Eterno Retorno

Friday, June 08, 2012

Contando pasos rumbo a un pozo de mierda

Paradojas. En los audífonos The Final Countdown de Europe, aquella banda sueca de hard rock fresa cuyo máximo éxito puede ser el soundtrack de esta agonizante primavera. El conteo final: 23 días faltan para que México con su estúpida sonrisa se arroje a un pozo de mierda. Los días transcurren fatales y el país, con la pasividad del cerdo en el matadero, con el cacareo de la gallina a punto de ser degollada, camina alegre hacia la corrupta porquería en la que le emociona vivir. Nos gusta la mierda, nos gusta la mentira, nos gusta la derrota. Amamos nuestra jodida moral de televidentes baratos. Sólo un país de alma corrupta y muy baja autoestima es capaz de darle su voto a un gusano como Enrique Peña Nieto. El país de los eternos súbditos, de los históricos lamesuelas, de los católicos de cantina y los patrioteros de estadio. El México más pestilente encarnado y resumido en la cara falsa y el ridículo copete de un enano mental, de una basura de ser humano. Basta. Europe. Hoy una Europa triste y devaluada verá rodar un balón. El torneo de selecciones de más alto nivel del planeta comienza hoy y yo no tengo demasiada cabeza para seguirlo. La Eurocopa del Euro roto, del Euro náufrago. El Viejo Continente, -viejísimo, senil- yaciente en la sala de un asilo de ancianos mientras su moneda común se pudre. No hay Termopilas en Varsovia. El país fundador de Occidente, a punto de ser corrido a patadas de Europa, arranca el torneo con sus millones de nuevos miserables a cuestas, con sus diputados neonazis que cachetean mujeres frente a las cámaras y sus ancianos suicidas. Pobre Grecia. Pero el campeón defensor no la pasa mucho mejor. Con sus seis millones de parados y su indignación mordiendo las entrañas, la Furia Roja española me hace recordar que así como la más sublime poesía del Siglo de Oro se escribió cuando la España de Felipe IV se pudría por dentro en su católica decadencia, el mejor futbol se jugó en la Madre Patria cuando la Plaza Mayor y Las Ramblas yacían infestadas por desempleados y nimileuristas sin futuro, mientras su corrupto monarca anacrónico mata elefantes en África. Y Francia de Hollande, tratando de exorcizar los demonios sudafricanos y la Ucrania de los alegres mafiosos y las suculentas putas, el país de Gogol y sus Almas Muertas, jurándole al mundo que la corrupción es un mito y el proxenetismo una leyenda. La Europa rota juega al futbol y la vida sigue, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.

Thursday, June 07, 2012

Gracias a Periódico Reforma en especial a mis colegas Ernesto Núñez y Andro Aguilar

La gratitud, antes que un deber, es un privilegio. Gracias Informador

Barco de papel en altamar. Por Daniel Salinas Basave

Fue mi maestro el escritor tampiqueño Rafael Ramírez Heredia quien me enseñó la importancia de dejar navegar a nuestros textos. Hay que saber liberar a la palabra y dejar que nuestros libros se defiendan solos, me decía el autor del Rayo Macoy. Las palabras publicadas ya no nos pertenecen. Su dueño es el improbable lector al que llegan algún día. En el taller que durante más de dos años tomé en la vieja estación del ferrocarril en Monterrey, Ramírez Heredia, sin duda el mejor tallerista que ha dado este país, tenía un método de trabajo inalterable: uno leía su texto y todos los integrantes del taller lo criticaban, cerrando con un comentario final, casi siempre demoledor, a cargo del tampiqueño. Lo particular del método era que aunque el texto en cuestión fuera destrozado sin clemencia, con mala leche y sin argumentos, el autor no tenía derecho a decir una sola palabra y debía aguantar callado, sin importar que la crítica fuera injusta. Ramírez Heredia tenía razones para inculcarnos semejante resistencia, pues un escritor no puede andar por la vida defendiendo siempre a sus libros como si fueran niños pequeños. El libro se debe defender solo, pues desde el momento en que se publica deja de pertenecer a su autor. El libro pertenece a cada uno de sus lectores. Una metáfora que me gusta es la del barco de papel que navega en altamar, desafiando aguas turbulentas y tempestades. El escritor ha armado su barquito, pero desde el momento en que lo arroja al agua dejar de ser su dueño. Cada lector es un nuevo puerto al que nuestro barco arriba. Pues bien, mi nuevo libro, La Liturgia del Tigre Blanco, yace navegando sobre aguas profundas. Lo he dejado zarpar del puerto y ahora pertenece a cada uno de sus lectores. Ya no es mi papel salir a defenderlo o justificarlo a cada momento. Ahora sólo me toca agradecer a todos y cada uno de los que me acompañaron a presentarlo en la Feria del Libro. Mi gratitud total con los colegas periodistas que me han dado espacio en sus respectivos medios. Gracias por su solidaridad compañeros. ¿Qué puedo decir? ¿Cómo expresar mi más brutalmente honesta gratitud? Hubo tantos y tan significativos detalles. A todos y cada uno de los que acudieron les agradezco inmensamente todo su apoyo. El libro es suyo, pueden ustedes hacer de él lo que gusten. Pueden rayarlo, hacerle anotaciones, escribir un poema en él, pintarle monitos, destrozarlo, usarlo para matar una mosca, pero por favor no lo arrojen a una caja ni lo dejen en la indiferencia. Si quieren hacerlo pedazos yo no voy a defenderlo. Ese barquito de papel ya ha zarpado y debe enfrentar sus propias tempestades. Me hubiera gustado poder decir salud y beberme una copa de vino con cada uno de ustedes. También me hubiera gustado presentar Réquiem por Gutenberg como estaba pactado, pero de eso ya hablaremos fuerte si las cosas con el Instituto no se componen. Esta columna es solamente para decir gracias totales y salud.

Tuesday, June 05, 2012

Mi colega Jaime Chaidez me he dejado una portada para el recuerdo en el suplemento Identidad. Mira que es complicado agarrarme sonriendo. Gracias colega.

Gracias a mis amigos de El Informador. Siempre solidarios colegas. Un abrazo