Verne en Tijuas...
Como los toros de Pamplona, los libros irrumpieron en San
Fermín. En algún momento llegué a pensar que nuestra feria entraría a formar
parte de ese descomunal obituario que por herencia nos dejó la pandemia y cual
hoyo negro chupó tantísimas cosas, pero la mejor sorpresa de este verano es que
la fiesta tijuanense de los lectores, como el Ave Fénix, ha renacido de sus
cenizas. Después de más de tres años de ausencia, reparo en cuánta falta nos
hacía nuestra fiesta. Al menos yo sí la extrañaba un chingo y estoy seguro que
ustedes también. Me gusta la idea de vivirla en verano.
Me encanta que el escritor de cabecera sea Julio Verne.
Es chingón rendir homenaje a los narradores que nos volaron la cabeza en la
infancia y adolescencia. Porque ustedes y yo viajamos más de 20 mil leguas en
las profundidades con el capitán Nemo y después pelamos gallo de la Tierra a la
Luna. En los cráteres de Islandia descendimos al centro de la Tierra y le dimos
la vuelta al mundo en menos de 80 días y la vuelta al día en más de ochenta
mundos.
Nuestra Feria del Libro es el principal evento cultural
de la ciudad, el más longevo y el que ha tenido una mayor continuidad. La Feria
del Libro de Tijuana es incluso más antigua que la de Guadalajara o la de
Monterrey. Nació en 1980 a iniciativa de Alfonso López Camacho, presidente de
la Unión de Libreros y como salmón anarquista a contracorriente se ha
mantenido, pese a recortes, cuchillazos, grillas y cambios de sede. Es la
fiesta de los libros, los libreros y, sobre todo, de las y los lectores, que
somos el centro del engranaje. Porque este canijo vicio nuestro es para
compartirse y vivirlo a plenitud.
Habrá quien cuestione que no crezca y critique su
estructura (yo mismo lo he hecho) pues es una feria de libreros y no de
editoriales, pero al final del camino es y ha sido nuestra fiesta, la que nos
reúne a los lectores tijuanenses. Es, obvia decir, la feria a la que más veces
he acudido en mi vida y en la que he pepenado, rolado, intercambiado,
presentado y vendido más libros.
Como lector llevaba 21 años ininterrumpidos acudiendo
hasta la última edición, que fue la de 2019. Tengo un larguísimo tren de
anécdotas y buenos recuerdos. Viví mi primera feria libresca tijuanense en mayo
de 1999 en el patio central de Palacio Municipal, cuando yo era un recién
llegado a la ciudad. Era en verdad algo muy modesto aunque los libreros, como
siempre, derrochaban corazón. El primer libro que compré en la feria en aquella
primavera del 99, eso sí lo recuerdo muy bien, fue Un asesino solitario de
Élmer Mendoza y fue (por supuesto) en el puesto de El Día.
Participé por primera vez con un micrófono en la edición
de 2006, cuando se celebraba en la Revu. En aquella ocasión fui presentador de
Mario Bellatin (Lecciones para una liebre muerta) y tuve una mesa redonda sobre
rock con mis colegas de la Ciruela Eléctrica.
Desde 2011 a la fecha siempre que acudo presento libros
(míos y de un montón de colegas) y en los últimos años solía tener actividades
todos los días. Grandes recuerdos tengo de la 2012 (la última celebrada en
Plaza Río) cuando presentamos La Liturgia del Tigre Blanco y agotamos las
existencias del libro esa misma tarde (fue el libro más vendido de toda la
feria).
Inolvidable la de 2014 (la segunda de la nueva etapa en
el Cecut) cuando presenté Cartografías Absurdas de Daxdalia con Eduardo Antonio
Parra y fue el homenaje a Federico Campbell y Rafa Saavedra. Inolvidable 2018,
cuando me tocó abrir la primera jornada con Días de whisky malo y dar el cerrojazo
a la feria con Juglares del Bordo.
Soy un lector y las ferias librescas representan (Sade
dixit) mi vicio ampliamente recompensado. La Feria del Libro de Tijuana debería
posicionarse en el imaginario colectivo como la primera feria libresca de
Latinoamérica
Aquí empieza nuestra literatura. Aquí empiezan nuestras
letras.
Por razones de mi oficio, he rodado de acá para allá y he
acudido a muy diversas ferias del libro en México y en el mundo, pero esta es
la nuestra, la de casa, a la que quiero seguir acudiendo muchos años más. Hay
muchos detalles por mejorar, pero hoy la mejor noticia es que la Feria renació
de sus cenizas. Allá nos vemos colegas. La vamos a pasar bien!