Algo vas a saber Alberto de sombra y resolana cuando conozcas al Sol perseguidor. Sospecho que en tu curiosidad infinita tú tampoco distingues entre tu vida y tus letras. En efecto Alberto: todo lector encarna un misterio y nuestra única certidumbre sobre él es su condición de viajero incurable. Todo lo demás son enigmas.
Uno debe honrar a quienes lo contagian y le marcan el camino y yo admito que tanto el Réquiem por Gutenberg como la Estrella muerta están impregnados de puro espíritu Manguel. Al menos por lo que al terruño ensayístico respecta, él ha sido una influencia muy cabrona para mí. Le tengo ley y le guardo harta gratitud y por ello me pone contento saber que ha ganado el Alfonso Reyes.
“El contrato que celebran el escritor y el lector cuando el primero cierra el libro y el segundo lo abre es uno de autoengaño y mutua pretensión”.
Carajo Alberto, si tendrás razón: de este canijo autoengaño he ido labrando toda mi vereda. Arrieros somos…
Thursday, August 24, 2017
Tuesday, August 22, 2017
De acuerdo a la Real Academia de la Lengua Tijuanense, la palabra línea es una expresión tripartita. Cuando un habitante de Tijuana se refiere a la línea puede estar hablando de una fila, una zona de la ciudad o un límite fronterizo. La primera expresión - un anglicismo adaptado- es la más común de todas y se refiere a al número de carros o personas que aguardan cruzar a los Estados Unidos y al tiempo estimado de espera (¿cuántas horas hiciste de línea? ¿Cómo está la línea en Otay?) La segunda expresión tiene que ver con un área urbana y aunque ni Catastro ni en la dirección de nomenclaturas hay registrada una colonia que se llame así, todo tijuanense sabe a qué nos referimos si decimos que “hay una casa de cambio o un negocio por el rumbo de la línea”, es decir, en los alrededores de la Garita de San Ysidro. La tercera expresión tiene que ver con la franja fronteriza que divide a México y a Estados Unidos (ya crucé la línea o vivo a medio kilómetro de la línea).
No hay una estadística que así lo avale, pero línea debe ser una de las palabras más pronunciadas por un tijuanense en su vida cotidiana. Cruzar la frontera es para nosotros un ritual de vida diaria y como tal tiene sus cábalas y sus reglas no escritas que sólo los expertos pueden anticipar, si bien la línea, como casi todas las mujeres, es simplemente impredecible y acostumbra dar no pocas sorpresas. Aunque casi toda variable es posible, lo común es que un lunes en la mañana la línea sea por definición larga, pues además de estudiantes y trabajadores para quienes cruzar es liturgia de vida diaria, tenemos a los turistas dominicales o a los que son tijuanenses el fin de semana pero se vuelven sandieguinos con la llegada del lunes.
Monday, August 21, 2017
Y después del eclipse… ¿a dónde carajos desembocamos? Sólo hasta hoy recordé que en la pierna llevo tatuado un Sol a medias cubierto por la Luna y que en la primavera-infierno del 94 liberamos un desparramadero de palabrerías exultadas por los integrantes del taller de la UR. Recordé mayo del 84, cuando intempestivamente viajamos al parque Tangamanga de San Luis Potosí donde la lluvia empapó la posibilidad de un histórico eclipse que se ocultó bajo nubes de tormenta (mi hermana Ana Lucía venía apenas en camino tocada por el “clis” solar).
Otro gallo nos cantó el 11 de julio de 1991, cuando desde una barranca de Lomas del Olivo contemplamos la irrupción del negro Sol. Cinco días antes había tocado Kreator en Tlalnepantla y yo estaba en extraordinarios de química y geometría analítica, viviendo a tope uno de los años más intensos de mi vida.
Podría decir que hoy también recordé con escalofriante precisión mi primer día de segundo de primaria, el 7 de septiembre de 1981, que fue también el primer día de clases en toda la historia del Liceo Anglo Francés de Monterrey. La maestra Silvia, mi libro de lectura, la haitiana Adeline que nos daba francés, nuestro uniforme tan horrible que en colores casi fosforescentes buscaba evocar la bandera de Francia.
Entonces no imaginaba que sentiríamos más angustia en cada primer día de clases de Iker, que hoy arrancó segundo de primaria después de un largo verano digital. La mañana sin él nos parece larga e inabarcable y nos cuesta reconocer la extraña quietud que reina en casa. ¿Cómo le estará yendo en el inicio de esta nueva aventura? La única certidumbre es que sus tallas de zapatos y pantalones suben más rápido que la marea y nuestra espiral de Eterno Retorno es una ráfaga de viento. Esta vida gira a diez mil revoluciones mientras Iker se estira y hace mil preguntas.
Este eclipse del 17 nos ha regalado pájaros en silencio y atípicas sombras vespertinas en una mañana de verano. Por ahora es lo que tenemos. Sombras nada más. Mentirosa suele ser la luz de agosto.
Sunday, August 20, 2017
Balbina conoció a Leo en el año del cuarto centenario de la fundación de Monterrey, cuando se conformó un grupo estudiantil con representantes de diversas universidades que organizarían actividades diversas relativas al festejo en sus respectivas facultades. Balbina llegó representando a Contaduría y Leo como abanderado de la entonces pequeña Escuela Libre de Derecho.
En un grupo de por sí variopinto y heterodoxo, Leo destacaba por genial y alucinado. Aunque era el mejor promedio de su generación, su esencia se apartaba por completo del estereotipo abogadil. Lector y practicante de las enseñanzas de Carlos Casteneda, asiduo a las artes marciales, el montañismo y la mariguana, el futuro abogado parecía seguir su propio sendero para transformarse en una suerte de nahual.
Lo de Leo era un permanente desafío a lo ordinario, un compulsivo ritual de improbabilidad. Solía perderse por días y aparecer de repente en situaciones y momentos imprevistos. Su casa en Balcones del Carmen acabó por transformarse en la sede no oficial del grupo estudiantil Generación 400 en donde las madrugadas se consumían arreglando el mundo en mil y un proyectos que más de una vez trascendieron su condición de castillos de aire.
Una madrugada de tantas, con la mayoría del grupo congregada en su casa, Leo sugirió como si tal cosa irse a caminar por el desierto. ¿Estás loco? ¿Al desierto a esta hora? Para Leo era lo más natural del mundo. Sólo Balbina y otros tres accedieron a acompañarlo. El amanecer los sorprendió a orillas de un ojo de agua. Las escapadas a Icamole empezaron a volverse cosa común.