Eterno Retorno

Saturday, January 23, 2021

Cola de cetáceo: no te ocultes en lo ignoto de esa mar tan rejega.

 

Y la vida es eso: un océano de olvido, un cofre de anécdotas que yacen refundidas en algún pozo del subconsciente. El irremediable naufragio de la memoria que algunos intentamos sin éxito conjurar mientras desparramamos palabras.



Pudieron ser las jijoeputas deidades que controlan esa catástrofe permanente e ineludible llamada destino o pudo ser la siempre caprichosa música del azar, tan aferrada a torcer caminos y a los giros intempestivos en el guión.

La bendición fue sin duda lo repentino de la muerte. Cierto, tal vez no fue una sensual caricia de manto negro o un tenue soplido para apagar la vela, pero ya bastante buen premio fue no agonizar con el culo cagado en la cama pestilente de un hospital público, con un tubo atravesándole el gaznate y una enfermera con cara de fuchi mentando madres por la enésima monserga cadavérica del día. La pandemia de  Covid-19 había hecho que la vida cotidiana se pareciera mucho a El triunfo de la muerte, la macabra obra del pintor flamenco Pieter Brueghel.

La muerte llegó cuando la irrupción de la primera luz era apenas un presagio, en la hora lobuna (o conejuna) que antaño tanto lo inspiraba  y cuando su esposa Cata lo encontró, pasadas las ocho de la mañana, Ánimas estaba por cumplir tres horas de estar bien muerto. Esa muerte tan carente de burocracia y aspavientos fue el último de sus premios.

Wednesday, January 20, 2021

Estilo personal de gobernar, diría mi tocayo

 


Después de tanto tiempo respirando la suciedad de discursos tan cargados de odio y mala entraña, el acto inaugural de la era Joe Biden es como una bocanada de aire fresco en un mundo contaminado. Claro, sabemos que  el poder ensaya sus puestas en escena  y las ceremonias de coronación son esencialmente litúrgicas, pero al menos como declaración de intenciones la sensación trasmitida es muy buena. Estilo personal de gobernar, le llamó mi tocayo Cosío Villegas y el estilo personal de Biden me parece el adecuado y el necesario para el estado actual del mundo.

Además, el lenguaje no verbal suele ser brutalmente honesto y en ese sentido la mímica y los movimientos del presidente estadounidense comunican humildad, humanidad y empatía. Vean la forma en que se conduce con su esposa Jill y la cercanía física que mantiene con ella y compárenla con la burda patanería de Trump para con Melania y la inocultable mala vibra que irradiaban el uno para el otro. “Te amo, Jilly y no podría estar más agradecido de tenerte a mi lado en este viaje”, expresó Biden. ¿Se imaginan a Trump diciendo algo así?

Al final del día, estas palabras y esta puesta en escena son una ráfaga de luz para todos los liberales del mundo, para los que creemos que leyes e instituciones están por encima del caudillo y para quienes aún creemos en el ejercicio pleno de la democracia. ¿Se imaginan un discurso tan incluyente y plural en las mañaneras mexicanas o en las bajacalifornianas? Yo tampoco.  Al menos esta mañana el gran teatro del poder fue capaz de contagiarme confianza y eso hacía mucho no me sucedía.

bálsamo sobre heridas abiertas

 

Escribo estas palabras mientras Joe Biden jura como Presidente de los Estados Unidos y pronuncia su discurso inaugural.  Las liturgias del poder y sus teatrales  solemnidades tienden a aburrirme, pero en esta ocasión la puesta en escena en el Capitolio está llena de sentido y es toda una declaración de principios. A menudo la palabra “democracia” es perorada a placer por toda clase de demagogos y vocacionales tiranuelos, pero en este turbulento enero parece estar recuperando su sentido.  De pronto, reparamos una vez más en  que aún con toda su imperfección y sus vicisitudes, la democracia es la mejor forma de gobierno posible y a muchas naciones del mundo nos ha costado sangre, sudor y lágrimas vivirla a plenitud. El de Biden es un discurso noble, conciliador, orientado a sanar heridas y a buscar la unidad por encima de los rencores y el encono. Sus detractores sin duda dirán que es hueca palabrería, pero después de cuatro de años escuchando peroratas de odio, estas frases son bálsamo sobre heridas abiertas. Biden toma posesión en un Capitolio que hace apenas catorce días estaba tomado por una horda de energúmenos, en una ciudad que hoy yace blindada como un campo de guerra ante el temor de un ataque. Los cubrebocas sobre los rostros de todos los asistentes a la ceremonia son también una declaración y un posicionamiento en pro de la ciencia y la responsabilidad ciudadana. Parece ser que el mundo de hoy ya no se divide en derecha e izquierda, sino en rostros cubiertos y descubiertos. Por un lado están los líderes populistas que hacen del desprecio a las medidas de seguridad y el  ninguneo a la enfermedad su credo político y por otro los que respetan a las víctimas, a los enfermos, a  los miles de guerreros de la salud que se juegan la vida día con día y a los científicos que luchan y han luchado por encontrar una cura.  También representa una declaración de principios el vestido morado usado por la vicepresidenta Kamala Harris y por la ex candidata presidencial Hillary Clinton, pues significa poner en alto la bandera del feminismo. También que sea Sonia Sotomayor quien le tome el juramento a Kamala, dos mujeres fuertes pertenecientes a minorías marginadas.  Como mensaje es fuertísimo. A sus 78 años de edad, Joe Biden deberá gobernar un país históricamente dividido, golpeado por la recesión, la pandemia y sus ancestrales demonios internos. Donald Trump se ha largado por la puerta de atrás a una suerte de autoexilio en Florida, pero sus 70 millones de votantes siguen estando ahí y muchos de ellos son personas que albergan un profundo y lacerante resentimiento hacia lo que el nuevo gobierno demócrata significa. El país de la democracia, la libertad y las instituciones, es también el país de los fanáticos de las armas y los creyentes en aberrantes y risibles teorías de conspiración que parecen ser mantra para millones de fundamentalistas. La democracia hay que ganarla, pero también vivirla,  conservarla y cuidarla, pues hoy se han puesto de moda los merolicos autoritarios que aborrecen el andamiaje institucional, la separación de poderes  y el gobierno horizontal. Biden deberá gobernar sobre un campo minado y sin duda tendrá muchos tropiezos en el futuro mediano e inmediato, pero al menos esta mañana el gran teatro del poder fue capaz de contagiarnos un soplo de aire fresco.

Monday, January 18, 2021

La madrugada de mayo en que Aarón desapareció de tu vista y de tu vida

 


La silueta de Aarón estaba ahí, recortando la oscuridad bajo el Portal Maya de Playa del Carmen, a unos metros de la banca donde aguardabas el amanecer. Un instante después había desaparecido. Frente a ti sólo estaban los arcos de la plaza y el Caribe cual manta negra, estático y silente. Ni vestigio de ruido o movimiento en los alrededores

¿Qué es exactamente un instante? No podrías precisarlo. Tal vez sólo unos segundos de ojos cerrados, un súbito cabeceo ante la dulce brisa de la madrugada…

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La madrugada de mayo en que Aarón desapareció de tu vista y de tu vida bajo el arco de Playa del Carmen, tú conjurabas el bajón de la pacheca acostado en una banca de la plaza. Te has jurado mil veces a ti mismo y al desfile de policías y burócratas ante quienes has rendido testimonio sobre la repentina desaparición de tu hijo que nunca te quedaste dormido, aunque la brisa del Caribe a las cuatro de la mañana te contagiaba una dulcísima modorra. Aarón estaba a unos metros de ti, deambulando y dando saltos bajo el Portal Maya, invocando acaso un exorcismo para su crónico insomnio o inmerso en cónclave con su pandilla de amigos imaginarios.