Santísimo Patrono de la Norteñidad
Dado
que soy un güero aventado habitante de las más chula frontera del Norte, hoy le
entro con renovada fe al bailazo al sonar del acordeón y el bajo sexto, pues
resulta que no cualquier día cumple cien años el Santo Patrono de todos los
norteños. Don Eulalio nació en Los Herrera el 16 de diciembre de 1921, vivió en
no pocas ciudades fronterizas, empezó estudiando para médico, se recibió de
contador y en algún momento fue colega reportero en El Porvenir de Monterrey.
Pedro Infante lo hizo debutar como actor de radio novela y en Ahí viene Martín
Corona se fundió para la eternidad con su personaje: El Piporro. Tuve la
fortuna de conocerlo personalmente en una cena de mi tío Agustín (en septiembre
de 1992) y de escucharlo cada que la alegría asciende en una carnita asada o
una velada cervecera. Pelao fino, corazón grande. Hoy en su Centenario, he
decidido presentar cinco pruebas para demostrar su condición de Santísimo
Patrono. El Evangelio Piporriano sostiene que existen evidencias contundentes
que dan fe de sus milagros. Presten atención, descarriadas
ovejas de la norteñidad:
1-
Sólo una deidad puede crear un personaje mitológico como el traga-balas, capaz
de ser fusilado y escupir los proyectiles que le entran por el tronco de la
oreja sin siquiera mascar tabaco.
2-
Sólo un Dios puede garantizar que las balas caigan en su sitio justo, como
ocurre en Borracho el borracho: “Ahora que las balas cayeron en su sitio, las
de allá pa acá, acá y las de aquí pa allá, pos allá”.
3-
Ni siquiera los dioses griegos que protegían a Aquiles, pudieron crear una
armadura tan poderosa como el forro de mugre que protegía al Ojo de Vidrio de
las balas de sus enemigos. Al final, sólo una serpiente coralillo pudo matar a
Porfirio Cadena, de la misma forma que la flecha de Paris en el talón de
Aquiles acabó con el héroe.
4-
Aunque la deidad no libera de la muerte a quienes han sido elegidos, les
reserva muertes piadosas. Caso de Rosita Alvírez: El día que la mataron Rosita
estaba de suerte, de tres tiros que le dieron, nomás uno era de muerte.
5-
Tan sólo un poder divino es capaz de transformar a un humilde agricultor
tamaulipeco llamado Natalio Reyes Colás, en un famoso cantante de jazz llamado
Nat King Cole.