Este fue mi editorial de ayer en Noticiero Sintesis
Tras mirar con esa mezcla de incredulidad, asombro e indignación las escenas del Casino Royale ardiendo en llamas, sólo quedan por herencia preguntas hasta ahora sin respuesta: ¿Quién pudo hacer esto? ¿Quién pudo tener un alma tan negra y una sangre tan fría para causar tanto dolor y acabar sin remordimientos con tantas vidas de inocentes? Esto va más allá de lo que los detractores han querido hacer ver como la guerra de un presidente. Va mucho más allá del simple negocio ilícito de las drogas. Esto se llama terrorismo y tiene que ser combatido con la fuerza. No hay otra alternativa. El carácter del regio está hecho para superar adversidades, pero parece ser que la sociedad en Monterrey aún no acaba de salir de su pasmo, de su asombro, de su comprensible terror por la severa escalada de violencia que sufre la ciudad. Por lo que al Gobierno del Estado Nuevo León respecta, ha quedado en evidencia que está totalmente superado, que carece de la capacidad, del coraje y sobre todo de la voluntad para enfrentar esta pesadilla. Por coherencia, por practicidad operativa y por dignidad, Rodrigo Medina debería evaluar con total humildad y sentido de autocrítica, si debe presentar su renuncia. Demasiadas pruebas de incapacidad ha dado como para darnos cuenta que no tiene la altura para ser el líder que el pueblo de Nuevo León necesita en este momento crítico de su historia. Pronuncio estas palabras desde el punto de vista de quien se siente herido por ver su tierra natal transformada en un infierno. Me considero un tijuanense adoptivo y espero vivir el resto de mi vida en Baja California, pero Monterrey es la ciudad donde nací, donde vive buena parte de mi familia y donde pasé mi infancia al pie del Cerro de las Mitras y de cara a la Sierra Madre, recorriendo en bicicleta pacíficas calles en donde sólo se escuchaban historias de trabajo duro, de pujanza, de ahorro y superación de límites. En sus 415 años de historia contando desde su fundación, el 20 de septiembre de 1596, Monterrey no había vivido momentos tan angustiantes. Este es el momento en que México entero debe unir sus brazos con el pueblo regiomontano para que nunca, nunca jamás volvamos a vivir un infierno así.