Eterno Retorno

Saturday, June 02, 2018

Colegas, los invito a despedir nuestra feria tijuanense en modo Juglar. Me acompaña el gran Eduardo Antonio Parra. Nos vemos mañana en el Bordo.

Friday, June 01, 2018

Los dos sentidos de la palabra. Publicado en Juárez Hoy por César Graciano

César I. Graciano.- La palabra “bizarro” tiene dos acepciones: puede ser “valiente o arriesgado”, y también es un adjetivo para señalar algo “generoso, lucido, espléndido”. Estos dos significados son, quizá, los que menos se usan. La influencia que tiene el inglés en nuestro idioma ha deformado muchas palabras que usamos y creado nuevas. Al menos en la frontera “mapeamos” los pisos y andamos en una “troca”. De igual manera creemos que lo bizarro se refiere a lo extraño o inusual, y es así, pero en inglés y en francés. O al menos ese es el resultado que arroja el diccionario de Oxford al consultar el significado de la palabra “bizarre”. En la traducción se perdió todo: bizarre se volvió bizarro, pero no debería ser así. Al menos un pequeño diccionario Larousse de traducción inglés-español sugiere que “bizarre” sea “extravagante, extraño”, y “bizarro” debería ser “brave; magnanimous”. Tener una palabra como “bizarro” puede ser de ayuda, por ejemplo, para describir algo que es “arriesgado, lucido y extraño” a la vez, como por ejemplo “Días de whisky malo”, de Daniel Salinas Basave (que hablando de traducciones, qué bueno que prefiriera el término “whisky” en lugar de “güisqui”, que es la voz correcta en español). “Días de whisky malo” ganó el Premio Gilberto Owen 2014 en la categoría de cuento, fue publicado por la editorial de la Universidad Autónoma de Nuevo León en 2016 (una edición bastante bonita, dicho sea de paso), y en 2017 fue uno de los cinco finalistas del Premio Internacional de Cuento Gabriel García Márquez. El libro se compone solo por seis cuentos, pero en total tiene 246 páginas, por lo que hablamos de cuentos largos, cuando no son novelas cortas, lo cual es muy bizarro, muy generoso: son pocos los libros de cuentos que, sin ser una antología o los “cuentos completos”, sean tan largos (aunque hay sus excepciones, como “Las mil y una noches”). Lo que más se puede encontrar en la prosa de Salinas Basave es humor, uno muy extraño, casi negro, casi irónico. Las historias son contadas desde el filo del absurdo, pero todo es creíble. Por ejemplo, en “Saurio Sangrante”, la pieza que abre el libro, narra desde la perspectiva del protagonista la agonía espiritual de un hombre a quien le amputarán una pierna y con eso perderá uno de sus tatuajes: el más preciado para él. Con ese breve espacio de acción, el cuento se comienza a llenar de retrocesos en el tiempo que llevan a la explicación de cómo consiguió sus tatuajes, su primer amor, el desamor y el infortunio de crecer (o, al menos, de no poder ser adolescente por siempre). Por el tema, se podría encajar como un cuento de “crecimiento”, en el que el protagonista muestra qué lo convirtió en el hombre que es, pero los recursos que se van empleando durante la narración, como los flashbacks que son el hilo conductor de toda la historia, los guiños a ciertas escenas del México actual (el cuento se desarrolla en Ecatepec) y pasado (con, por ejemplo, una breve mención a Santa Anna), el relato se vuelve un paisaje en claro del México de los ochentas a la fecha. Más cercano a nuestra realidad inmediata, Juárez, está el cuento “Corona de muerto”, en el que se narra cómo es que Acadio Borregastre, juez municipal de Tijuana, recibe en la puerta de su casa una corona fúnebre, lo que no puede significar otra cosa que un aviso: la muerte próxima. La tranquila, pero aburrida y sinsentido, vida de un pequeño burócrata se trastoca cuando el narco pone la mira en él; Borregastre solo espera que la muerte, esa que no se cansa de imaginar, lo libere. El libro contiene una alta dosis de cosmopolitismo, incluso con todos los regionalismos norteños que se escriben en él. El lector viaja de Ecatepec a Tijuana, de Kazajistán a Italia, y de ahí a Tecate o a un pequeño pueblo de Estados Unidos, donde un hombre que vive del recuerdo de su juventud como rockstar de pueblo, “acosa” a una estrella pop, que antes fue su pareja. En “Infortunios de un ovejero kazajo”, un pastor intenta degollar una oveja en una cancha escocesa, como parte de un ritual que le ayuda a su equipo a ganar el partido, de lograrlo haría que su equipo de futbol entrara a la Champions League. Por mucho, el más hilarante de los relatos, y quizá el más absurdo (aunque la selección de Irak ya ha hecho un ritual parecido). También se puede leer cómo un burócrata cultural de Tecate quiere llevar a la cuidad a Lila Azam, a la que considera la escritora más hermosa del mundo. En este cuento, “Ella es nabokoviana”, no solo se relatan los pensamientos del burócrata, quien fantasea con Azam, sino que, de manera sutil, también es una crítica a la corrupción de los sistemas de gobierno en México. En “Dilemas de zurdos y fachos” pone frente a frente a un hombre de derecha con uno de izquierda, ambos amantes del futbol, pero de equipos contrarios, rivales. Salinas Basave desvanece sutilmente las diferencias entre un “zurdo” y un “facho”, para mostrar cómo las ideologías son más una unión que una separación. Así, lleno de humor y de absurdo, extraño, generoso en su prosa, estimulante y ágil, arriesgado en sus planteamientos y en su extensión, Daniel Salinas Basave terminó por escribir un libro “bizarro” y “bizarro”. graciano.cesar@hotmail.com

Thursday, May 31, 2018

Juglares en la Peni

1- Hace una década, en la agonía del verano 2008, cubrí desde la calle el motín de la Penitenciaría de Tijuana. Humo, balas, gritos. Bocanadas de averno bajo el cielo de la Mesa. La bomba de tiempo estallaba y la negra leyenda de un penal espetó con desparpajo su mórbida realidad. Ayer retorné la Peni, diez años más viejo, y lo hice para compartir unos furtivos juglares con los presos. 2- Miro a los ojos de los reos, trato de leer en sus rostros y lo único que entre manos me queda es un arsenal de interrogantes y una que otra certidumbre. Una de ellas, es que nada me exenta de estar ahí. En este país la ruta legal y la ruta criminal son tan relativas, tan confusas. ¿Existen los irrenunciables destinos delictivos? ¿O estamos ante una cadena de tropiezos en un camino minado por circunstancias desfavorables? Acaso en la vida de un mexicano promedio, la cárcel sea las más de las veces un desafortunado accidente, una carta jodida en la lotería existencial. Tantos criminales libres y en posiciones de mando; tantas almas extraviadas atascándose de infierno en vida. Viciado de origen, nuestro sistema procesal penal nos hace pensar en una ruleta donde la condena suele casi siempre caer sobre el más pobre de los diablos. 3- Entre los muros de la penitenciaría, una canción de Calamaro irrumpe terca en la zona profunda de la mente: “La conocen los que la perdieron, los que la vieron de cerca, irse muy lejos, y los que la volvieron a encontrar, la conocen los presos, La Libertad”. 4- ¿Pueden ser las prisiones un buen laboratorio de escritura? Cuestión de echarle un ojo a la calidad de algunos párrafos escritos tras las rejas. Si tomamos en cuenta que la primera parte del Quijote fue escrita por Cervantes en la cárcel de Sevilla; que el Divino Marqués de Sade dio a luz buena parte de su obra siendo un reo; que Dostoievski se convirtió en Dostoievski luego de su confinamiento en la casa muerta de Siberia; que Wilde arrojó De Profundis desde la prisión de Reading y Revueltas El apando desde una crujía de Lecumberri, podemos concluir que más de una buena página ha visto la luz en una la jaula. La lista es larguísima. La lectura también puede redimir cuando se ha perdido la libertad. Pancho Villa aprendió a leer gracias a su compañero de celda, Gildardo Magaña, quien fue su maestro de primaria en la prisión de Tlatelolco, y un millón de anónimos convictos redimieron la muerte en vida con un libro en la mano. Ayer, varios de los reos se confesaron escritores. Algo similar me pasó hace un año en el penal de Ciudad Juárez. Las letras habitan en entornos improbables. 5- Gracias a quienes hicieron posible esta experiencia y a quienes acudieron a compartirla y publicaron algo al respecto. Mi gratitud con Hayde, Liliana, Laura, Lino y mis colegas reporteros que estuvieron presentes, en especial a Sergio por tan chingonas fotos. Gracias a la Feria del Libro de Tijuana por llegar a quien más lo necesita en los rincones más oscuros e improbables de nuestra ciudad. En la altamar de la primavera más oscura, alguna vela brilla bajo la tormenta.

Cuando voy a la Feria del Libro me gusta ir en plan de cazador. Tomarme mi tiempo y recorrer pacientemente cada uno de los stands en busca de ese improbable libro que desde algún escondite me acecha y espera ser pepenado por mí. La verdad es que ahora no he tenido demasiado tiempo para ir a revisar pacientemente cada puesto, pero a cambio he tenido provechosas convivencias. Aunque a veces creo que tengo más compromisos de los que puedo manejar, siempre es un gusto poder leer y compartir los libros de los colegas. Una gratísima sorpresa fue conocer al narrador cubano Lorenzo Lunar y poder leer su novela ¿Dónde estás corazón? Me encanta el manejo que el colega de Santa Clara hace de la segunda persona como voz narrativa de su novela, que nos narra la historia de un militar castrista comprometido con la patria socialista, pero enfermo de amor por un muchachito, un joven recluta que le roba el corazón a quien debe entregar a un tribunal militar para procesarlo como traidor. Fascinante el humor de Lunar y la atmósfera tropical y cadenciosa de cada una de sus páginas donde uno se impregna de Caribe y de pronto se siente bañado en sudor mientras camina de noche por el malecón habanero. Derrame un trago largo de Leonardo Padura, agregue dos copas de Pedro Juan Gutiérrez y unos sorbos de Reinaldo Arenas con su pizca de Virgilio Piñera. Mezcle, agite y beba de hidalgo y entonces sí paladeará usted en toda su intensidad a Lorenzo Lunar. Una borrachera rica. Grato fue también presentar una antología de cuento como El hambre heroica, compilada por la editorial Paraíso perdido y por Gabriel Rodríguez Liceaga, lo mismo que el six pack de cuentos Cien caballos en el mar del narrador navojoense Alfonso López Corral. Particularmente intenso fue leer y compartir el poemario del chiapaneco Balam Rodrigo, El libro centroamericano de los muertos, Premio de Poesía Aguascalientes, quien en clave casi bíblica y emulando a los cronistas de la conquista, ha creado una lírica de navaja afiliada en donde se narra el infierno vivido por miles de migrantes en la frontera sur entre México y Guatemala. Un agasajo es poder convivir y cenar con un buen amigo como es Élmer Mendoza, quien vino a presentar su novela Asesinato en el parque Sinaloa y quien prepara una nueva sorpresa editorial para este otoño que no se parece a nada de lo que ha publicado antes. Por su ausencia brillará el Zurdo Mendieta y el mundo del hampa sinaloense, pues ahora Élmer se nutrirá del espíritu de los cuentos clásicos con un guiño a la Bella Durmiente. Grato fue poder compartir con ustedes mis Días de whisky malo ahora en edición colombiana, como grato será poder clausurar la feria presentando por primera vez en México mis Juglares del Bordo, mi ficción más radicalmente tijuanense, editada en Argentina, pero que aún no circula en nuestro país. Por lo pronto, los ejemplares que llevaré a esta presentación son los únicos que por ahora hay en México, pues en este momento Juglares del Bordo solo circula en territorio argentino. Espero pronto poder importar una buena cantidad de ejemplares o mejor aún encontrarle editor mexicano. Por lo pronto, los espero el domingo 3 de junio para despedir la Feria del Libro de Tijuana en modo juglar.