Contando pasos rumbo a un pozo de mierda
Paradojas. En los audífonos The Final Countdown de Europe, aquella banda sueca de hard rock fresa cuyo máximo éxito puede ser el soundtrack de esta agonizante primavera. El conteo final: 23 días faltan para que México con su estúpida sonrisa se arroje a un pozo de mierda. Los días transcurren fatales y el país, con la pasividad del cerdo en el matadero, con el cacareo de la gallina a punto de ser degollada, camina alegre hacia la corrupta porquería en la que le emociona vivir. Nos gusta la mierda, nos gusta la mentira, nos gusta la derrota. Amamos nuestra jodida moral de televidentes baratos. Sólo un país de alma corrupta y muy baja autoestima es capaz de darle su voto a un gusano como Enrique Peña Nieto. El país de los eternos súbditos, de los históricos lamesuelas, de los católicos de cantina y los patrioteros de estadio. El México más pestilente encarnado y resumido en la cara falsa y el ridículo copete de un enano mental, de una basura de ser humano. Basta.
Europe. Hoy una Europa triste y devaluada verá rodar un balón. El torneo de selecciones de más alto nivel del planeta comienza hoy y yo no tengo demasiada cabeza para seguirlo. La Eurocopa del Euro roto, del Euro náufrago. El Viejo Continente, -viejísimo, senil- yaciente en la sala de un asilo de ancianos mientras su moneda común se pudre. No hay Termopilas en Varsovia. El país fundador de Occidente, a punto de ser corrido a patadas de Europa, arranca el torneo con sus millones de nuevos miserables a cuestas, con sus diputados neonazis que cachetean mujeres frente a las cámaras y sus ancianos suicidas. Pobre Grecia. Pero el campeón defensor no la pasa mucho mejor. Con sus seis millones de parados y su indignación mordiendo las entrañas, la Furia Roja española me hace recordar que así como la más sublime poesía del Siglo de Oro se escribió cuando la España de Felipe IV se pudría por dentro en su católica decadencia, el mejor futbol se jugó en la Madre Patria cuando la Plaza Mayor y Las Ramblas yacían infestadas por desempleados y nimileuristas sin futuro, mientras su corrupto monarca anacrónico mata elefantes en África. Y Francia de Hollande, tratando de exorcizar los demonios sudafricanos y la Ucrania de los alegres mafiosos y las suculentas putas, el país de Gogol y sus Almas Muertas, jurándole al mundo que la corrupción es un mito y el proxenetismo una leyenda. La Europa rota juega al futbol y la vida sigue, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.