Escribir
para niños y adolescentes es un arte. Crear un buen libro de texto capaz de
atraer la atención y resultar ameno para alumnos de primaria y secundaria es
algo más que un desafío. Admiro a quien lo logra, pero por desgracia son muchos
los que fracasan en el intento.
Estos
días hemos estado ayudando a Iker a estudiar para sus exámenes trimestrales y
me he dado a la tarea de leer detenida y críticamente sus libros de texto
editados por UNOi, modelo creado por el Grupo Santillana, quienes con absoluta
grandilocuencia se presentan como “la empresa que impulsa el movimiento de
transformación educativa más importante de Latinoamérica”.
Me
puse a leer pausadamente los libros Historia del Mundo y Lengua Materna Español
de primer grado de secundaria y mi conclusión es que no es en absoluto una
lectura amena, fluida o amigable. Me pareció una lectura fragmentada, dispersa
y por momentos caótica.
Entiendo
a priori su buena intención. Concedo que ha sido un buen intento y valoro lo
que quisieron hacer induciendo a los niños a pensar y cuestionar, pero su
manera de llevarlo al papel fue absolutamente fallida.
De
entrada empezamos por la forma. La edición e impresión deja muchísimo que
desear. Ustedes me conocen colegas, tengo un largo kilometraje como lector y
les confieso que me costó muchísimo trabajo entrarle a esa letra tan pequeña,
opaca y compactada.
Caracteres
chiquititos, amontonados en cuadros compactos e impresos en un gris muy tenue.
Si tienes miopía, agárrate, porque vas a sufrir en serio. Vaya, agradecería un
color negro bien definido, una separación de renglones con 1.5 y un texto que
respire con párrafos. Se los juro colegas: ya se inventó el punto y aparte y no
cobran por usarlo.
Parece
que quisieran amontonar demasiado en una sola página. El detalle es que hay un
contraste entre imágenes innecesariamente grandes y letritas microscópicas
amontonadas en cuadros sin párrafos.
Vaya,
es como cuando quieres meter varios kilos de ropa y enseres en una maletita
compacta de mano.
Pero
si la edición carga consigo inocultables defectos, el contenido también acaba
por naufragar en su afán de amontonar innecesariamente.
Puedo
decir que me identifico con UNOi en que apuestan (o intentan apostar) por una
suerte de mayéutica socrática de la que soy un fiel creyente. Creo que el mayor
logro de un maestro es conseguir que sus alumnos aprendan a cuestionar y
cuestionarse, a abrir signos de interrogación y tratar de establecer conexiones
entre lo aprendido en los libros con lo que acontece en su mundo y en su vida.
Me parece que UNOi busca fomentar que los alumnos abran interrogantes, pero al
menos en Historia y Lengua fallan.
Creo
que a sus libros se les puede aplicar aquello de “el que mucho abarca, poco
aprieta”. Amontonan demasiados temas y tratan de trazar puentes y conexiones
entre tópicos muy diversos que no siempre resultan coherentes. Admito que a mí
también me gusta hacer eso y soy feliz creando analogías, pero no estoy seguro
que niños de doce o trece años asimilen comparaciones que inducen a la
confusión.
Incluyen
columnas de opinión de una página entera en letra muy compacta escritas por
autores que acaban perdiendo la brújula y no logran aterrizar o cerrar la idea.
Aceptaría esos textos en una revista o en un periódico, pero en términos pedagógicos
confunden más de lo que enseñan.
Por
ejemplo, en el libro de Lengua Materna tratan de trazar un malogrado
paralelismo entre Fuenteovejuna de Lope de Vega y la rebelión del pueblo
michoacano de Cherán. Aprecio el intento, pero aquí me quedé con cara de “me no
entender”.
En
otra página, abren columna anticipando un comparativo entre la obra de Tolkien
y la Primera Guerra Mundial que a priori imaginé interesantísimo y todo quedó
en decirte que el autor de El señor de los anillos vivió la Gran Guerra para
acto seguido cambiar de tema y olvidarse del planteamiento original. Después la
editorial, escrita por María de María, naufraga, pero tiene el buen detalle y
la habilidad de cerrar su texto con una pregunta que yo me hago todo el tiempo:
¿Qué se dirá de ti y de tu generación en cien años?
En
fin, trato de rescatar lo bueno y valoro en verdad que muchos de los textos
terminen con una pregunta abierta. Por ejemplo, un editorial que habla de la
omnipotencia militar y económica de Estados Unidos en el Siglo XX y XXI termina
con una interrogante: “¿Terminará este poder algún día? No lo sabemos y te
tocará a ti averiguarlo”.
UNOi
se presentan como un proyecto educativo en constante evolución y de todo
corazón deseo que su constancia evolutiva se refleje en libros más amigables y
que evolucionen a un modelo más aterrizado. Hay muchísimo por mejorar.
Desgraciadamente,
enfrente tenemos a los libros de la SEP, con un Marx Arriaga y sus afanes
dogmatizantes. Nada más patético que intentar alienar a los niños en un
ridículo catecismo oficialista, una regresiva perorata llena de prejuicios,
rencores y complejos. Arriaga criticó severamente a los libros promovidos por
corporativos editoriales privados y lo más triste es que UNOi no da demasiados
argumentos para poderlos defender. Me extraña que siendo Santillana un
consorcio editorial con tanta cancha recorrida estén creando libros tan
caóticos y mal editados.
Sin
embargo, al final del camino, por bueno o malo que sea el material educativo,
lo que verdaderamente hace la diferencia en el aprendizaje es tener una buena
maestra o maestro, alguien que se apasione con lo que enseña y sepa contagiar
esa emoción.