Un poco de historia
Quienes tienen buena memoria han empezado a sacar conjeturas en torno a esta extraña e ingrata rueda de la fortuna política. La historia, dicen, da una vuelta de tuerca y vuelve al punto de partida, aunque con papeles invertidos. Vamos a subirnos a la maquinita del tiempo y hagamos un viaje 18 años atrás hasta el año 1989. Había en ese entonces un Presidente de la República llamado Carlos Salinas de Gortari que estaba urgido de legitimidad y apoyo político para impulsar un paquete de reformas políticas y económicas. Salinas había llegado al poder con la sombra del fraude orquestado por la tristemente célebre caída del sistema de Manuel Bartlett. A Salinas le urgía el apoyo del PAN para contrarrestar la naciente avalancha perredista e impulsar sus reformas, pero necesitaba un regalo para conquistar el amor azul. ¿Cuál fue el anillo matrimonial que selló el romance entre el PRI y el PAN? Una joyita muy valiosa llamada Baja California. Nadie pone en duda el contundente triunfo del panista Ernesto Ruffo Appel sobre la candidata priista Margarita Ortega, pero lo inédito fue la rapidez con la que el entonces líder nacional tricolor Luis Donaldo Colosio reconoció la derrota y el hecho de que el propio Salinas levantara el brazo triunfador de Ruffo. Epílogo: El PRI sacrificó Baja California a cambio del apoyo panista en Congreso que acabó por encumbrar a Salinas.
¿Concertacesión?
La maquinita del tiempo nos trae de regreso al año 2007 y nos encontramos con un Presidente de la República llamado Felipe Calderón Hinojosa que al igual que Salinas llegó cuestionado al poder tras una pírrica victoria y un desgastante proceso postelectoral. A Calderón le urge el apoyo del PRI para sacar adelante la madre de todas las batallas legislativas de su sexenio llamada reforma fiscal, pero los tricolores se han hecho del rogar y han dejado la moneda en al aire, por lo que la Presidencia tendrá que darles un regalito para conquistar su corazón. ¿Baja California a cambio del apoyo a la reforma fiscal? La historia regresa. Cierto, el país ha cambiado mucho en los últimos 18 años y en teoría, la autonomía de las instituciones está blindada contra los dedos presidenciales, pero en México, tierra de rumores, se cocinan muchas versiones en lo oscurito. Palabras más, palabras menos, la versión es que ni la Presidencia de la República ni el CEN del PAN meterán las manos al fuego para que el Tribunal Federal del Poder Judicial le tumbe la candidatura a Hank ni habrá ningún tipo de presión política de las grandes ligas azules, como sí la hay de parte de la cúpula tricolor. Como quien dice, los panistas bajacalifornianos tendrán que ganar la guerra solos. Son sólo rumores y conjeturas, pero la rumorología es el cimiento de la política.
Quienes tienen buena memoria han empezado a sacar conjeturas en torno a esta extraña e ingrata rueda de la fortuna política. La historia, dicen, da una vuelta de tuerca y vuelve al punto de partida, aunque con papeles invertidos. Vamos a subirnos a la maquinita del tiempo y hagamos un viaje 18 años atrás hasta el año 1989. Había en ese entonces un Presidente de la República llamado Carlos Salinas de Gortari que estaba urgido de legitimidad y apoyo político para impulsar un paquete de reformas políticas y económicas. Salinas había llegado al poder con la sombra del fraude orquestado por la tristemente célebre caída del sistema de Manuel Bartlett. A Salinas le urgía el apoyo del PAN para contrarrestar la naciente avalancha perredista e impulsar sus reformas, pero necesitaba un regalo para conquistar el amor azul. ¿Cuál fue el anillo matrimonial que selló el romance entre el PRI y el PAN? Una joyita muy valiosa llamada Baja California. Nadie pone en duda el contundente triunfo del panista Ernesto Ruffo Appel sobre la candidata priista Margarita Ortega, pero lo inédito fue la rapidez con la que el entonces líder nacional tricolor Luis Donaldo Colosio reconoció la derrota y el hecho de que el propio Salinas levantara el brazo triunfador de Ruffo. Epílogo: El PRI sacrificó Baja California a cambio del apoyo panista en Congreso que acabó por encumbrar a Salinas.
¿Concertacesión?
La maquinita del tiempo nos trae de regreso al año 2007 y nos encontramos con un Presidente de la República llamado Felipe Calderón Hinojosa que al igual que Salinas llegó cuestionado al poder tras una pírrica victoria y un desgastante proceso postelectoral. A Calderón le urge el apoyo del PRI para sacar adelante la madre de todas las batallas legislativas de su sexenio llamada reforma fiscal, pero los tricolores se han hecho del rogar y han dejado la moneda en al aire, por lo que la Presidencia tendrá que darles un regalito para conquistar su corazón. ¿Baja California a cambio del apoyo a la reforma fiscal? La historia regresa. Cierto, el país ha cambiado mucho en los últimos 18 años y en teoría, la autonomía de las instituciones está blindada contra los dedos presidenciales, pero en México, tierra de rumores, se cocinan muchas versiones en lo oscurito. Palabras más, palabras menos, la versión es que ni la Presidencia de la República ni el CEN del PAN meterán las manos al fuego para que el Tribunal Federal del Poder Judicial le tumbe la candidatura a Hank ni habrá ningún tipo de presión política de las grandes ligas azules, como sí la hay de parte de la cúpula tricolor. Como quien dice, los panistas bajacalifornianos tendrán que ganar la guerra solos. Son sólo rumores y conjeturas, pero la rumorología es el cimiento de la política.