Biblioteca de la dedicatoria ajena
Aunque todavía no es muy
extensa, poco a poco he ido armando mi pequeña biblioteca de la dedicatoria
ajena. Es decir, libros que fueron autografiados por su autor a otra persona (a
menudo desconocida por mí) y que por caprichosas aleatoriedades fueron a caer
en mis manos. Cuando uno abre bien los ojos y hojea con olfato de cazador en
las librerías de viejo o ferias del libro antiguo, suele encontrar libros
dedicados. No es que sean miles, pero tampoco es raro dar con ellos. Claro, esto
no significa que yo pepene en automático cualquier libro con dedicatoria, pero
digamos que si el ejemplar es medianamente apetecible, la firma puede ser un
aliciente para abrir la cartera. Mi última adquisición fue La isla tiene forma
de ballena de Vicente Quirarte con firma para la “adorada Leticia”. ¿Quién sería
Leticia? ¿Por qué el libro no está ya en sus manos? ¿Acaso habrá muerto? En
cualquier caso, la novela está resultando ser una grata sorpresa. Habla del
exilio de Margarita Maza de Juárez y el
Club Liberal Mexicano en el Nueva York de la Guerra de Secesión durante los
años del imperio de Maximiliano. Tiene toda la escuela de Fernando del Paso a
quien por cierto dedica la novela, que bien podría fungir como un apéndice de Noticias
del Imperio. En cualquier caso la estoy disfrutando. La he estado leyendo en salas
de espera ahora que hemos estado atendiendo una contingencia médica. De
Quirarte solo había leído un ensayo sobre la lectura, pero esta novela histórica
ha conseguido atraparme. Otros ejemplares célebres de mi biblioteca de la
dedicatoria ajena son Duelo por Miguel Pruneda de David Toscana, La Clave Morse
de Federico Campbell, El imperio de la neomemoria de Heriberto Yépez, Los
territorios de la tarde de Rafael Ramírez Heredia y Dos mujeres en Praga de
Juan José Millás entre otros. También tengo algunos libros dentro de los cuales
he encontrado extraños apuntes e incluso cartas de amor, pero esa es ooootra
historia que ya les narraré.