Eterno Retorno

Thursday, April 09, 2020

9 de abril

Llueve y se derrama Apocalipsis como nunca en abril. Es una tormenta diluviana e invernal, propia de nuestros apocalípticos eneros y no de primavera. Llueve sobre Tijuana y Canica duerme lejos de nosotros. Tercera noche fuera de casa, en la morada de una veterinaria con esencia de científica loca, un hada madrina caótica y desbarajustada que sin embargo parece tener el alma fuerte y el espíritu combativo como para pelear por una causa en apariencia perdida y buscarle la cuadratura al círculo, tratándole de salvar la vida nuestra pequeña. Tres noches fuera y como suele ocurrir en esta cuarentena, pierdo la perspectiva del tiempo. Nos jode pensar que Canica duerme en una jaula rodeada por una horda de veinte gatos y otros tantos perros, con una aguja enterrada drenando suero salvador en el interior de su maltrecha perrunidad. ¿Se preguntará acaso por qué carajos la dejamos a su suerte en ese infierno? ¿Quién es esa hada-bruja que la inyecta y entuba sin piedad? En cualquier caso, después del desahucio emitido por la ordinaria y poco luchona doctora anterior, era poco probable que Canica llegara al Viernes Santo pero contra todo pronóstico, esta noche, bajo esta tormenta, estamos peleando por su vida. Al 2020 le gusta usar el traje de gala del Armagedón y este extemporáneo aferre diluviano contribuye a la sensación de que todo absolutamente está por desbarrancarse. Bebo, sueño y duermeveleo mucho más de lo que escribo. Cuarentena, largos días en casaninfestados de quehaceres chingaquedos, Apocalipsis now total= obra cumbre, novela jarcorera. ¿Inspiración? ¿Catarsis? Purísima madre. Apocalipsis = Agrafía. Cubierto con tapabocas Bartleby cabalga con los cuatro jinetes. Pretextos sobran para no escribir. La lluvia viene en plan de aferre y a estas alturas, ya deberíamos estar pensando en construir el arca al puro estilo de Noe Sten Xhingando. Escucho Clash, las rolitas Dub, Armagedón Time en versión jamaicona (¿Villegas?) El título de la rola es ideal para esta noche. La vibra es de fumadero en Ámsterdam. Que ganitas de un churrumais. Quiero escribir pero me sale espuma, diría el Sainz. Quiero escribir pero se me atraviesa un Apperol. Una novela sobre la cuarentena ¡Qué original, qué bárbaro! Y… ese tu walkman qué moderno!!! Digamos que escribiré la historia cuarentenera de una cuarentona llamada Margot Nevin o Margot Morrisette quien es maestra de periodismo en la Universidad de Oregón y de pronto, inmersa en el tedio insoportable de sus virtuales clases en Zoom decide mandar todo a la reverenda chingada y poner kilometraje de por medio rumbo al Sur, siempre al Sur, por la Transpeninsular hasta la finisterra austral bajacaliforniana al puro estilacho de Fernando Jordán, previa parada en mi Tijuas, Rosatlán y claro, mi vallecito vinero, porque sepan ustedes que yo quiero escribir unan novela cuyo epicentro neurálgico e inexorable territorio narrativo será el terruño donde brotan nuestros más presumibles tanguarnices. En algún momento su historia se cruzará con la de Ximena Xicoira, su borracha amasia Edurne y su fallido Carmenere provocador de crudas asesinas y una zorra (sí, una pobre zorrita gris, vulpes-vulpes, endémica del Valle, crucificada afuera deu hotel boutique burbuja con vista a las estrellas muertas) Un Bajo el Volcán- Se está haciendo tarde-Transpeninsular-Crónica de una muerta anunciada escenificada en los territorios de Francisco Zarco, San José de la Zorra, El Porvenir y la Margot Nevin o Margot Morrisette que será una suerte de lowryana Jan Gabrial-Ivonne, beberá, recordará, se pondrá nostalgiosa y saudadera mientras en el valle vinícola se cocinan conspiraciones y catástrofes. ¿Qué te parece? ¿Te late?

La respiración de la Muerte en la nuca inspiró los cuentos del Decamerón y los de las Mil y una noches. Cuando la vida revela su fragilidad y la arena del reloj se va consumiendo, la última astilla para conjurar un naufragio es narrar y transformar en palabra tu último aliento.

Los mil cuentos posibles yacen ahí, en la piedra bronca donde duermen las esculturas, en el flácido territorio límbico que aguarda su postergada revolución. Palabras vegetantes, palabras en estado de coma, palabras destinadas a la nada del neonato.

Soñé con un fusilamiento ejecutado con bolas de plastilina disparadas mediante la técnica del garnucho. En cualquier caso, dentro de la plastilina había algún explosivo. Alguien más y yo éramos los ejecutados. Alcancé a pedir una última voluntad, pero la he olvidado. Mi compañero de cadalso cayó primero. Después una bola me impactó en el pecho y poco a poco empecé a sentir la niebla negra de la Muerte cubriéndome con su manto mientras me derrumbaba sobre la alfombra.

Las escenas más simples de tu vida, sobre todo aquellas que derrochan ternura en medio de una amorosa modorra cotidiana, enseñan en algún pliego el imperceptible hilo negro de la sombra que les acecha. Mi mente pinta inocentes antesalas de hecatombes. Cada cuadro de cotidianidad es una danza macabra. En día más luminoso se insinúa siempre la proximidad de una sombra. La risa desbordada y el goce inconsciente navegan lentos hacia su abismo. La parca yace al acecho en algún rincón del lienzo.

Wednesday, April 08, 2020

¿Qué seguirá con nuestras vidas cuando esta pesadilla acabe? De una forma u otra, todos estamos pensando en lo que haremos o lo que sucederá con nuestras vidas cuando termine esta descomunal parálisis, este paréntesis que nos ha confinado puertas adentro ya ha trastocado nuestros planes en el futuro inmediato. Volver a la normalidad es un concepto omnipresente, pero tal vez esa “normalidad” no exista más porque la dinámica del mundo habrá alterado su curso y nosotros seremos otros. A nivel macroeconómico el mundo está sufriendo un colapso y en México no parecemos estarlo enfrentando de la manera más adecuada. Multiplicar los programas asistenciales y las dádivas a los más pobres será apenas un placebo que en nada podrá inhibir la pérdida de empleos e inversiones por las afectaciones a la pequeña y mediana empresa. Posiblemente lo duro del desbarrancadero económico lo sentiremos en la segunda mitad de este terrible 2020 y en los años venideros, pues la parte complicada de la crisis apenas comienza. Pero más allá del tema financiero y de la inevitable recesión, acaso el traumático recuerdo de esta pandemia nos haga alterar en algo nuestra costumbres. Por ejemplo, el brote de Influenza H1N1 en 2009 nos dejó por herencia el uso del gel anti-bacterial en muchos lugares públicos, oficinas o consultorios. Lo lógico sería pensar que después de lo que hemos vivido, todos nosotros maximicemos nuestras medidas de protección e higiene en el hogar y en el trabajo. No se trata de vivir paranoicos, pero sí conscientes El que quiera entender, que entienda En afán de aportar una dosis de optimismo en medio de la tormenta, proclamemos que toda gran catástrofe trae aparejado un aprendizaje. Si de verdad los seres humanos somos aunque sea un poquito inteligentes, entonces tenemos un montón de lecciones para aprenderle a la pesadilla que estamos viviendo con el Covid. Vaya, digamos que estamos teniendo un seminario intensivo del que podemos obtener trascendentes enseñanzas. Aquí va una pequeña lista con lecciones que a estas alturas ya deberían quedarnos claras. 1- Todo país que aspire al desarrollo debe contar con un sistema de salud pública sólido cuyo presupuesto esté asegurado e incremente periódicamente. No se puede hablar de riqueza o progreso cuando la estructura sanitaria de una nación está en ruinas y sus recursos son volátiles o sujetos a recortes. El acceso a la salud pública no es agenda de izquierda o de derecha sino de humanidad. 2- Las personas que van a salvar nuestras vidas o las de nuestros seres queridos son una enfermera o un médico de guardia. No podemos tenerlos mal equipados, con sueldos de hambre y con jornadas de trabajo inhumanas. Nuestra vida no va a ser salvada por un diputado, un senador, un regidor, un líder político, un delegado federal o alguna lacra similar. Es hora de honrar e invertirle fuerte a nuestros verdaderos héroes. 3- Los superhéroes del mundo moderno son los cazadores de virus y los descubridores de vacunas. Mientras la ciencia siga viviendo con migajas y compulsivos recortes seguiremos siendo un país atrasado y miserable. México tiene que formar nuevas generaciones de científicos y abortar a tanto político y funcionario inútil. 4- Nuestras costumbres tienden a ser insanas. Es hora de adoptar la higiene permanente como un estilo de vida. Maximicemos nuestras medidas de protección en el hogar, en el trabajo y en los espacios públicos. No se trata de vivir paranoicos, pero sí conscientes. 5- La religión no va a salvarte de nada. Tu salvadora es la ciencia. Moraleja: cree en los científicos, no en los sacerdotes. Más ciencia, menos religión. 6- ¿De verdad es imprescindible el trabajo presencial? La cuarentena nos ha demostrado que se puede ser muy eficiente desde casa. La principal causa de la contaminación y el eterno caos vial en nuestras calles, es que millones de personas tenemos que trasladarnos todos los días de un lugar a otro. ¿No será tiempo de empezar a optar por oficinas virtuales y acabar con la obligación de presentarse en el lugar de trabajo? Es momento de reforzar al máximo la tramitología virtual. 7- Las grandes crisis ponen a prueba a los líderes y los desnudan. Hoy ya nos quedó muy claro que ni Andrés López ni Donald Trump son los líderes que México y Estados Unidos necesitan. No solo no ayudan sino que estorban y entorpecen. Tercos, autoritarios, obstinados y ególatras, Trump y López solo están pensando en conservar el poder y salvar el pellejo político. Nuestra salud no les importa en lo más mínimo. Las mayorías se equivocaron y es tiempo de optar por otra clase de líderes. Los votantes tenemos la última palabra.

Tuesday, April 07, 2020

Canica no ha muerto, aunque en esta noche de tormenta no duerme con nosotros. Se ha quedado a pernoctar con su veterinaria entre mil y un gatos. Al menos hay un poco de luz al final del túnel. Tal vez no demasiada, pero algo de luz. Al final todos moriremos. Imposible no ver en la agonía de Canica una alegoría de nuestro propio final. Los perros nos muestran en cámara rápida la secuencia de nuestra fatalidad. La vida es un tren bala y siempre ha sido mucho más rápida que nuestra capacidad de asimilarla. Canica llegó a nuestras vidas en el verano de 2008. La vimos de reojo desde el carro en un flashazo, un sábado al mediodía, cuando salíamos de la colonia para ir a comer. La traía consigo un albañil y nos conquistó apenas hicimos contacto visual, aunque toda ella era una mata de pelambre, garrapatas y suciedad. El albañil nos la regaló. Al parecer le urgía deshacerse de ella. La llevamos a bañar y a pelucar. Con el corte y el baño parecía otra. Su arma de seducción fueron siempre esos ojos con rímel natural y las orejas bicolores, cafés con puntas negras. Era larga y puntiaguda como una comadreja y corría como saeta, saltando de un sillón a otro. Derrochaba energía, vitalidad y coraje. Canica llegó a llenar el vacío heredado por Morris, quien había estado con Carolina desde que era un recién nacido, en la primavera de 1992 y hasta el día de su muerte por insuficiencia renal, el 27 de diciembre de 2007. Carol y yo nos casamos en 1999 y Morris estuvo con nosotros, durmiendo en nuestra cama durante nuestros primeros ocho años de matrimonio. En cualquier caso, Canica ya es la mascota con la que he vivido más tiempo de mi vida. Esperamos poder sumar unos cuantos meses o años más.

Canica va a morir. Hoy por la tarde irrumpió la certidumbre y por vez primera desde el comienzo de esta agonía nos quedó claro que ya no hay esperanzas para nuestra perrita. La Muerte ya está aquí y ahora solo es cuestión de esperar su soplo. ¿Cuándo ocurrirá? Puede ser esta misma noche o acaso dentro de unos días. No mucho más. Imposible pensar en un mes. El lenguaje de la sangre es concluyente y fatalista. Los análisis de hace diez días arrojaban riñones e hígado patinando al borde del desbarrancadero. La veterinaria nos recetó una ristra de medicamentos. Unas pastillas que actuarían como diálisis, un antibiótico para conjurar infecciones internas y una dieta ultra estricta. Seguimos al pie de la letra cada indicación. Canica ha dejado de comer por sí misma y la alimentamos sambutiéndole la comida hecha papilla a través de una jeringa. Mismo procedimiento para las medicinas. Lo único que todavía hace, cada vez menos, es beber agua de su plato y salir a pasear. Hoy por la mañana volvimos con la veterinaria, exactamente once días después de la primera cita. Volvieron a sacarle sangre de su yugular. Por la tarde dimos un largo paseo al parque, acaso el último de su vida. Las lluvias han dejado por herencia cielos limpios y el Pacífico luce petulante su azul disfraz de primavera. Canica aún tiene la fuerza para caminar y oler aunque por dentro su organismo esté a punto del apagón definitivo. Al mediodía incluso tuvo la fuerza para ladrarle al plomero que vino a reparar el boiler. Dormí un poco. Al anochecer llegaron los resultados de los nuevos análisis y la contundencia del trancazo no da lugar a interpretaciones. No solo no hubo mejora sino que en diez días todo se fue por el desbarrancadero. Con semejante catástrofe renal lo increíble es que siga viva. El veredicto de la veterinaria a través del WhatsApp se limitó a un “lo siento”. Queda claro que ya no hay mucho por hacer. Iker pasó de la aparente indiferencia y las bromas a la tristeza devastadora con su respectivo análisis científico. Desde que él nació Canica ha estado en esta casa. Ha convivido con ella a lo largo de sus diez años de vida. Dicho en otras palabras, aún no sabe lo que se siente vivir sin ella y si bien su forma de demostrarle amor es a través de bromas y carrilla, hoy nos ha quedado claro cuánto la ama. Nuestra particular cuarentena ha estado marcada por la agonía de nuestra perrita. Mientras el virus cobra sus primeras víctimas en Baja California y hace estragos del otro lado de la frontera, nosotros nos aferramos a salvar a nuestra pequeña. Su repentina caída ha coincidido con la distópica pesadilla. Grabé un video para el periódico El Norte en donde hablo de cruzar una frontera interior en estos días de encierro y planteo que la quietud es el mayor desafío al espíritu de una época que endiosa la premura. Creo que mentí. En nuestra cuarentena no ha habido quietud ni abstracción artística ni catarsis creativa. A la tarea de mantener con vida a Canica se suman una serie de catástrofes domésticas. Reventó una llave de paso bajo el fregadero, se jodió el boiler, el refrigerador profiere estertores de dinosaurio en extinción y luchamos a conciencia por mantener la casa en pie. Mientras esto escribo han dado las dos de la madrugada y no para de llover. Helada tormenta invernal en pleno abril. Iker ha querido dormir a un lado de Canica y Carol está con él. La lluvia retumba en la ventana del estudio. He tomado cuatro gotas de Rivotril, un par de vodkas nocturnos y media botella de tinto, pero el sueño aún no hace su arribo. Esta lluvia está cargada de mensajes.