Secretos muy bien guardados e improbables oasis se ocultan en nuestra región. Esta mañana he recorrido el viñedo de Salerno, en el corazón del Valle de Ramona, California, en donde el empresario Jaime Chaljon posee una de las más extraordinarias y diversas colecciones de escultura mexicana. Mágico y misterioso tour entre anatomías de ángeles en vuelo y criaturas mitológicas prófugas de un universo onírico. Torsos de bronce que parecen sudar; reyes y alfiles en eterno duelo sobre un tablero; fantasía y hechizo en cada rincón de un jardín que es un cuento en sí mismo. Gracias a Rodolfo por el paseo. Las californias siempre tendrán un nuevo conejo oculto bajo su sombrero.
Thursday, February 26, 2015
Tuesday, February 24, 2015
Quinto piso, solitario altar de un elevador desvencijado. Ahí apesta a espectro y añejamiento, polvo de infinitos ayeres. Hay algo perturbador en la idea de pernoctar en tal herrumbre. En el closet fueron olvidadas las chamarras invernales. Olor a humedad ratonil, a polvo de inútiles noches. Al parecer soy el nuevo habitante de esa vivienda y en mi exploración voy desgajando la palabrería indispensable para escribir sobre la energía yaciente en toda casa vieja. Paraje de fantasmas húmedos y pesadillas bajo palabra. La respiración fue siempre insuficiente. Noche de magro oxígeno en la cabeza.
Las cabezas de ratón no fueron un sueño, aunque hoy mismo no metería las manos al fuego por su recuerdo. Tampoco el águila devorando la ardilla en medio de Sánchez Taboada ni la petulante desnudez de este horizonte cuchillero. Tres veces ha rodado la maceta y el canto de este pájaro suena a clamor inexorable. Del este viene la luz y a mi izquierda vigilan las hirientes sombras.
Monday, February 23, 2015
My lifestyle determines my deathstyle, dice Metallica. Yo creo más bien que tu estilo de muerte determina tu posteridad. Sí, hay quienes se inmortalizaron en su manera de morir. La libre asociación no nos remite a Aleksandr Pushkin como el padrino de las letras rusas decimonónicas, sino como al osado caballero caído en un duelo de los de antes. Si la imagen de Kafka es una cucaracha, la de Nabokov una mariposa y la de Melville una ballena blanca, la de Pushkin son dos antiguas pistolas cargadas. Las portadas de sus libros no dejan mentir. En enero de 1837 Pushkin retó a duelo al oficial francés Georges d Anthés por cortejar descaradamente a su esposa, la guapísima Natalia Goncharova. Ambos se hirieron pero Pushkin sacó la peor parte. Natalia, por cierto, es rescatada por Milorad Pavic en el policial onírico Pieza única (era una bomba sexual según el serbio). Pushkin conoció y apadrinó a un joven Gógol, pero no alcanzó a tener idea de Dostoievski. Ni siquiera la cuarta parte de la obra de Pushkin está traducida al español y a menudo lo único que se encuentra es Eugenio Onieguin o La hija del capitán. Por cierto, entre mis objetos del deseo literario hay una Metamorfosis ilustrada de Kafka traducida por César Aira (vaya estuche de monerías: hasta traductor de alemán nos salió el canijo) También el primer volumen de la saga Knausgard, La muerte del padre y ya si se inventaran los días de 36 horas, hasta le andaba entrando Nesbo y su gruesísimo leopardo. Siempre habrá más libros que tiempo de vida.