva, debemos trabajar para mantenerlos.


A lo largo de mi vida he pisado prácticamente todos los estados de México. He viajado a profundidad por Chiapas y Oaxaca y disfruto enormidades el Sur del País. Pero me considero esencialmente y culturalmente un norteño. Nací en Monterrey y vivo en Tijuana. Salvo por la abundancia de opciones futboleras, no me gustaría vivir en una ciudad del Centro o Sur de México. Ya viví en el DF, hice excelentes amigos chilangos, tuve una hermosa novia y la pasé muy bien, pero jamás volvería. Me quedo con mi buena experiencia. Yo soy del Norte y viviré en el Norte. Para que se den una idea, en todo lo que va del Siglo XXI los únicos estados mexicanos que he pisado son Baja California, Baja California Sur, Sonora y Nuevo León. Hace siete años que no viajo al Centro o Sur del País y si quieren que sea honesto, no lo extraño demasiado.


Nunca he visto un regio, un sonorense o un bajacaliforniano emigrar a buscar oportunidades laborales profesionales a Oaxaca, Chiapas o Guerrero. Salvo que tu vocación sea dedicar tu vida a fumar mota en Zipolite, regentear los pistos tras la barra de un bar en Cancún o Acapulco, promover un puesto de artesanías en Taxco o dedicarte a maquilar camisetas del Che para el turismo revolucionario, ni un norteño en su sano juicio emigra al Sur. Aunque bueno, nunca falta quien emigra a la capital. Algún día yo mismo viví en el DF, pero bueno, juro que enmendamos pronto el error.


Claro, están también quienes defienden el sueño de Bolívar de integración latinoamericana. La realidad es que en el papel no sería tan descabellado. La realidad, claro, dice otra cosa.
De no ser por nuestra proverbial vocación hacia el deporte de la intriga, la cizaña y el refinado arte de chingar al prójimo, no dudo que Latinoamérica, en efecto, pudiera estar unida en un mismo estado nacional o por lo menos en una gran comunidad económica. En el Siglo XIX, el hondureño Francisco Morazán soñó con la unidad de Centroamérica. Si me pongo en plan a lo Eduardo Galeano y empiezo a elucubrar teorías conspiratorias diré que la United Fruit y los intereses del capitalismo yanqui hicieron todo lo posible para evitar esa unión.


En todo caso, parece mucho más lógica una unión entre hondureños, nicaragüenses y costarricenses o entre argentinos y uruguayos, que el matrimonio a la fuerza en el que tuvieron que convivir Bosnia, Croacia, Servia y Macedonia unidos en un mismo estado nacional llamado Yugoslavia. Agua, aceite, perros, gatos cristianos, musulmanes, ortodoxos en una misma caldera. Lo mismo se aplica a la Unión Soviética ¿Cómo comprender que Ucrania, Estonia, Lituania, Georgia, Armenia. Uzbekistán, Letonia, Kazajstán y un largo etcétera convivieran juntos como estado nacional? Tendría más lógica una unidad latinoamericana, definitivamente.

Tuesday, September 13, 2005

Piel felina

En mis manos la nueva camiseta de los Tigres. Mi padrino José Manuel me la ha traído esta mañana de Monterrey. Es un bonito diseño, con la franja azul un poco más delgada y unas casi imperceptibles rayitas verticales. Cada una de mis camisetas de los Tigres tiene su historia, su espíritu, su dosis de cábala. Suelo estrenarlas en la víspera de juegos importantes y suelo dormir con ellas. Esta que acabo de recibir hoy, la estrenaré el día del juego contra Cruz Azul o acaso aguarde dos semanas para estrenarla en el verdadero Clásico de Clásicos (el América vs Chivas es una vil pantomima de Televisa, el verdadero Clásico señores es el Clásico Regio) Acaso esta nueva piel Tigre traiga la buena fortuna y le pongamos una buena madriza a las rayas regias. Con la gran racha que trae el equipo de visitante (pregúntenle al desdentado pescadito jarocho si no me creen) hay razones para pensar que le colgaremos un rosario de goles a las mierdozas rayas del tec.
Tal vez el improbable lector no aficionado no pueda entender esta pasión delirante por un equipo, pero para mí la camiseta de los Tigres significa muchísimo. Desde hace años colecciono camisetas originales de futbol de todo el mundo. Sin embargo mi colección de camisetas del gran equipo felino se cuece aparte. Tengo muchísimas camisetas originales de los Tigres, de todas las épocas. Desde aquellas viejas playeras de los años ochenta con el UANL en la franja azul, hasta aquellas de las rayas atigradas con la que descendimos y ascendimos en 1996 y 97. Tengo la del retorno a la franja horizontal y de ahí para el real todas las que han usado. Amarillas y azules, de entrenamiento, de manga corta o larga. Camisas formales con el logo, sudaderas, pants completos y gorras completan mi colección Tigre. Bueno, entre las perlas que le faltan a mi joyero está la que usaron en la Libertadores de América y aquel extraño diseño negro con franja amarilla que solo en un partido usaron.
Daría algo más que una fortuna por conseguir algún ejemplar original de los gloriosos campeonatos de 78 y 82. Sin conocimiento de causa, puedo afirmar que soy la persona fuera de Nuevo León que posee más camisetas y artículos de este gran equipo. Dentro de Nuevo León sin duda hay mil personas cuyo fanatismo y obsesión por los Tigres me dejan a mí a nivel de un aficionado tibio y light, pues crean ustedes que en Monterrey he conocido auténticos locos que podrían matar por los Tigres como un cruzado por el Santo Sepulcro. Pero a menos de que en otra parte de la República haya un tipo igual de loco que yo, creo que poseo la colección de camisetas Tigres más grande fuera de las fronteras de Nuevo León. Son algo más que tatuajes en mi piel.


Una familia lejana

Desde que vivo en Tijuana, me sobran dedos para contar las veces que he recibido la visita de algún familiar o amigo procedente de Monterrey. Llevo aquí casi siete años y creo que no he recibido más de cinco visitas procedentes de la Sultana del Norte. Tijuana no está en el mapa de los regios. Rara vez tienen un asunto que venir a tratar por aquí. Esta mañana vino mi padrino José Manuel Basave. Un desayuno de apenas una hora, pero que realmente me puso contento. Sólo entonces caigo en la cuenta de lo mucho que extrañaba poder conversar largo y tendido con alguien de mi familia. El tiempo simplemente se consumió volando. Sólo cuando recibo noticias de la patria chica, me cae el veinte de cuan largo ha sido este autoexilio.

Live in Japan

Tocar en Japón significa traspasar una barrera. Digamos que en el mundo del rock es algo así como la punta de una pirámide, el umbral que lleva a una agrupación a una nueva etapa de su historia, una muestra inconfundible de que tu música puede considerarse auténticamente universal pues has llegado al otro lado del planeta. No es casualidad que muchas bandas no se resistan a grabar discos en vivo en tierras niponas, algunos de los cuales son clásicos en la historia del rock. El más célebre, sin duda, el de Deep Purple, aunque el Judas Priest y el de Iron Maiden, por no hablar de Blind Guardian e In Flames no cantaron mal las rancheras.
Nortec está en estos momentos en tierras niponas. Desconozco cuántas agrupaciones musicales mexicanas de cualquier género hayan pisado Japón, pero creo que sobran dedos en la mano para contarlas. El hecho de que un proyecto 100% tijuanense triunfe en tierras niponas me hace sentir honestamente contento. Miles de mierdas musicales de pop y rock mexicano que reciben toneladas de publicidad no sueñan siquiera con cruzar la frontera. Nortec en cambio ha llegado a la tierra del Sol Naciente. Puede o no gustarte su música, pero jamás podrás negar su enorme trascendencia y su originalidad. A mi como habitante de Tijuana, me llena de orgullo.


El discurso del odio

En mis manos un nuevo ensayo: El discurso del odio del filósofo francés André Glucksmann. Ahí les encrago la portada. Rojo profundo con la palabra ODIO rayada como graffitti y en vez de I un AK-47. Llevo apenas 33 páginas leídas. Odio, luego existo es la hipótesis de este fatalista. Glucksmann trata de demostrar que el Odio humano es un sentimiento omnipresente y eterno que no ha sido aniquilado, y que hoy, con la fiebre del terrorismo, está más vivo que nunca. La facultad apocalíptica de pitar el final del partido, antes patrimonio de los dioses y después monopolizada por las superpotencias, se ha puesto al alcance del gran público., dice el filósofo. No se pierda la reseña en Pasos de Gutenberg.


LL

Luego de más de un año y medio de veto, he vuelto a comprar un ejemplar de la revista Letras Libres. Como ya he narrado, comencé a comprar la revista de Krauze desde su primer ejemplar, aparecido en enero de 1999. Durante casi cinco años la coleccioné sin que me faltara uno solo. Hasta que un día me di cuenta que me aburría espantosamente, que prácticamente la archivaba en el librero sin siquiera leerla. Sin embargo, en esta ocasión el número se lo dedican al narcotráfico y me llamó la atención. Me hubiera gustado leer un artículo de mi colega Jorge Morales Almada o ya de perdido de mi otro colega Don Jesús Blancornelas, pero no. Atiborraron a Elmer Mendoza a Fernández Menéndez y a dos tres intelectualoides chilangos cuyo conocimiento del narco se debe limitar al plano teórico y metafísico, pues nunca han vivido en la frontera. Pero bueno, dales chance. Veremos si este ejemplar de LL es capaz de divertirme un poco.


Metal Hammer

Además de revistas de Historia, soy coleccionista de revistas metaleras. La Metal Hammer la empecé a leer cuando tenía unos 15 años de edad. No es que no me pierda un número, pero cuando trae algo interesante, pues la pepeno. En esta ocasión la portada está dedicada a los mismísimos Judas Priest con el retorno de Rob Halford al micrófono y vienen interesantes artículos sobre los polacos Behemot, los italianos Lacuna Coil, los nezayorquinos Anthrax y bueno, un montón de reseñas de discos que es lo que a fin de cuentas más me pasa de la Metal Hammer. Si un disco es una mierda, estos tipos te dicen la neta, algo que no han aprendido a hacer las revistas mexicanas, que creen que reseñar es sinónimo de alabar.

Quijote

Hace rato, conversaba vía msg con mi amigo Jopy Montero. Me decía que acaba de terminar de leer el Quijote. Me puse a recordar pasajes y me agarraron unas ganas enormes de volverlo a leer. El Quijote, quieran o no, es la novela de novelas. Es la gran obra literaria de la Humanidad. Lo leí hace ya un buen rato y sin embargo, recuerdo casi todos los pasajes. En lo personal me gusta más la segunda parte que la primera. Creo que el común de la gente se ha quedado con el cliché de los Molinos de Viento y la quema de los libros de caballería. En lo personal, señores, a mí me gustan más las aventuras en el Palacio de los Duques, los corajes de Sancho en Barataria, la historia de la Barca Encantada navegando a la deriva en el Ebro y por supuesto, la aventura del Caballero de los Espejos, máximo triunfo quijotesco. Digan lo que quieran modernitos postnarrativos hijos de Roberto Bolaño. El Quijote es y será la obra de obras y la voy a volver a leer.

Transmetal

La última vez que escribí, estaba en la víspera de entrar a una tocada de Transmetal y estaba triste. Hacía mucho que no iba a una tocada de hoyo, arrabalera, en un antro sórdido y mierdozo apestando a sudor, cerveza, orines y mota.
En fin, esta es la crónica que voluntariamente escribí y que este día se publica en Frontera.

Prende Transmetal
Defraudan a seguidores de Morbid Angel
Por Daniel Salinas Basave

Después de la media noche, entrada ya la madrugada del domingo, más de cien almas en pena iniciaron el descenso al Infierno de Dante y tras escuchar el llamado de la hembra se refugiaron bajo los cielos púrpura donde yacían ángeles enfermos, que entre potentes riffs y sonoros batacazos gozaron con la mejor banda de metal mexicano: Transmetal.
Inmersos en un baño de sudor, entre el omnipresente humo de cigarro, danzando sobre latas de cerveza aplastadas, más de un centenar de metaleros recibieron la madrugada en el Box Undregound.
Fue hasta la 1:20 de la madrugada cuando la banda de los hermanos Partida empezó a rasgar sus guitarras y lanzó su potente descarga decibélica.
Horas antes, la concurrencia había gozado del virtuosismo en los solos de guitarra de Torno que con todo y baterista invitado, salieron con banderas desplegadas.
El punto negro del concierto fue la inacabable hora que empleó una banda capitalina no contemplada en el cartel llamada Garrobos, que en medio de declaraciones de ?orgullo chilango?, descargó un patético hard core que con potencia intento suplir la absoluta falta de originalidad y propuesta creativa.
Dice el dicho que más vale tarde que nunca y Transmetal supo contagiar casi de inmediato a la concurrencia cuando salió al escenario. No por nada, es una agrupación que lleva casi 20 años haciendo mover melenas y levantando con orgullo la bandera del metal mexicano.
?México bárbaro?, fue el primer trallazo de la madrugada y para cuando interpretaron ?El llamado de la hembra? y ?Debajo de los cielos púrpura?, los ánimos ya estaban más que encendidos y las melenas volaban en la oscuridad.
La máxima intensidad llegó con la potentísima interpretación de ?Infierno de Dante? , seguida de una magistral versión del clásico de Mötorhead, Orgasmatron.
Tras un primer cierre con la ultraslamera ?Killers?, el ?Trans? retornó al escenario para interpretar una hard rockera versión de ?The Zoo?, pieza de Scorpions a la que siguió ?Ángel enfermo?, antes de rematar la velada con At the Gallows End, himno de los patriarcas suecos del Doom, Candlemass. El frío de la madrugada cobijaba la Avenida Revolución y en el aire aún se movían algunas melenas.

Defraudan a seguidores de Morbid Angel

La historia fue harto distinta a siete cuadras del Box Underground, donde otro nutrido grupo de seguidores del metal fruncían el rostro cuando en la entrada del Hard Rock Café, sin que mediara explicación de por medio, les decían que el concierto de Morbid Angel, la mejor banda de death metal estadounidense, cancelaba su presentación hasta nuevo aviso.
Decenas de metaleros, muchos provenientes de San Diego y Mexicali llegaron al Hard Rock boleto en mano, sólo para enterarse en la puerta de la cancelación, por supuestos problemas con el vuelo.
Heriberto Díaz, subgerente de Hard Rock se limitó a señalar que era problema de la promotora, Carolina Núñez y que dado que ellos sólo rentaban el lugar, no eran responsables de la devolución del dinero.
La promotora del concierto no aparecía por ningún lado, nadie quería hacerse responsable de la cancelación y en el local se limitaron a informar que el mismo boleto les serviría para una posible nueva visita de Morbid Angel, que se llevaría a cabo tentativamente en cuatro meses, aunque no dieron fecha exacta e hicieron la invitación para ver en forma gratuita a un grupo de bandas locales que estaban contempladas para abrir el concierto.