Eterno Retorno

Saturday, September 03, 2022

La furtiva paloma me mira a la distancia

 


Fuerte es el silencio cuando vas al supermercado antes de las ocho de la mañana. A esa hora, en un día de entresemana, las avenidas de la ciudad suelen estar infestadas y los semáforos son un infierno, pero uno de los poquísimos lugares donde reina la calma chicha es en el súper. Ni un alma en los pasillos y ni siquiera hay quien corte el jamón en las carnes frías, pues el empleado aún no ha llegado. Tan solo se escucha el aletear de una furtiva paloma revoloteando por el techo. I,m lost in the supermarket, canta The Clash. La paloma aterriza y me mira parada sobre las bolsas de carbones. Tan solo hay una caja abierta para pagar, pero varios abuelos aguardan ya su turno para fungir como empacadores. Una señora hace su esfuerzo por ayudar de alguna forma y colocar los productos en el carrito ante la falta de bolsas. El resto de los ancianos aguarda en una banca, como jugadores suplentes esperando el momento de entrar al campo. Hasta en los últimos años de tu vida tendrás que competir a brazo partido y esperar paciente tu oportunidad. En cualquier caso y a la hora que sea, siempre hay más ancianos empacadores que cajas abiertas, aunque la calma de la mañana será efímera. Pienso que dentro de unas horas, el sábado al medio día, esa misma caja será un hervidero de hordas de gringos y pochos cargados de cartones cerveceros, tequilas baratos y costales de botanas para el Labour Day Weekend. Creo que nunca hace tanto calor en Baja California como en el primer fin de semana de septiembre. En estos días probamos un poquito de Mexicali en la costa. Labour Day es el último grito del verano, su canto de cisne, pero por lo mismo es desenfrenado e intenso. La última gran borrachera con el sol desnudo y a plomo. Dentro de 20 días irrumpirá el otoño y algo me dice que los Vientos de Santa Ana vienen con cuchillo desenvainado. En las cajas hay letreros ofreciendo empleo. Sueldo semanal, prestaciones superiores a las de la ley, bono de puntualidad y la empresa se ofrece a tramitar el RFC. La cajera nos dice que tienen falta de empleados. Nadie quiere la esclavitud de los empleos formales. Mejor vender algo en el sobreruedas, poner un puestecito de chucherías, limpiar casas, pepenar de aquí y de allá. Dentro de algunos años no habrá cajeras ni ancianos empacando pero septiembre seguirá ardiendo. La furtiva paloma me mira a la distancia y el verano envalentonado se niega a aceptarse moribundo.



Wednesday, August 31, 2022

Doodle Ramón Ribeyro

 



Creo que esta es la primera vez en la vida que me siento identificado con un doodle de Google. Normalmente los personajes homenajeados por el buscador suelen pasarme desapercibidos, pero a Julio Ramón Ribeyro le tengo mucho cariño. No me parece el prototípico personaje que admirarían los discípulos de Sergei Brin y Larry Page, pero en cualquier caso me da muchísimo gusto que se hayan acordado de él. Cualquier día es un buen día para abrir al azar una página cualquier de Prosas apátridas o La tentación del fracaso.

Monday, August 29, 2022

Una adorable catástrofe

 




Hoy hace exactamente un año que esta adorable catástrofe llegó a nuestras vidas. Fue el domingo 29 de agosto de 2021 cuando Iker lo encontró solito en el parque y así, sin decir agua va, nos empezó a seguir hasta la puerta de nuestra casa. Qué perro más raro y chistoso, dijimos al verlo. Pata corta, torso largo y carota de chiste. Le ofrecimos de comer y limpió el plato.  Iker tenía miedo de que lo atropellaran o lo atacara un perro más grande y propuso que lo guardáramos hasta que apareciera su dueño. 365 días han transcurrido y sus dueños es fecha que no aparecen y a estas alturas él ya se asume amo y señor de esta casa. Lo bautizamos con el solemne nombre de Pappo, aunque en los bajos fondos es conocido como El Guarumo o el Pappomixtle. Es demandante, encimoso, disruptivo y caótico, pero está lleno de amor y es un derroche de cariño y arrumacos. Desde el principio él mismo se asumió y actuó  como si fuera un miembro de la familia de toda la vida. Es buenote, noble, juguetón, terco y terriblemente emocional. Te recibe a brincos y lamidas y si algún día vienes a esta casa, la única certidumbre es que su presencia no te pasará desapercibida. Al principio habíamos pensado en donarlo a algún  un restaurante chino para que lo hicieran carnitas coloradas, pero a estas alturas de la vida, todo hace indicar que este canijo ya nos robó el corazón. Hay catástrofes que son adictivas.

el viaje duermevelero ampliamente recompensado

 


 

La catarsis del caos aeroportuario, el viaje duermevelero ampliamente recompensado. Aeropuertos, salas de espera, compartimento de maletas, fechas fatales y unas seis escalas. Comenzamos en lo profundo de la Madrugada con el aeropuerto biblioteca de Praga, con su media luz de claustro y sus muros tapizados de incunables, una abadía a lo Nombre de la Rosa en una sala de abordar. Sentado en su butaca, el Maestro yacía en el Paroxismo.  Después el desbarajuste, la pérdida del disperso equipaje. Viajábamos con la bici y el calentador, con bolsas de compra repletas de periodicuchos y suplementos culturales donde se anunciaba alguna tocada de Nortec donde los músicos tenían nombres como el Licenciado, el Inge. Salida al caótico exterior de un aeropuerto caluroso. Alguien puso una cámara sobre una de mis mochilas. ¿Dónde estamos? ¿Hemos dado vuelta en U y retornamos a Portugal? ¿Estábamos en Portugal? No, un letrero de madera me hace ver que estamos en un aeropuerto en alguna provincia de la India. Al parecer nos dirigimos a Oriente, Japón tal vez. De pronto ya estamos ahí y a la Cone le ha llamado la atención una menudita mujer en kimono, chaparrita a la fuerza, con pies y cuerpo empequeñecidos por métodos artificiales rayanos en la tortura. Mírala, parece una irreal muñequita. Pedro viaja con nosotros y afuera de otro aeropuerto intenta ligar con alguna espontánea ante la que jura tener 45 años. Paramos en otro aeropuerto arriando chivas. Nos han robado o hemos perdido el calentador. Eso nos pasa por húngaros y acarreadores. En la terminal hay un caos. Parece que el Papa Francisco anda de rol por estos lares. Lo extraño es que el avión también ha encallado en Monterrey y andamos en bicicleta por Fleteros y cigarrera con el Maestro. Me pregunto si en Monterrey he de hospedarme en Río San Juan o en San Jerónimo. La vieja casa sigue en pie, pero es una  Usher que ha sido derrumbada y sus cimientos y muros son de vapor. Mi abuela es un espíritu y un esqueleto y la biblioteca es pura tiniebla uterina.