Eterno Retorno

Friday, May 09, 2008

Oscuridad de mayo. Amenaza no consumada de lluvia. Las llaves giran, medio millón de motores se encienden. Tijuana despierta, el engranaje gira, Sísifo y su piedra inician el ascenso a la cima y un planeta mallugado ejecuta hastiado su movimiento de rotación. La línea está ahí, larga, monstruosa, infinita. La línea es una cárcel con las puertas abiertas, podría cantar Calamaro si viniera por Tijuana.

Retorno, eterno retorno.



Sauce Ciego Mujer Dormida
Haruki Murakami
TusQuets

Por Daniel Salinas Basave

Según lo dice el propio Haruki Murakami, los cuentos de ``Sauce Ciego Mujer Dormida´´ han sido para él una suerte de terapia.
Lo del japonés, queda claro, es el arte de la novela y no precisamente la novela breve. ¿Qué pasa entonces cuando un consumado novelista apuesta por ``hacerle al cuento´´?
Imagino a Murakami (melómano al fin) como esos concertistas que tras derrochar todas sus energías en una complicada presentación en donde deben hacer gala de virtuosismo extremo, se relajan improvisando con su guitarra en un ``jamming´´. Murakami lo confiesa; la construcción de sus novelas lo absorbe, lo posee y una vez que la obra ha quedado lista, la única terapia posible es el cuento. De hecho, afirma el japonés, no es posible ponerse a construir una nueva novela sin antes haberse desintoxicado con unas cuantas narraciones breves a manera de relajación. Estas historias, pues, están ahí para conjurar la sobredosis novelística aunque Murakami no puede escapar de si mismo. Sea en una novela de más de 500 páginas como ``Kafka en la orilla´´ o en un cuento breve de hoja y media, Murakami será irremediablemente Murakami. El sello de la casa parece ser inocultable. Aunque Murakami se esté relajando con una escritura más suelta, todo hace indicar que sus obsesiones son irrenunciables. Ante todo, me quedo con esas mujeres enigmáticas que desaparecen sin más. Uno de los puntos más fuertes de Murakami son sin duda sus personajes femeninos. Los animales, el jazz, la cotidiana realidad que en un de repente se emborracha con gotitas de fantasía dicen presente en casi todas las narraciones. Claro, hay por supuesto alguna vena autobiográfica, un retrato de familia con la historia de su padre jazzista y una dosis de reflejo crítico de la sociedad japonesa. Sauce Ciego, Mujer Dormida, es una recopilación de 24 cuentos escritos en distintas etapas de la vida de Murakami, entre novela y novela. Ante la ausencia de un hilo conceptual que una las diversas historias, los cuentos bien pueden leerse en desorden. Mención aparte merecen “Los gatos antropófagos”, un cuento que además de ser el deja vu de la novela Sputnik mi amor, trasmite una sensación de desprendimiento extremo. “La chica del cumpleaños” con un enigma no resuelto, “El hombre de hielo” con su dosis de absurda fantasía o “Conito” donde aflora esa vena de humorismo blanco tan propia del narrador.
¿Cómo definir a Murakami? Da la impresión de que el autor se zafa de las garras del encasillamiento como un pez atiborrado de mantequilla.
Clichés como realismo mágico o surrealismo bien podrían asomar la nariz si tratáramos de describir el trabajo del japonés. En cualquier caso, Murakami no es un autor complicado y puede gustar a cualquiera. Lo mejor es no hacerse demasiadas preguntas y abrir este libro empezando por un cuento al azar. Ideal para tenerlo en el buró y leer un cuento cada noche.


Tal vez sólo por esta semana me de por poner en este espacio aspectos relativos a mi cobertura periodística. Después de un día agitado como hoy, esta es mi bitácora final del viernes.

Por aquello de que hoy es Día de las Madres, bien vale la pena empezar con un tono optimista y hacer lo posible por ver el vaso medio lleno a la hora de evaluar la reunión de Consejo de Seguridad Nacional.
De entrada se puede afirmar que el hecho de que el “gabinetazo” de seguridad se reúna en pleno en Tijuana es ya señal de que al Presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa le preocupa de sobremanera lo que pasa en nuestra ciudad. Vaya, como que no es cosa de todos los días en Tijuana ver sentados en la misma mesa al secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, al procurador general de la República Eduardo Medina Mora, al secretario de Seguridad Pública Federal Genaro García Luna, al secretario de la Defensa Nacional Guillermo Galván Galván y al secretario de Marina Mariano Francisco Saynez Mendoza. De hecho fue la primera vez que el gabinete de seguridad sesionó en pleno fuera del Distrito Federal. La segunda vez, por cierto, fue ayer en la tarde en Chihuahua, pero a Tijuana le queda el honor, si es que de algo le sirve, de haber sido la primera. Siguiendo con esa vibra optimista, se puede afirmar que la presencia de los altos funcionarios es síntoma inequívoco de que Doña Fede no nos dejará desamparados y no bajará la guardia en la lucha contra el crimen organizado, por lo que se pueden esperar buenos resultados en un futuro inmediato.

Vaso medio vacío

Pero claro, en esta historia hay también un vaso medio o bastante vacío, máxime si tomamos en cuenta que las palabras que vinieron a decir Mouriño, Medina Mora y compañía, ya las hemos oído muchas veces por estos rumbos. Cierto, nunca se había reunido el gabinete de seguridad en pleno, pero lo cierto es que las conclusiones de la reunión sonaron a pan con lo mismo. La misma perorata de la coordinación, de no bajar la guardia, de depurar y profesionalizar las corporaciones. Vaya, son palabras que han de sonar terriblemente huecas para quienes están viviendo en estos momentos el horror del secuestro. Por ejemplo ¿en qué puede ayudar semejante demagogia a la familia Enríquez Nishikawa en medio de su dolor? Ya antes de que secuestraran a Celso Enríquez se habían pronunciado muchos discursos muy similares por no decir idénticos al de ayer y la verdad la ciudadanía no tiene argumentos sólidos para pensar que ahora sí va en serio. Por si fuera poco, la supuesta conferencia de prensa se limitó a un mensaje político, pues oportunidad de hacer preguntas no hubo. Así no tiene chiste.

El bunker perfecto

Como que ya se va haciendo costumbre esto de usar al Centro de Alto Rendimiento de la UABC como al sede de reuniones políticas de altos vuelos.
Como usted se podrá imaginar, la presencia de Juan Camilo Mouriño, Guillermo Galván Galván, Genaro García Luna y compañía, motivó la presencia de más de un militar armado en los alrededores del lugar.
Desde un tiempo para acá la presencia de soldados y tanquetas en los alrededores del Centro de Alto Rendimiento de la UABC se empieza a volver común, pues las instalaciones destinadas a los atletas bajacalifornianos son cada vez más solicitadas para albergar las visitas de los personajes encumbrados de la política.
Acaso sin planearlo, el ex Gobernador Eugenio Elorduy construyó el bunker perfecto, pues para efectos de logísticos en materia de seguridad, sus instalaciones resultan ideales para los militares.
Cerca del aeropuerto y con una sola ruta de acceso fácilmente custodiable, las instalaciones deportivas seguirán siendo la sede favorita para eventos de máxima seguridad.
Ahí se han llevado a cabo ya varias giras presidenciales, una conferencia con el ex vicepresidente norteamericano Al Gore y ayer la primera reunión del Consejo de Seguridad Nacional que se celebra fuera del Distrito Federal.
Nomás con que no llegue el momento en que se les olvide que ese lugar fue construido para los deportistas y no para los funcionarios federales.

Desairado Peje

En algunos lugares del Centro y Sur del País Andrés Manuel López Obrador sigue levantando pasiones explotando su supuesta aura mesiánica entre masas que lo siguen ciegamente y sin jamás poner en duda sus dogmas. Pero lo que es aquí en Tijuana, al Peje nadie “lo pela”. Por estos rumbos el tabasqueño simplemente tiene sus bonos políticos considerablemente a la baja. Sólo unas 200 personas acudieron a su mitin, condenado de antemano a ser ignorado por la opinión pública, pues eligió justo el día en que sesionaba el Consejo de Seguridad Nacional para venir a Tijuana. Por lo que respecta al contenido de su discurso, fue exactamente el mismo que ha venido pronunciando. La única diferencia con lo que le sucede en el DF, es que aquí los aplausos fueron magros. (Si algo amo de Tijuana, es que aquí, a diferencia del Centro y Sur, sí ponemos en su justa dimensión a esa clase de pendejetes ridículos).

Thursday, May 08, 2008

Nunca me ha gustado mezclar lo vertido compulsivamente en este blog con el oficio que me da de comer. Este no es ni pretende ser un blog periodístico. No es más que un diario personal donde se arrojan como desahogo pensamientos anárquicos. Lo que trabajo profesionalmente se puede leer en www.frontera.info y salvo Pasos de Gutenberg, que es un hobby, jamás subo a este espacio mis notas, crónicas y reportajes publicadas en papel. Pero en esta ocasión haré una excepción.

Si hay momentos en donde me cuesta trabajo mantener la fría distancia del reportero es cuando me ha tocado convivir de cerca con familias que han vivido el drama del secuestro.
Durante el 2006 trabajé una serie de reportajes y crónicas obtenidas a raíz de crudos testimonios ofrecidos por víctimas del secuestro en Tijuana. En algunos casos hablé con familiares que jamás volvieron a ver a su ser querido. En otros casos hablé con personas que vivieron para contarlo y lograron regresar a casa luego del pago de un rescate tras meses de cautiverio. Algunos tuve que ir a buscarlos a Estados Unidos donde viven en forzado autoexilio. Son palabras muy tristes, muy duras las que me ha tocado escuchar. Ayer recibimos una carta especialmente triste. Creo que todos los que la leímos nos contagiamos por la melancolía y la desesperanza. La firmaba la hermana de un hombre que fue secuestrado hace nueves meses y al que nunca volvieron a ver pese a que pagaron dos veces el rescate. La publicación de la carta batió un record de comentarios y mensajes en nuestra página. Más de 450 en unas cuantas horas, todos ellos solidarios con la familia y con duros mensajes de condena contra los secuestradores y las ineptas autoridades bajacalifornianas.

Aquí reproduzco de manera íntegra mi nota introductoria y la carta de Aiko, que es el néctar mismo de la tristeza.

Por Daniel Salinas
dsalinas@frontera.info

La familia Enríquez Nishikawa ha conocido el infierno en vida y ahora que todo se ha perdido para ellos, han decidido romper el silencio.
Celso Katzuo Enríquez Nishikawa, ingeniero cibernético de 35 años de edad y padre de una pequeñita de cuatro años, fue secuestrado el 24 de julio de 2007; han pasado nueve meses y siete días y su familia jamás ha vuelto a verlo.
Hoy, tras estos eternos meses de angustia y terror, Aiko Enríquez Nishikawa, hermana Celso, ha tenido el valor de narrar en una carta el horror que ha vivido su familia que ha perdido su patrimonio, sus esperanzas y su paz.
“Cuando me dijeron que lo habían secuestrado sentí como que me quitaban el piso. Mi vida ya la de mi familia cambió por completo”, narra Aiko.
Dos veces pagaron el rescate exigido, al píe de la letra siguieron todas las instrucciones que les dieron los plagiarios y jamás pudieron volver a ver a Celso ni a hablar con él.
El pasado 1 de mayo, los secuestradores exigieron un tercer rescate, pero a diferencia de lo sucedido en las dos ocasiones anteriores, no ofrecieron una prueba de vida.
Como la familia se negaba a pagar el rescate hasta no obtener la prueba de vida, los secuestradores cambiaron el tono de sus palabras y amenazaron con matar a toda la familia.
Minutos después, la casa de la familia Enríquez Nishikawa era rafagueada por un comando de sicarios, que por fortuna no pudieron ingresar en la vivienda.
Un día después, la familia huía hacia los Estados Unidos escoltada por policías ministeriales llevando únicamente una maleta.
Pero el horror no había terminado; desgastado por los nervios y la angustia, un paro cardiaco acabó con la vida del padre de Celso, un comerciante de 63 años.
Cuando todo se ha perdido y la última esperanza se ha muerto, lo único que le queda a la familia es narrar su calvario y decirle para siempre adiós a la ciudad.
“Yo amo a México y a Tijuana, es el lugar donde nací, es mi país, pero ya no se puede vivir aquí. Adiós Tijuana”


Carta íntegra de Aiko

Quiero escribir lo que le sucedió a mi familia.

El 24 de julio del 2007 secuestraron a mi hermano Celso Katzuo Enríquez Nishikawa. Él tenía 35 años, era padre de una niña de 4 años, y tenía una familia que lo amaba.Siempre fue un hombre muy recto, trabajador, honrado y cariñoso. Estudió ingeniería cibernética electrónica en Mexicali, tenía su propio negocio de subensamble. Era cinta negra tercer dan en aikido, y segundo de su maestro. Le gustaba andar en moto. Siempre fue una persona dispuesta a ayudar a los que estábamos a su alrededor: Si le llamabas y le pedías algo, desde arreglar la computadora hasta mover un mueble o escuchar tus problemas, él estaba ahí. Nunca le hizo daño a nadie. Fue una persona muy querida por todos quienes lo conocimos.

Cuando me dijeron que lo habían secuestrado sentí como que me quitaban el piso. Mi vida y la de mi familia cambió por completo. Fueron 9 meses y 7 días

.Esto es lo que recuerdo:Al principio el terror te paraliza, luego te desgasta poco a poco, pierdes la noción de la seguridad, la tranquilidad, la normalidad. Pasas el tiempo pensando ¿pasará calor, ¿pasará frío, padecerá hambre?, ¿qué comerá?, ¿se podrá bañar?, ¿lo picarán los bichos?, ¿está amarrado?, ¿le pegan? ¿lo torturan? ¿tendrá ropa? ¿usará siempre la misma ropa?... ¡¿Cuándo lo van a soltar?! Y luego las llamadas, las exigencias totalmente irracionales de reunir cantidades imposibles, y la presión de mantener en secreto lo del secuestro bajo la amenaza de matar a mi hermano, mucha presión y tortura sicológica.

Tengo en presente el grito de mi mamá cada vez que sonaba el teléfono; la palidez del rostro de mi padre, y el secuestrador con claro acento norteño, insultando, presionando y exigiendo.
A veces sonaba tomado o drogado, a veces sólo se mostraba como aburrido mientras decía sin reparo todas las atrocidades que le pensaba hacer a mi hermano, o amenazaba con hacerme daño a mí –su hermana– o venir por mi hijo adolescente.
Queríamos oír la voz de mi hermano, queríamos saber que estaba bien; pero cuando nos lo comunicaron fue sólo para que escucháramos cómo lo lastimaban. No hay palabras para describir el terror, no las hay. No son suficientes.Luego, el 9 de noviembre llegó el día del pago. Aparentemente los secuestradores habían aceptado la cantidad que habíamos podido reunir, todos nuestros ahorros, el remate de lo que pudimos vender y los préstamos de todos nuestros familiares y amigos. Seguimos las instrucciones al pie de la letra, el pago lo hizo un ahijado de mi papá a quien estimamos muchísimo y le tenemos toda la confianza. Y esperamos.
Pasamos la noche en vela pensando que en cualquier momento regresaría Celso. Pero no regresó. Al día siguiente llamaron los secuestradores para decirnos que el dinero reunido no era suficiente, que querían más, y nos comunicaron a Celso para que supiéramos que estaba vivo.
La pesadilla continuó; las llamadas, la búsqueda de liquidez, las mentiras nuestras hacia los demás para ocultar la ausencia de Celso y proteger su vida; las noches esperando la llamada:

“¡¿Cuánto llevas?!...¡No júntale más, eso no me sirve de nada. Apúrate pa’que te lo lleves en Navidad!”

Unos días antes de Navidad hicimos el segundo pago. No nos comunicaron con Celso pero nos respondieron una pregunta que sólo el podía contestar, era la preciada “prueba de vida”.Como la vez anterior, el ahijado de mi papá fue quien hizo el pago siguiendo todas las instrucciones. Le dijeron a mi papá: “En media hora vas a ver a tu morro…”Pasamos la noche en vela. El siguiente día estuvimos esperando, mi primo y mi prima –que son como hermanos– se quedaron en la casa varias noches haciendo guardia, día y noche esperando a que llegara Celso. Pero cada mañana era la desilusión de un día más sin ver a mi hermano regresar.Si sonaba el teléfono, si tocaban al timbre, todo ponía la casa en alerta.

Pasó Navidad, pasó Año Nuevo y ni una palabra. Cada día la expectativa se tornaba en desilusión. Cada día el desaliento se apoderaba de todos. Cada quien llorábamos de miedo por nuestra cuenta, yo donde nadie me viera; mis padres abrazados, no nos mirábamos a los ojos, para no reconocer en el otro lo que estábamos pensando. La casa nunca se quedó sola en esas seis semanas, pensando que en cualquier momento mi hermano podía regresar. Nunca nos perdimos las noticias, todas las versiones, todos los días, todos los periódicos. Preguntamos en Semefo, en hospitales, en la Cruz Roja.Cada noche, en punto de las 20:00 horas, familiares y amigos, rezábamos por mi hermano dondequiera que estuviéramos. Después de seis semanas de silencio se reanudaron las llamadas, mucho más esporádicas que antes, pero menos agresivas. Decían cosas como: “A tu hijo le decimos El Chino”, “es muy buena onda”, “está muy deprimido, ¡apúrate pa’ que te lo lleves!”. Pero en cada ocasión mi papá les pidió prueba de vida y todas las veces se rehusaron a darla, al tiempo que decían cosas para tratar de convencerlo de que aún lo tenían. Cuando llegó la llamada de ayer, 1 de mayo, en la que pedían un tercer pago, todo se preparó de acuerdo con las instrucciones de los secuestradores. Nos pidieron hasta una cobija para Celso y una sudadera. Nos dijeron que prácticamente iba a ser un intercambio, que se saliera el muchacho que hace los pagos en carro y se parara en la parte más oscura y sola de la colonia Chapultepec California, en la segunda salida un poco antes del banco, y que cuando él estuviera ahí nos comunicarían a Celso. Mi papá les dijo que haría lo que le pidieran y que sólo le comunicaran a su hijo; pero se negaron. Pidió que entonces le hicieran una pregunta determinada, pero también se negaron. Continuaron las llamadas, fueron unas ocho veces más, insistiendo que querían el carro con el dinero donde lo habían pedido. Todas las veces mi papá les dijo: “Aquí está el carro y el dinero listo, sólo quiero saber que mi hijo está vivo, y mi ahijado llegará a donde usted quiere en un minuto”. Pero todas las veces se negaron y luego comenzaron las amenazas: “Abraza a tu hija, porque es la última vez que la ves”, “si no me pones el dinero donde te dije, voy a ir a matar a toda tu familia, y te voy a dejar vivo para que sufras”. Desde que vimos que no nos querían dar la prueba de vida, supimos lo que había pasado. Ya nos lo habían explicado diferentes personas enteradas en estos temas varias veces: Si no te dan prueba de vida, quiere decir que ya mataron a la víctima, no hay razón para que ellos no den la prueba de vida si ya tienen todo listo para cobrar. Sabíamos que no podíamos poner en peligro al ahijado de mis papás y que no íbamos a recompensar a estas personas después de lo que habían hecho.Además, ese mismo día nos dimos cuenta de que afuera de la casa rondaban dos autos grandes (después supimos que eran tres). Así que, después de la última llamada de esa noche, apagamos las luces y nos dispusimos a esperar. Veíamos afuera las luces de los dos autos que se movían hacia enfrente, hacia atrás, y nosotros nos mantuvimos vigilando.

Al poco tiempo de haber apagado las luces escuchamos que alguien intentaba meterse a la casa. Pero no pudieron, y empezó la balacera. Nunca en mi vida pensé estar en esa situación, nunca.
Mi papá nos defendió y nos salvó la vida, al igual que su ahijado. Entre los dos lograron repelerlos. A él, le estaremos por siempre agradecidos. Estas personas venían dispuestas a matarnos a todos; ni siquiera se habían tomado la molestia de taparse la cara. Después se fueron. Cuando la amenaza era inminente yo llamé a los militares, me hicieron un sinnúmero de preguntas y hasta escucharon los balazos. A la persona que respondió la llamada le hice asegurarme que mandarían a alguien inmediatamente, pero nadie llegó. Me comuniqué también a la Policía Municipal, pero sólo hasta que les dije que había un cuerpo afuera de la casa acudieron. A las pocas horas huimos de Tijuana, escoltados por la Policía Ministerial y con una maleta cada quien, dejando la vida, el trabajo, los amigos, nuestras cosas; absolutamente todo lo tuvimos que dejar atrás.
Ahora, –lo queda de mi familia– viviremos como refugiados de casa en casa; con miedo a que nos vean o nos encuentren.

Y les pregunto a ustedes, secuestradores: ¡¿Por qué?
!Mi familia es gente de trabajo. Todo lo que teníamos lo habíamos obtenido por nuestro trabajo de manera honesta. No hemos heredado, ni robado, ni nos sacamos la lotería. Mi papá llegó a Tijuana sin nada y todo lo hizo a base de esfuerzo y trabajo honesto durante 45 años. Mi mamá, médico general, miembro del Colegio Médico de Tijuana, ejerce desde hace más de 25 años por vocación, porque le gusta lo que hace; incluso, la mitad de las consultas que da ni siquiera las cobra. Entre ellos dos han pagado la escuela o la universidad a más de 20 jóvenes. Son muchos los que han contado con la ayuda económica, moral y de todo tipo que mis papás les han brindado. Nunca negaron la ayuda a nadie. Ellos no fueron de lujos ni de apariencias, siempre trabajaron por lo que tenían, y siempre estuvieron dispuestos a ayudar. Mi hermano tenía su propio negocio y yo me dedicaba a la construcción. Quien nos conoce sabe que somos gente honesta, gente de trabajo y gente buena. No es justo. No es justo.

Sé que a mi hermano no me lo van a regresar, y ¡cómo le pones precio a una vida!, al amor de mis padres por su hijo. La maldad de los secuestradores deja a una huérfana de 4 años, que quedará marcada para siempre por sus actos; dejan una comunidad temblando. Somos humanos, sufrimos igual que ustedes, ninguna cantidad de dinero arrancada de esa forma les va a aprovechar, ¿cómo van a cambiar por beneficios para ustedes todo lo que nos hicieron sufrir?Cómo les explico que yo quería tener a mi hermano toda la vida, que recuerdo su sonrisa cuando era niño y tenía unos dientotes, cuando se ponía capa para volar, cuando estaba embobado viendo la tele.Cómo entenderán que siempre voy a extrañar el sonido de su risa y su voz haciendo bromas, y su mirada limpia, y cómo se quejaba igual que mi mamá, y se ponía serio de repente igual que mi papá. Cómo explicarles que yo hubiera hecho cualquier cosa por evitarles este dolor a mis papás, que ustedes no tienen derecho de destrozar nuestras vidas tan cuidadosamente construidas. Mi hermano, un poco antes de que lo secuestraran, le dijo a mi papá que le proponía dejar el país y se fuera al extranjero, por tanta inseguridad. Después de todo lo sucedido el día de ayer, otra fuerte pérdida llegó, como consecuencia del gran impacto por la situación en la que estuvimos. Este escrito representa el dolor, la angustia, el coraje que sentimos. Es un grito desesperado por una respuesta, una explicación, una esperanza, por exigir nuestras garantías, las cuales nunca tuvimos al vivir este infierno que no le deseamos a nadie, más aún cuando no pudimos acudir a quienes se les paga por proteger y servir, por combatir y cuidar, por velar que la seguridad de la ciudadanía no corra riesgos; pero desgraciadamente son los que protegen y ayudan a los criminales a lograr sus cometidos.¿Hasta cuándo van a actuar? ¿Cuándo van a depurar a las distintas corporaciones municipales, estatales y federales de manera real y contundente? ¿Cuándo habrá verdaderas leyes que castiguen el delito de secuestro y el mal comportamiento de los elementos corruptos, y con penas que sirvan como ejemplo para que esto no se siga dando?¿Qué va a pasar con nuestro país, con su gente buena?, ¿cuándo vamos a dejar de vivir acobardados y empezaremos a luchar por un futuro mejor para los hijos de México?

Yo amo a México y a Tijuana, es el lugar donde nací, es mi país, pero ya no se puede vivir aquí.
Adiós Tijuana.

Ing. Aiko Enríquez Nishikawa

Monday, May 05, 2008

Si algo me ha quedado claro del Centro de México es que por esos terruños Dios, o sus humanos embajadores, sí tienen el don de la omnipresencia. Dios está en cada esquina. Las campanadas retumban y marcan el ritmo de la existencia. La campana marca la cartografía del día. Con la Iglesia topas al final de cada callejón. Guadalajara, Morelia, iglesias, árboles, árboles, iglesias. Dios en la Tierra y en las mentadas de un gobernador mojigato.


Aterrizo este día en Tijuana tras un oasis vacacional de ocho días por Jalisco y Michoacán. Unas vacaciones breves, poco planeadas, un tanto diferentes al resto. Salvo un viaje relámpago por Guanajuato en febrero de 1999, esta es la primera vez que Carolina y yo elegimos un destino mexicano para viajar y la verdad no nos arrepentimos.
En nueve años de matrimonio hemos rolado bastante en terruños extranjeros, pero nunca nos habíamos dado el tiempo de pasear por nuestro país. Tras esta experiencia tapatía puedo concluir que ha sido una excelente elección que repetiremos más a menudo.

En mi adolescencia y juventud peiné México a conciencia en viajes mochileros de bajísimo presupuesto. Desde las selvas de Chiapas hasta la Sierra de Chihuahua, desde la Mesa del Nayar hasta las playas oaxaqueñas. Pero a partir de 1996 empecé a desarrollar una viciosa obsesión por salir del País y cuando juntábamos unos ahorros, la consigna era y ha sido siempre ir tan lejos como sea posible. No digo que abandonaré ese vicio. Sueño con conocer Turquía y anhelo volver a Argentina y a República Checa muchísimas veces, pero la realidad es que no necesitas ir demasiado lejos para encontrar esas dosis de magia que todo viajero busca y a nuestro país le sobran rincones mágicos.

Créalo usted o no, yo jamás había visitado Guadalajara. La segunda ciudad más grande e importante de mi país seguía siendo un misterio para mí. Una parte importante de mi árbol genealógico procede de Guadalajara. Toda la rama Basave Fernández del Valle es tapatía. En Guadalajara nació mi abuelo y mis bisabuelos. De hecho, lo que no tengo son antepasados regios más allá de segunda generación. Mi familia es regia por adopción pero tapatía de origen. Crecí escuchando historias del lago de Chapala, pero hasta la fecha no se me había hecho conocerlo. Fui a buscar una parte de mí y creo que la encontré.

Un dominguito de aquellos en Ajijic. Deliciosa comida en un restaurante argentino a mitad de precio de lo que pagas aquí por una parrilla en la Fonda Argentina de Tijuana. Unos tequilas en un restaurante ubicado sobre el lago, un paseo por la plaza de Chapala y por las playas de la laguna (sí, la laguna tiene playa y te puedes bañar en ella) unas nieves típicas de mamey y un atardecer con la dosis de magia requerida.

Lunes de paseo por Tequila. Pese al auge turístico de los recorridos, el casco viejo del pueblo conserva una esencia tradicional no artificial. Un recorrido por la hacienda de la Cofradía, una degustación variada de los más diversos elíxires de esa planta mágica llamada Agave. Unos caballitos en la plaza para rematar antes de tomar el último camión a Guadalajara a las 20: 00.

Martes a medio día emprendemos camino a Morelia. Sin reservación de por medio llegamos a la ciudad a buscar hotel. Nos costó mucho encontrar el punto medio. Si te hospedas frente a la catedral no pagarás menos de mil 500 o 2 mil pesos. Si te hospedas hacia la vieja central de autobuses, entonces tu destino será un vil hotel de putas de 200 pesos. Costó mucho trabajo encontrar el punto medio, pero lo encontramos. Mucho mejor el hotel tapatío y en general los servicios en Guadalajara que en Morelia. Eso sí, la antigua Valladolid tiene magia. Hay una iglesia en cada esquina, todas rebosantes de majestuosa antigüedad. La iglesia más modesta de Morelia sería la máxima joya de nuestra Tijuana, tan huérfana de belleza.

Al medio día del miércoles, entramos a la Catedral y nos encontramos al coro ensayando. Cellos, violines, tenores, sopranos. Puro Mozart. Nada como la acústica de una catedral. Sin duda es el mejor lugar para escuchar música. Escuchamos todo el ensayo en medio de un hechizo. Después empezó a sonar el órgano gigante. Orgasmo sónico. Un concierto de lujo totalmente gratis. Creo que en 119 años de historia tijuanense jamás una iglesia de nuestra ciudad ha tenido un concierto así y tal vez pasarán otros cien años sin tenerlo. Vimos el Chelsea vs Liverpool en un bar antiquísimo frente a la plaza (lástima reds, aún así nunca caminamos solos) y fuimos a la casa natal de Morelos para rematar el atardecer frente a la Iglesia de San José.

El jueves nos internamos en el reino purépecha. Navegar el lago de Pátzcuaro rumbo a Janitzio, recorrer la isla hasta el gran Morelos previa parada en el cementerio, volver al lago, comer una nieve frente a Vasco de Quiroga, recorrer la rivera, la zona arqueológica de tzin tzun tzan, el ambiente de feria eterna En Quiroga y retornar a Morelia.

Viernes de vuelta a Guadalajara. Primera expedición a las librerías y cena en una Ostería Italiana en la zona de Avenida Vallarta. Pro mucho, el mejor restaurante del viaje junto con el de Ajijic.

Sábado por la mañana exposición canina. Pomeranos, xoloitzcuintles, sanbernardos. Aristocracia perruna en pleno. Imposible no extrañar a Morris. Por la noche pasión rojinegra en el estadio Jalisco. Atlas vs Cruz Azul. Siempre he dicho que después de Tigres, mi segundo equipo es Atlas. Mis antepasados Fernández del Valle formaron parte de los fundadores del club rojinegro y es un club por el que siento un cariño especial. Con mi camisa rojinegra bien puesta nos colocamos cerca de la Barra 51. Buen juego. Triunfo atlista 2-0.

Domingo, el gran chasco del viaje: El concierto de Helloween y Gamma Ray en Zapopan para el que ya tenía mi boleto se canceló. Las calabazas germanas son de las bandas que más he deseado ver en mi vida. Siempre he sido un fiel seguido de Helloween y el hecho de verlos con su fundador Kai Hansen y el rayo gamma abriendo lo hubiera hecho el concierto del año junto con el de Maiden. Una cancelación que me duele en alma. Vienen a Hollywood hasta octubre y espero ahí sí no me queden mal. Para mitigar el coraje y la decepción, lo único que procedía era ir a partirle la madre a la tarjeta de crédito en la librería Gandhi. Como era de esperarse, salí cargado. Nueva comida en la Ostería italiana un rizotto de calamar, una pasta con conejo (eso es canibalismo) y un Malbec Alamo de Catena Zapata mitigó mis penas. Atardecer en una cantinita universitaria por el rumbo del Expiatorio con chelitas a diez pesos antes de llegar al hotel a hacer maletas para retornar este día a nuestra Tijuana.

Son pocos días para hacer una afirmación así, pero Guadalajara es de esas ciudades en donde sí viviría con gusto. En Morelia en cambio no viviría. Tiene una arquitectura hermosa, pero no me parece una ciudad cómoda para habitar. Un tráfico insoportable en el centro histórico y una calidad de servicios que deja mucho que desear.
Guadalajara en cambio te contagia. En Tijuana no hemos aprendido lo mucho que los parques cambian el rostro de una ciudad. Los árboles son el mejor cosmético urbano y en Guadalajara lo saben. Guadalajara está atiborrada de parques y eso la hace lucir inmensamente viva. Es de esas ciudades donde casi de inmediato me sentí a gusto. Eso sí, los rumores son ciertos, Guadalajara está llena de putos. Nunca había visto tantos maricones en una ciudad mexicana. Tal vez sólo en San Francisco y en Amsterdam había visto más.

En fin, se nos acabaron las vacaciones. Tijuana nos recibe con un día frío y nublado. Cuando miras a Tj en el espejo de otras ciudades mexicanas te cuestionas demasiadas cosas y a veces te preguntas por qué mierdas vives aquí, aunque al final, el agua de la presa es más fuerte y la tijuanoadicción se impone.


Horas extras

Me ocurre a menudo por no decir a diario. La gente me debate y me cuestiona por mis notas periodísticas como si en ellas fueran reflejadas mis más profundas e íntimas convicciones personales. Ahora son muchos los que me echan en cara ser el promotor de la eliminación de las horas extras en los bares y cantinas y me debaten como si yo en lo personal fuera un convencido defensor del cierre tempranero de los antros y el abanderado de una cruzada moralista para hacer que la gente se vaya a dormir a sus casas con la familia Telerín. Caray, yo lo único que hice fue poner un tema polémico en la mesa de discusión para exponer la doble moral panista.

Si quieren que hable con brutal honestidad, les diré que como ciudadano de Tijuana me tiene sin cuidado a la hora en que cierren las cantinas, aunque la realidad es que tenemos tan poco que ofrecer al visitante, que nuestra crapularia vida nocturna es el único patrimonio que nos queda, si bien los antros que cierran más tarde no son los ocupados por clientela foránea sino local (de hecho los turistas dejaron de venir hace mucho)

Varias veces en mi vida he salido de los bares con la luz del día y aunque cada vez soy más dado a dormirme temprano y considero que el mejor lugar para beber siempre será una casa, de vez en cuando (aunque cada vez menos) acudo a las cantinas de nuestra ciudad. Si eliminan las horas extras (aunque les apuesto triple contra sencillo a que no las van a eliminar) no me afectaría en nada, de la misma forma que no me afecta que los antros estén abiertos hasta el amanecer. Cierto, si quieren que sea honesto les diré que me parece el colmo de lo patético malgastar todos los fines de semana de tu vida confinado en un hoyo deprimente como el Turístico bebiendo caguamas calientes mientras ves las mismas caras de siempre, pero cada quien es libre de malgastar su aburrida existencia como mejor le plazca y comprendo que para mucha gente el sentido de la vida pueda estar en una cantina pestilente.

Si quieren saber lo que realmente pienso de este asunto, les diré que con o sin horas extras la ciudad seguirá siendo extremadamente violenta. Nada, absolutamente nada va a cambiar por que una cantina cierre a la media noche o a las seis de la mañana. Igual seguirán los secuestros, los levantones, los ejecutados y las balaceras en la vía pública. Las horas extras nada tienen que ver con ello y eso lo tengo muy claro.

Entonces viene la pregunta obvia que todos me hacen: Si piensas así ¿Por qué carajos empezaste a azuzar a las “buenas conciencias” de siempre para que se pronuncien contra las horas extras? ¿Qué ganas con revivir la polémica si tú mismo no estás convencido de su eliminación?
Yo no soy de los que tiran la piedra y esconden la mano. En efecto, yo tiré la piedra, yo fui quien propuso poner el tema de las horas extras en la mesa de debates. Si, lo asumo, yo fui quién empezó a levantar polvo. ¿Por qué lo hago? Porque se que bien ahí está el gran negocio de los panistas y los quiero incomodar y exponer como los hipócritas que son. Las horas extras son la caja chica (o más bien la caja grande) de los azules. Si hay una pata de la que cojean los gobiernos de la línea gonzálezreyista-ramista es lo relativo a los giros negros. Son congaleros los azules, saben que ahí está la feria. ¿Por qué creen que nunca tocan el tema? ¿Por qué se mantienen tan calladitos en todo lo relativo a antros y cantinas? Pues por qué ahí está la dolariza, porque de ahí sale el dinero para sus campañas, porque ahí están sus compromisos políticos inviolables. ¿Qué quiero lograr con eso? Exponer su hipocresía, su doble moral, su falsedad absoluta. Nada más. Demostrar como aunque sus esposas estén en contra de las horas extras y aunque ellos mismos mantengan un discurso hipócrita de promover una Tijuana con valores, los panistas consentirán a los congaleros contra viento y marea. Por lo demás, amigos míos amantes de la vida nocturna, no se preocupen ni se angustien. Sus cantinas seguirán abiertas hasta que canten los gallos. Las horas extras no serán eliminadas y yo se los garantizo. Hay demasiados millones de pesos en juego y muchos compromisos políticos como para que los panistas cedan a la presión. Los tragos que ustedes consumen cuando la luz del Sol ya se cuela por las ventanas del bar, pagarán las campañas de los candidatos azules.