Eterno Retorno

Wednesday, August 21, 2024

Murasaki Shikibu


 

Se llama Murasaki Shikibu y fue la primera novelista de la historia o al menos la primera persona que se tomó en serio la tarea de narrar, en algo que después se llamaría prosa, las hazañas del Príncipe Genji. Murasaki era una cortesana y según los cálculos habría nacido en el año 978, cuando las damas de su estirpe, sublimes y delicadas calígrafas, eran mucho más cultas que los príncipes. Mientras los nobles se dedicaban al arte de la katana, las cortesanas recitaban, transcribían y creaban poesía, pero resulta que a Murasaki Shikibu le dio por la narrativa tres siglos antes que a Bocaccio y seis siglos antes que a un tal Cervantes. Murasaki vivió en Uji, cuyos templos son descritos con embrujada orfebrería literaria en el Genji. Uji es la capital mundial del té verde, el rincón del planeta con mayor abundancia de matcha por metro cuadrado. Creo que hoy se celebra el Día del Fotógrafo pero a las estampas de Uji no hay cámara que les haga justicia. Ninguna fotografía podría reproducir las cosas de encantamiento que hay frente a nuestros ojos. Estos árboles dieron sombra a Murasaki Shikibu. Frente a estos templos brotó la inspiración del Genji y juro que cualquier clase de iluminación es posible.

Nara


 

Mucho antes de Kyoto, más de un milenio antes de Edo, cuando lo que hoy llamamos Tokio era una aldea insignificante, el centró neurálgico del Japón estaba en Nara. Aquí yace la semilla y el corazón de la cultura nipona. El templo Tōdai- ji, la edificación de madera más grande del planeta, es el hogar del Buda Daibutsu, el que brilla a lo largo del mundo como el Sol. Fieros guardianes Vaisravana y Virupaksa lo custodian. A su alrededor, varios miles de irreverentes ciervos sika fungen como emisarios de las almas. Estos venados han aprendido a hacer reverencias como monjes budistas e incluso posan para la selfie, siempre y cuando te moches con una galleta. En cualquier caso, sospecho que muchos siglos después, cuando de nosotros no quede ni el polvo del olvido que seremos, el Buda y los ciervos seguirán jugando un juego llamado eternidad.

Sunday, August 18, 2024

Un Carpe Diem llamado Miyajima


 

Un año después retornamos a Miyajima como quien retorna a un santuario. El ritual comienza cuando los irreverentes venados conforman el comité de bienvenida. Después la magia va irrumpiendo solita sin ser invocada. Sumergirte en el mar a la medianoche frente al tori naranja y sentir que nunca el silencio fue tan sublime. Fundirte en la quietud del cielo por el que voló el Enola Gay y mirar en el horizonte las luces de Hiroshima en su sueño calmo. Pocas veces en tu vida has sentido tanta paz como la que experimentas frente a la ciudad que estuvo envuelta en el infierno de un hongo atómico. Esta paz es de otro mundo. El gran terremoto que amenaza a Japón podría irrumpir esta noche y dirías adiós sabiendo que la vida ha valido la pena vivirse por carpes diems como estos.

OSAKASTOREADO


 

Lúdica y desmadrosa, luminosa e intensa, una dama de afanes carnavalescos envuelta en un vestido de brillantes cangrejos sonriendo desde su blanquísimo castillo. Su nombre es Osaka y si la luna de agosto anda en plan de celestinaje, acabarás enamorándote de ella.

LO VIAJAO QUIÉN CHINGAOS TE LO QUITA

 Viajar es, ante todo, un estado mental, una ceremonia del aquí y el ahora que exige concentración y mente despierta . Lo sabe la campamocha de la foto que aguarda seriecita el Shinkansen y lo sabemos nosotros. No, viajar no es relajado, viajar puede ser una reverenda friega, pero esta lindísima chinga es de las mejores cosas que hay en la vida. Viajar es empacar, desempacar, cargar, descargar. Después de trece días sumamos cinco ciudades, seis hoteles, cuatro aeropuertos, tres aviones, chingos de Uber y vagones de metro, un Shinkansen


sobre el que vamos en este instante y dentro de un rato un ferry. Carol De Hoyos es una chucha cuerera de la logística viajera con un manejo perfecto de las herramientas digitales en los crípticos bosques de neón de estaciones japonesas y coreanas. Todo perfectamente organizado hasta el último detalle. Yo en cambio soy un viejo mochilero del Siglo XX que apunto las cosas con pluma y pregunto a la gente en la calle en lugar de checar Google maps. Prueba de ello es que llevo 24 años utilizando la mismita mochila Camelback que tiene varias decenas de miles de kilómetros e incontables vagancias en su haber. A veces acabamos molidos, pero si a Carol y mi nos preguntas, nuestro deseo es envejecer viajando y peinando planeta mientras el cuerpo aguante. Por lo pronto, vamos rumbo a Hiroshima arriba del tren más rápido del mundo.