CUANDO ANITA YEE APRENDIÓ A LEER EN EL SÓTANO
Aunque nació y creció en Mexicali, Anita Yee aprendió a leer y
escribir en chino antes que en español.
Formada en el callejón de La Chinesca, la pequeña Anita fue una
niña curiosa e inquieta que absorbía y aprendía todo de su entorno.
Entendía y hablaba a la perfección el chino y el español, pero su
educación formal no estaba certificada ni acreditada por la Secretaría de
Educación Pública y el plantel en donde se formó no era muy convencional que
digamos.
Anita Yee estudió en el sótano de la Iglesia Metodista de la
Chinesca en donde aprendió las primeras lecciones con maestros chinos que le
enseñaban las materias en esa lengua.
“Yo aprendí a leer y a escribir en chino antes que en español y
tenía muy buena ortografía, hablaba muy bien los dos idiomas, pero mi escuela
fue toda en chino y así aprendí”, nos narra muchos años después Anita Yee.
Todas sus compañeros y compañeros eran también de origen chino,
aunque hubo también durante algún tiempo dos niñas alemanas.
Anita fue hija de Rosario Sánchez, una mujer sinaloense oriunda de
El Verde, casada en segundas nupcias con Simón, Yee, un inmigrante cantonés.
Años antes Rosario estuvo casada con un chino llamado Bernabé, de
quien Anita afirma que era muy apuesto y muy rico, dueño de no pocos comercios
en Mazatlán, Sinaloa.
De ese matrimonio nacieron las niñas Carmen y Rosario, pero
Bernabé tuvo que irse a China cuando el gobierno de Plutarco Elías Calles
expropió sus comercios e inició una persecución contra la comunidad china.
Años después Rosario se volvió a casar y con su nuevo esposo, el
migrante chino Simón Yee, dejó Sinaloa para irse a probar fortuna a Mexicali.
Fue ahí donde nació Anita el 7 de marzo de 1934, en pleno callejón de La
Chinesca, en donde vivían todos los inmigrantes recién llegados de Cantón.
Su formación en los sótanos de la Iglesia Metodista fue la de
muchas niñas y niños de origen chino.
Aunque los migrantes asiáticos adoptaban nombres mexicanos y los
más jóvenes aprendían muy bien español, la comunidad china se mantenía
relativamente hermética en sus costumbres y ceremonias.
En la Chinesca y sus alrededores se hablaba en chino y en las
cocinas de los cafés y los restaurantes no había quien hablara español.
La Asociación China de Mexicali llegó a contabilizar unos 15 mil
integrantes y en la primera mitad del Siglo XX, el fervor hacia el Partido
Nacionalista Chino era palpable en las calles del centro mexicalense.
“Todos los chinos viejos eran del Partido Nacionalista Chino. Ahí
frente al café Azteca, en un edificio propiedad de mi papá, era la sede del
Partido Nacionalista Chino. Abajo había una café llamado el Sol Radiante y
todos se juntaban ahí”, afirma Manuel Ma.
Había dos fiestas al año del Partido Nacionalista que organizaba
la Asociación China.
El apoyo a la causa Nacionalista en Mexicali se manutuvo
entusiasta hasta 1949, cuando la Revolución Comunista de Mao Tse Tung triunfó y
los derrocó
La Asociación China también organizaba la fiesta del Año Nuevo
Chino y solían proyectar películas chinas con antiguos proyectores de carrete.
Había dulces, regalos y eran espléndidos a la hora de repartir
juguetes entre los niños
Entre los presidentes de la Asociación China destacaron Luis Wong,
que era dueño de lavanderías o Julio Yee Cabrera, nieto de Ma Po Lung.
Sin embargo, pese a lo bien organizada que estaba la Asociación
China y a lo prósperos que eran los negocios de la comunidad, los comerciantes
chinos solían ser reservados y desconfiados a la hora de interactuar con
mexicanos y firmar documentos.
Por esa razón, la gran mayoría eran reacios a abrir cuentas
bancarias y antes de confiar en instituciones de crédito, preferían guardar el
dinero guardado del colchón.
Eso cambió cuando la joven veinteañera Anita Yee entró a trabajar
como cajera al Banco Mercantil en la Chinesca, cuyo gerente general era Jesús
Legi.
Dado que era la única empleada del banco que sabía hablar en
chino, clientes de esa nacionalidad empezaron a perder la desconfianza y se
acercaron al banco donde por fin había alguien que los atendía en su idioma.
Con el paso del tiempo Anita acabó siendo la cajera principal del
Banco Mercantil, una ejecutiva de cuenta que consiguió acercar a los
comerciantes y restauranteros chinos a la institución de crédito.
Una de las cuentas que recuerda haber abierto, fue la de la Abarrotera,
uno de los negocios más grandes y prósperos que había en la zona, donde se
manejaban millones de pesos y pese a ello carecían de una cuenta bancaria.
“Solo a mí me tenían confianza y solo conmigo se acercaban a abrir
cuentas. Así convencí a los de la Abarrotera que tuvieran confianza y se
acercaran. Era la cuenta más grande que teníamos”, nos narró Anita Yee.
Una foto promocional de 1956 muestra a la joven Anita de 22 años
de edad animando a los clientes a abrir una cuenta y multiplicar sus
beneficios.
Siendo empleada del Banco Mercantil, Anita Yee conoció al
comerciante guanajuatense Arturo Esquivias con quien se casó y con quien vivió
siempre en el primer cuadro de Mexicali.
Hoy, a sus 90 años de edad, Anita recuerda con nostalgia aquellos
tiempos en su mundo giraba en torno al Banco Mercantil y su querida Chinesca