Eterno Retorno

Monday, November 10, 2008

Todas las tempestades se desatan mi alrededor, pero aún seguimos sonriendo. Es domingo y el cielo se debate entre nubes negrísimas y un azul profundo. Un cielo fresco, de cara lavada es el que nos cubre. El Pacífico está encanijado y sus olas se arrojan con furia sobre la tierra bajacaliforniana. Después de muchísimos meses llueve en Tijuana- Rosarito y después de una eternidad, (ignoro cuántos años) vemos un arco iris. Por fortuna, la contemplación de estos paisajes aún no te implica una carga fiscal extra. Un par de pescados zarandeados, una machaca de camarón y harta cerveza Noche Buena endulzan la tarde y nos confirman que aún con todo en contra tuya, la vida se empeña en seguir siendo hermosa.

Centros comerciales, techos altos y Chejov

Duermo profundo y sueño (una vez más) con centros comerciales. Antes soñaba con estaciones de metro, pero desde hace años me da por soñar centros comerciales, malls gigantescos, de varios pisos, llenos de escaleras eléctricas. Esos sitios cumplen en mi sueño el rol de El Castillo de Kafka. La noche del sábado al domingo soñé de nuevo con un enorme centro comercial, de cuatro o cinco pisos, ubicado en la carretera de Rosarito a Puerto Nuevo, donde hoy reina la más absoluta desolación y sólo pasean sicarios y fantasmas. En la parte más alta había unos dormitorios que fungían en realidad como un prostíbulo sofisticado y oculto. La imagen más fuerte del sueño eran los techos altos, altísimos, que yo contemplaba acostado boca arriba en una de las camas. Sobre esa cama había un libro blanco de Anton Chejov, el libro que en el mundo real estaba justo a un lado de mi cama en mi buró. Sueño que leo Chejov en una habitación de techos altos en un centro comercial que no existe. Despierto a las 6:00 y siguiendo mis rituales y sortilegios, me sumerjo en mi lectura matutina (nunca leo tan deliciosa y profundamente como lo hago al amanecer) ¿Qué libro elegí? Fácil: Opté por prolongar el camino onírico con Chejov, el mismo libro blanco, en editorial soviética “Progreso”.
“La Mariposa”, “La Muerte de un Funcionario”, “Camaleón” me supieron tan gloriosos como el primer café de la mañana.


Vaivén de los ciclos

Durante años me burlé de esos profetas obsesionados con los ciclos centenarios, quienes como si tal cosa aseguran que en el 2010 habrá una nueva revolución en México.
Hoy ya no estoy tan seguro. Aunque la palabra revolución me parece caduca y ridícula, la realidad es que empiezo a creer en la posibilidad de un cataclismo político-social de proporciones mayores. ¿El vaivén de los ciclos? ¿El Eterno Retorno? En 1808 el Virrey Iturrigaray se permitía el primer coqueteo independentista. Francisco Primo de Verdad y Fray Melchor de Talamantes se convertían en los primeros proto- insurgentes y mueren en circunstancias extrañas. En 1908 Porfirio Díaz le decía a mi colega reportero James Creelman que México ya estaba preparado para la democracia (yo pienso que a la fecha sigue sin estar preparado y que paga un alto costo en lo económico y en lo político por un sistema que no merece ni ejerce a cabalidad) Se organizaban los clubes antireleccionistas, el partido reyista, y la fiebre política todo lo contagiaba. En 2008 la mafia es ama y señora de Tijuana y de muchas entidades mexicanas. El crimen tiene al gobierno agarrado de los huevos, el secretario de Gobernación y el zar antinarco de México mueren en sospechoso avionazo, Calderón llora en silencio y el coletazo de la crisis apenas empieza a romper almas y hogares. Esta paz, huele mal, es la paz de los muertos. Por primera vez, tengo la entera certeza de que estamos cerca de vivir en carne propia un señor terremoto, una de esas estampidas de diablos prófugos de mil infiernos que cada cierto tiempo agarran la parranda en este país.