La Candelaria es un buen día para comentar el tercer
libro del año. Tiempo de compartir Declaración de las canciones oscuras del
poeta y ensayista mexicano Luis Felipe Fabre.
Tuve en la prepa un muy buen y efímero maestro que poseía
el don de saber contagiar la pasión por aquello que enseñaba. Se llamaba Pablo
Urquiza y por él conocí a San Juan de la Cruz. Recuerdo la entonación con que
Pablo nos leyó Noche oscura del alma y la confusión generada en mi cabeza
adolescente.
En una noche oscura,
Con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
Lo primero que imaginas, es que el poema lo escribe una
mujer, una amante furtiva que al amparo de las tinieblas acude a entregarse a
su clandestino romance. Vaya, no es muy lógico pensar en la voz del alma
saliendo del cuerpo a reunirse con Dios. ¡Oh noche que juntaste, Amado con amada,
amada en el Amado transformada! Ahí, en ese doble juego, yace la fascinación
de la poesía mística, nos explicó Pablo Urquiza. Es en torno a esa dualidad
entre ontología y carnalidad donde Luis Felipe Fabre le da vuelo a la hilacha y
se divierte como enano creando una novela que abreva de la mejor tradición
picaresca española. Esta no es la historia de San Juan de la Cruz, sino la de
su aromático y milagroso cadáver. Un timorato alguacil y sus dos escuderos
reciben la delicada encomienda de trasladar el cuerpo de San Juan de la Cruz
desde el monasterio de Úbeda hasta Segovia, en donde deben entregarlo a la
noble dama Ana de la Peñalosa. Por supuesto, la gente de Úbeda no está
dispuesta a entregar el milagroso e incorrupto cuerpo del santo, por lo que el
alguacil y los suyos deberán darse sus mañas para transportarlo. Al cadáver lo
delata su olor a jazmines y los extraños prodigios y reacciones que va
generando a su paso, porque al igual que en la mejor poesía mística, aquí hay
una dualidad entre lo sublime del alma y la cachonda carnalidad caníbal. La
gente quiere poseer el cuerpo de San Juan, sino completo, al menos en partes.
De esta forma asistimos al gradual desmembramiento del prodigioso cadáver. Road
novel típicamente castellana en donde los portadores del cuerpo, al puro estilo
del Quijote y Sancho, irán encontrando inverosímiles personajes y desatando
extrañas confusiones a lo largo de su accidentadísimo camino. Amado en el amado
transformada, prodigios de otredad y fusión de almas y cuerpos. Fabre
disecciona el poema mientras los devotos diseccionan la santísima anatomía y
las fronteras entre lo espiritual y lo carnal se amalgaman, todo con un tono y
un lenguaje que envidiaría el Lazarillo de Tormes o el Buscón don Pablos.
Siempre se agradece la risa (más en estos tiempos tan marros) y la broma
erudita. Un divertidísimo alarde de travestismo poético… y el ventalle de
cedros aire daba.