Eterno Retorno

Saturday, October 23, 2010


A menudo lo único que puede unir a una multitud de tijuanenses, es la línea para cruzar a San Diego. Vaya, es la única situación en que varios miles de ciudadanos de esta frontera hacemos algo a la vez y tenemos un objetivo común. Por ello me dio tanto gusto ver a tanta gente bailando ese ritmo tan bien adaptado por Julieta Venegas y Bajo Fondo. El tijuanense ama su ciudad y tiene ganas de sentirse orgulloso de ella. Lo que vi en Pa Bailar Tijuana fueron miles de tijuanenses sacando la cara por su ciudad, festejándola y eso acabó por contagiarme.

Sobre los críticos de Tijuana Innovadora

Los pobres y los árboles siempre estarán ahí, a la mano del primer imbécil que quiera usarlos como bandera. Como causa política siempre serán rentables. Pregúntenle sino a los críticos de Tijuana Innovadora y a los detractores del Zócalo 11 de Julio. La perorata escupida por quienes atacaron el evento organizado por José Galicot es patética por su falta de originalidad. Las mismas peroratas que escupen los que se oponen a la celebración de una Olimpiada, un Mundial o cualquier gran evento en un país subdesarrollado. Eventos elitistas, les llaman. Eventos que pretenden ocultar la realidad. La ecuación de la crítica es sencilla y es siempre la misma: millones gastados mientras los pobres se mueren de hambre. Es la misma reacción frente a una gran obra pública: mejor que repartan el dinero entre los pobres. ¿Y si lo repartiéramos qué pasaría? ¿Cuánto le tocaría exactamente a cada pobre? ¿Tengo derecho a ser considerado en el censo de los desfavorecidos? De los ecologistas de oportunidad hablaremos luego. Sólo puedo decirles que a toda esa basura que se opone al Zócalo lo que menos les importa son los árboles, aunque sus troncos son muy jugosos cuando se trata de hacer ruidajo político.
A mí en lo personal no me interesaban gran cosa las conferencias y actos de Tijuana Innovadora, pero no por ello dejo de reconocer que a la ciudad le hacen falta grandes actos como estos y la capacidad de ponerse de acuerdo es algo que bien vale un aplauso y un brindis. Si las conferencias no me interesaban, es porque a mí la tecnología no es algo que me llame gran cosa. Ya sabe que yo soy de gustos anticuados y suelo ser más feliz si me hablan de Historia y Literatura, que de los últimos adelantos de la industria maquiladora. Twitter y wilkipedia suelen pasarme de noche y no me interesa lo que puedan decirme Slim o Salinas Pliego, pero no por mi falta de interés en los temas voy a dejar de reconocer el valor de lo concretado por los organizadores de Tijuana Innovadora, aunque algo de razón tiene mi colega Antonio Magaña al afirmar que bien hubiera valido la pena darle la palabra a la auténtica mano de obra tijuanense. Vaya, un obrero entre los expositores le hubiera dado al acto una pluralidad que por desgracia no tuvo.
En Tijuana, los ciudadanos siempre demostramos ser más fuertes, más organizados, más tolerantes y sobre todo más comprometidos. Contra viento y marea y navegando casi siempre a contra corriente, las iniciativas ciudadanas acaban siendo más trascendentes que aquellas nacidas en el seno del poder.
Si en los tres niveles de gobierno y en el Poder Legislativo los políticos no se saben poner de acuerdo o anteponen siempre sus intereses partidistas o personales frente a cada iniciativa, la ciudadanía les pone la muestra y saca la cara con proyectos emblemáticos que no conocen de siglas políticas o colores ideológicos.
Cierto, Tijuana Innovadora me pasó de largo, como de largo me pasan tantas cosas en la vida últimamente. Apenas pude entrar un par de veces al Cecut, ambas de pisa y corre. Eso sí, el jueves al atardecer llegamos rayando el penco desde Mexicali para alcanzar a ver a nuestra ciudad bailando. Lo mejor de todo fue la rolita que eligieron. Confieso que temí una bazofia reaguetonera o alguna porquería del más detestable pop, pero la verdad es que el tema oficial me gusta y mucho. Pegajoso y bailador. Julieta Venegas con BajoFondo Tango Club. Buenísima elección.

Festival de Arte en Rosarito

Y si de espíritu e iniciativa ciudadana para organizar eventos artísticos hablamos, no se puede menos que aplaudir una idea como el Festival de Arte de Rosarito que por dos días convirtió al Bulevar Benito Juárez en una animada galería artística. Cierto, la tarde del sábado el cielo negro y la lluvia parecieron conspirar en contra, pero el domingo hasta el Sol se emocionó con las obras creadas en el Quinto Municipio, donde los pintores, contra viento y marea, hacen suyas las calles para enseñar esos secretos del arte que tan bien guardados que tiene Rosarito. Sí, hoy queda muy claro que en el Quinto Municipio hay grandes creadores. Nuevamente, las iniciativas de ciudadanos que trabajan unidos y a menudo contra corriente, siguen poniendo el ejemplo y sacando a la superficie lo mejor del espíritu bajacaliforniano.

Monday, October 18, 2010



Hace doce años, un día de octubre, específicamente el 16, pisé por vez primera tierra bajacaliforniana y muy pronto me quedó claro que este es mi sitio. Los vientos de Santa Ana y las olas del Pacífico me revolcaron y mi alma se fundió con un atardecer tras las Islas Coronado. Tengo un hijo bajacaliforniano que vive en una casa bajacaliforniana y en esta península he desparramado un millón de letras. Hay una esencia peninsular tatuada en mis pensamientos.

HISTORIA DE UNA GRAN INTRIGA

Por Daniel Salinas Basave


Se llamaba Joel Roberts Poinsett y su profesión fue la de intrigante. Podemos también llamarlo sembrador de cizaña, ave de tempestades, oscuro operador político de mano izquierda e inexistentes escrúpulos. Definitivamente, un tipo de esos que uno no quisiera tener nunca de enemigo y que más de un gobernante quiso tener como amigo y prestamista. Poinsett fue el primer embajador de Estados Unidos en el recién nacido México. Si bien el título en aquel tiempo no era de embajador, sino de ministro, lo cierto es que este artista de la intriga fue el primer representante oficial del vecino norteño en el país e hizo de las suyas con su sucio juego diplomático En México lo recordamos como el primer embajador gringo de la historia, aquel que inauguró la tradición de inmiscuir los intereses del Tío Sam en nuestra política interna, arte que perfeccionaría hasta el barroquismo Henry Lane Wilson un siglo después. En Chile lo recuerdan como el primer cónsul norteamericano en ese país y no sólo eso, sino como el primer protestante en pisar esa católica tierra. Para los estadounidenses, en cambio, fue un botánico y físico que derrochaba sabiduría, un científico consumado entre cuyas travesuras destacaban alguna que otra labor de espionaje en la naciente Latinoamérica. También se le recuerda como secretario de Guerra en el periodo de Martin Van Buren y fundador del Instituto Nacional para la Promoción de las Ciencias. Como podemos ver, este señor era un auténtico estuche de monerías. Vaya, con decirle a usted que este hombre se permitió inmortalizar su nombre en una flor, la Poinsetia o Flor de Noche Buena, lo que demuestra que además de la intriga política, también aprovechó su estancia en México para entregarse al estudio de las plantas nativas. Nacido en Charleston, Carolina del Sur en 1779, Poinsett fue toda su vida un tipo de lo más enfermizo. Su salud era pésima, pero su carácter de hierro lo mismo que su sed de conocimiento lo hacían sobreponerse de todo mal. Muy joven viajó por Europa e hizo gran amistad con los nobles de la corte rusa. Aunque era un pésimo orador, era excelente hablando al oído izquierdo de los hombres de poder. Cuando Estados Unidos se dio cuenta que podía sacarle provecho a las rebeliones insurgentes latinoamericanas, Poinsett se transformó en su mejor arma de sabotaje. Políglota y con asombrosa capacidad de inmiscuirse como seda en los más delicados asuntos políticos de los países que visitaba, el de Carolina del Sur se convirtió en el diplomático ideal. Haciéndose pasar por súbdito inglés, en 1810 llegó al Virreinato del Río de la Plata, la actual Argentina, donde acababa de estallar la Revolución de Mayo. Si bien Estados Unidos manejaba oficialmente una postura de neutralidad, lo cierto que la consigna era sabotear al Imperio Español ofreciendo por debajo de la mesa el apoyo estadounidense a la insurgencia argentina. Un par de años después llega con su título de cónsul a Chile, inmerso también en su guerra de Independencia y en donde Poinsett operó a favor de los rebeldes bajo el disfraz de un neutral diplomático. Sin embargo su doctorado lo haría en el México recién independizado, a donde llegó en 1825 con el título de Ministro de los Estados Unidos. Firme creyente del América para los americanos de la doctrina Monrowe, Poinsett bien puede reclamar la paternidad de la deuda externa en México. El primer presidente del país, Guadalupe Victoria, administraba un gobierno quebrado, sin la más mínima solvencia para subsistir y la deuda fue su único camino. Poinsett estaba ahí para ofrecerle préstamos en charola de plata. Poinsett también fue el gran exportador de la masonería yorkina cuyas logias inauguró en México, en donde hasta entonces había un total predomino del Rito Escocés. De hecho, el embajador logró aglutinar en el Rito Yorkino a los más radicales insurgentes, empezando por Vicente Guerrero, gran maestre de la logia. La oscura mano de Poinsett estuvo detrás de la purga del Plan de Montaño, cuando el vicepresidente Nicolás Bravo, masón escocés, fue depuesto por los yorkinos. También fue la mano que mece la cuna en el polémico e injusto decreto de expulsión de los españoles del país en 1829 y fue artífice e instigador del primer gran fraude electoral del México independiente, apenas en la segunda elección presidencial, cuando el triunfo de Manuel Gómez Pedraza no fue reconocido y los yorkinos impusieron a Guerrero. Tras un lustro en que sembró cizañas y tempestades al por mayor, retornó en 1830 a su natal Carolina del Sur. La verdad, lo que Mitos del Bicentenario diga en este espacio sobre Poinsett siempre será insuficiente. Si usted tiene interés en este intrigante personaje le recomiendo la obra “Poinsett. Historia de una Gran Intriga” de mi maestro José Fuentes Mares. Nadie mejor que el chihuahuense para bucear en tan controvertida y complicada personalidad.

Gracias totales

La presentación del libro Mitos del Bicentenario, he de reconocerlo, superó todas mis expectativas. ¿Qué puedo decir? ¿Cómo expresar mi más brutalmente honesta gratitud? Hubo tantos y tan significativos detalles. A todos y cada uno de los que acudieron les agradezco inmensamente todo su apoyo. El libro es suyo, pueden ustedes hacer de él lo que gusten. Pueden rayarlo, hacerle anotaciones, escribir un poema en él, pintarle monitos, destrozarlo, usarlo para matar una mosca, pero por favor no lo arrojen a una caja ni lo dejen en la indiferencia. Si quieren hacerlo pedazos yo no voy a defenderlo. Ese barquito de papel ya ha zarpado y debe enfrentar sus propias tempestades.

A todos y cada uno de los que acudieron aquella noche les expreso mi más profunda gratitud. Me hubiera gustado poder decir salud y beberme una copa de vino con cada uno de ustedes, pero salud les digo desde esta página. Gracias totales.