Eterno Retorno

Monday, October 13, 2025

Cuando los primos se encuentran


 

¡Bang  Una detonación  rompe el silencio en las laderas de Chipinque. Una bandada de pájaros levanta el vuelo. Marcos y Laertes apuntan sus escopetas. Un oso negro se oculta entre las coníferas. Frente a ellos, se despliega una impresionante panorámica de Santa Teresa  vista  desde lo alto de la Sierra Madre.  

Estamos en 1972.   Marcos Parra y Laertes Valdespino,  primos hermanos,  tienen 22 y 21 años y son futuros herederos del grupo industrial más poderoso del país, encabezado por su abuelo,  Eugenio Villatoro. 

Los primos se  reencuentran después de dos años de no verse y se desafían a una competencia de tiro al blanco.  

Marcos viene retornando de la Universidad de Purdue, en Indiana, donde estudia administración industrial. En sus vacaciones, se ha ido a un safari en África en donde presume haber matado a un elefante.   

Laertes, por su parte,  viene retornando de la sierra de Chihuahua, donde realiza labor social en compañía de unos sacerdotes jesuitas.  

Ambos son excelentes tiradores. 

Mientras cargan las escopetas recuerdan anécdotas de adolescencia. Bailes en el club El Reino y el Alpino Chipinque, ligues de carro a carro en la calle Misisipi, vacaciones en la Isla del Padre.  

Pasarán el fin de semana en la cabaña familiar en la montaña en donde el abuelo ha convocado a un cónclave con los nietos para hablar del presente y el futuro de la empresa. Don Eugenio está por cumplir 80 años e intuye que la hora del relevo en el corporativo se acerca, pero aún no encuentra quién será su sucesor. 

Alberto Parra, padre de Marcos, muestra mucho más interés y habilidades para la política que para la administración empresarial mientras que Magaya Villatoro, madre de Marcos, está mucho más interesada en coleccionar arte.  

Hamlet Valdespino, padre de Laertes, murió prematuramente afectado por un cáncer fulminante y su madre, Balbina Villatoro, es emocionalmente inestable.  

Roberto Villatoro, hermano menor de Eugenio, es codicioso y carente de escrúpulos, mientras su hijo José Roberto realiza operaciones muy poco claras con el banquero Jorge Lankish. 

Don Eugenio piensa en uno de sus nietos como potencial relevo, pero tiene más dudas que certezas. Marcos es visceral e impulsivo mientras que Laertes es soñador e idealista. 

 Viaje al pasado 

 Reunidos por la noche en la cabaña, ubicada en  la parte más alta de la Sierra Madre, los nietos escuchan al abuelo, quien se sube a la máquina del tiempo y les empieza a hablar de su temprana adolescencia, cuando su padre, don Isaac Villatoro, lo llevó por primera vez a la recién fundada Cervecería.  

Las escenas muestran la pequeña entidad porfiriana gobernada por Bernardo Reyes en donde se empieza a gestar la primera revolución industrial mexicana. 

Don Eugenio les platica a sus nietos del día en que se instaló el primer alto horno de Latinoamérica en Fundidora y del estallamiento de la Revolución Mexicana que estuvo a punto de arrasar con sus inversiones. 

Vemos imágenes del ejército Constitucionalista acaudillado por Pablo González tomando Monterrey, de las tropas emborrachándose en el jardín de Cervecería y saqueando comercios, de ahorcados en los postes de telégrafos y trincheras en los alrededores del palacio de cantera. 

Eugenio les habla de las turbulencias del México post revolucionario, la formación de los sindicaros rojos, las tentativas huelguistas, los conflictos con los gobiernos del Maximato, su oposición al cardenismo y la educación socialista  y la forma en que decide consolidar sus esfuerzos y compartir sus conocimientos creando un instituto Tecnológico y un sistema de vivienda y seguridad social para sus empleados. 

La charla se extiende hasta el amanecer. Los primeros rayos del sol iluminan la montaña. 

Don Eugenio concluye: Ese ha sido mi camino de vida. Ahora a  ustedes les tocará adaptar nuestra revolución industrial al nuevo mundo. ¿Se sienten preparados?