LIVEVIL
Si de discos en vivo hablamos, yo
tengo muy claro cual es mi favorito de todos los tiempos: El Live After Death
de Iron Maiden. Ahí sí no tengo duda alguna. Grabado en la gira del World
Slavery Tour de 1985, Live After Death muestra a la Doncella en estado de
gracia justo después el Powerslave, el tercero de la trilogía perfecta que
forman Number of the Beast y Piece of Mind. Lo compré por primera vez en casete
en una tienda de Fort Collins Colorado, a donde fui a vivir temporalmente a mis
15 años de edad. Lo escuché completito una y otra vez, cientos de veces, al
grado que me aprendí de memoria los choros del Dickinson y sus típicas arengas
¡Scream for meee Looong Beaaach!!! Un concierto perfecto desde la apertura con
Aces High precedida del discurso de Churchill hasta el cierre con Phantom of
the Opera con el Antiguo marinero tocada de forma íntegra. Después lo compré en
CD y años más tarde mi amigo Chano Carrasco de la Ciruela Eléctrica me regaló
el vinil. En 2008 tuve la oportunidad de
acudir a ver la réplica de ese mismo concierto, con idéntica escenografía y
casi idéntico setlist, en la arena de
los Lakers en L.A. Por cierto, su
portada representó mi primer contacto con el nombre de H.P. Lovecraft.
El segundo lugar de mis favoritos
en vivo lo pelean el Rush in Río y el Made in Japan de Deep Purple. Al Rush in
Río le tengo un cariño especial pues tuve la fortuna de ver a Rush en esa misma
gira, la del Vapour Trails, con idéntico setlist. Un Rush que retornaba a los
sonidos hardrockeros zeppelianos de los 70 y volvía a la carretera tras la
muerte de la esposa e hija de Neil Peart que estuvo a punto de desembocar en la
disolución del grupo. Un conciertazo que suena pulcro y limpiecito. La apertura
con Tom Sawyer fue una sorpresa de aquellas. Casi tres horas de concierto con
2112 íntegra y un solo de Peart que hace volar neuronas.
En el mismo nivel tengo el Made
in Japan de Purple que para muchos es el mejor disco en vivo de la historia del
rock. Grabado en el Festival Ball de Osaka y el Budokan de Tokio en agosto de
1972, ese concierto captura la primera gran experiencia de una banda internacional
de hard rock en el Sol naciente. El mismísimo Michel Houellebecq, siempre tan
huraño, ha dicho, en boca de un
personaje, que el solo del bataco Ian Paice en Child in Time es uno de los
momentos más sublimes en toda la historia de la música.
«El break de Ian Paice es
fabuloso, sin duda el más bello de la historia del rock», sentencia el escritor
francés en Serotonina
El tercer lugar se lo doy a No Sleep
til Hammersmith de Motörhead, un disco cuyo mayor valor es precisamente la
total ausencia de pretensiones sónicas. Se escucha tan sucio, tan crudo, tan de
huevos, tan al chile, que te acabas sintiendo sudado y eufórico en medio de la
tocada. Lemmy, Clark, Taylor, la alineación histórica de Motörhead en su momento
cumbre en la gira del Ace of Spades y paradójicamente ninguna de las canciones
fue grabada en el Hammersmith de Londres.
El cuarto lugar se lo doy a How
the West Was Won de Led Zeppelin que comparte con Live After Death de Maiden el
hecho de que muchas de las rolas fueron grabadas en Long Beach Arena. Las
versiones alargadísimas de Moby Dick, Dazed and Confused y Whole Lotta Love son
un alucine. Ideal para escucharse completo en carretera. Yo me lo chuté en un
regreso de Mexicali a Tijuana al atardecer y juro que la Rumorosa nunca estuvo
tan embrujada.
En calidad de colado y solo
porque pasaba por ahí, incluyo el Live in St Patricks Day de los Dropkick
Murphies alegremente energético y
festivo. Imposible escucharlo sin que se te antoje una Guiness…o dos, o…