Eterno Retorno

Friday, September 12, 2003

Platicando en la Revo con viejo diario Ulyses Piel de Vaca, al que cruelmente abandoné por una querida llamada blog-

- Puedes escupirme, puedes mentarme la madre si te apetece. Si consideras que lo mejor es matarme, pues dale, adelante mi amigo piel de vaca, tienes todo el derecho de hacerlo y yo, honestamente no podría tener cara para reclamarte.
Mi mano ha perdido el pulso. Estoy, creo yo, más acostumbrado al tecleo compulsivo que la dulce deslizamiento de este artefacto amigo llamado pluma que antes peinaba la desolada estepa del blanco papel como una ágil patinadora danzando en el hielo.
Es por la mañana (el niño sale de la cabaña, con su caña, para ir a pescar diría el cuento chino) Aquí estoy, colgándole otro instante más al collar de la vida, aguardando una mentirosa redención que no llega. Estoy desayunando en el cruce de Calle Séptima y Revolución, justo bajo las sombrillas del Am, frente a los congales, que a esta hora (pero solo y únicamente a esta hora) tienen a bien dormir. Me gusta la vibra de la mañana, o más bien dicho cierta vibra mañanera específica que se te infiltra en las venas. Sobre todo si la mañana en cuestión tiene esa personalidad otoñal tan propia de otros lares. Me gustan las mañanas, sobre todo aquellas mañanas en que puedo mirar la tempestad sin hincarme. La mañana es un traje que le sienta bien a algunos días y a ciertas personas. Extraño algunas mañanas extranjeras, de acento anglosajón, de olor a cocina de otros países. Me gustan las mañanas urbanas, demencialmente urbanas. Me gustan las mañanas Starbrucks, entre rascacielos y olor a bagel. Me gustan las mañanas de periódicos frescos en lengua incomprensible. Y yo tengo ganas de es-cribir una novelucha lodozamente negra, una encarnación blacker than darkness. Lo único que pue-do afirmar, vista la situación, es ya traigo cargando una buena dosis de tiempo mi vivido en mi espalda y rostro, pero hoy hasta mi bestia interior con todo y su instinto asesino, a tenido a bien quedarse bien jetona. En la mesa de a lado un par de pochos amanecidos recetan una lección de la más selecta gramática spanglish. Las teiboleras salen de los antros recién bañadas, vestidas de civil, con la inocultable máscara de la juerga tatuada en los ojos. Muertas de sueño se dirigen a dormir la mona apierna suelta. Ahí van, pantalón ajustado, chamarra de mezclilla, pelo mojado recogido en cola de caballo. La amarga paz del vencido en la guerra y la absoluta desolación postorgásmica se explican en la imagen de una aburrida y soñolienta teibolera que abandona el changarro luego de 10 horas de tubo y manoseo (cuando el tubo se transforma en tedio)
Sí Calamaro, sí existen los horarios esclavos. Transfórmate por un instante en un zoólogo extrate-rrestre que contempla a la especie humana y redacta un informe científico sobre sus códigos de conducta. El Informe debe llamarse Cuaresma y Carnaval. ¿Quieres comprender a la humanidad? Contempla la fila del Am a las 7:30 de la mañana y vuelve a contemplarla a las 19:30 de la tarde. En este instante la gente se amontona en la máquina de café. Dentro de 12 horas se amontonarán frente al refrigerador de cervezas. La humanidad se empeña en ser fiel a sus dos papeles. Cuaresma y Carnaval, Apolo y Dionisio, Retorno, Eterno Retorno, tan endiabladamente preciso. Nuestros códigos de conducta normados por el movimiento de rotación de un planeta y su específica colocación frente al Sol. .. Feliz fin de semana, luego le sigo con este desvarío Piel de Vaca

Por Daniel Salinas Basave

En el corazón de un sol herido
Leonardo Da Jandra
Editorial Joaquín Mortiz


Dentro del bestiario que integra la narrativa mexicana contemporánea, Leonardo Da Jandra es fauna bastante atípica en estos tiempos. De su ágil pluma han brotado ensayos sobre metodología, política, estética, filosofía, novelas de todos los tamaños y un sin fin de cuentos.
Una suerte de todólogo al más puro estilo del Siglo XVIII que sin duda ha devorado cuanto libro ha caído en sus manos sin importar el tema, y a la vez un aventurero incurable dueño al parecer de un arsenal anecdótico que ha impregnado cada una de sus páginas. Alejado de farándula literaria, este escritor chiapaneco nacido en 1951 habita desde hace más de 20 años en una playa de la costa oaxaqueña y aunque escribe de todo, ha encontrado en la novela su zona natural en la cancha de las letras, donde corre con envidiable agilidad. Su estreno en el mundo editorial fue con la trilogía Entrecruzamientos, cuyo primer volumen vio la luz en 1986. Esta extraña criatura, híbrido de tratado filosófico, diario íntimo y novela, significó el punto de arranque de una obra que incluye Huatulqueños, Arousiada, Los Caprichos de la Piel y Samahua, esta última galardonada con el Premio de Novela Monterrey IMPAC en 1997. Su primera entrega del milenio, En el corazón de un sol herido, es la máxima expresión de esa vocación todológica que usa su ágil pluma para construir murales caleidoscópicos.
Novela de viaje, búsqueda e interiorización, En el corazón de un sol herido es también un retrato en colores intensos de los contrastes del México actual, en donde se plasma con un realismo crudo y a la vez sarcástico como la herencia ancestral sobrevive como una bestia herida que se ahoga en el entorno del sueño neoliberal. La narración inicia con la llegada de Trilce Vallejo- Xunqueiras, escritora gallego-catalana, al aeropuerto de la Ciudad de México. Trilce, nieta desconocida del poeta peruano Cesar Vallejo, que del abuelo conserva solo el nombre de su obra cumbre, llega a México buscando indagar el misterioso rastro dejado por Ramón del Valle- Inclán en su paso por Veracruz a finales del siglo pasado. A partir de su encuentro con Roberto de Villena, caótico desde el primer instante, Trilce se convierte en un Dante que acompañado de varios Virgilios se sumerge en universos mexicanos que son infierno, purgatorio y paraíso a un mismo tiempo. Primero el inicio del triángulo infernal que supone su relación con Roberto y Celeste, sus guías en los petulantes círculos intelectuales de la Ciudad de México con quienes es víctima del “reverso de la conquista”. Después sigue su viaje a Veracruz, en donde un tragicómico Darío, figura típica del sátiro intelectual y nieto del General Sostenes Rocha, la conduce entre el legado apócrifo de Valle- Inclán. Más tarde, queriendo romper el tríangulo Celeste- Roberto, Trilce llega a Oaxaca, entorno infaltable en toda novela de Da Jandra, donde Homero, un hombre enamorado de la poesía y el mezcal, le invita a vivir en carne propia el infierno de Bajo el Volcán de Malcolm Lowry además de llevarla a una misteriosa Isla de Lesbos en medio de la sierra zapoteca en donde habitan los mitológicos peces pito. La aventura oaxaqueña acaba cuando el paludismo la hace acariciar la muerte en una playa cercana a Puerto Escondido rodeada de tortugas destazadas e ilegales centroamericanos. La parte cumbre de la novela, donde Trilce culmina el viaje e inicia su intenso bucear en el subconsciente, se da en el mítico Cerro del Quemado en Real de Catorce, donde el misterioso Lúder ( acaso la encarnación autobiográfica de Da Jandra) la inicia en el ritual huichol del hikuri y opera el milagro.
Ajena a los simbolismos y en exceso descriptiva, la novela de Da Jandra es ante todo un libro entretenido, virtud que los amantes del virtuosismo y la complejidad literaria consideran un defecto. Da Jandra pone nombre a todo y nada escapa a su pluma, pues nunca deja de plasmar olores, sabores, sensaciones y miradas. Aunque complicados, sus personajes están psicológicamente muy definidos lo mismo que sus entornos, si bien solo se permite penetrar en el pensamiento de Trilce y la final del Lúder. También hay un mosaico de personajes reales y alusivos que participan como “extras” en la novela, así como una serie de planteamientos hipotéticos sobre lo que en verdad vivieron Vale- Inclán y Lowry. Siguiendo con la tradición de Entrecruzamientos, hay infinidad de referencias, disertaciones y debates literarios y filosóficos, aunque en este caso la novela no llega a transformarse en híbrido como su antecesora. Dentro del texto se incluyen los artículos periodísticos de Trilce y el comienzo de su futura novela así como pasajes de la escrita por El Lúder que al final se alternan a cada momento con el desarrollo de la trama.
En resumen, un libro ágil que sin caer en lo frívolo es muy poco complicado y accesible aún para los no muy fanáticos de la literatura. Sí el éxito literario se midiera solamente en número de lectores, Da Jandra merecería mejor suerte, pues hay estetas literarios, muy mencionados y quizá poco leídos, que ocupan los aparadores principales de las librerías y las portadas de las revistas especializadas. Pero el propio Da Jandra advierte en Entrecruzamientos que renunció a ser “merodeador del mundo de cemento, de la inviolable lógica y de los desechos asfixiantes”. Quizá por ello su acontecer personal sea una “clara y brutal regresión a los dominios de lo arcaico”, y esos dominios, lo sabemos bien, están muy lejos de la aristocracia cultural.

Thursday, September 11, 2003

Hoy me corté el pelo. Ciertamente no quedé pelón como más de uno hubiera deseado, pero si me reduje la longitud unos cuantos centímetros, digamos unos cuatro dedos en posición horizontal. Yo me siento rapado, pero para efectos de los criterios fascistas yo sigo trayendo el pelo largo. La verdad me veo como grunchero y eso no es mi sueño.
Acudí al mediodía y fui atendido por un jotolón gordo y cachetón con el pelo pintado de rubio, algo de lo más pintoresco, no se si llamarlo grotesco o chistoso.
El mariconcete resultó ser muy estricto. - No muevas la cabeza. Estate quieto- Ah como te mueves güero- Mientras me regañaba se dedicaba a platicar con sus otros amigos jotolones, aunque después se tomó la libertad de decirme que mi pelo se vería mejor corto. En algún otro lugar he escuchado esa pendeja recomendación que siempre ignoro. Le dije que mi pelo fue hecho para ser largo y que sería muy triste desperdiciarlo en unos cuantos milímetros. Ello me hizo recordar las enormes odiseas por las que ha pasado mi cambiante cabellera que ahora ya no se si es corta o larga. A lo largo de mi existencia he estado dos veces pelón al cero absoluto, pero también he tenido la mata casi hasta las nalgas. Detesto los estilos formales. Hoy nomás no doy conmigo. El estilo ejecutivo no se acopla a mi. Mi pelo es como un sistema político en transición, una socialdemocracia con nostalgia por la incurable matudez.

No se que diablos significa la palabra kinky, pero es un término que me causa repulsión. Es una expresión despreciable que cada vez escucho pronunciar más. Me suena como a algo que no se que es pero me caga, además de que es un término como de putito. Ignoro lo que significa esa palabra, solo se que lo kinky es mierda y es algo que simplemente no se lleva conmigo. (Se que el nombre lo lleva una banda regia, por cierto tan despreciable y abortiva como la pinche palabreja)

Advertencia y aclaración

Ya lo dije en otra ocasión. No soy un sastre que acostumbre confeccionar sacos para nadie en especial. Si tuviera que atacar a alguien, empezaría por su nombre. Tal vez este blog deba tener un Parental Advisory al inicio. No por las malas palabras, sino por esa dosis extrema de Thanatos que infesta mi mente y que inevitablemente tiende a caer en esta pantalla.
Este blog es un enorme closet donde hay muchos sacos colgados. Si alguno le quda a alguien, pues es suyo. Gracias a esta manía de tomarse mis palabras como insultos personales que tiene cierta gente, me he logrado quitar del camino a uno que otro ser indeseable. Definitivamente, el blog tiene utilidad.

Dios nos odia a todos

No pienso dedicar este día a eructar teorías, peroratas o disertaciones sobre la sodomización del ramero imperio a manos del moro.
Mi único homenaje a esas torres por cuyos escombros caminé es escuchar con pasión el God hates us all de Slayer.
Si alguien me pregunta cual es mi sound track del 9/11, les diría sin dudar que el God hates us all.
Recuerdo que en el verano de 2001 yo esperaba con ansias la llegada del nuevo disco de Slayer que prometía ser demoledor. En la Metal Maniacs, en la Terrorizer y en todas las publicaciones respetables, estaba anunciada la llegada del nuevo disco para el 11 de septiembre y yo aguardaba con ansias la llegada del ese día.
El mítico martes en que sodomizaron a los gringos, me largué inmediatamente a San Diego en busca de reacciones periodísticas interesantes. Las calles estaban desoladas. Recuerdo que me pasó por la cabeza llegar de pasada a comprar el disco a Horton Plaza, pero oh decepción, todos los comercios estaban cerrados por la alerta. Cuatro días después, el 15 de septiembre, me fui a Nezayork y fue tan apresurada mi partida, que ni siquiera me llevé walkman o cd portátil. Al cabo de una semana con síndrome de abstinencia musical, me compré un cd player portatil marca patito en una tienda de pakistanos de la Calle 14. Por la noche, en la Barnes&Noble de la Calle 5, compré el Dios nos odia a todos y fue el único disco que estuve escuchando durante las semanas que pasé en la podrida manzana. Recuerdo las madrugadas en la soledad de mi pequeño y viejo cuarto en el Herald Square Hotel escuchando a todo volumen esa profética obra maestra de muerte y brutalidad mientras los más negros presagios desfilaban por mi mente. Desde entonces me es inevitable: El 9/11 me suena a Slayer. Y es que queramos o no, Dios nos odia a todos-

Disciple- Slayer

God hates us all, God hate us all
You know its true, God hates this place
You know its true He hates this race
Homicide- suicide
Hate heals, you should try it some time
Strive for peace with acts of war

God send Death- Slayer

God send death end misery
Preach no love of ministry
Pray for sin a shattered faith
Down on your kneees
You re screaming out to die


Los pordioseros y yo

Cruzo el puente de la 20 de Noviembre y me formo en la fila para dar vuelta en la Vía Rápida. Me sale al paso un soldado de la Cruz, uno de esos tipos ridículamente vestidos con un trajecito blanco que no sabes si es de enfermero o de gritón de la Lotería Nacional y que piden dinero en la Línea. El cristiano me pide lana quesque para una buena causa. Yo, que hasta entonces estaba absorto escuchando Sepultura a todo volumen, le volteo a ver con cara de circunstancias. Automáticamente pronuncio la misma frase que respondo cada que alguien me pide dinero en nombre de Dios. –Si te quitaras esa cruz te daría dinero, es más si gritas Dios No Existe, te doy 100 pesos- El soldadito cristiano se me queda mirando y siente el deber de iniciar su misión evangelizadora. -Pero si Dios no existe ¿Entonces quién te hizo a ti?- Yo reitero mi oferta. Si gritas Dios No existe te doy 100 pesos. Si el hombre en verdad fuera un buen cristiano debería pensar que a los pobres o a los drogadictos a los que según él va destinada mi caridad (cosa que honestamente no creo) no les importa si el pronuncia o no tres palabras tan sencillitas. El hombre me mira. En su delirio mesiánico se debe sentir como Jesucristo tentando por Satanás durante su cuarentena en el desierto. En el fondo duda si debe o no pronunciar las tres palabras que le pido. Acto seguido, tomo mi libro Quema de brujas en Logroño que está en el asiento de a lado y le muestro la figura del macho cabrío de Los Aquelarres de Goya - ¿Sabes cristiano? Este es el único Dios- y al pronunciar esto beso la imagen del chivo goyesco. El semáforo se pone por fin en verde y yo piso el acelerador.

Un consejo a los pordioseros

Pordioseros del Mundo, escuchadme: Si alguna vez quieren obtener dinero de mi les voy a dar un consejo muy sabio: Jamás me pidan lana en nombre de Dios (luego entonces ya no serían por- dioseros) Nada detesto más que un drogadicto transformado al cristianismo o un individuo representando a algún ministerio. A todos les digo lo mismo. Dime que Dios no Existe y te rayas. A los testigos de Jehová que tienen la mala fortuna de tocar a mi puerta les pasa lo mismo. Me dedico a blasfemar contra su apestoso Jehová hasta que asustados se largan. A los merolicos gritones que se colocan en la esquina de Segunda y Niños Héroes me les acerco silenciosamente cuando están en medio de su estridente perorata anunciando el fin del Mundo y la llegada de la Bestia. Yo entonces me coloco cerca de su oído y pronuncio suavemente: -Dios ha muerto hijo mío- . -Satanás te desea corderito- El merolico apenas alcanza a reaccionar y se pone a pegarme de gritos cuando yo ya voy muy lejos de él.

La droga más puerca que ha creado la humanidad

Ya lo dije: Nada más deprimente que un drogadicto transformado al cristianismo. Hacen esfuerzos por dejar una droga como la heroína o el crystal usando un narcótico mucho más nocivo y pestilente llamado Cristo, una droga capaz de devastar todas tus neuronas y que en 2 mil años de miseria y adicción ha causado la muerte y la desgracia de miles de millones de seres humanos masacrados en estúpidas guerras en su nombre. Que dichosa y superior sería la humanidad si tuviera a bien decirle no a esa droga, a la que por cierto le sobran traficantes.

Blasfemo compulsivo

La gente cuestiona el que yo no respete los cultos que esa gente practica y disfrute tanto balsfemando en su cara contra sus dioses. Pero resulta que son ellos quienes no respetan mi privacidad. Ellos llegan y tocan mi puerta, ellos van y se atraviesan gritando en mi camino e interrumpiendo mi lectura cuando voy en un camión. O ¿Acaso alguna vez me he metido a una iglesia a molestarlos o interrumpirlos? Hasta donde tengo conocimiento, no existen antecedentes de que haya llegado yo a tocar a sus casas para decirles: Hijo mío, convierte tu alma al ateísmo y serás más feliz. Lee a Nietzsche, a Cioran y a Voltaire y descubre la felicidad. Dile no a cualquier culto religioso, haste cargo de tu deseo, respeta los principios generales del derecho, ama la naturaleza y encontrarás la paz. Bien harían esos fanáticos embrutecidos en adoptar en sus mentes las ideas de la Ilustración, pero ellos aman las tinieblas. Peor para ellos-A mi me gusta la luz de la razón-


Dance of Death

Bueno, finalmente ya está en mis manos o más bien dicho en mis oídos, pues sepan ustedes que en estos momentos suena en mis audífonos el fantástico Dance of Death de Iron Maiden. No lo he escuchado completo todavía aunque ya me he machacado varias veces Wildest Dreams que no acaba de hacer plena química. Rain Marker, Montsegur y No More Lies están más que rescatables. Me falta oir seis rolas todavía. Muchos coros y repeticiones, aunque el duelo de tres guitarras excelsas es verdaderamente alucinante.
El concepto de la portada y dibujos interiores es como el de un baile de máscaras al estilo Máscara de la Muerte Roja de Poe y en los alrededores de las fotos de los miembros de la banda se ven sombras o reflejos de mujeres desnudas. Pero en esencia el disco es Maiden y suena a Maiden. Luego entonces, es delicioso. Digamos que no cualquier banda puede presumir ser considerada la mejor banda del Mundo por quien esto escribe.


I, m gonna organise some changes in my life, I,m gonna exorcise the demons of my past
I,m gonna take the car and hit the open road, I, m feeling rady to just open up and go-

- Wildest dreams


- As I danced with the dead my free spirit was laughing and howling down at me below my undead body just danced the circle of Death-

- Dance of Death


Culos blancos y sangre roja

Hace un par de días escribí en este mismo espacio que los globalifóbicos no cambiarían el Mundo enseñando sus blancos culos a los medios del Mundo. Tampoco creo que lo vayan a cambiar enterrándose cuchillos en el pecho, pero mediáticamente han logrado un efecto contundente. De la foto chistosa han pasado a la foto terrible. Los culos blancos merecen foto-nota. Un mártir merece primeras planas y mal que bien los grandes sacerdotes de la Iglesia Universal de la Macroeconomía no se sentirán tan cómodos mientras arreglan el mundo en guayabera dentro de su realidad de aire acondi-cionado diciendo “pobre hombre, estaba loco”. Por fortuna, una locura roba primeras planas y las mierdozas decisiones de políticas neoliberales que tomen en su pinche OMC merecerán interiores. Que nadie diga que el coreano suicida no tenía un excelente concepto de lo que llaman manejo de medios.


...sentado en una silla, con gran trono, majestad y gravedad, y con rostro muy triste, feo y airado, en figura de hombre negro con una corona de cuernos pequeños y tres de ellos grandes como si fuesen de cabrón, los ojos encendidos y espantosos...con uñas corvas, manos de rapiña, voz ronca...

Descripción del Diablo en un aquelarre del País Vascongado en el Siglo XVII-

Lecciones de etimologías

Akerr- macho cabrío. Larre, pardo. Luego entonces la voz Aquelarre significa Prado del macho cabrío.

Otra descripción narrada en Quema de brujas en Logroño, apta para leerse antes de comer.

- En las recepciones del Diablo había que saludarlo conforme al estricto protocolo: alzándole el rabo y besando sus partes sucias y hediondas; y no digamos nada cuando había que asistir a un picnic nocturno para zamparse la casquería de un niño recién desenterrado, sus riñones, tripas e higadillos, crudos, asados o cocidos, según, siempre que estuviesen bien podridos y pestilentes, que es cuando están para chuparse los dedos-

Wednesday, September 10, 2003

Adicciones confesas

No he podido encontrar una cura efectiva para mi adicción a la compra compulsiva de libros, discos y revistas. Siendo honestos es algo grave, merecedor sin duda de algún diagnóstico psicoanalítico.
Mis gastos hedonistas prácticamente se limitan a esos productos. Si exceptuamos una camiseta que me compré en el último concierto metalero al que acudí, hace muchos meses que no me compro una prenda de vestir y cuando eso sucede, me compro algo que me gusta pero que me es inútil para el trabajo por ser demasiado informal o locochón. Hace tal vez más de un año que no invierto un centavo en comprarme una camisa formal o un pantalón de tela y ya no digamos unos zapatos. Suelo trabajar todos los días calzando Doctor Martínez En realidad la ropa de vestir de un hombre, o la ropa que el estilo ejecutivo le impone al hombre, se me hace el colmo de la aburrición. Me gusta vestir un buen traje, pero únicamente cuando la ocasión realmente lo amerita. Se me haría una fantochéz el andar todos los días de tacuche. Eso sí, jamás me he comprado (y como dijo Don Teofilito, ni me compraré) una sola corbata en mi vida. Las que tengo me las han regalado. Como es un accesorio que aborrezco con fervor, puedo jurar que nunca en, mi vida invertiré un centavo en comprarme una. Tampoco me compro herramientas o artefactos útiles para mi vida práctica. Hace rato que me debí comprar una nueva tarjeta para mi cámara y he hecho desidia. En cambio, cada pinche semana que pasa tengo un libro y una o varias revistas nuevas que luego no tengo ni tiempo de leer y por lo menos cada dos semanas adquiero uno o más discos que tampoco tengo demasiado tiempo de escuchar con la atención que yo desearía. Sin embargo estoy atrapado en estos vicios y no he encontrado quien o que me pueda redimir de ellos. ¿Alguien conoce una cura?

Pd- Y conste que ya le baje de huevos a los conciertos-

Tuesday, September 09, 2003

Munich, Alemania (9 septiembre 2003).- La destacada y a la vez controvertida cineasta y fotógrafa alemana Leni Riefenstahl murió este lunes por la noche, apenas dos semanas después de cumplir 101 años, confirmaron hoy sus allegados-
Sería hipócrita decir que me duele o me sorprende la muerte de alguien de más de un siglo de edad, pero no miento al señalar que en verdad siento lástima por la incomprensión a la que fue condenada esta gran cineasta. Hace unos meses leí su biografía y quedé en verdad impresionado por su energía y vitalidad. Esta anciana capaz de sumergirse entre tiburones del Océano Índico a los 98 años de edad o recorrer las sabanas africanas con la fuerza de un joven de 18 años es una verdadera institución del Siglo XX.
Pero en un mundo dominado por la estúpida paranoia judía, no es posible juzgar con objetividad el trabajo de una mujer que en verdad dejó un gran legado al cine y a la fotografía.
No se dan cuenta que la época y las circunstancias te pueden forzar a verte relacionada en dado momento con un régimen político.
Miles de personas en este mundo han servido directa o indirectamente a dictadores y genocidas y se pasean orgullosos regodeándose en su fortuna. Pero no es posible ni por asomo haber tenido algo que ver con el nazismo, porque quedarás maldito para siempre. Pero eso sí, puedes servir a los genocidas de Ariel Sharon o Bush y serás el bueno de la película.
Comprendo a Leni y me da lástima la incomprensión a la que fue sometida. Si hubiera sido una judía prófuga de un campo de concentración sin duda estaría elevada a la categoría de diosa, pero como filmó una excelente documental como El triunfo de la voluntad y la película de las olimpiadas de Berlín 36, el sionismo la condenó a la hoguera.
Sí, muchas veces en mi vida me han tachado de nazista y antisemita por mi posición crítica y revisionista de la historia y ello me ha acarreado problemas. Porque ante los ojos de un sionista adorador de Ariel Sharon o Simon Wiesenthal, si tu no condenas ciega y pasionalmente al nazismo al más profundo de los infiernos, entonces traes tatuada una esvástica en tu pecho. Pero puedes perfectamente apoyar el genocidio de más de medio siglo contra el pueblo palestino y no hay ningún problema.
Me vale un carajo lo que piensen de mí. Yo no soy un nazi ni soy capaz de apoyar ningún régimen totalitario. Pero tengo el defecto de ser terriblemente crítico con la historia y no me trago tan fácilmente las cucharaditas de lamentos sionistas ni creo que el Holocausto y el nazismo hayan sido como la versión oficial te los pinta. En fin, descansa en paz Leni, el Triunfo de la Voluntad siempre se impondrá a las alimañas de este mundo, de eso puedes estar segura-


Hate Eternal

¿Quieres sentir el néctar mismo de la mala vibra? ¿Saludar al odio en persona con un apretón de manos? Pues basta con verme a las 8:00 de la mañana atrapado en un nudo vial entre las calles Niños Héroes y Segunda.
Ninguna situación me lleva a extremos tales de desesperación cómo estar atrapado en un congestionamiento vial en donde debes poner altas dosis de mala leche para colarte entre los carros, impedir el paso al prójimo y ganar el tuyo a la mala.
Es entonces cuando cualquier meditación de tipo filosófica adquiere un tono más negro que las más absolutas tinieblas infernales.
Y me pregunto ¿Cuál es la maldita razón por la que giras una llave y enciendes un motor cada mañana? ¿Qué absurda ley natural te hace abandonar los reinos de Morfeo y arrojarte a los avernos viales? ¿Quiénes somos esos miles y miles de seres malencarados con las manos aferradas a un volante y las patas danzando frenéticas entre acelerador y freno? Ahí estamos, hostiles, absurdos, destilando a chorros la desesperación propia del galeote. Pensando que tenemos que llegar, que urge avanzar, salir de ahí a como de lugar y ¿para qué chingados? ¿A donde mierdas creemos que vamos? Pero ahí vamos, obedientes de quien sabe que maldición divina, pagando con ráfagas de coraje el católico pecado original de haber nacido humanos y creernos con derecho a un destino, una causa, una razón, un maldito motivo último que justifique esos campos de batalla. Ahí vamos, a producir o inventar que producimos, para después consumir, depredar, vomitar y poblar la Tierra con nuestras heces y horas más tarde, volver a despertar una mañana y arrojarnos al caos para seguir alucinando que producimos, que hacemos algo, que valemos la pinche pena.
Un policía tapa la calle Madero y agita a sus brazos al aire cual atolondrado espantapájaros torturado por los cuervos. Irrumpe entonces la sinfonía del claxon en caos mayor. El odio incubado amenaza con hacer erupción . En ese instante el centro de todos mis deseos es reventar el culo del policía a patadas o destrozar de un batazo el parabrisas del carro que intenta meterse delante de mí.
Imposible pasar por el Centro, así que opto por el Bulevar Sánchez Taboada, lento pero seguro. Pongo un tape de AC/DC y me pongo a headbanguear. Estoy francamente encabronado, neurótico, insoportable, con el espíritu más que dispuesto para empezar a zorrajar putazos. En las esquina de Sánchez Taboada y Paseo de los Héroes los voceadores enseñan el producto de nuestro trabajo y durante el eterno rojo del semáforo me entretengo leyendo nuestra portada en manos del voceador vestido de naranja y las patrañas de la pestilente basura en manos del voceador vestido de azul. El verde del semáforo es efímero pero aún así alcanzo a cruzar cuando el ámbar está por dar las nalgas. La Vía Lenta es otro pedo. Está tan congestionada que prefiero avanzar por la lateral hasta el periódico. Una vez en el estacionamiento el motor por fin se apaga luego de una hora de sufrimiento. Una pinche travesía más, una odisea infernal recorrer el tramo que separa nuestra acogedora recámara de la redacción del periódico en la que se consumió una carísima dosis de gasolina, en la que destilé odio y mentadas de madre y me acerqué unos cuantos pasos más al Infierno. Una vez arriba, café en mano, me dispongo a leer nuestro trabajo y el de la competencia mientras mi mente, aún infestada de odio, se pone a alucinar cosas que podríamos publicar en portada en días futuros y caigo en la cuenta que son cosas que muchas veces antes sin duda hemos publicado y que seguiremos publicando por toda la eternidad, pues el periodismo, sepan ustedes, es la encarnación misma del Mito del Eterno Retorno, el infernal vaivén de los ciclos, el teatro de las redundancias y el absurdo. El Universo del periodismo es finito, repetitivo, representa la encarnación más diabólica de lo cotidiano, el dantesco tatuaje de un día en la vida de una urbe lacerada por almas podridas y mórbidos deseos. Y ahí voy, otra puta vez ahí voy, con el espíritu como una granada atiborrada de pólvora, con el estómago indigesto de lava volcánica, a dos segundos y una mala cara de hacer erupción y desparramar mi furia sobre el entorno. No Calamaro, el instinto asesino casi nunca se me duerme. ¿Podría alguien venir a arrullarlo con una canción de cuna metalera? ¿O acaso necesito mantenerlo despierto para seguir viviendo? ¿Qué haría yo sin mi instinto asesino picándome las costillas cada mañana? ¿Qué sería de mí sin la Santísima Muerte caminando siempre a mi lado?

El rostro de las islas

Pero por fortuna los primeros minutos del día no están sumergidos en los fluidos del odio. Antes de las 7:00 de la mañana paseo a Morris y pierdo mi mirada en la inmensidad del Pacífico. El rostro del Pacífico es casi etéreo al amanecer. Mis ojos se enfocan en las Islas Coronado, mi añeja y cortazariana obsesión. Quisiera un día tener el tiempo de darme a la tarea de fotografiar los distintos rostros de las Islas Coronado en un día. Sería una buena serie y es que nada hay más cambiante que el rostro de las islas contempladas desde la costa tijuanense. Ocasiones hay, las menos, en que puedes distinguir de manera nítida el color de la tierra y las rocas. En otras, son apenas una sombra espectral, una silueta oculta entre las nubes y mañanas hay también en que simplemente desaparecen. Las Islas Coronado son fantasmas, encarnaciones oníricas propias de la desesperada mente un navegante preso en las alucinaciones de alta mar.
Pago el alto precio de vivir lejos, pues en ese recinto aún no me visitan las ráfagas de odio y puedo permitirme el lujo de desparramar mis pensamientos en ese Aleph llamado Pacífico.

En busca de la perfecta herejía

Leo con sumo interés un blog argentino escrito por alguien que es mi tocayo, se apellida Massei y también se declara ateo. Lo peor para los danieles ateos, es que nuestro nombre en hebreo significa Dios es mi juzgador. O sea, si Dios existe, ya estuvo que nos cargó la chingada.
Mi tocayo reflexiona sobre la necesidad de poseer un dogma para faltarle al respeto. Coincido con él.
Lo cito textualmente: -Lo que sí me resulta fatalmente imposible es saber que, cuando se es ateo, no existe forma alguna de ser hereje. La herejía se me vuelve una ausencia imposible de entender. Me tengo que inventar un dogma para faltarle el respeto y eso, es demasiado trabajo para alguien que es ateo-
En lo que no coincido con Daniel, es en que cuesta mucho trabajo adoptar un dogma para faltarle al respeto. Este mundo nuestro tan absurdo está atiborrado de ídolos y verdades absolutas como para pasarnos toda la vida blasfemando a placer si así lo deseamos. Pues resulta que aunque hayamos matado a Dios hace un buen rato y nos pasemos la vida escupiendo sobre su cadáver, siempre habrá espacio para cometer una dulce herejía y proporcionarse ese maravilloso placer que es la blasfemia. Algo así escribí hace poco cuando explicaba mi particular concepción del satanismo. En un mundo que se desga-rra en una lucha eterna cuyas armas son conceptos inexistentes, o metáforas en el mejor de los casos, bien vale usar sus mismas armas para romperles el culo a sus deidades. Aunque las armas y el culo estén condenados a ser siempre sustantivos abstractos, una blasfemia bien afilada siempre sacará pus de alguna herida infecta.
Esta es una de mis verdades absolutas: el satanismo es mi metáfora favorita-

Monday, September 08, 2003

Los culos blancos de los globalifóbicos

Los globalifóbicos tienen el culo blanco. Lo comprobé hoy al mirar la foto de Reforma. Que idílicos, que caricaturescos y que ilusos son estos personajes. Después de todo, embriagarse en los jardines de la utopía siempre será orgásmico. Me sucede a menudo con las causas políticas y las ideologías. Suelo odiar a algunas con fervor, pero sus contrapartes ideológicas, a las que en teoría debería apoyar, me producen, en el mejor de los casos, una cierta ternura contagiada de lástima. Ideológicamente yo soy, o debería ser, un globalifóbico, pero la globalifilia es un hermoso idilio, una suerte de capsulita de Carpe Diem con justificante político. Mientras las masas del mundo permanecemos atadas al horario esclavo del feudo luchando cada día para no ser arrojados del purgatorio de la fuerza productiva, el Club del Globo, filia y fobia por igual, se pasean de la mano por los paraísos playeros del Mundo escenificando ante las cámaras sus teatritos.
En los refrigerados salones atiborrados de guardias, los dueños de este changarro llamado planeta se postran a besar las pezuñas de ese becerro de oro llamado Mercado Libre y disertan peroratas a favor de las infinitas bondades de la macroeconomía neoliberal.
Afuera, bajo el cachondo Sol del Caribe, los dulces cuerpos sudados de la utopía se despojan de sus ropajes (puedo jurar que más de uno se quitó una camiseta del Che) y se arrojan a la arena.
¿Cambiarás al Mundo enseñando un blanco culo a los policías de Quintana Roo?
Probablemente no, pero aseguras una foto morbosona que le de la vuelta a las redacciones del orbe y lo bailado ¿quién chingados te lo quita? O qué ¿acaso has oído de un hippie que la haya pasado mal en las protestas contra Vietnam? Uff, habrá que sacar un censo de cuantos niños fueron fabricados en las deliciosas cogidas de una concentración de protesta. Imagino una novela futura, narrada en primera persona: - Mis padres, diría el protagonista, eran lo que en ese entonces llamaban globalifóbicos. Me concibieron a sus 17 años dentro de una tienda de campaña, cuando protestaban contra la OMC en Seattle (o Praga, o Génova o Cancún). Mi padre nos abandonó cuando yo aún no cumplía un año de edad. Siguió su militancia política aunque dentro de los cánones de los partidos de socialdemocracia moderada. Hoy en día es un parlamentario que negocia sus votos con la cúpula conservadora. Mi madre, que se unió al movimiento por sus deseos de viajar, vivir la vida y echar desmadre, se olvidó de toda militancia apenas nací y se vio obligada a planchar y lavar la ropa de unos cuantos capitalistas. Hoy en día maldice no haber estudiado una carrera que le permitiera trabajar en una enorme empresa tras-nacional”. ...carajo, ya me estoy inspirando. Ya basta de mamadas, hay que ponerse a trabajar para que este feudalismo periodístico siga adelante.





Hoy es lunes y por primera vez en muchísimos meses no traigo a cuestas una noche de insomnio. Digamos que no fue precisamente la orgía de Morfeo pero al menos dormí, lo que de domingo a lunes suele ser para mí un imposible.


Rosaritense atardecer

Este verano se niega a despedirse. El bochorno de una tarde de septiembre se infiltra por cada resquicio de nuestra casa y un sudorcillo dulzón de resbala por nuestras pieles.
Ante semejante cuadro, justifico el que mi Código Penal de la Conciencia considere un delito grave no salir a la playa a tomarse unas heladísimas cervezas.
Impulsados por una sed de beduino en el Sahara, Carol y yo salimos de casa a las 16:00 horas dispuestos a pasar el resto del día en la playa rosaritense. Desde que vivimos en Hacienda somos más rosaritenses que tijuanos. Aunque nuestra clave catastral y nuestro número telefónico pertenecen a Tijuana, en términos prácticos vivimos en Rosarito (nos toma 12 minutos llegar a la caseta de cobro de Playas Tijuana y menos de cinco llegar al Bulevar Benito Juárez de Rosarito)-
El primer gran dilema consiste en encontrar un cajero con dinero en el Quinto Municipio. Durante el fin de semana, el retiro de efectivo en Rosarito es algo más que una proeza. Encontrar cash en las máquinas de ese Municipio es más complicado que descubrir mantos acuíferos en Mercurio o Venus.
Tras recorrer unos seis cajeros nos resignamos a que tendremos que limitarnos a los 250 pesos que traemos en la bolsa. Nos dirigimos a las palapas playeras del Papas & Beer. Una cerveza después fuimos a una barra playebria un tanto cuanto rascuache y una cerveza después al Iggys. El Sol se desparrama cachondamente en el Pacífico, pero no nos agrada la idea de pistear en donde te quieren ver la cara de gringo. De nada sirve que nos esforcemos en hacer ver a los meseros que hablamos español y pagamos en pesos. Ellos te quieren ver la cara de turista a toda costa lo que significa que sienten la obligación de hacerse los payasos cada que se dirigen a tu mesa y también evalúan la posibilidad de tranzarte algunos cambios, misión en la que fracasan totalmente tratándose de un par de regios como nosotros. Decidimos ir a cenar a un lugar atípico para nuestro estilo: El Carlos & Charles, en donde no ponen cara de susto cuando les enseñas la tarjeta de débito. Alitas de búfalo ultrapicosas y helados tarros de cerveza al razonable precio de dos dólares. La pasamos bien y punto, pero si me dan a escoger, siempre preferiré Terrazas Vallarta y El Vigía a la marcha rosaritense. Mi espíritu tiene más esencia playotijuanera después de todo. Lo peor es que luego de leer a Ángel ya me anda por ir al Terrazas en pleno lunes. Nomás no tengo remedio yo.



El Neto Álvarez me comenta que en la 105 ya pasaron las rolas del Dance of Death de Iron Maiden, álbum que vio la luz ayer. Yo solo he escuchado Wildest Dreams, que tuvieron a bien recetarla en el concierto. Ya me anda por tener ese disquito así que no descarten una espontánea escapada nocturna al otro lado para cumplir con ese loable proposito en la Tower Records. La Bestia bendiga por siempre a la Doncella de Acero, una de las razones por las que vale la pena que la naturaleza dote al hombre del sentido del oído.

Enciclopediómano

(Texto odiosamente autobiográfico. Lo siento pero traigo esa crisis de relatar la vida pasada)

Carolina me ha explicado que los coleccionistas son el mejor ejemplo para explicar los trastornos propios de eso que los freudianos llaman Etapa Anal. Los trastornos anales (psicoanalíticamente hablando claro está, los otros se llaman hemorroides) se identifican por las manías de retener y acumular.
Yo padezco el virus del coleccionismo de enciclopedias y revistas. De niño fue algo más fuerte y notorio y hoy es algo más o menos bajo control, pero la realidad es que nunca lo he superado (y como dijo Don Teofilito, ni lo superaré)
Las enciclopedias y revistas siempre han sido mi mayor debilidad. Me fascinaba la idea de ir acumulando volúmenes y saber que en una semana o en un mes habría uno distinto, aguardándome en la tienda. El descubrir una nueva portada, con diferente imagen y color era un placer casi orgásmico. Para no ir más lejos, las colecciones fueron mi puerta de entrada a vicios y pasiones tan adictivas como la literatura y la historia. De niño mi mayor pasión fue la zoología y me dediqué a coleccionar enciclopedias de animales (en ese caso el gusto por los animales fue a priori, pues me fascinaban desde antes de que aprendiera a leer y escribir)
Recuerdo la enciclopedia de la Fauna, dirigida por el zoólogo español Félix Rodríguez de la Fuente (el amigo Félix según el homenaje luctuoso que le dedicaron Enrique y Ana) Tomos amarillos, fotografía a color, diagramas de cadenas alimenticias y hartos mapas. Mi padre me la empezó a comprar por fascículos allá por 1979 hasta que el Autodescuento (supermercado regiomontano hoy desaparecido) comenzó a promover la enciclopedia completa. 12 tomos, uno cada semana. Desde aquí puedo decirte que animal aparecía en la portada de cada tomo. Posteriormente logré reunir completa la Enciclopedia de la Vida Animal Bruguera, un gigantesco diccionario del reino animal de la A a la Z en 18 tomos.
Tres colecciones marcaron el inicio de mi adicción por la historia y la literatura. La primera fue la Enciclopedia Colibrí, que empecé a coleccionar allá por 1982. Al juntar los 12 tomos se formaba un cerro verde en las espaldas de los libros. Dos de los tomos, el 4 y el 9, trataban de historia y desde entonces me empecé a aficionar al tema. El primero trataba sobre los aztecas y la Conquista con todo el intencional efecto lagrimero de la visión de los vencidos. El segundo trataba sobre Independencia, Reforma y Revolución, a la postre mis etapas favoritas de la historia de México y las que he estudiado más a fondo.
La segunda fue colección responsable del inicio de mi adicción por la historia antigua, fue la de Asterix y Obelix. Empecé a comprar este comix con devoción y hoy en día puedo presumir que no me falta uno solo de los títulos enlistados en el menhir de Obelix. Puedo releer esos comix una y otra vez sin cansarme. Es una de mis mejores terapias.
La tercera fueron los fascículos infantiles de Don Quijote, lo que determinó mi gusto por la literatura. En realidad lo del Quijote tiene raíces más profundas. La casa de mi abuelo, donde pasé mi temprana infancia, estaba llena de esculturas y retratos del Quijote en diversos formatos, además de un gigantesco busto en bronce de Cervantes. El personaje me llamaba la atención. Leí los fascículos con pasión, además de seguir la serie de dibujos animados que pasaban todos los días a las 15:00 horas.
Me empecé a aficionar a la literatura caballeresca y tuve a bien a fletarme clásicos en formato infantil como la Flecha Negra, Ivanhoe, Amadís de Gaula y Tirante El Blanco (Sí, aunque no lo crean existe Amadís en formato infantil) Poco después, con ayuda de mi madre, leí el Quijote completo, ahora sí en versión Cervantes y empecé a leer por mi cuenta los clásicos de Salgari, Dumas, Melville y Verne gracias a una enciclopedia que incluía versiones los Tres Mosqueteros, Moby Dick Tom Sawyer, 20 mil leguas de Viaje Submarino y El Corsario Negro entre otras.
Mis primeros libros fueron todos enciclopedias. Todas las que poseo, la mayoría de ellas completas, están en Monterrey en casa de mis padres. Espero traerlas pronto a Tijuana. Hoy en día, la única colección completa que tengo en mi tijuanera casa es Letras Libres y no me siento orgulloso de ello. Hace todavía algunos años compraba religiosamente cada ejemplar de Proceso y Zeta, pero ambas publicaciones han decaído horriblemente y por lo tanto he dejado de adquirirlas. Cuando salió Milenio en 1998 comencé a comprarlo cada semana, pero acabó por aburrirme. Ahora me dedico a adquirir libros de manera anárquica y laboro en un periódico cuyos ejemplares históricos me dedico a almacenar.
Ya he perdido la costumbre de coleccionar cartas y reliquias de viejos amores. Hay una cascada de recuerdos materiales que se han ido a reposar a la basura, un rostro que refleja un kilometraje abultado y una cabeza en donde la información se transforma en espectro.

La estúpida adolescencia (expiación de traumas)

Con toda la carga de falsedad que supone un análisis intelectual, solemos caer en una visión idílica de la adolescencia. A menudo los adultos idealizamos esa etapa de la vida cual si se tratase del edén perdido y desde esta aburrida orilla de la vida elevamos el teen spirit a un plano lírico exaltando las virtudes de una supuesta autenticidad y rebeldía.
Confieso que hace un buen rato que no convivo con adolescentes. Una hermana y mi hermano están en esa etapa de la vida, pero ellos viven en Monterrey y hace más de un año que no los veo.
Para los clasemedieros o altoclasemedieros, la adolescencia es la menos auténtica de las etapas de la existencia. Me refiero a esa etapa que va de los 12 a los 15 años en donde el teenager se convierte en el recipiente idóneo de toneladas de mierda consumista.
Cito textualmente a H. Yepez: - La gruta de la que hablaba Platón es precisamente la adolescencia, ese momento en que sales a ver el mundo verdadero, y luego regresas al mundo de la mentira para volver a ser esclavo de las sombras- No coincido o más bien dicho, no puedo coincidir con él.
De la secundaria extraño solamente los litros de energía sexual, la capacidad de dormir de 14 a 16 horas y el derroche de condición física que me permitía jugar varios partidos completos de futbol al día, recorrer 50 kilómetros en bici y aparte masturbarme con pasión. Pero la adolescencia tiene mucho de insegura y muy poco de auténtica.
Tal vez porque tuve la horrible e insufrible desgracia de empezar a ser adolescente en un lugar como San Pedro Garza García, yo recuerdo a los catorceañeros como seres obsesionados a un nivel enfermizo por las marcas, los peinados, los apellidos, las compañías, los carros, los saludos y las palabras. Consulten un ejemplar cualquiera de la edición Sierra Madre Joven del Periódico El Norte y se darán cuenta de lo que hablo.
Los adolescentes regios, o más precisamente los sanpetrinos, conforman una sociedad más clasista, puritana, estricta y conservadora que la victoriana del Siglo XIX. Son seres detestables que irradian las más selectas flatulencias de la peste católica. No se si aún se sigan reuniendo los domingos afuera de la Iglesia de Fátima y sigan corriendo sus carros por la Avenida Roberto Garza Sada, pero no veo motivos para que hayan cambiado. La pendejez no es evolutiva y se transmite fielmente de generación en generación.
Aquella fue una etapa dura para mí. Me expulsaron del Liceo en segundo de secundaria y dado que era un ladronzuelo con altas dosis de estupidez en sus métodos, fui a caer en el Centro Tutelar. Por aquel entonces me dedicaba a andar en bici días enteros explorando Monterrey y sus alrededores. Mi único gran amigo era odiado en mi casa. Dado que la totalidad de mi tiempo libre se la dedicaba a mi cuerpo, apenas si leía (leí muchísimo más de niño que de adolescente) y cuando estaba en mi casa me dedicaba a escribir una inocente porno novela.
La aleatoridad, el destino, o la mano de algún piadoso Demonio tuvo a bien liberarme de ese universo inundado en la peste a loción y llevarme a tiempo Fort Collins Colorado a habitar en la soledad de las montañas y posteriormente a la Gran Tenochtitlán en donde me dediqué a seguir fielmente los señalamientos de ese caminito amarillo que algunos llaman senderos de perdición. Y solo entonces fui feliz-