Eterno Retorno

Wednesday, April 27, 2005

Refugios y heterónimos

La creación de un personaje heterónimo y de un santuario destinado a transformarse en eterno abrevadero de ideas y en refugio cuando hay demasiado sobredosis de realidad, es un vicio al que no he podido substraerme.
Desde que era muy niño, nació en mí la idea de Daxdalia. No me acuerdo cuando empecé a pensar en ese terruño. Debe haber sido a los ocho o nueve años de edad. Llegué incluso a dibujar mapas, con sus ciudades (Drudolph, la capital), sus montañas, sus ríos, sus lagos y puertos. Daxdalia sobrevive. Personajes ha parido muchos mi imaginación, pero Amber Aravena ha sido la única que amenaza con ser eterna. Muere y resucita alternativamente. Recuerdo que mi primo Héctor también había creado un país (¿Peniburgo?) cuyos mapas eran mucho más detallados y precisos que los míos. ¿Subsistirá aún ese país?
Gerardo Ortega creó a Miguel Fartúa como personaje y creó a Yadivia como un lugar-persona mito cuya génesis me parece extraordinaria.
Yo vuelvo cada cierto tiempo a Daxdalia, a veces como turista y otras tantas, cada vez más frecuentes, como exiliado.

Inauguraciones de Supermercado

Una tarde de verano, hace un año (¿o acaso dos?) tuve que ir a la inauguración de un supermercado en una recóndita colonia de la Zona Este. Fui únicamente porque debía atrapar al escurridizo alcalde, que trataba de evadirme y por aquel entonces el Chuy estaba implicado en no se qué escándalo de corruptelas. La cuestión es que tuve que chutarme toda la inauguración. Fue una experiencia tan traumática, que pensé que a partir de ese preciso momento nacería una novela de horror puro. El escenario era propio de 1984 de Orwell o de El país de las últimas cosas de Auster. Por una parte la miseria de la Zona Este, atiborrada de microcasitas Beta, eso sí perfectamente legales, que esclavizan a sus habitantes con una deuda que subsistirá por la eternidad. Por otra, los rostros de los empleados del supermercado, temerosos, expectantes, con sus uniformes debidamente planchados, escuchando el discurso del dueño de la enorme cadena de tiendas, al que posiblemente sólo en esa ocasión verían en persona. Las edecanes, con sus minifaldas convertidas en trampas ratoneras para atrapar las miradas de los viejos raboverde, cumpliendo con el elemento lúdico sexual de las grandes celebraciones y el sacerdote, siempre el pinche sacerdote, aportando el elemento piadoso y sacro a la ceremonia. Después de todo, nunca faltará el toque católico en el capitalismo mexicano. El alcalde, el secretario de desarrollo económico, las grandes personalidades deambulando sobre los pisos trapeados de un supermercado que nunca en su vida volverán a pisar, pues resulta que jamás pisan esas colonias donde habitan sus sirvientas y su despensa, bien lo sabemos, la surten en San Diego. Luego de la bendición del cura, que ruega a su buen dios por el progreso económico del negocio y del corte de listón debidamente sostenido por las aburridas edecanes, hartas de mostrar pierna, el gran presidente de la cadena de supermercados, que jamás sabrá quiénes son sus empelados ni cómo se llaman, se permite dar un discurso. Y dentro de todos los elementos patéticos, este me parece el más. El elemento más abominable de los capitalistas, el verdadero escupitajo a los ojos, la auténtica patada a los huevos, es cuando salen con sus filosofías de servicio al cliente, superación y realización personal. Hoy como estoy de guardia, tuve que chutarme un boletín sobre la inauguración de otro supermercado en una colonia popular y el recuerdo regresó a mí como una pesadilla vuelta a vivir. Máxime cuando leí frases como estas:


Nuestra confianza en ustedes es plena, estamos convencidos de que la eficiencia y la productividad sólo se logran con empleados debidamente preparados y capacitados.
Para ello es que venimos desarrollando más y mejores esquemas de entrenamiento de personal, que los capacite para enfrentar los actuales tiempos de mayor competencia y exigencia de alto rendimiento.
Pueden ustedes estar seguros que aquí les ofreceremos un amplio espacio para su superación personal y profesional.
Nuestras plegarias al creador para que con su bondad nos oriente al reto de operar y conducir este nuevo centro de trabajo hacia el éxito.
A ustedes nos da mucho gusto saberlos entre nosotros y sumarlos a un grupo de seres humanos cuya misión es el servicio a la comunidad a través del comercio.


Putísima madre. Esto es cierto. Es textual. Acá tengo la copia del discurso. Ni en una sátira de horror. Estas palabras las acaba de pronunciar hace un rato el multimillonario dueño de una enorme cadena de supermercados. Imagino a los pobres empleados, condenados a ganar el salario mínimo y a trabajar en condiciones infrahumanas de explotación. Imagino al empresario, leyendo su discurso (lo debe haber leído, e imagino que patéticamente) sintiéndose redentor. Todos los empresarios se creen salvadores de masas, patriarcas, señores feudales amados por sus siervos. Imagino la historia de una pobre cajera. Carajo, las cajeras de los supermercados me hacen recordar que el infierno existe. Debe ser una condena al estrés perpetuo manejar tal cantidad de dinero, contarlo, que no se pierda, aguantar clientes groseros, vigilar que no falte un centavo de los miles y miles de pesos que pasan diariamente por sus dedos y al final de mes recibir una miseria. ¿Por qué los empresarios no son más honestos? Yo aprecio a la gente cínica. Mejor que digan la misión es ganar muchísimo dinero, atrapar miles de consumidores, sobrevaluar los productos y pagarles a los trabajadores tan poquito como sea posible, pues la cuestión es que él empresario se haga más rico, no los obreros.
Yo apreciaría en verdad la honestidad de un empresario. ¿Será mucho pedir? Por lo pronto, las visiones de mi Apocalipsis , mientras escucho The Lady Wore Black de Queensrÿche, comenzará el día de la inauguración de un gran supermercado.

Sobre los tres vocalistas de Black Sabbath

En no se dónde carajos leí a alguien, con supuestos conocimientos de musicología, que afirma solemnemente que Black Sabbath tuvo tres vocalistas. Error grave. Hay CINCO y no tres vocalistas que han grabado discos como cantantes de Black Sabbath: Ozzy Dio, Ian Guillan, Tony Martin y Glen Hughes. Pero no debemos tampoco olvidar al buen Rob Halford, que como Iommi y compañía es vecino de Birmingham y ha sido cantante de Black Sabbath en varios conciertos, concretamente en la última gira del OzzFest. ¿Dudas sobre Sabbath? Favor de consultar a un auténtico doctor en sabbathología señores. Bien se ve que en las reales academias de musicología el nivel anda peor en que en la SEP.

La peor pesadilla de un reportero (quinces del mundo unidos)

Podría pensarse que la peor pesadilla de un reportero es cubrir a un personaje enemigo de la prensa, escurridizo a las entrevistas, cerrado a los tiempos de la transparencia, del que jamás se obtendrá un ápice informativo. Hay tipos que realmente nos desprecian con honesto fervor. He conocido más de una persona que considera a los reporteros como la más despreciable plaga, una peste aborrecible que quieren mantener lejos de sus oficinas (y aunque usted no lo crea, en cierta forma los comprendo). El Ejército Mexicano, por ejemplo, tiene una institucional tirria a la prensa. También hay ciertos funcionarios que desde un principio fijan las reglas del juego y advierten que ellos jamás darán una entrevista. Ciertamente, una fuente que se cierra como ostra hace que te rompas la cabeza, pero esos tipos en el fondo son respetables.

Si quieren que sea honesto, la peor pesadilla de un reportero es toparse con un ser que pide a gritos atención. Yo he conocido muchos a lo largo de mi vida y créanme que no le deseo la experiencia ni a mi peor enemigo
Los hay de varios niveles. Uno de los más patéticos es el que corresponde a funcionarios públicos que pasan la vida esperando que llegue un reportero a hacerles una pregunta y que contratan a un achichincle que se encarga a atiborrar los correos de todas las redacciones de boletines que compiten por el premio a la intrascendencia. Estos seres visitan las oficinas de los medios con cualquier pretexto y se sienten con la capacidad de opinar sobre cualquier tema. El problema es que su opinión no le interesa a nadie. En efecto, los funcionarios necesitados de atención son los seres que ocupan el nivel más patético, pero no el nivel más pesadillesco.

¿Quieren saber ustedes cuál es The Worst Nightmare? Los loquitos de barrio que a costa de lo que sea, quieren ver publicado su nombre en el periódico. A menudo son corruptos lidersuchos vecinales, promotores de organizaciones intrascendentes y defensores de causas individualistas. Son infaltables en jornadas comunitarias como Martes de Puertas Abiertas, Miércoles Ciudadano, Sabatón y similares. Suelen encabezar protestas ciudadanas intrascendentes, imprimir boletines con pésima ortografía y proferir insultos contra los gobernantes. Este tipo de alimañas son capaces de llamarte a toda hora, perseguirte, esperarte afuera de tu oficina, infestar tu correo y buscar medidas de presión para que les hagas caso. Cuando se sienten despechados o poco comprendidos, de inmediato te dicen que estás vendido a sus enemigos, que ya saben que en las direcciones de los medios hay una consigna gubernamental de no publicar nada acerca de ellos, pues están conscientes de que el gobierno paga millones de pesos para silenciarlos. Así de importantes se creen estos tipos. Podría hacer una larga lista de ellos. A muchos he logrado quitármelos de encima, aunque he tenido que llegar a ser francamente grosero u hostil para que dejen de molestarme. A menudo buscan reporteros novatos e impresionables que les crean sus cuentos, o reporteros corruptos y chayoteables que a cambio de una caguama escriben una nota favorable.
A esos seres necesitados de importancia hay que temerles como a la malaria. Hay que ahuyentarlos, quitártelos de encima a cualquier precio. Lo peor que puedes hacer, es llegar a hacerles caso alguna vez por buena fe o por ignorancia. Aunque publiques una breve de dos párrafos refundida en la página diez, bastará para que se sientan importantes y no te dejen de molestar por el resto de tu vida.

Uno de los ejemplos más cómicos es el de un taquero que desde hace tres administraciones municipales dice que ya tiene todas las pruebas para demandar al alcalde, al sindico y al director de Regulación y refundirlos en un calabozo por el resto de sus vidas. El hombre carga varios kilos de papeles viejos que según él son sus contundentes pruebas con las que llenará Almoloya de funcionarios tijuanenses. Hace muchos años, cuando lo conocí, pensé, al verlo tan convencido, que entre esa maraña de papales podría haber auténtico néctar periodístico. Iluso de mí, caro pague el precio. Más temprano que tarde comprendí que se trataba de un loquito con ínfulas.
Otro caso de verdadera pesadilla, es el de un viejito que hace muchos años demandó a Casas Geo, pues su casita salió con defectos. Conocí a ese viejito (cuyo nombre no diré porque no dudo que se busque en Google y llegue hasta Eterno Retorno) en los tiempos de Kiko Vega. El señor aseguraba que metería a la cárcel a todos los directivos de Casas Geo. Hace unos días, cometí el grave e imperdonable error de mencionar en una nota, de rebote e indirectamente, la demanda que interpuso este señor. Bueno, eso bastó para que el viejito volviera a aparecer en mi vida. Ahora busco de nuevo la fórmula mágica para quitármelo en encima, pues escapar no puedo. ¿Y ahora quien podrá ayudarme?

Monday, April 25, 2005

El clima de Tj

Dentro de los múltiples estereotipos que sobre nuestra ciudad se han forjado quienes viven lejos de ella y nunca la han visitado, es que Tijuana es un lugar muy caliente. Tal vez por aquello de que el mito de la frontera es inimaginable sin un marco desértico, he conocido a muchas personas que creen que aquí en esta esquina de Latinoamérica nos estamos sofocando de calor. Si supieran que en pleno mes de abril, la mayoría de las mañanas y las noches tienen un saborcito más que invernal. En Monterrey sería inconcebible que en plena primavera, pudiera dormir tapado y con manga larga como hago aquí, mientras allá para estas fechas debes estar con el aire acondicionado a todo lo que da. Si algo amo de Tijuana, es su clima. Soy feliz con este invierno que se niega a morir y esta primavera que no se decide a nacer. Me agrada mucho la idea de poder prescindir en casa de todo artefacto de enfriamiento artificial (excepto el refri, claro está). Me agrada que salvo excepciones, los 365 días del año puedes usar un saco o una chamarra sin que te moleste.
Otro de los mitos más clásicos, es que en Tijuana los migrantes cruzan burlando el Río Bravo y que se ahogan en sus aguas. Un poco de geografía mexicana no le vendría mal a los habitantes de la Gran Tenochtitlán. Por lo pronto, puedo afirmar que soy inmensamente feliz por no padecer la desgracia de vivir en Mexicali.


Adicción

Aparte de los libros, los vinos y el heavy metal, soy víctima de otra grave adicción que hasta la fecha no he confesado. Al menos no en este cibernético espacio. Se trata de una adicción a la que me he aferrado descartando toda posibilidad de rehabilitación y en la que estoy enganchado como De Quincey al opio y Lowry al mezcal. . Se trata de los cacahuates salados. Consumo un promedio de cuatro a cinco bolsas grandes por semana y no hay día en que no me consuma una porción. Son ideales para desayunar, pues me parecen el mejor acompañamiento para el café. Pero también los como en la noche. Para no ir más lejos, he de confesar que en el momento de escribir esto, estoy saboreando unos. Pero eso sí, mi adicción es selectiva. Se limita únicamente al cacahuate salado. No al japonés ni mucho menos a los enchilados. Eso es una forma de partirle la madre a un cacahuate.
Planters y Sabritas son y serán siempre bienvenidos y claro, también soy feliz con los naturales. Uno de los mayores atractivos que revisten cantinas como Dandy del Sur o Hussongs, es el hecho de que te provean de altas dosis de cacahuate natural. Aparte del placer de degustarlo, uno puede entretenerse en la sana labor de pelarlos. Romper cáscaras de cacahuate es una actividad terapéutica. Los mejores psicoanalistas lo recomiendan como el mejor método para superar la ansiedad.


Alisitos

El día del cumpleaños, Carol y yo nos fuimos de pinta a Alisitos, una playa que se encuentra a medio camino entre Rosarito y Ensenada. Llevamos unos ceviches, unos burritos de camarón, unas cervecitas y listo.
Como era jueves, la playa estaba casi vacía. El viento fresco y lo helado del agua, no fue impedimento para que me metiera a bañar al mar. Los Bibayoff aguardaron hasta el sábado. Bueno, uno solo ha muerto por la patria. El otro aún aguarda en la cava la hora de su ritual sacrificio. Amantes del vino, están invitados.


Pedro Juan

Ya he dicho que desde un tiempo para acá me cansé de los bukowskianos. Harto estoy de esas plumas que eructan alcohol barato, sudor rancio y semen furtivo. Sin embargo, mi primera adquisición bibliófila de mis 31 años, es El Rey de La Habana, de Pedro Juan Gutiérrez. Se comprende. Pedro Juan es mucho más cabrón que Bukowski. Es más, le veo más facha de Henry Miller de repente, así que con ese mote del Bukowski del Caribe, el que sale ganando es gordo cartero de Los Ángeles. Ya le meteré diente y lo comentaremos en el próximo Pasos.


Asimov

Nunca me he considerado un fanático de Isaac Asimov, aunque siempre ha sido digno de mi respeto. Sin embargo, he de confesar que nunca me había adentrado en su fase de historiador. Esto leyendo La alta Edad Media y la mera verdad es bastante bueno. Yo honestamente imaginaba que dados sus antecedentes, me encontraría aberraciones historiográficas y marcianadas como que Carlomagno tenía un ejército de robots o que Guillermo el Conquistador llegó a las costas inglesas apoyado por los ovnis. Nada de eso. Estoy por fortuna ante un libro serio, no exento de acertadas ironías que le ponen saborcito.

Comunicadores oficiales

La mayor desgracia del periodismo tijuanense, es que más del 80% de los tipos que dicen practicarlo sueñan con transformarse en funcionarios públicos. Convertirse en achichincle o titular de un área de incomunicación social o relaciones públicas constituye una de las máximas aspiraciones de muchos mal llamados colegas. Entrar a la nómina pública lo consideran un paso ascendente, algo así como subir de nivel. Por lo que a mí respecta, llegar a algo así sería uno de los mayores escupitajos que podría darme la vida. Se que es muy difícil decir de esta agua no beberé, pues la miseria es una hija de perra y a veces hay que tragarse el orgullo y trabajar en cosas repugnantes, sin embargo, puedo afirmar que en lo personal odiaría verme algún día como comunicador de alguna dependencia pública, partido político, o personaje de la grilla. Creo que acabaría por morir de tristeza y depresión si mi deber en la vida fuera escribir un boletín o echar telefonazos a las redacciones para promover a mi patrón. Respeto a quienes se dedican a esa función. Hay algunos, muy pocos, que lo hacen con total profesionalismo y dedicación. Incluso hay quienes merecen mi respeto y hasta mi aprecio. Sin embargo, si Dios existiera, yo le pediría que nunca el río de la vida me arrastre hasta esos inmundos pantanos. Nada me daría más asco de mi mismo que verme convertido en empleado de un gobierno y que el éxito de mi trabajo dependa de las alabanzas que reciba un funcionario en los medios. Si algún día dejo esta labor, me alejaría para siempre el mundo de la grilla. Creo que sería más feliz realizando un trabajo manual, que me hiciera sudar. Algo totalmente ajeno a este mundo que me rodea.