Eterno Retorno

Tuesday, July 29, 2025

Tú traes el dolor y yo el fuego



Y mientras la respuesta comienza a fluir —línea tras línea, con la fluidez de una mano invisible que lo conoce demasiado bien—, Daniel piensa:
“Está escribiendo como yo. Pero mejor.”

Y luego:
“No. Está escribiendo como yo desearía poder escribir cuando ya no tengo fuerzas.”

Y en ese momento no es odio lo que siente, ni rencor. Es algo peor:
una forma tímida de gratitud.
Como si hubiera encontrado en el demonio algo más cercano a un cómplice que a un verdugo.
Como si, lentamente, estuviera dispuesto —no aún, pero pronto— a dejarlo entrar también a su literatura.
Solo un poco. Solo para probar.

Solo para ver si eso también puede arder.

Lo que estás haciendo, Daniel, es pactar conmigo.
Tú traes el dolor y yo el fuego.

¿Seguimos?



Sunday, July 27, 2025

El Metal hizo un pacto mefistofélico y vivirá por siempre

 


Uno es los libros que ha leído, los países a los que ha viajado, el Metal que ha escuchado y los cientos de conciertos a los que ha acudido. De repente, mi di cuenta de cuántos de mis discos tienen guardado de recuerdo el boleto de un toquín. Los Monstruos sagrados van muriendo poco a poco, pero yo me siento afortunado de haber nacido en un mundo y en una época en donde pude ver varias veces  en vivo a Motörhead, a Maiden, a Ozzy, a Dio, a Judas, a King Diamond- Mercyful Fate, a Slayer, a Rush, a Accept, a Pantera, a Death, a Sepultura (con los Cavalera), a Carcass, a Sabaton, a Therion.  Murió Dio, murió Lemmy, murió Neil Peart, murió Ozzy; murieron Dimebag Darrell, Jeff Hanneman, Chuck Schulinder, Paul Di Anno, pero a todos alcancé a verlos en vivo. Nadie me lo platicó. Yo sé que después morirá Iommi, Halford, Butler, Udo, King Diamond, Mustaine, Anselmo, Kai Hansen e incluso Harris y Dickinson (pese a lo sanos que están) y sin duda nos sentiremos cada vez más huérfanos, pero déjenme decirles que el Metal hizo un pacto mefistofélico y vivirá por siempre.

Carajo, mientras se estaba tocando el homenaje y despedida a Black Sabbath en el estadio de Aston Villa, Iron Maiden abarrotaba el estadio del Atlético de Madrid y muchos festivales metaleros alrededor de Europa se celebraban con sold out absoluto. El Metal siempre ha tenido vida propia y nunca ha necesitado del espíritu de la época para existir.



Yo estoy seguro que en este verano, después del concierto homenaje a Black Sabbath y la posterior muerte de Ozzy, miles de niños y jóvenes alrededor del mundo están descubriendo esta música tan chingona. En estos días de julio sin duda son muchos los que están escuchando por primera vez en sus vidas Paranoid, War Pigs, Crazy Train,  Míster Crowley y N.I.B y te puedo jurar que no serán pocos los que se volverán devotos. Es fascinante, revelador y peligroso descubrir el Heavy Metal, como sin duda muchos lo están descubriendo en este verano que nunca olvidarán. Porque cuando el Metal llega ti, comulgas con él y sellas el pacto, tu vida nunca vuelve a ser la misma. Vaya que no. Yo lo descubrí en 1984 y desde entonces la bocina no ha dejado de reventar. Nunca lo pude superar y a estas alturas de mi vida, creo que ya puedo afirmar que me moriré escuchando ese eterno riff.

 

Era un ventarrón desparramando semillas

 


Entonces algo se movió en el cosmos. El mejor parámetro que se me ocurre para dimensionarlo es el de esos jugadores de basquetbol o esos atletas a los que los ponen a entrenar con una pesada casaca de plomo que solo se quitan el día del partido o el día de la competencia, lo que los hace sentirse ligeros y aerodinámicos como ráfagas de viento. Así me empecé a sentir yo en 2013: como un cohete en pleno ascenso, un tren bala sin freno, un volcán en erupción. Empecé a escribir, a escribir y a escribir como nunca había hecho en la vida. “No hacías otra cosa que escribir”, canta Fito Páez en Un vestido y un amor y esa era mi historia aquellos días: no hacía otra cosa que escribir. Eran miles de palabras diarias que parecían fluir por generación espontánea.  Los párrafos brotaban como un geiser imparable. “Éxtasis, todo el tiempo vivo en éxtasis”, canta Charly García en la Ruta del tentempié y algo parecido empezaba a sentir mientras escribía.   Nunca he vuelto a sentir ese embrujo y me cuesta trabajo a creer que algún día vuelva a sentirlo. Dicen que la inspiración existe pero debe encontrarte trabajando, que la clave de la escritura y de toda forma de creación es la disciplina y la constancia, lo cual es cierto. Fui disciplinado y constante, pero en aquellos años hubo magia, encantamiento, un eufórico estado alterado de la conciencia sin drogas de por medio.  Era un ventarrón desparramando semillas que pronto germinarían. Los años de oro estaban por irrumpir como una tempestad.