Chapuzas cervantinas y cuentos quijotescos
Hay quien se aferra
a decir que Cervantes era un chapucero, pues la forma en que sembró historias
alternas en el Quijote se parece más a un burdo zurcido que a un fino tejido
narrativo. Yo más bien pienso que la gran riqueza quijotesca está precisamente en
su diversidad. Por algo es la madre de todas las novelas y el Manco de Lepanto
entendió que el novelista juega en una suerte de valetodo literario en donde
cabe el discurso, el ensayo histórico, la copla pastoril, la crónica
costumbrista, la comedia romántica o el relato abiertamente autobiográfico. En
una librería de Antigua, Guatemala, pepené este ejemplar que compila los
cuentos del Quijote, es decir todas las historias paralelas con las que se van
topando don Alonso y Sancho en sus correrías. Hoy que por primera vez leo por
separado estas historias como si fueran relatos mostrencos y no parte integral
de un todo, confirmo lo hábil que era Cervantes como narrador sin importar el
género. Vaya, el Manco se desarrolla con idéntica maestría en la carrera de largo
aliento que en el espacio corto y como cuentista está a la altura de un
Boccaccio. La primera y la más larga, es la historia del Cautivo Ruy Pérez de
Biedma, sin duda el más descaradamente autobiográfico de los personajes
cervantinos. Ruy, al igual que Cervantes, peleó en 1571 en la Batalla de
Lepanto y Ruy, al igual que Cervantes, estuvo años preso en el Argel y la
corona española lo abandonó a su suerte. A través de un relato de ficción,
Cervantes le manda decir al rey que lo utilizaron vilmente como peón de
batalla, que lo mandaron a que le despedazaran la mano de un arcabuzazo y lo
olvidaron en manos de sus captores. No sé si Cervantes también se enamoró de
una magrebí, pero tampoco me extrañaría. Releyendo estos relatos desde la
mirada del Zeitgeist actual, reparo en su tremenda actualidad. La historia de
Ruy y Zoraida es una defensa de las leyes del amor imponiéndose a las
prohibiciones de la corona y de la iglesia. Los reyes católicos expulsaron a
los moros de la península ibérica, pero Ruy cruza clandestinamente el estrecho
de Gibraltar con su amada princesa musulmana a la que introduce
clandestinamente en el país. O qué decir de alegato de la pastora Marcela ante
el ataúd de Grisóstomo, toda una declaración de principios de amor libre
feminista. Grisóstomo le sale a Marcela con el clásico chantaje machista de “si
me desprecias me mato” y en efecto, se mata. Los pastores señalan a Marcela
como la pérfida insensible que provocó su muerte y Marcela, derrochando
personalidad y lucidez, les hace ver que el amor solo puede nacer de la libre
voluntad y no de la coerción y que como mujer tiene derecho a no aceptar a
Grisóstomo. Podría hablar también de El curioso impertinente o de Maese Pedro,
pero mejor me limito a recomendarles que le echen una leída a estos relatos
cervantinos. Ninguno tiene desperdicio.
Pd- Eso sí, Miguel
de Cervantes jamás imaginó que su personaje inspiraría la creación tienda más
popular y kinky del Japón, cuyo símbolo no es un hidalgo con un yelmo sobre un
escuálido rocín, sino un ridículo pingüino kawai. Donqui forever!!!