Eterno Retorno

Thursday, August 06, 2009

Ha sido una buena semana. El Conejito no para de patear y anda más saltarín que nunca. Los análisis médicos y la cita con el ginecólogo arrojan resultados estables. Lo que tenía que subir subió, lo que tenía que bajar, bajó. Lo que debe ser negativo, en su negatividad se mantiene y lo positivo, inundado de positivismo (comteano) está.

Tigres levanta una copa internacional y se agencia y un milloncito de dólares de los cuales no compartirá ni uno con sus más fiel aficionado. De cualquier manera, no todos los días tengo el placer de ver a mi equipo levantar un trofeo y dar una vuelta olímpica. Chilla Temo. El fuego de Chicago fue apagado a zarpazos. La Ciudad de los Vientos fue Felina y un rugido amarillo hizo temblar el lago Michigan. No quiero hacerme ilusiones, pues al rato el pisto y la vida nocturna le quitan la pelota, pero Itamar está en plan de crack. Estos Tigres están rugiendo muy duro y por primera vez en muchos años vuelvo a tener fe en ellos. Felicidades Campeones.

Para redondear la historia, una noche de verano metalero de esas que hacen antología. Nunca había podido ver Judas Priest con Rob Halford. Lo había visto con Ripper Owens en Monterrey y había visto a Halford en su proyecto solista, pero nunca a toda la banda original. El 28 de octubre de 2005 tenía ya mis boletos para ir a Judas pero por tristísimas razones que no quiero recordar, no pude acudir a dicho concierto. Casi cuatro años después la cita con esta leyenda del metal se ha concretado. Pocas veces había acudido a un concierto con un set list de rolas con tanto significado para mí. Tres de mis favoritas de Priest de todos los tiempos, The Ripper, Diamonds and Rust y Freewill Burning, fueron interpretadas. Ahí les dejo la reseña, por si algún improbable tiene valor y tiempo.



FUNDEN ACERO BRITÁNICO EN SAN DIEGO

Por Daniel Salinas Basave

Un puño de acero británico golpeó la noche sandieguina. Rugir de Harley, grito agudo, guitarrazo matador, cuero… ¡Metal!!!. Casi tres décadas han pasado y este acero se mostró duro e inoxidable cuando el beso del Padre Judas se consumó en el Open Air Theatre de la Universiad de San Diego. Judas Priest tiene en su haber un nuevo disco, una ópera rock de altas pretensiones llamada Nostradamus, pero la cita de esa noche no era para hablar de profecías apocalípticas, sino para asestar un mazazo del más puro fierro inglés y rebanar yugulares con una hoja de afeitar. Con un año de adelanto, Judas Priest celebra que su álbum emblemático British Steel está a punto de convertirse en un treintón. La fiesta de este veintinueveañero consistió en recetarnos todas y cada una de las canciones de este disco en perfecto orden. Este acero fue fundido con puro símbolo británico; fue grabado en Ascot, en los Starling Studios, armados en una casa propiedad del cuarto Beatle, Ringo Starr donde según cuenta la leyenda, alguna vez se hospedó en pleno el cuartero de Liverpool. British Steel vio la luz el 23 de abril de 1980, el día que se cumplían 364 años de la muerte de William Shakespeare y Miguel de Cervantes. El título y la hoja de afeitar de la portada, es un homenaje a la fábrica acerera estatal “British Steel” en donde Glen Tipton y K.K. Downing trabajaron como obreros antes de decidirse a vivir de sus guitarras.

Génesis metalero en Birmingham

Se los juro, no es una contradicción: el metal nació del acero. Fue en esas fábricas acereras del barrio de Aston en Birmingham (sí, ahí donde juega el Aston Villa) donde un obrero llamado Tony Iommi se rebanó las yemas de los dedos. Con prótesis elaboradas con ese mismo acero británico, Iommi remplazó las puntas mutiladas de sus dedos y cuando ese acero entró en contacto con las cuerdas de su guitarra, creó un riff denso, machacón, capaz de demoler las entrañas y llevar el rock a una dimensión de pesadez nunca antes experimentada. De acero británico fueron hechas las plateadas cruces del Black Sabbath, el cuarteto salido de ese barrio de fierreros borrachones que invitó a Lucifer a sumarse a la fiesta hippiteka del rock. Ese mismo barrio donde años más tarde nacerían Napalm Death, Extreme Noise Terror, los vampiritos fashion de Cradle of Filth y un montón de bandas más. Sí, algo tendrá el humo de esas fábricas que hasta las entrañas se vuelven metálicas al respirarlo.

Peregrinaje en trolley y encuentro con mi compadre Samuel

Pero basta ya de breviarios culturales metaleros y vamos de una vez al grano. Se supone que les iba a platicar cómo estuvo el concierto de Judas Priest en San Diego y eso mismo es lo que haré, pero como dijo el carnicero, vamos por partes. Resulta que teníamos nuestros boletos para acudir a la misa que oficiaría el Padre Judas, pero el martes al medio día aún no contábamos con un vehículo para llegar hasta el Open Air y el JuanCa saldría algo tarde de trabajar. He perdido la cuenta del número de conciertos a los que ha acudido en House of Blues y Sports Arena, pero esta sería mi primera vez en el Open Air. Alguna vez me había ido a la Universidad Estatal de San Diego en peregrinaje camionero, pero hasta donde tenía entendido el trolley no llegaba hasta ahí. Mmmm, llegaba es tiempo pasado. Mientras en Tijuana llevamos casi 20 años tratando de poner el primer riel de ese sueño guajiro llamado tren ligero, allá en San Diego, con todo y su recesión, el trolley se moderniza y ahora la línea verde te lleva hasta la mismísima puerta del teatro, eso sí, después de casi hora y media de viaje desde San Ysidro en que me fui leyendo el Palacio de la Luna de Paul Auster. Hasta allá llegamos el Octa y yo al filo de las 18:20, cuando aún faltaba rato para que saliera la primera banda de la jornada, unos ilustres desconocidos llamados Popevil. La chela de concierto es cara e irremediablemente mala. Ocho dólares por unas gotas de mierda transparente e insípida como Budweiser o Coors es algo más que una patada en los huevos en estos tiempos de crisis. Por fortuna, tengo una membrana olfativa, un sexto sentido o vaya usted a saber qué extraño artefacto anatómico capaz de hacerme detectar la buena cerveza aún en medio del desierto. Caminamos unas tres cuadras por el barrio universitario entre esporádicos hornazos de mota y de pronto ahí estaba frente a nosotros el oasis chelero, materializado en el nombre de un patriota de Nueva Inglaterra: Samuel Adams. Bendito sea por siempre Boston. Un bar universitario cuyos precios no son tan estafados como el Rock Bottom. 3.50 dolaritos por una pinta de Samuel Adams de barril. Semejante delicia de chela y el ambiente del bar, con música de Motörhead, Metallica, Heaven and Hell y el propio Judas, nos motivaron a mandar al carajo a Popevil. Ojalá no nos hayamos perdido al futuro mesías metalero. Ya eran las 20:00 y nosotros íbamos por la cuarta chela. Por supuesto me costó demasiado trabajo sacar al Octa de ahí, pues él se aferraba a que no hay quinto malo, pero una serpiente blanca, algo ridícula y cursilona, nos aguardaba el teatro.

La blanca serpiente de la cursilería

Whitesnake siempre me ha parecido el arquetipo de la cursilería rockera. Rolls Royce, champaña, blancas piernas bajo vestidos de noche alzados por el viento ¿Así o más ochentero el pedo? Arribamos al teatro en donde, ¡oh sorpresa!, ya nos aguardaba el JuanCa y la blanca serpiente melosa ya había tomado el escenario. Sí, tengo muy claro que David Coverdale, siempre con su camisa blanca de cruces rojas, llegó a ser la voz de ese monstruo sagrado llamado Deep Purple y no se me olvida que escuchar a un guitarrista como Doug Aldrich siempre será una delicia y en esta ocasión no me defraudó. Sin embargo, algo me falta para poder sentir algo de respeto por Whitesnake, si bien reconozco que con todo y su cursilería es infinitamente preferible a la basura nümetal alternativa con la que korn y sus mierdozos discípulos nos inundaron a finales de los noventa. Bad Boys, Lay Down your Love, Show and Easy, Coverdale dando gritos wanabe Robert Plant y Doug derrochando virtuosismo. No hay que olvidar que entre los sagrados mandamientos de la iglesia de la ridiculez rockera, el eterno solo de guitarra es un sacramento irrenunciable de esta liturgia. Después vendría el momento cachondón de la velada, el de celulares y encendedores al aire para darle el beso a la novia con Is This Love ¿Será posible ser más cursi? El punto obviamente más fuerte de la noche llegó con Here I Go Again y sí, pa qué digo que no, sí la canté, porque esa rola es llegadora y allá por 1987 vi a miles de adolescentes regias corearla emocionadas en los bailes quinceañeros del San Agustín y el Alpino, pero esa es otra historia nostálgica que para fortuna de ustedes no narraré en esta ocasión. La serpiente blanca se marchaba exhortándonos a escuchar su nuevo disco Is Good to Be Bad. ¿Bad? Mmm. Es bueno ser payo y romántico, antes que malo. Yo aproveché para ir al baño y el Octa para traer unas carísimas chelas.


El Beso de Judas y los hornazos zorrilleros

Para las 21:00 el teatro ya estaba lleno en tres cuartas partes o un poco más. Lo atiborraban personajes nacidos entre 1950 y 1990. Mayoría, por supuesto, los treintañeros o los late 20. Pero había también auténticos dones que sin duda ya eran adultos cuando Judas grabó el Rocka Rolla en 1974 y, créalo usted o no, algunas doñitas. Por supuesto, tampoco podía faltar la horda teenager, la nueva generación del metal, esos diecisieteañeros que se enamoraron del heavy en el Guitar Hero y descubrieron sabiamente que el indie, el alternativo y de más porquería snob coachelloza es insignificante cuando se le compara con el Rock con mayúsculas. Tras sesudas reflexiones con mi amigo JuanCa, llegamos a la conclusión de que en todo recitar rockero, no importa quien se presenté, siempre verás chingomil camisetas de Maiden. Sea quien sea la banda, la cara de Eddie siempre será mayoría. Noche de verano californiano, con ese calorcito cachondo y humedón que tanto extrañaremos dentro de dos meses. Los hornazos a mota, obvia decirlo, estaban a la orden. Los teatros al aire libre se prestan y los gabachos eligen estas fechas para traerse las mejores colas de zorros de sus macetas. Ante tanto olor a zorrillo aceitoso, me quedó claro que esos tipos ya no dependen de los mexicanos para forjar sus toques. A mi no me chingan: esa no es mota que viajó empacada desde Michoacán en el doble fondo de un trailer. Ni madres. Esa es mota de invernadero, de granjita californiana, regada con leche y cultivada con las últimas recetas holandesas. Pero se supone que estábamos hablando de Judas y no de técnicas de cultivo de cannabis.

Eran las 21:30 cuando un telón que mostraba los parques industriales de Birmingham (¿o serían los de Otay?) se alzó y cinco tipos salieron al escenario. Glen Tipton, haciendo honor al cuero rojo, Ian Hill, siempre tan de bajo perfil con su traje de picos, KK Downing headbanguenado discreto, Scott Travis sobre su altar bataquero y al frente, el Dios hermafrodita del Metal, Mister Rob Halford y esa manía suya de medio jorobarse al cantar. Si has escuchado el British Steel, te imaginarás que abrieron con Rapid Fire y sin mayores preámbulos, continuaron con Metal Gods. Siguiendo con el orden establecido, rompieron la ley y nos recetaron la que sin duda es la única rolita con la que varios millones de personas ajenas al Metal identifican a esta fenomenal banda: Breaking The Law. Grinder y la patriotera United (God Bless the Queen and the Union Jack) prosiguieron el repertorio antes de que Halford nos jurara que no es preciso ser viejo para ser sabio para después recetarnos ese casi popero himno a vivir después de la media noche. Sí, Living Alter Midnight es casi, casi una rolita de pop. The Rage (ese señor rolón, mi favorita del álbum) y Steeler acabaron de forjar el acero. 29 añitos y contando. Comentario aparte y perdón por el sacrilegio, pero British Steel no está entre mis cinco álbumes favoritos de Judas Priest. Sí, ya se, ese disco es emblemático, piedra angular en la historia priestiana y como tal lo disfruto, pero si tuviera que elegir cinco discos de Judas para mi metalera isla desierta, el British no estaría ahí (antes me llevo Sad Wings of Destiny, Painkiller, Defenders of the Faith, Screaming for Vengance y sí, aunque usted no lo crea, el nuevo, Nostradamus) British tiene dos de las rolas más popero-antreras de Judas, Breaking the Law y Living Aftermidnight, aunque sin duda las dos mejores del disco son Metal Gods y The Rage.

Concluida la serenata del acero, Judas se acordó que hay otros discos en su haber y me recetó el primer momento absolutamente matador del concierto: The Ripper. Putísima madre, esa rola sí me destripa como Jack (¿han escuchado la versión de Mercyful Fate? Se las recomiendo) Después hubo tiempo para hacerle al profeta y receternos The Prophecy, la primera rola de su nuevo álbum Nostradamus. Tras las profecías apocalípticas, hizo irrupción la patrulla infernal. Hell Patrol fue por desgracia la única rola de esa obra monumental del heavy llamada Painkiller. Para rematar, Victim of Changes, espacio inmejorable para la demostración de habilidades de Tipton y Downing. Amenaza de cierre y emblemático retorno en Harley Davidson para el encore. Como si les faltaran himnos a la motocicleta. ¿Cuál nos cantaría Halford a bordo del caballo de hierro? ¿Sería Hell Bent for Leather? No. Algo aún más asesino. Freewill Burning. Acábame de matar. Rápidos y furiosos cabalgamos el universo. Uffff. Pero aún hay más ¿Quieres hacerme llorar? Cántame Diamonds and Rust. Ahora sí, Judas me había besado y ya ni siquiera puse atención a You ve got another thing comin. Los amamos, volveremos. Puños en alto, noche cerrada, hordas metaleras encaminándose al estacionamiento. Colorín colorado.


Set list Judas Priest 21:30-23:00

1. Rapid Fire
2. Metal Gods
3. Breaking The Law
4. Grinder
5. United
6. You Don't Have To Be Old To Be Wise
7. Living After Midnight
8. The Rage
9. Steeler
10. The Ripper
11. Prophecy
12. Hell Patrol
13. Victim Of Changes

Encore:

14. Freewheel Burning
15. Diamonds And Rust
16. You've Got Another Thing Comin'


Set list Whitesnake 20:00-21:00

1. Bad Boys
2. Fool For Your Lovin'
3. Love Ain't No Stranger
4. Slow An' Easy
5. Lay Down Your Love
*Guitar spotlight with Reb Beach and Doug Aldrich trading off solos*
6. Cryin' In The Rain (with extended Drum solo in the middle)
7. Is This Love
8. Give Me All Your Love
9. Here I Go Again
10. Still Of The Night

Wednesday, August 05, 2009

La tarde se pone un disfraz de fantasma y hay en el aire algo parecido a un presagio.


En la tabla personal del hedonismo, los viajes y los libros se encuentran en primerísimo sitio. Mientras haya un libro por leer y una ciudad por descubrir, la vida merecerá ser vivida. Luego entonces, es de esperar que la literatura de viajes sea un vicio difícil de resistir.


Viajar y perder países, inventar personajes que evitan que nos arrojemos al vacío, adentrarse a tumba abierta en la realidad, perseguir con gran fatiga vidas ajenas, morir de esa pasión extrema que puede ser el amor, coleccionar tempestades, interiorizar a los muertos, perderse, practicar la saudade, convertirse en fantasma


Si los mundos narrativos son tan confortables ¿por qué, entonces, no intentar leer el mismo mundo real como si fuera una novela? O también, si los mundos de la ficción narrativa son tan pequeños y engañosamente confortables, ¿por qué no intentar construir mundos narrativos que sean complejos, contradictorios y provocadores, como el mundo real?



Hemos querido contagiar lo sublime a la Muerte. Asociarla con la gloria, la redención, la apoteosis. Cuántas personas optan por su Muerte para acceder a un pedacito de inmortalidad. Pero la Muerte puede ser también, y de hecho lo es en la mayoría de los casos, un acto terriblemente absurdo no exento de cierta comicidad. Acabamos desnudados por la Muerte en nuestras formas más estúpidas y grotescas como el valiente condenado a Muerte que sueña desafiar a sus verdugos con mirada soberbia y acaba cagándose en los pantalones antes de recibir la descarga.

Aún así, grotesca o sublime, señorial o plebeya, la Muerte es la mejor consejera. Háganle caso a Don Juan Matus. Es lo mejor que me ha dejado por herencia mis lecturas castanedianas. Además, la Muerte, cual diosa, es imperturbable e inmune a humanos juicios de valor. Acaso deba corregir lo escrito arriba; la Muerte no puede ser absurda o sublime. Absurdo es el acto de morir porque absurdo es el hombre. La Muerte es siempre la misma, tan democrática ella, tan leal compañera.

¿Para qué conjurar a la Muerte? ¿Para qué temerla? No le den más vueltas al asunto ni busquen dioses o mitologías que los rediman. Es la única compañera absolutamente fiel de tu vida. Está contigo desde tu primer segundo de existencia y podrás sentir su aliento en tu hombro con tu primer respiro, en tu primer suspiro traicionero que te arrancó esa cosa parecida al deseo, en ese orgasmo demoledor, en tu grito de euforia y dolor, en tu pendeja embriaguez narcicista. DSB



El género humano recurre a la religión cuando ha desesperado de los socorros de la naturaleza. De ahí que las guerras de religión sean muy sangrientas y de ahí que los hombres libertinos al envejecer devengan muy religiosos-Gian Battista Vico

Los habitantes de la Tierra se dividen en dos:Los que tienen cerebro pero no religiónLos que tienen religión, pero no cerebroAbu Ala- Al- Mari