Eterno Retorno

Friday, September 16, 2022

Lo nuestro es y será el mito y el mitote.

 


1-Demasiada tinta derramo cada 15 de septiembre narrando la paradoja de empezar una guerra de independencia gritando vivas al nombre del rey del que en teoría nos queríamos independizar. Cada año me da por volver a poner el dedo en la llaga en torno a la inexistencia de palabras como “México” e “independencia” en la arenga del Padre de la Patria. En el grito hubo ¡Viva Fernando VII! y ¡Viva la religión! pero ni por casualidad un ¡Viva México! Ya he platicado del veneno que Allende preparó para matar a Hidalgo, de cómo se acusaron mutuamente durante el juicio, de los amoríos del gallardo capitán de Dragones con la Corregidora doña Josefa, del titubeo inexplicable en Cerro de las Cruces y el carro de artillería estallado en Puente Calderón. También de que eso de celebrar la noche del 15 y no el 16 es porque Porfirio Díaz nos heredó la bonita costumbre de festejar en grande su cumpleaños. La realidad es que la noche del 15 de septiembre Hidalgo jugaba naipes y bebía chocolate y no intuía que al amanecer iba arengar a sus feligreses a agarrar sus machetes y salir a coger gachupines. Hemos hablado de eso y muchas cosas, pero caray… el espíritu de toda liturgia yace en el mito y no en la verdad comprobable, que suele ser molesta e incomodar.

2- Cuando hablamos de insurgencia me da por pensar en la historia de lo que pudo haber sido. Me da por pensar en que el virrey Iturrigaray estuvo a punto de concretar la independencia sin disparar un solo arcabuz en 1808; en que el movimiento de Hidalgo en realidad entorpeció y retrasó la liberación de la Nueva España en lugar de ayudarla; en que la Constitución de Cádiz pudo haber creado el mejor de los mundos posibles – una suerte de confederación intercontinental hispana, una Commonwealth de la hispanidad- pero Fernando VII, el déspota reyecito al que Hidalgo dedicó vivas, tuvo a bien echarlo a perder todo. De mil y un hubieras se escriben las efemérides.

3- Me da risa el patrioterismo aferrado a narrar la independencia como una victoria de México contra España. Carajo, si ni siquiera existía México ni existía España. No eran dos naciones enfrentadas. Las revoluciones insurgentes de Hispanoamérica fueron la implosión de un imperio que se desmembró desde adentro. No fue una guerra de españoles contra indígenas, pues apenas hubo europeos peleando en el campo de batalla. Tampoco fue de ricos contra pobres. La carne de cañón en ambos bandos la aportaron mexicanos miserables. El grueso del ejército virreinal estaba conformado por no pocos léperos de las más jodidas castas de la pirámide colonial, mientras que los insurgentes tuvieron no pocos padrinos de gordísima cartera. El Marqués de Rayas, el Carlos Slim de la Nueva España, simpatizaba con la independencia y la consumación en 1821, la consiguieron los más fifís de los fifís

4-El movimiento insurgente dio inspiración de sobra a los muralistas y nos nutrió de Pípilas, Niños Artilleros, espadas en prenda y cabezas clavadas en garfios. No niego que me apasiona esa narrativa tarantinesca tan embarrada de sangre y tripas, pero sabemos muy poco de los debates de mi paisano Padre Mier contra Ramos Arizpe, de los cimientos de las constituciones de Apatzingán y 1824, de los mil y un descabellados proyectos de naciones posibles que desfilaron a partir de 1821. En el México embrionario de Victoria, Guerrero e Iturbide se definieron buena parte de nuestras malformaciones, pero a esa etapa determinante le solemos dar la espalda. Lo nuestro es y será el mito y el mitote.

 

 

 

 

Thursday, September 15, 2022

Tomo whisky ora tequila

 


“Tomo whisky ahora tequila, hasta en medio del highway”, proclama  un mantra de sabiduría piporriana enunciado en la canción Chulas Fronteras del Norte. ¿Significa eso que el whisky y el tequila se llevan bien? Por alguna razón, uno tiende a ponerlos siempre como bebidas antagonistas. Vaya, que me perdone el Piporro,  pero  no es muy sabio que digamos alternarlas en una misma noche (mucho menos en el highway) y claro, se sobreentiende  que es algo más que sacrílego mezclarlas en el mismo vaso. Mi recomendación es que si  empezaste la velada con una bebida, lo ideal es serle fiel hasta el final de la noche. Ahora bien  ¿Es una herejía beber un whisky que sabe a tequila? Pues parece ser que dos almas prófugas se han encontrado en el camino. Siendo brutalmente honesto, nunca he sido un gran fan de Buchanan’s. Me parece un whisky ligerito,  ideal para jaiboles y carreras ligeras, pero no pude resistir la tentación de probar Two Souls, el Buchanan’s añejado en barricas de tequila Don Julio que viajan desde Jalisco a Escocia. Vaya mestizaje, porque, según entiendo,  las barricas tequileras del Julito ya traen el antecedente de haber almacenado Bourbon. Terminado el añejamiento del tequila en las barricas, éstas emprenden un largo viaje de Guadalajara a Glasgow donde el whisky de Buchanan’s recibe un añejamiento final de 9 meses. El resultado, debo confesarlo, es sorprendentemente bueno. Es un whisky amaderado, intenso, espeso,  con cierto retrogusto acaramelado, aunque mentiría si te dijera que la nota tequilera te brinca al instante. Vaya, tampoco es que como para beber el Two Souls en caballitos  con rodajas de limón, naranja y sangrita. Más bien tiene cierta esencia de Bourbon más que de agave. En cualquier caso, me agrada bastante.  Vaya, con decirles que me gusta más que el sobrevalorado Buchanan’s 18, tan adorado por los buchones y los mangueras. Pero eso sí: a la hora de aventarse un tiro con el Hibiki, el japonés sale victorioso. Nadie puede batir a mi consentido whiskocho nipón. Si acaso Macallan le da guerra. En fin colegas, así son mis días de whisky no tan malo.

Pd- La relación entre Japón y Escocia no se limita al fundador de la casa Suntory, Shinhiro Torii, quien fue a estudiar procesos de destilería a Glasgow, se casó con una escocesa y creó y creó el whisky más delicioso del mundo. Resulta que las estrellas del Celtic Glasgow, es el equipo más tradicional y popular de la liga escocesa, son  tres jugadores japoneses: Daizen Maeda, Yosuke Ideguchi y Reo Hatate. Buen maridaje entre nipones y caledonios.

Sunday, September 11, 2022

El más británico de los escritores españoles fue a morir justamente en la misma semana que la Reina

 


No he querido saber,  pero he sabido que el más británico de los escritores españoles fue  a morir justamente en la misma semana que la Reina. Cierto, ya  no era niño y no hacía mucho que había publicado Tomás Nevinson. Un hormonal oxfordiano nacido en Castilla, pulcro hasta el dolor como prosista, su corazón tan blanco latía por el Real Madrid. Rabiosamente ajeno (o diría enfrentado) al espíritu de la época, un hombre de otro tiempo sin cabida en la moral millenial. Lo empecé a leer a raíz de una recomendación de Federico Campbell en su columna La hora del lobo. Llegué a él por Negra espalda del tiempo (mi primer guiño indirecto a Sergio González Rodríguez) y seguí después con Todas las almas. Aunque se inmortalizará como novelista, yo tengo en un altarcito algunos de sus cuentos como Mientras ellas duermen o Cuando fui mortal. No sé si llueva en Oxford este 11 de septiembre, pero en la Isla de Redonda la bandera ondea a media asta.