CUATRO OJOS
Al cabo de medio siglo de vida
e infinidad de párrafos leídos en penumbra, he llegado a la conclusión de que mis
ojos agradecen de mil amores la ayuda de unos lentes. No, nadie me ha diagnosticado
nada ni he visto oculista alguno y de hecho ni siquiera creía necesitarlos, pero
Carol me los prestó la otra noche y una nueva perspectiva espacial se desplegó
ante mis ojos. Es como entrar de pronto a una nueva dimensión. De pronto, las letras desfilaron impúdicamente
claras.
Si las letras transpiraran
podría ver sus gotas de sudor, las arrugas en sus cuerpos de tinta y las
protuberancias en la blanca estepa del papel mientras Theodoros intenta conciliar
la mirra y la sangre
¿Cuándo se inventaron los
lentes?
Si bien, existen indicios de
artefactos ópticos desde épocas tan remotas como el Antiguo Egipto, se atribuye
al florentino Salvino D’Armato degli Armati la invención de las gafas modernas
a finales del siglo XIII. El diálogo de Fray Guillermo de Baskerville y Nicola
en El Nombre de la Rosa de Umberto Eco relata este acontecimiento:
Metió las manos en el sayo
y extrajo sus lentes, que dejaron sorprendido a nuestro
interlocutor. Nicola cogió la horquilla que Guillermo le ofrecía. La observó
con gran interés, y exclamó:
– ¡Oculi de vitro cum
capsula! ¡Me habló de ellas cierto fray Giordano que conocí en Pisa!
Decía que su invención aún no databa de dos décadas. Pero ya han transcurrido
otras dos desde aquella conversación.
– Creo que se inventaron
mucho antes -dijo Guillermo-, pero son difíciles de fabricar, y para ello se
requieren maestros vidrieros muy expertos. Exigen mucho tiempo y mucho trabajo.
Hace diez años un par de estos Viteri ab oculis ad legendum se vendieron en
Bolonia por seis sueldos. Hace más de una década el gran maestro Salvino degli
Armati me regaló un par, y durante todos estos años los he conservado
celosamente como si fuesen, como ya lo son, parte de mi propio cuerpo.
¿Terminarán siendo parte de mi
propio rostro? No acabo de reconocerme, pero mis ojos parecen sentirse de
maravilla explorando senderos de letras desde atrás de los cristales.