NATURALEZA DE LA NOVELA
De entrada, me confieso un lector ciego de cualquier libro premiado por Anagrama. Tengo una fe casi absoluta en la editorial de Jorge Herralde por lo que sus obras premiadas, sean de ficción o ensayísticas, las devoro de primera intención. Naturaleza de la novela de Luis Goytisolo fue el premio Anagrama de Ensayo 2013 y aunque decepción es tal vez una palabra muy fuerte, lo cierto es que esperaba más. ¿Qué esperaba exactamente? Lo peor es que no lo sé. Acaso un poco de malicia narrativa, ideas un poco más arriesgadas, saltos suicidas al vacío de un ensayo libre. Aunque la vocación de futurólogo asesino que se deleita redactando obituarios es más propia de los jóvenes, el autor de la obra premiada, quien es un veterano de casi 80 años, no duda en referirse a la novela como un género que ha pasado a mejor vida. Hay momentos en los que el ensayo de Goytisolo me parece inmerso dentro de un predecible y formal academicismo. Un breve y hasta cierto punto obvio repaso a la historia y evolución de la novela, para rematar con una tesis propia. Un repaso rico en párrafos o páginas completas de las obras citadas en donde lo mismo podemos leer la historia de Sansón, que El cantar de Roldán o el Mío Cid. No es exagerado afirmar que más de la tercera parte del ensayo son citas textuales, lo cual se agradece si nuestra idea es repasar, aunque a veces de la impresión de que el autor prefiere no arriesgarse y limitarse a fungir como compilador de pasajes o párrafos clave. Su cronología es bastante convencional, diría que de curso universitario de literatura, si bien el autor intenta abordar las cuestiones fundamentales sobre la semilla de la novela como género. En ese sentido, lo que hace diferente el ensayo de Goytisolo de clásicos como El arte de la novela de Milan Kundera, es la trascendencia que otorga al relato bíblico como semilla fundacional de las ficciones mayores. Bajo el criterio de Goytisolo, el Antiguo y el Nuevo Testamento son el abrevadero literario original de la novela por encima de los cantares épicos medievales. Incluso Goytisolo se permite dividir a los novelistas en bíblicos y evangélicos. El bíblico, aquel que abreva del Antiguo Testamento, es el novelista cuyos personajes yacen sometidos y enfrentados a una suerte de caos universal, un destino superior que los supera y devora, mientras que el novelista evangélico, que abreva del Nuevo Testamento, presenta a sus personajes sumergidos en el dilema del libre albedrío y la duda existencial. Por supuesto, Goytisolo, al igual que Kundera, otorga al Quijote un papel de piedra angular o cimiento base de la novela total, la incuestionable fuente primaria de donde, quieran o no, abrevan los novelistas modernos. Obvia decir que presenta al Siglo XIX -con su Balzac, Flaubert, Tolstoi, Dostoievski- como el cénit del arte novelístico. Goytisolo es de la idea que después de Joyce, Proust, Faulkner y Mann, la novela cumplió su ciclo de vida. Esa novela total del Siglo XX, a la que compara con rascacielos, se agotó en el Ulises y en la Historia del tiempo perdido, mientras que Faulkner juega el rol de canto de cisne. Todo lo que se escribió desde la segunda mitad del Siglo XX es puro resplandor del astro muerto. La novela, según Goytisolo, ha cumplido su ciclo vital de aproximadamente cuatro siglos. DSB