El día que Mouriño mató a Obama. Por Daniel Salinas Basave
Hay días que por su coyuntura noticiosa están destinados a quedar grabados en la memoria por el resto de tu vida. Digamos que no son días sumamente especiales en tu universo personal, pero en
esta sociedad de bombardeo mediático estás sujeto a ser acribillado por ráfagas de noticias a cada momento y de pronto, en cuestión de minutos, tienes a 20 mil tipos hablando del mismo tema, simulando ser expertos y estar demasiado enterados. En México todos los adultos nos acordamos de lo que estábamos haciendo la tarde-noche del 23 de marzo de 1994. Sin duda dentro de muchísimos años (si es que vivimos) nos acordaremos del intenso 4 de noviembre de 2008. ¿Un día para la historia? Definitivamente.
Puedo apostar que la mañana del 4 de noviembre de 2008 todos los periódicos de México teníamos ya lista y diseñada la que sería nuestra portada del día siguiente. En cualquier día del año, por aburrido e intrascendente que sea, en todo diario tienes más o menos definido 24 horas antes lo que publicarás como portada. Vaya, generalmente tienes un reportaje de reserva, mismo que vuelve a la banca en caso de que ese día ocurra algo con el “punch” suficiente como para ser tu nota de ocho. En realidad en Tijuana es raro que vivamos un día de 0-0 noticioso.
Sin embargo, todo hacía pensar que pasara lo que pasara, nuestra portada del 5 de noviembre de 2008 ya estaba más que definida. Digamos que no todos los días tu poderoso y ricachón vecino celebra sus elecciones y hasta donde tengo entendido, no es cosa del diario que un afroamericano llegue a la Casa Blanca. Nada más 219 años pasaron para que algo así ocurriera. Ante semejante escenario, es lógico que desde temprano ya tuviéremos el flamante diseño de nuestra obvia portada: “Es Obama el nuevo Presidente de EU”. Sólo podría tumbar esa cabeza un improbable triunfo de Mc Cain en el que nadie creíamos, pues el candidato republicano entró muerto a la campaña. Pero vaya sorpresa; sucede que no todos los días se muere en este país un secretario de Gobernación. En términos noticiosos, Juan Camilo Mouriño mató a Obama en México.
Aquella noche del 4 de noviembre acudí a una cena en casa del cónsul de Estados Unidos en Tijuana, Ronald Kramer. El diplomático encabezó una ceremonia con políticos bajacalifornianos en donde ofreció un mensaje tras la jornada electoral de su país. ¿Saben ustedes quién hablaba de Obama en la cena? Nadie en lo absoluto. El tema era Mouriño. En términos periodísticos lo de ese día fue un choque de titanes. Una noticia de alcance mundial largamente esperada y cocinada, murió a manos de una sorpresota de impacto nacional. Por lógica, en México Obama estuvo condenado a ser nota dos de cualquier periódico que se de a respetar. Mouriño gana el round.
Ese día me interesa, sobre todo, como fenómeno periodístico. La primera gran tragedia política mexicana en la era del periodismo cibernético. Quienes den clases en las facultades de Comunicación deberían ponerlo como ejemplo. Hacía un buen rato que no veía dos “headlines” de este tamaño competir por la atención.
Este espacio no pretende formular teorías ni elucubraciones. Cuando los grandes noticiones sacuden a millones, brotan bajo las piedras los sabihondos con sus versiones exclusivas y descabelladas. Desde el momento mismo de la caída, intuimos la avalancha de hipótesis sobre conspiraciones, últimas palabras, legados ocultos. El Gobierno Federal dijo que fue un accidente. Diez mil tipos con complejo de interesantes e informados dijeron que fue un atentado, que lo mató Calderón, que fue AMLO, que fue el EPR, el CAF, el Teo, el Muletas, los extraterrestres, los Mapaches de Nueva Italia. Sobraron también las plañideras, las viudas, las vestiduras rasgadas que hablarán de un joven ejemplar, de una carrera sin tacha, de un héroe que sin duda sería el futuro Presidente de México cuya carrera fue truncada por oscuros intereses. Desde esa misma noche podíamos anticipar el cacareo que se avecinaba y las toneladas de superchería. Lo cierto es que México fue posiblemente el único país del mundo donde Barack Obama no fue la portada de los periódicos del 5 de noviembre de 2008.