Eterno Retorno

Thursday, June 29, 2006

Crecí inundado por los libros de una de las bibliotecas más fascinantes del mundo entero, sin duda la más grande y diversa que hay en México en materia de filosofía. Hoy me parece como si estuviera narrando un cuento, pero mi origen mismo se remonta a esa biblioteca que hace más de 25 años fue mi casa. Hasta la fecha, muchos de mis sueños se escenifican entre las paredes de esa casa, lo que pone en evidencia cuan atado permanece mi subconsciente a esa biblioteca. La casa a la que mis sueños me trasladan no existe más. Estaba en la Calle Río San Juan, 103, en la Colonia Miravalle y hoy en día es un hospital. La casa fue demolida. La biblioteca o el 85% de ella, fue trasladada a la calle Roberto Garza Sada. Recuerdo haber ayudado en la mudanza (empacar libros es la única parte placentera de un cambio de domicilio) En esa casa permaneció la biblioteca los últimos 14 años hasta ayer, en que fue adquirida por la Máxima Casa de Estudios de Nuevo León, cumpliendo así la voluntad de mi Abuelo. Por una parte, me entristece que esa biblioteca haya salido de una casa familiar, pero me tranquiliza y me llena de orgullo que sea la UANL la destinataria. En Territorio Tigre, en la casa de Alfonso Reyes, en el Alma Mater que tanto amó mi Abuelo, esos libros estarán en buenas manos.

Aquí me permito reproducir la nota que el Periódico El Norte publica al respecto:

Adquiere UANL acervo de Agustín Basave

Por Abraham Vázquez

El filósofo Agustín Basave Fernández del Valle solía decir que los miles de libros que invadían cada rincón de su casa eran la historia de su vida académica y la puerta para dialogar con los grandes filósofos y poetas muertos. Reunida y atesorada a lo largo de 82 años de vida, la biblioteca del pensador mexicano, fallecido el 14 de enero, está considerada como uno de los tesoros bibliográficos privados del País. Ahora, este valioso acervo integrado por más de 15 mil 800 volúmenes especializado en filosofía y derecho, pasará a formar parte de la Universidad Autónoma de Nuevo León, luego de un convenio entre la familia del desaparecido filósofo y la Máxima Casa de Estudios, que será anunciado los próximos días. El acervo, que desde ayer comenzó a embalarse, se integrará a la Biblioteca Magna Universitaria Raúl Rangel Frías, que reúne cerca de 270 mil volúmenes. Bajo el nombre de Fondo Agustín Basave Fernández del Valle, el acervo bibliográfico podrá consultarse en el primer piso del recinto, en un área junto al Centro de Estudios Humanísticos, que fundó Basave Fernández del Valle. Se estima que estará abierto en un plazo de 8 a 10 meses, después de los procesos de recepción, restauración y catalogación de los libros. Nos sentimos contentos de que vaya a formar parte del acervo de la comunidad universitaria y la Ciudad. Estamos satisfechos porque se cumple la voluntad de mi padre de que (su biblioteca) se quedará junta y en el País, comentó Patricia Basave Benítez, hija del desaparecido abogado y doctor en Filosofía y Letras. El Rector de la UANL, José Antonio González Treviño, reconoció que el acervo del autor de Metafísica de la Muerte es uno de los más importantes que ha adquirido la UANL en la última década. Requirió una inversión de 5 millones de pesos. Para la adecuación de su espacio, restauración y catalogación, requerirá una inversión de un millón de pesos más. Adicionalmente a los libros, todas las pertenencias (se calculan más de dos centenares de medallas, títulos y reconocimientos) van a formar parte de la Biblioteca Universitaria. Va a ser una especie de museo", indicó González Treviño, quien acompañado de académicos y familiares del filósofo, visitaron la casa-biblioteca del pensador. En este espacio, ubicado en la Colonia Valle de San Ángel, permanecía el grueso del acervo del autor de Filosofía del Quijote. Sólo una pequeña parte de los libros está ubicada en otro despacho del ex Rector de la UR, en la Notaría Pública 22, en la Colonia Vista Hermosa. Una biblioteca universalSi la biblioteca de Agustín Basave Fernández del Valle hablará, lo que seguro diría de su dueño es que fue un lector insaciable. De las más diversas corrientes ideológicas y posturas filosóficas, por los estantes que reunió Basave Fernández del Valle se pude ver que liman asperezas Jean Paul Sartre y Santo Tomás de Aquino; San Agustín y Friedrich Nietszche, y hasta Octavio Paz y Carlos Fuentes. También están las obras completas de quienes fueran sus maestros: José Ortega y Gasset y José Vasconcelos.También aparecen regiomontanos ilustres como Alfonso Reyes, Raúl Rangel Frías y Fray Servando Teresa de Mier y títulos en portugués, alemán, francés e italiano, entre otros. "Desde que tenemos uso de razón papá llegaba de sus viajes con libros a la casa. Reunir esta biblioteca le llevó toda su vida", recuerda Ana Basave Benítez, hija del filósofo, quien no dejó de leer hasta sus últimos días. Porfirio Tamez, director General de Bibliotecas de la UANL, señaló que el acervo del filósofo es uno de los más completos y codiciados a nivel nacional. La familia reconoció que, antes de la UANL, existió interés por adquirir la biblioteca de parte de universidades texanas, empresarios y la Universidad Regiomontana, pero finalmente decidieron traspasarla a la Máxima Casa de Estudios.



Pasos de Gutenberg

La posibilidad de una isla
Michel Houellebecq
Alfaguara

Por Daniel Salinas Basave

De no ser porque siempre sobrevive por ahí algún coto de resistencia relativista en mi interior, me atrevería a decir que cada página de ?La posibilidad de una isla? de Michel Houellebecq está salpicada por verdades absolutas, dardos envenenados, desgarradores, de esos que arrojan sal cuando el alma está en carne viva.
Letras cuyo veneno radica precisamente en esa capacidad endiablada del autor de escupir despiadadas realidades de la miseria humana. En teoría ?La posibilidad de una isla? es una novela, pero les juro que sabe a libro de aforismos de Ciorán. Concediéndole por ahí un empate con el colombiano Fernando Vallejo, (aunque cada quien a su manera y con su muy particular estilo), Houellebecq ofrece el más agridulce jarabe de ?No future? de la actualidad.
Demasiado elevadas las dosis de nihilismo y desesperanza en sus letras aderezadas con una visión sarcástica y desparpajada de la existencia. No por nada el narrador y personaje principal es un cómico llamado Daniel cuya capacidad de burla hace pedazos cualquier afán de solemnidad y redención.
Aunque en las primeros párrafos podríamos creer que nos encontramos frente a una historia de orwelliana ficción al estilo de ?1984? o ?El país de las últimas cosas? de Auster, la sensación se diluye pronto y al cabo de algunas páginas le vamos agarrando el saborcito a las disertaciones filosóficas del narrador.
Daniel empieza a contarnos su vida 2 mil años después, desde las fronteras de un mundo futuro con cara de The Matrix habitado por neohumanos y cyborgs que sobreviven navegando sobre parajes desvastados en donde sólo sobreviven realidades virtuales.
Pero la vida del Daniel original, o el Daniel 1, se desarrolla en nuestros días y no tiene en apariencia nada de extraordinario.
Desde su temprana adolescencia el narrador desarrolló su vocación de bufón y de sus inicios divirtiendo a los amigos de sus padres en las fiestas, brincó a los grandes escenarios donde su proverbial irreverencia lo hizo acreedor a ganar varios millones de euros.
Sus monólogos se burlan de la solemnidad humana en todos los sentidos y lo mismo hace pedazos credos religiosos que políticos machacando por igual a cristianos, judíos y musulmanes, a comunistas y capitalistas, a viejos y a jóvenes y al lector mismo, pues es imposible que uno no acabe poniéndose el saco de por lo menos una de sus críticas.
Las relaciones de pareja, los dilemas de vejez y juventud, la fugacidad del sexo, la esclavitud del deseo. Una antibiblia de superación personal en nuestras manos.
Arrastrando su decadencia en el ocaso de su carrera, Daniel nos narra sus amores crepusculares con la joven Esther con quien encuentra ese néctar de vida que creía perdido para siempre, pero que por desgracia, al igual que ocurre con todo, acaba siendo espantosamente fugaz. Su única posibilidad es regalarle una muestra de sangre y ADN a una secta demente que le promete la inmortalidad y es así como comienza una sucesión de clones de sí mismo que hacen de él un neohumano.
Paradojas de los nihilistas; entre todo este caldo de desesperanza, Houellebecq se rinde ante la idea de que el amor, sea por una mujer o por un perrito, es la única fuerza capaz de mover al planeta. Que bonito.

Wednesday, June 28, 2006

Habemus cuartos

(Iberia sumergida)

Si alguna vez los mexicanos nos hemos creído el non plus ultra de la vergüenza futbolística y los máximos coleccionistas de fracasos mundialistas, basta con echarle un ojo a la historia de España para consolarnos un poquito. Pobres ibéricos. Su capacidad de hacerse ilusiones y encumbrar a su roja selección a celestiales alturas de campeonato acaba por resultar tierna. Y es que las crónicas de El País y Diario Marca hacen llorar a cualquiera. Leer a esos poetas del Siglo de Oro metidos a cronistas deportivos escribir sobre la tragedia de la Furia Roja es para que se le salgan a uno las lágrimas. Pobre España, tan llena de sueños y tan carente de frialdad a la hora de encarar las grandes citas futbolísticas. En fin: Habemus Cuartos de Final. Y que juegos señores, que señores juegazos. Tres de los cuatro partidos serán para grabarlos. Ahora sí amigo, prepárense para el manjar de este banquete.

De los ocho países que están en cuartos de final, poseo la camiseta oficial de siete de ellos en mi colección. Únicamente me falta la camiseta de Ucrania. (amigos lectores de Kiev, si por ahí tienen algún ejemplar, la compro o la intercambio por una de la Selección Mexicana o de los Tigres) De hecho algunas de las camisetas contendientes las tengo en diversas presentaciones y colores como ocurre con Alemania, Inglaterra y Argentina.

De los ocho países que están en cuartos de final, he visitado cinco. Francia en tres ocasiones, Inglaterra en dos ocasiones, Alemania, Argentina e Italia en una ocasión. Me falta visitar Portugal, Brasil y Ucrania

La verdad es que los pronósticos que dejó mi colega Gregorio Jacome en el apartado de comentarios son exactamente iguales a los míos, de hecho no los modificaría un ápice, pero para no resultar tan poco original, cambiaré en algo algunos marcadores.


Alemania 3-2 Argentina

Tal vez el mejor juego del Mundial. Se resolverá en tiempos extras con una dosis extra de coraje y fuerza física. Argentina dará un partido histórico y por momentos acariciará la gloria pues se irán arriba en el marcador. La persistencia germana y algún empujoncito arbitral decidirán el juego a favor de los anfitriones. La fuerza le ganará al futbol. Imperdonable perderse este juego.
Creo y deseo de todo corazón que el ganador de este partido sea el próximo Campeón del Mundo

Italia 2-0 Ucrania

Ni duda me cabe, será el partido más flojo de los cuartos de final, el único prietito en el arroz de este manjar futbolístico. El crucigrama de Lippi será demasiado para Scheva y compañía. Recuerde: El Catenaccio en dosis elevadas es nocivo para la salud.


Portugal 0-2 Inglaterra

Que bonitos recuerdos me trae este juego. Nostalgia del verano del 86 cuando se enfrentaron en el estadio Tecnológico de Monterrey y los lusitanos ganaron 1-0 con gol de Carlos Manuel Correira, o aquel juegazo de Eindhoven Holanda en la Euro 2000, cuando Portugal ganó 3-2 luego de ir abajo 2-0. Será un juegazo. Por desgracia, las ausencias por suspensión y el desgaste en el partido de rugby contra Holanda, le pesarán mucho a los lusos. Becks y compañía los mandarán de retache a Lisboa.


Brasil 2-1 Francia

No será fácil para los brasileños. No olviden que Francia es su coco. Acuérdense del Jalisco el día del cumpleaños de Platini y acuérdense de la despedida de Zico errando contra Bats. No olviden el Stade de France. Te van a volver a embrujar Ronaldo. Si un fantasma espanta a los cariocas son los galos. Sí, ya se, no puedo ir contra la lógica y la lógica dice que gana Brasil, pero ese día traeré bien puesta mi camiseta francesa comprada en Montmatre. Allez le Bleu, Viva le Coq.

Tuesday, June 27, 2006

La Selección Mexicana me recuerda que el Mito del Eterno Retorno no fue un alucine del buen Federico.

El lamento de una derrota es directamente proporcional a las esperanzas de victoria que se tenían. Luego entonces, yo no tengo nada que lamentar. Nunca tuve la más mínima esperanza. Simplemente miré con filosófica atención la consumación del ritual de lo ordinario.

Gardel dijo que 20 años no es nada. De niño la frase me parecía, obviamente, una ironía, una payasada. 20 años son la vida entera, el tamaño del Universo, no pasarán nunca. Pero ahora que soy adulto digamos que le empiezo a creer a Carlitos. 20 años son algo, de acuerdo, pero no pasan tan lentamente como uno cree en la infancia. Qué va, pasan con algo de prisa. Lo peor de todo es que tengo la plena seguridad de que los próximos 20 años de mi vida, si es que tanta vida me tiene reservada la aleatoriedad, pasarán más rápido que los últimos. Conforme creces los años se devalúan como la moneda. El año es como el peso, pues cada vez parece valer menos. Un año en la infancia era el territorio de la eternidad y ahora se ha transformado en un suspiro en cámara rápida. De una Navidad a otra transcurría la vida entera y ahora las navidades y los años nuevos se confunden en mi memoria y no se cuál fue primero y cuál después.


20 años han pasado desde que viví por vez primera la eliminación de una selección mexicana en el Mundial. Era junio de 1986, tenía 12 años de edad y ese día se celebró mi graduación de sexto de primaria. En mis recuerdos, el bombardeo publicitario y la euforia popular en torno al equipo tricolor eran mucho mayores que hoy. Vaya, el Mundial se jugaba en casa, al equipo se le veía cara de campeón y por si fuera poco el partido decisivo, el único quinto partido que hemos jugado en nuestra historia, se celebraba en mi ciudad, concretamente en la Catedral de la Mejor Afición del País, en el Estadio del las Grandes Pasiones, el Universitario de San Nicolás de los Garza. Esa tarde, como he dicho, me despedí de la primaria y viví por primera vez el siempre tristísimo rompimiento de la esperanza verde. No sabía aún que toda eliminación mexicana debe estar rodeada por los fantasmas de la tragedia y la injusticia manchando las inmaculadas páginas de la bella historia de lo que pudo haber sido. Jesús Díaz Palacios, colombiano, fue el criminal de la tarde al anular el legítimo gol del Abuelo Cruz. Luego Quirarte y Servín con las patitas temblando frente al manchón penal regalándole la pelota al dopado Tony. Allofs, Brehme, Matheus, Litbarski tiraron con robótica y endemoniada precisión. La maldición nacional abría su primer capítulo.

Ocho años pasaron. En el ardiente verano de 1994 yo tenía 20 años de edad y era un estudiante de Derecho en un país convulsionado por sus demonios. Pero ni los magnicidios ni las rebeliones fueron capaces de quitarnos la atención del Mundial gringo. Era el medio día y estábamos en mi casa de la calle Francisco Petrarca mi primero Héctor, algunos compañeros de su prepa (confieso que he olvidado quiénes) y yo. México se jugaba el pase a cuartos contra Bulgaria. Solo recuerdo el poste doblado por el cañonazo de Aspe y la desesperación cada que la cámara enfocaba el rostro sereno de Mejía Barón y el ansioso de Hugo Sánchez. Luego el penal de Aspe volando por los cielos gringos y Marcelino y Jorge Rodríguez, tembeleques e inseguros errando sus disparos a las manitas de Mijailov. Segundo capítulo de la esperanza verde asesinada.


Cuatro años pasaron. Era el verano, (más ardiente aún) de 1998, el verano del vodka Absolut y las parrandas. Tenía 24 años de edad y trabajaba en el periódico El Norte. Esa mañana México quería vengar la afrenta del 86 contra Alemania y por poquito lo consigue. Era una mañana laboral y yo me salí a la Macroplaza con mi amigo Pepe Villasáez a ver el partido en las pantallas gigantes. Ha sido el único partido trágico que he visto en tumulto en una gran plaza. Confieso que es la única vez en 20 años en que realmente creí en el triunfo mexicano. Ese gol de Luis Hernández tenía cara de tomarse las cosas muy en serio. Pero Bierhoff y Klinsmann nos bajaron de nuestra nube. Unos tragos de Absolut me ayudaron a superar el mal trago.


Cuatro años más pasaron. Era el verano (no tan ardiente, por supuesto, pues no estaba en Monterrey) del 2002. Yo tenía 28 años de edad, vivía en Tijuana en un pequeño departamento en Playas y trabajaba en el periódico Frontera. Retornamos de Cuba cuando comenzó el Mundial oriental, el Mundial de las desveladas, un torneo que recuerdo entre alucinaciones de insomnio y duermevela. Era madrugada de lunes, 2:00 o 4:00 de la mañana. Estábamos en nuestro pequeño depa playero. Carolina por supuesto dormía y yo hacía esfuerzos porque el sueño no me venciera de la forma en que Mc Bride y Donovan vencían a Conejo Pérez y mancillaban para siempre el orgullo nacional reviviendo los fantasmas de 1847. La Historia Patria nos prohíbe perder contra Estados Unidos. Es algo así como abrir el alma en carne viva y echarle sal y limoncito. Nunca una eliminación había sido tan triste y nunca una desvelada me había parecido tan absurda.


Cuatro años se fueron como agua. Era el verano (ni frío ni caliente sino todo lo contrario) del 2006 en el extremo Norte de un país que se moría de aburrimiento con sus candidatos presidenciales. Era el Día de San Juan. Carolina y yo empezamos a celebrar con dos días de anticipado nuestro séptimo aniversario de Matrimonio. El regalo que me dio mi esposa fue de lo más significativo para ese día: La camiseta oficial de la Selección Mexicana en su versión blanca y la camiseta de la Selección Argentina en su tradicional versión albiceleste (además de los tomos II, III y IV de la Historia del Tiempo Perdido de Proust) . Por la mañana tramitamos en Rosarito la renovación de mi licencia de conducir y la tarjeta de circulación y trajimos sendas órdenes de barbacoa y cabeza (¿dónde carajos quedó la dieta?) para ver el encuentro de octavos de final.
Márquez prendió el foquito de la esperanza, pero Borguetti nos demostró que en Inglaterra ha aprendido a ser un buen cabeceador. Sólo falta ubicar bien la portería adecuada. Morris se comió la mitad de la barbacoa y Maxi Rodríguez nos demostró que en Argentina a veces se hablan de tú con los dioses y meten goles de otro mundo. Le dije a mi madre que era más probable que un meteorito destruyera la Tierra a que México pasara sobre Argentina. Lo ven, el meteorito no ha caído. El Mundo sigue duro y dale con su ordinario movimiento de rotación y así seguirá girando los próximos cuatro años. El Eterno Retorno se ha consumado una vez más. Nos vemos en Sudáfrica.