La silueta de Aarón estaba ahí, recortando la oscuridad bajo el Portal Maya de Playa del Carmen, a unos metros de la banca donde aguardabas el amanecer. Un instante después había desaparecido. Frente a ti sólo estaban los arcos de la plaza y el Caribe cual manta negra, estático y silente. Ni vestigio de ruido o movimiento en los alrededores
¿Qué es exactamente un instante? No podrías precisarlo. Tal vez sólo unos segundos de ojos cerrados, un súbito cabeceo ante la dulce brisa de la madrugada…
En tu mundo interior no hay casualidades ni actos fortuitos. Si tu pluma se ha fundido con el sargazo o ha sido tomada por el Caribe es por alguna causa superior. Acaso es el tributo que debes pagar, tu ofrenda o tu derecho de piso por invocar la inspiración en este alucinante paraíso. Con tus cuadernos y tus plumas eres obsesiva y fetichista en grados risibles. Te has sugestionado con la creencia de que tus poemas sólo pueden brotar de una Pilot sobre una hoja de Moleskine. Después te preguntas si hay algún lugar donde habite la palabra en estado límbico o larvario. ¿La pluma es el pene que fecunda y la hoja el útero que recibe y alberga? La pluma no puede escribir en el aire y con aire no puedes llenar un papel. Tus desvaríos toman caminos improbables.