Eterno Retorno

Saturday, February 03, 2024

Un ornitorrinco puede tener pico de pato pero no por ello se convierte en ave

 


1-    Un diente de ajo o un pequeño chile habanero pueden cambiar radicalmente el sabor y el sentido de un guiso. De igual forma, un detalle mínimo pero sustancial puede transformar una crónica en un cuento. Ese detalle puede ser la recreación de la voz interior los personajes inmersos en la profundidad del diálogo interno. Un reportero o un cronista que se respeten no pueden usurpar los pensamientos de un personaje, pero un cuentista o un novelista tienen plena licencia.

1-    Aún sin aspirar a ser literatura y respetando los parámetros de un manual de estilo estricto, la más simple y ordinaria de las notas periodísticas puede ser mucho más poderosa si en ella sabemos incluir  aquello que toque los sentidos o los sentimientos. No se deja de ser un imparcial reportero si describimos olores, ruidos, sabores, atmósfera o paisaje o si somos capaces de describir las emociones de los actores de la nota.

Periodismo y literatura pueden llegar a mimetizarse, a fundirse y confundirse en las formas, pero no son ni deben aspirar a ser una misma disciplina. Un ornitorrinco puede tener pico de pato pero no por ello se convierte en ave. Sigue siendo, pese a las apariencias, un monotrema. Nunca debemos perder de vista que el periodista busca a priori la verdad, o por lo menos acercarse a ella. Si nos olvidamos de eso entonces estamos perdidos. Si hablamos de cuento o novela yo admiro al narrador capaz de engañarme con maestría, al divino mentiroso que tiene la habilidad de sumergirme en su mundo imaginario y hacer que un personaje nacido en la profundidad de su cabeza pueda generarme empatía o repudio.



Thursday, February 01, 2024

tormentosos e impetuosos

 


Aguardando la tormenta le damos la bienvenida a febrero.

Amanece y el invernal diluvio anunciado aún se hace del rogar, pero estas ráfagas de viento helado nos juran que la hecatombe viene de lo más en serio. Tormenta e ímpetu, dirían los románticos alemanes. Puro y duro Sturm und Drang colegas.

Sunday, January 28, 2024

El fuego ya está encendido. ¡A mantener el Corazón Ardiente!

 


 

 

Colegas: entre estas dos fotografías que les comparto, transcurrieron cuatro días y muchísimo sudor a través de 110 kilómetros de puro desierto. La primera foto, corresponde al helado y lluvioso amanecer del 23 de enero en Playa Altamira, frente a la terca furia del Océano Pacifico. La segunda foto fue tomada bajo el bravísimo sol del mediodía del 26 de enero en Bahía de los Ángeles, cuando el Mar de Cortés nos daba la bienvenida con su serena caricia. Estos dos mares abrazan nuestra tierra, una península embrujada que es mi sitio en este mundo, el lugar que elegí para vivir en este planeta.  Pero estos dos mares abrazaron también una transformación interior. Entre rocas, arena y un millón de cactáceas se desató una tormenta en mi cabeza y sucedió algo: me reencontré con mi cuerpo. Miren colegas, este espacio facebookero he hablado muchísimo de libros, de ideas, de viajes, a veces de vinos y whisky, pero nunca me había dado por hablar del estallido interior que puede desatar un reto físico. En mis últimos años me olvidé de mi cuerpo y pagué las consecuencias, pero esta terca anatomía es muy noble y tiene memoria. Estas piernas y este corazón aún se acuerdan que hace muchos años y muchísimos kilos fui un buen ciclista y jugué futbol y podía hacer estallar una bomba de endorfinas cuando batía mis propios límites. Si el 1 de enero alguien me hubiera dicho que iba a conseguir hacer esto, simplemente no lo habría creído. Cuando mi amigo Carlos me habló para invitarme a formar parte de este reto, yo estaba seguro que mi destino sería morir en el desierto y cuando mi amigo Luis Fernando me llevó a comprar mis nuevos tenis y a mandar hacer mis plantillas, yo me imaginaba que me estaba preparando para un suicidio. Soy un mastodonte que peso mas de 100 kilos y estoy por cumplir 50 años de edad, pero hoy puedo decir que crucé la Baja California de mar a mar valiéndome tan solo de mis piernas. Hundiendo los pies en el lodo el primer día, trepando laderas de piedra y peinando planicies de arena, los músculos me mandaban la señal de que estaban a punto de engarrotarse, pero esa palabra de aliento de algún colega senderista y un gajo de naranja bastaban para hacerme volver a la vida. Por muchísimos kilómetros caminé solo, en profundo diálogo con mis demonios internos, pero también en muchísimos tramos caminé con colegas senderistas y de todos aprendí algo. Es contagiosa la siempre positiva hiperactividad de Carlos que tiene el don de impulsarte a ser mejor persona y la capacidad de formar grandes equipos y hacer brotar lo mejor de cada uno. Impresionante la fuerza de voluntad y la nobleza de Luis Fernando que ha sido mi Sensei en este gran reto. Y créanme colegas, de cada conversación aprendí algo. Yo creo que hay quienes pagarían muchísimo dinero por tener un seminario de excelencia empresarial con Don Alejandro Bustamante y yo pude escucharlo sin interrupciones en el desierto, como escuché a Raúl Cárdenas hablar de las ciudades sustentables del futuro, a Camarillo hablando de marketing político y a su hermano Hugo de rescates de migrantes en la Rumorosa. Emocionante hablar de templos futboleros y herencia euskera con Iker, de proyectos cinematográficos con Abelardo o de la simbología en la fundación de las antiguas ciudades con Adolfo y el gran equipo Val Quirico de Puebla o de recetas campiranas con el chef Xavier Loera. Mi gratitud con Raúl Argüello y su gran equipo en Baja Camping. Su calidez y hospitalidad fue la clave. Se los juro colegas: el desierto consumó una transformación. Cuando por primera vez distinguí el brillo azul del Mar de Cortés en el horizonte, experimenté una emoción y una euforia equivalente a cuando Tigres anota gol en una final, a cuando Iron Maiden toca The Trooper, a cuando recibo una llamada para decir que gané un premio literario. Hoy celebro el reencuentro con mi cuerpo. Sí, soy un mastodonte que pesa más de cien kilos, pero ya no por mucho tiempo. No sé cuántos años me queden de vida, pero en lo que reste del tramo voy a vivirlos en armonía con esta anatomía y voy a sumarle miles de kilómetros a mis piernas. Ya no hay vuelta atrás colegas. El fuego ya está encendido. ¡A mantener el Corazón Ardiente!