Eterno Retorno

Saturday, December 25, 2021

Había un ensayito sobre encuentros hipotéticos e improbables

 


Debió ser Calle Séptima, tal vez entre Madero y la Revu, donde estaba aquella librería (o acaso era biblioteca), un emprendimiento de aquellos colegas pasados de idealistas como el Grafógrafo o alguno por el estilo. Regalaban o prestaban libros y yo, que llegaba ahí en plan de donador de alguna enciclopedia, no podía evitar emocionarme con algunos títulos que yacían amontonados sobre una mesa. Uno de la saga evangélica de Saramago con algún título que evocaba la rueda, en una de esas portadas blancas o amarillas  posteriores a las clásicas de Alfaguara. Había un ensayito  sobre encuentros hipotéticos e improbables escrito por un autor italiano que sospecho era Calasso, aunque pudo ser Magris, Calvino o – por qué no- Eco. La típica disertación que combina mitología clásica, cuentos infantiles superhéroes y personajes pop, algo así como el siempre postergado enlace entre el coyote y el correcaminos, ayuntados en amasiato,  pero esto último debe ser cosecha mía. La biblioteca se conformaba por tres o cuatro sillitas de kínder y alguna mesa chaparra. No había dónde sentarme a leer así que permanecía de pie, sin acertar a dejar mi donativo y pepenar el ensayo del italiano, conjurando en mi duermevelera red la ausencia de compras librescas en la víspera de Nochebuena, sin acertar a dar el clic amarillo donde dice  “proceder al pago” de Amazon en donde aguardan Hamnet, Pavese y Guerriero y la austeriana vida en palabras y varias pirámides de  papel y tinta cuya lectura postergaré eternamente.  

Wednesday, December 22, 2021

La Diosa vs D10S

 


Lo increíble había ocurrido. La Diosa tocaba las puertas del cielo. Después de 24 años de arrastrar la cobija, Atalanta estaba en una final de la Copa Italia. La desgracia para La Diosa es que ahora debía enfrentar a Dios, o mejor dicho a D10S. Su rival en la gran final sería el Nápoles de Diego Armando Maradona, el equipo que había barrido la liga y no creía en nadie.

Ocurrió entonces el otro milagro. L’Eco de Bérgamo corrió el riesgo de enviar a Radel a cubrir el partido de ida en el estadio San Paolo de Nápoles. La tarde de su partida lo acompañaste al bar Botticelli y después lo seguiste  hasta la estación para cargarle la mochila hasta la puerta del tren. Fue entonces cuando confirmaste que ese año el cielo estaba de tu parte.

-      ¿Por qué te quedas ahí mirando como un tarado? Anda, sube al tren. Aquí está tu pasaje. ¿Qué? ¿Creías que cargaría mi mochila hasta la cancha de Nápoles? No Pierluigi, tú yo somos equipo y con la de bares y putas que hay en los bajos fondos napolitanos, prefiero un escudero confiable que me cuide.

El tren arrancó y por primera vez en casi 18 años de vida abandonaste la región de Lombardía para ir a ver a La Diosa enfrentar a Maradona a los pies del Vesubio y sí, Nápoles ardía como si el volcán hubiera hecho erupción. Por primera vez palpaste la  fiebre, la euforia, la locura y el desenfreno en estado puro. 

Los milagros existen, pero tienen límites. Por un momento creíste posible que La Diosa bergamesca rompería las leyes de la lógica elemental, pero enfrente estaba el mejor jugador del mundo en su momento gloria. En el 87 Maradona estaba sentado en los cuernos de la luna y el mundo era su balón. El cráter del Vesubio no debía rugir tan fuerte como las tribunas napolitanas. El equipo de Maradona los aplastó 3-0. Claro, quedaba el partido de vuelta en Bérgamo y una lucecita al final del túnel haciéndoles soñar con la remontada, pero el Pelusa de Fiorito no estaba para bromas en aquel año.

Tuesday, December 21, 2021

Libros del 21

 


Muy rara vez me emocionan aquellos libros que  están en boca de todos, pero El infinito en un junco, ensayo de la filóloga aragonesa Irene Vallejo, es una histórica excepción. Aquí no puedo menos que coincidir con todos aquellos que han llenado de elogios a esta obra y la han puesto en la parte alta de todas las listas. El infinito en un junco es excepcional en todos los sentidos.  No es cosa de todos los días que  un trabajo ensayístico sobre la lectura y las bibliotecas  en el mundo antiguo se ponga por encima de las típicas novelas de aparador o los  productos editoriales de microondas sobre narco y política. He leído no pocas obras sobre la historia del libro y la lectura, pero ninguno tan hermosamente narrado. Hasta ahora mis puntajes más altos eran para ensayos como La ciudad de las palabras e Historia de la lectura  de Alberto Manguel o Librerías de Jorge Carrión, pero lo de Irene es punto y aparte. Hay magia y pasión en cada párrafo. Por el tema y por su formación universitaria, era perfectamente posible que la autora entregara un ladrillo académico, un campo minado por citas bibliográficas  y pies de página, pero en  cambio nos regaló un libro hermosamente narrado,  lleno de puentes,  vasos comunicantes  y   guiños cómplices con la época actual y los lectores de todos los tiempos. Una auténtica declaración de principios y amor a los libros.

Otras de las lecturas que marcó el 2021 fue Los que no, del narrador mexicano Álvaro Uribe, una novela generacional en retrospectiva y con buena dosis de autobiografía, en donde el autor nos narra la historia de aquellas amistades de juventud que en algún momento pasaron por ser geniales y que acabaron por naufragar en la altamar de la vida adulta.  Un momento rayano en la epifanía  fue la lectura de los últimos párrafos de Mugre rosa, profética  novela donde la  uruguaya Fernanda Trías nos sumerge en un mundo distópico afectado por una extrañísima plaga que se contagia a través del aire y en donde una mujer cuida a un voraz niño gordo adicto a la comida. Leí ese libro durante un viaje a la Riviera Maya y por un momento tuve la sensación de estar inmerso en el mundo apocalíptico de la novela e imaginé con vívida claridad cuando el herrumbre y la decadencia impregnando el paradisiaco entorno caribeño en el que me encontraba. Leí en un avión Olegaroy, de mi paisano regio David Toscana,  una  sui generis fábula filosófica  sobre un insomne crónico y su anciana madre, quienes pasan la vida yendo de un velorio a otro para robar canapés en el Monterrey de los años 40. Disfruté leyendo Un verdor terrible del chileno-holandés Benjamín Labatut, un híbrido ensayístico sobre los delirios y naufragios mentales que afectaron a hombres de ciencia y también Seis formas de morir en Texas de la andaluza Marina Pérezagua, en donde el corredor de la muerte y el tráfico de órganos se mezclan en una original trama que por desgracia desemboca en un final fallido. Ahora mismo estoy leyendo los geniales cuentos de La claridad, del argentino- español Marcelo Luján, que posiblemente concluya entre hoy y mañana y La tierra de la gran promesa, la nueva novela de Juan Villoro,  que marcha con buen ritmo y que acaso concluiré para fin de año.

 

Monday, December 20, 2021

Ella es...

 


Ella es el alma, el fuego y el corazón que enciende y hace girar todo nuestro mundo. En cada pequeño detallito del entorno puedo ver ese toque de encantamiento: la armonía perfecta en los colores del arbolito; la combinación de improbables ingredientes que su mano transforma en manjar;  la solución a los mil y un desafíos de la vida diaria;  la elección de las flores que cambian la personalidad de un espacio; la resolución de contratos crípticos y negocios con esencia de acertijo; la magia transformando todo aquello que toca con una especie de varita. Con ella a mi lado,  el más simple de los días se transforma en  historia extraordinaria. Ella es  mi  compañera del viaje que nunca termina;  mi secuaz y confidente;  la dulcísima mamá 24/7 del niño más genial y hermoso. Ella vino al mundo un 20 de Diciembre y les juro que nunca es tan bella la luz como cuando está por cruzar el umbral del solsticio invernal y el Sol invicto empieza a robarle instantes a la noche. Si la ven felicítenla, tómense un buen vino a su salud y díganle que Ikercho y yo la amamos locamente.